Relato enfermero: Desde la otra orilla

Martes, 26 de octubre de 2021

por diariodicen.es

Relato: Tras 20 años de desarrollo profesional he trabajado en centros de salud, hospitales y servicios de prevención, lo que me ha hecho crecer como persona y como profesional; me ha dotado de experiencia y serenidad para el desarrollo de mi trabajo. Desde el inicio de la pandemia he desarrollado mi trabajo como enfermera asistencial en las urgencias de un Hospital de Alta resolución de mi localidad, una suerte por otra parte que valoro cada día.

EPI

A principios de marzo de 2020 llegaron los primeros casos de pacientes covid a nuestro hospital con la situación de incertidumbre que esto nos generaba a todos los profesionales. No estábamos preparados para esta situación, en cuanto a protocolos, EPIs , circuitos, etc. Aun así, poco a poco y sobre la marcha fuimos aprendiendo del manejo del paciente, circuitos, puesta y retirada de EPI… En mi caso, los primeros casos me llegaron haciendo triaje, sin mascarilla por aquel entonces, lo que me llevó a reclamar al menos una mascarilla para realizar el triaje.

Esta situación produjo creo que el primer enfrentamiento que he tenido con algún superior puesto que me recriminó que estaba creando alarma social si triaba con mascarilla. Alarma que creo que echando la vista atrás, no era tanta alarma, sino más bien prevención y protección. Poco a poco se nos fue proporcionando material, información, protocolos…

Transcurridos unos meses, mi hospital empezó a acoger a pacientes covid positivos para su hospitalización. Pues bien, me tocó prestar mis servicios en la planta covid, el criterio de elección de los profesionales que formamos de esa planta fue cuestionable pero bueno, esa es sólo mi opinión. Tras un inicio caótico tanto en la organización como en la distribución de las zonas sucia y limpia, logramos una estabilización. Desde que comencé a trabajar en la planta reduje mi vida social al mínimo posible, teniendo sólo relación con mi familia y siempre con mascarilla porque no quería ser responsable del contagio de ningún ser querido y haciendo todo lo posible para prevenirlo. Hablo de llegar a un punto de obsesión, ducha en el hospital, desinfectando zapatos antes de subirme en el coche, desinfectando bolsa de trabajo antes de entrar en casa, dejando los zapatos fuera y cambio de ropa de nuevo al llegar a casa.

Pues bien, a fecha del 9 de enero de 2021 y a tan solo 11 días de la segunda dosis de la vacuna, me contagié de covid. Empecé con tos, mucosidad, mialgias, y mucho malestar general y a los nueve días empecé a encontrarme muy disneica lo que me llevó al hospital pero sin ingreso, con tratamiento en casa. Qué decir del aislamiento en casa, tengo dos hijos y a mi marido, sin casi tocarnos, desinfectando todo, con mascarilla en casa todos, todo el día. Aparte del malestar de la enfermedad, la situación de tristeza porque necesitas cariño y abrazos, en definitiva calor humano que no pueden darte de la manera en la que estamos acostumbrados, y en mi caso personal, necesito ese contacto. Tengo a mi familia conmigo, y aun así tengo tristeza por lo incapacitante de la enfermedad. Tengo 42 años, soy deportista, o al menos lo intento, y no fumadora pero no puedo ni subir las escaleras de mi casa sin tener disnea. Esta enfermedad incapacita física y psicológicamente.

Desde la otra orilla, sé que he dado todo el calor humano que he podido a los pacientes a los que he atendido en la planta covid, el cogerle la mano, mirarlos a los ojos, un ratito de charla, cepillarles el pelo, darles agua porque solos no pueden, limpiarles la boca… todo esto que parece sencillo es tan necesario y tan poco visible. Estos cuidados los hacemos los enfermeros, los TCAE y celadores, porque aparte de las técnicas propias de enfermería, que son muchos en estos casos son tan importantes como estos cuidados. Muchos de los pacientes a los que he atendido han muerto y eso ha ido poco a poco haciendo mella en mi salud emocional. Somos enfermeros y se supone que debemos estar preparados para esto pero no nos engañemos, no somos de hielo y la muerte genera dolor, pena, sufrimiento…

Creo que cuando toda esta situación termine, los profesionales sanitarios vamos a necesitar apoyo psicológico, no solo por nuestra labor asistencial a pie de cama sino también por haber pasado la enfermedad como es mi caso y el de muchos compañeros. Eso es lo que vamos a necesitar, pero disculpad mi escepticismo, no creo que lo recibamos si no lo buscamos de manera individual porque para la sociedad y las instituciones, somos guerreros, héroes, fuertes…

Autora: Curcano

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