Relato enfermero: Un día gris en el centro de salud

Jueves, 29 de julio de 2021

por diariodicen.es

El año 2020 será recordado como el peor o uno de los peores años para la mayor parte de la humanidad. Obviamente, estamos viviendo unos tiempos muy difíciles a nivel de salud pero, además, hay otra característica muy necesaria para el ser humano que está sufriendo mucho, y es que no es buen momento para el cariño. Hasta hace bien poco no valorábamos los besos, abrazos, cercanía de nuestros seres queridos, amigos… Ahora nos damos cuenta del verdadero valor de esas acciones.

Equipo de emergencia
Equipo de emergencia

A la mayor parte de la población es el virus quien ha quitado ese privilegio del cariño, pero no hay que olvidar que en el día a día antes, durante y después del virus hay mucha gente que vive en soledad, sin la calidez de alguien cercano. Este es el caso, entre muchos otros que existen, que yo me encontré mientras realizaba mis prácticas.

Hace unas semanas, mientras estábamos teniendo un día tranquilo en el centro de salud, nos avisaron para ir a una urgencia en un domicilio. No nos pudieron explicar muy bien cuál era la urgencia ya que la doctora que cogió la llamada dijo que no se escuchaba nada, solo escucho la palabra “ayuda” al parecer de una señora mayor y lo que ella creyó que era la dirección de su domicilio. Metimos todo el material en el coche y nos dirigimos hacia la dirección rezando para que llegáramos al lugar correcto y que la señora se encontrase bien.

Cuando llegamos al edificio subimos varios pisos sin ascensor y tocamos la puerta sin obtener ninguna respuesta. No sabíamos si nos habíamos confundido de casa o si en realidad era esa casa pero la señora debido a sus condiciones no podía abrir la puerta o simplemente estaba inconsciente, porque obviamente no sabíamos que le podía haber pasado o qué tipo de problema podía tener. Tocamos el timbre a los vecinos para preguntar si en esa casa podía vivir una señora mayor sola y para saber si alguien tenía llaves para abrir la puerta. Por suerte, los vecinos nos dijeron que ellos disponían de un juego de llaves ya que en la casa de enfrente vivía sola una señora mayor y aunque tampoco tenían una relación tan buena, había dejado un juego de llaves por cualquier situación anómala.

Entramos en la casa y vimos a una señora de entre 75-80 años tumbada en la cama, casi inconsciente luchando para respirar. Inmediatamente llamamos a la ambulancia y comenzamos con nuestro trabajo, tomar las constantes, tomar una vía venosa periférica, administrar medicación y oxigeno…. Mientras esperábamos la ambulancia y con la mujer ya estabilizada, tenía pocas fuerzas, pero las suficientes como para decirnos lo que le había pasado; estaba en casa cuando empezó a tener una opresión en el pecho, que al principio no le dio importancia, ya que no era la primera vez que le ocurría, pero que fue a más, llegando incluso al dolor, también noto que le costaba respirar y se sentó. Para cuando quiso reaccionar ya se encontraba muy mal y a duras penas pudo llegar al teléfono y marcar el número del centro de salud (he ahí la razón de la llamada telefónica en la que la doctora no entendió nada). Le pregunte si vivía sola y que si quería que avisáramos a algún familiar de que la iban a trasladar al hospital, dijo que no y acto seguido comenzó a llorar, aunque se notaba que intento que no cayeran las lágrimas no lo consiguió. Justo en ese momento apareció la ambulancia y se la llevaron al hospital. Yo me quedé con un sabor agridulce porque por una parte habíamos conseguido estabilizar a la mujer, pero por otro lado, la mujer se puso triste después de la pregunta que yo le había hecho (aunque sé que estaba haciendo mi trabajo y era para ayudar).

Parece que la historia había terminado ahí, pero al cabo de unas semanas, la señora apareció en la consulta del centro de salud. Yo le reconocí inmediatamente, ya que nunca se me olvidará su cara. Se presentó en el centro de salud en primer lugar para darnos las gracias, diciendo “Yo no estaría aquí de no ser por vosotros”. También nos dijo que había sufrido un derrame pleural y que en el hospital le habían tratado muy bien. Y por último y más impactante, vino a dar explicaciones de por qué comenzó a llorar cuando yo le pregunté aquello en su casa, ya que vio el cambio de mi cara al comenzar a llorar y pensó que estaría disgustado.

La señora hizo un resumen de su vida: Nació en un pueblo de Andalucía y muy joven y debido al amor dejó a su familia y amigos y se mudó a Palencia donde junto a su marido tuvieron una hija. Esa hija desde bien pequeña se empezó a juntar con malas influencias. Sus padres intentaron alejarla de ese mundo hasta que un día llegó a casa diciendo que estaba embarazada cuando tan solo tenía 15 años. Sus padres le obligaron a abortar pero la chica, en vez de hacer caso, se fue de casa a vivir con su novio. Se fue de la ciudad a vivir a Valladolid y aunque sus padres intentaban contactar con ella y ofrecer ayuda, está la rechazaba e ignoraba cortando de raíz la relación con sus padres. Al cabo de los años, el marido de la señora murió en un accidente de tráfico quedándose viuda y sola. También nos contó que hace unos años sufrió un cáncer de mama que por suerte lo había superado y que fue más duro de lo habitual ya que en su caso, lo tuvo que pasar sola, “hubo momentos en los que pensé en tirar la toalla y dejar de luchar, ya que no encontraba ningún motivo para seguir adelante.

El único motivo que encontré al final fue el curarme para poder reconciliarme con mi hija” y es que es totalmente cierto, ya que en la mayoría de las ocasiones lo que te hace luchar y seguir adelante es el apoyo de los tuyos, algo que a esta pobre señora por circunstancias de la vida le faltó. Después de este desgarrador resumen sobre su vida nos dio una caja de bombones en agradecimiento y se fue.

La vida de esta señora es una historia, que por lo menos a mí personalmente me ha llegado hasta el corazón, emocionándome como otras pocas cosas me han emocionado en la vida y haciéndome reflexionar. Por suerte, la enfermería te permite un contacto estrecho con el paciente, haciendo cada día diferente por lo que habrá días en que los pacientes no te cuenten nada, habrá otros momentos muy felices y otros, como es en este caso en el que te encontrarás con situaciones delicadas. Pero para mí, eso es lo bonito de esta profesión, ya que adquieres experiencias de la vida y eso te permite ser mejor profesional y sobre todo mejor persona, por eso, como dicen que de todo lo malo hay que sacar algo bueno, tengo claro que este año 2020 me va a ayudar a valorar y disfrutar muchísimo más las cosas que antes daba por hecho y que en la medida de lo posible voy a ayudar a la gente de mi alrededor a conseguir el mismo objetivo.

Autor: Ander Maria Azcarazu

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