Las actitudes de los cuidadores: un factor de riesgo de maltrato a los ancianos

Sección: Originales

Cómo citar este artículo

Uhden-Layron E. Las actitudes de los cuidadores: un factor de riesgo de maltrato a los ancianos. Rev. iberoam. Educ. investi. Enferm. 2014; 4(1):52-66.

Autores

Eduardo Uhden-Layron

Diplomado Universitario en Enfermería. Licenciado en Psicología Clínica. Dispositivo de Cuidados Críticos y Urgencias. Distrito de Atención Primaria Sevilla. Servicio Andaluz de Salud. Sevilla (España).

Contacto:

Email: eduardo@uhden.es

Titulo:

Las actitudes de los cuidadores: un factor de riesgo de maltrato a los ancianos

Resumen

Actualmente, la prevalencia de maltrato hacia los mayores en España se estima en 3-10%, siendo mayor en personas de más de 80 años. Entre las causas se encuentran: la sobrecarga de sus cuidadores y las actitudes negativas hacia los ancianos.
Objetivo: este trabajo analiza estos aspectos, así como las diferencias existentes entre cuidadores familiares y cuidadores profesionales.
Metodología: el estudio ha sido experimental-descriptivo, con metodología cuantitativa y cualitativa, sobre una población de 70 cuidadores españoles, mediante la cumplimentación de un cuestionario.
Resultados: se ha encontrado que la población de cuidadores profesionales percibe una mayor sobrecarga y muestra actitudes más negativas hacia los ancianos, respecto a los cuidadores  del propio entorno familiar.
Conclusiones: estos resultados confirman el papel de dos variables identificadas en la literatura como predictoras de riesgo de maltrato: la carga percibida por los cuidadores y la actitud de estos hacia la persona que cuidan.

Title:

Caregiver attitudes: a risk factor for elderly abuse

Abstract:

Prevalence of elderly people abuse in Spain is currently estimated to reach 3-10%, and it is even higher in very old (older than 80 years) people. Main causes include: caregiver burden and negative attitudes towards elderly people.
Purpose: Elderly abuse frequency and its causes are reviewed and existing differences between family caregivers and professional caregivers are reported.
Methods: An experimental-descriptive study, based on quantitative and qualitative methods, in a cohort of 70 Spanish caregivers, using questionnaire answers, is reported.
Results: Professional caregivers were found to perceive a higher burden and to show more negative attitudes towards elderly people, compared with family caregivers.
Conclusions: Our findings support a significant role for two abuse risk predictors previously reported in literature: burden as perceived by caregivers and their attitude towards cared people.

Portugues

Título:

As atitudes dos cuidadores: um fator de risco de abuso para pessoas idosas

Resumo:

Atualmente, a prevalência de abuso de pessoas idosas em Espanha é estimada em 3-10%, sendo maior em pessoas de mais de 80 anos. As causas incluem a sobrecarga de atitudes negativas para com os idosos e seus cuidadores.
Objetivo: este trabalho analisa esses aspectos, bem como as diferenças entre cuidadores familiares e cuidadores profissionais.
Metodologia: o estudo tem sido experimental-descritivo, com metodologia quantitativa e qualitativa sobre uma população de 70 cuidadores espanholas, através do preenchimento de um questionário.
Resultados: constatou que a população de cuidadores que percebido maior sobrecarga e mostra atitudes mais negativas para os idosos, sobre cuidadores que vêm da própria família.
Conclusões: estes resultados confirmam o papel das duas variáveis identificadas na literatura científica como preditores de risco de maus-tratos: carga percebida por cuidadores e sua atitude para com a pessoa que se importa.

Palavras-chave:

Idosos; cuidadores de idosos; abuso em idosos; atitudes

INTRODUCCIÓN

La atención continuada de una persona mayor de 65 años puede ser abrumadora, el sumatorio de acontecimientos desagradables que se van acumulando en el cuidador pueden modificar la actitud de este hacia la persona que cuida y potenciar la aparición de reacciones violentas que, a la larga, puede convertirse en un maltrato. Además, la escasa información respecto al proceso de envejecimiento, la falta de habilidades para el cuidado, o unos recursos de apoyo inadecuados, pueden agravar esta situación. Hay evidencia empírica de que el estrés y la percepción de sobrecarga del cuidador predicen claramente la presencia de maltrato de las personas mayores (1).
En 1979, se inició la primera investigación sobre los malos tratos en ancianos (2), promovida por la Asociación de Gerontología de Manitoba (Canadá), cuyos resultados concluyeron que el 25% de los casos de maltrato a ancianos era abuso físico, el 44% explotación material y el 30% violación de los derechos de los ancianos. En un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 2002 (3) se estima que entre un 4% y un 6% de las personas mayores han sufrido alguna forma de maltrato por parte de miembros de la familia.
En España, el estudio de los malos tratos a las personas mayores se inició en 1990, en un Congreso realizado en Toledo (4); posteriormente, en 2000, el informe: “Avances sobre la situación de violencia, maltrato y abandono de los mayores en la actualidad” (5) y el artículo de Rubio (6) “Los malos tratos en personas mayores: un reto a superar en el tercer milenio”, ponían de manifiesto la necesidad de desarrollar programas de formación que generen conciencia sobre el abuso de ancianos. En el estudio realizado por el Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia  en el año 2008 (7) se recogen los principales resultados de la primera investigación realizada en nuestro país sobre el maltrato de personas mayores en la familia. En este se destaca que el 0,8% de los ancianos españoles reconocen que sufren maltrato por parte de algún familiar y los cuidadores de personas mayores llegan a reconocer tasas de hasta el 4,5%. Además, identifica como factores de riesgo de maltrato el nivel de dependencia de la víctima, la edad avanzada y la presencia del síndrome de burnout en los cuidadores, y reconoce que el 44,4% de los cuidadores que incurrían en maltrato afirmaban que el cuidado del mayor les influía negativamente en sus relaciones de pareja y familiares (este porcentaje era de tan sólo el 17,9% entre los cuidadores que no maltrataban a los ancianos a su cargo).
Actualmente en España se estima una prevalencia de maltrato de entre el 3 y el 10%, con un aumento en los mayores de 80 años (8). Este maltrato afecta a los ancianos de cualquier nivel socioeconómico, aunque se observa con más frecuencia en los estratos sociales más desfavorecidos. Los principales implicados son los cuidadores y familiares (57% hijos, seguido de yernos/nueras hasta un 23%, y después el cónyuge: 8%). Se calcula que lo padece hasta un 4% de la población mayor que vive en la comunidad y hasta un 35% de los institucionalizados. En el estudio realizado en 2004 por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología sobre la percepción de los profesionales sobre negligencia, abuso y maltrato a las personas mayores (9) se afirma que, en el origen de algunas conductas negligentes, abusivas, violentas o de maltrato, se sitúa la ausencia de consideración social que impera actualmente en la sociedad, acerca de las personas mayores.
Siguiendo a Galtung (10), cualquier persona puede ser víctima de violencia; pero ciñéndonos al ámbito de este estudio, los ancianos son unas de sus principales víctimas. En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud (3) se identifican diversas causas, entre las que destacan la ausencia de control de impulsos, la falta de habilidades sociales y el contexto familiar. Podemos afirmar que, en la actualidad, existe una cultura que tolera la violencia por parte de la sociedad en general y que se hace presente en cuestiones tan dispares como los juguetes de los niños, las películas y los programas de televisión, los deportes o la forma en que las naciones resuelven los conflictos; esta aceptación o normalización de la violencia, puede contribuir a la aparición de maltrato.
En el ámbito sociocultural español, las actitudes referidas a los mayores han experimentado una profunda transformación, pasando de ser considerados protagonistas en la dinámica familiar y social, a ser relegados a un papel irrelevante, con escasa significación social, y percibidos casi como una carga (11). En la Primera Conferencia de Consenso sobre el anciano maltratado celebrada en España en 1995 (12), se acordó definir el maltrato al anciano como: “Cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, practicado sobre personas de 65 y más años, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro la integridad física, psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de los derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente o percibido subjetivamente".
Se han identificado cinco tipos de maltrato a los mayores: negligencia, maltrato físico, maltrato psicológico, abuso económico y abuso sexual. El más frecuente es la negligencia, definida como “conducta en la que se desatiende la obligación de dispensar los cuidados necesarios a una persona” y que, en la mayoría de las ocasiones, se produce en el seno de la familia (13). En la Tabla 1 se recogen las prevalencias encontradas para cada tipo de maltrato en los principales estudios existentes en diversos países.
En el campo de la violencia y, por tanto, del maltrato, un factor de riesgo vendría a ser una característica que, en alguna medida, sitúa al sujeto en una posición de vulnerabilidad hacia el comportamiento violento. Considerando la violencia como el resultado de una compleja interacción entre varios sistemas: el individual, el relacional, el comunitario y el social (7).

  • Factores individuales: las características personales incrementan la probabilidad de que una persona se convierta en víctima o agresor, fundamentalmente el sexo (14) (las mujeres ancianas son las principales víctimas de abuso sexual), la edad (a partir de los 75 años aumenta el riesgo de sufrir maltrato (7)), el grado de dependencia de la víctima (los ancianos dependientes presentan mayores tasas de todos los tipos de maltrato (7)), la demencia (las investigaciones de Homer y Gilleard (15), han encontrado prevalencias de maltrato muy superiores a la media entre personas con enfermedad de Alzheimer), la presencia de psicopatología (los estudios de Bonnie y Wallace  (16) y Muñoz (17), muestran que los agresores de personas ancianas presentan problemas psicológicos con mayor frecuencia que aquellos cuidadores que no muestran conductas abusivas) y la vinculación familiar del agresor con la víctima (según Cooney y Mortimer) (18), entre la pareja y los hijos se explica un importante porcentaje de las agresiones a ancianos).
  • Factores relacionales: las interacciones sociales cercanas (amigos, familia, pareja) aumentan el riesgo de ser víctima o agresor. Los principales factores relacionales son el estrés del cuidador, la agresividad de la víctima, la dependencia económica del agresor y las condiciones de convivencia (19), demuestran que convivir con algún familiar es un factor de riesgo para convertirse en víctima de violencia.
  • Factores comunitarios: los contextos en los que se desarrollan las relaciones sociales de las personas pueden ser factores que incrementen el riesgo de violencia; entre ellos, destacan la falta de apoyo social y el aislamiento social (las investigaciones de Cooney y Mortimer (18), González et al. (20), Muñoz (17), e Iborra (7), demuestran que los ancianos víctimas de maltrato tienen menos contactos sociales que los ancianos que no sufren violencia).
  • Factores sociales: la existencia de una cultura de violencia, la presencia de ciertas tradiciones y el sexismo, entre otras, son factores de riesgo de conductas violentas. El edadismo (21) (término acuñado por Butler en 1969) hace referencia a un proceso por medio del cual se estereotipa, de forma sistemática, a las personas por el hecho de ser ancianas. Las actitudes y estereotipos negativos hacia las personas mayores, presentes tanto en la población joven como en las mismas personas mayores, hacen que se les deshumanice en cierta manera, facilitando que otras personas abusen de ellas sin un sentimiento de culpabilidad o remordimiento (22).

Dado que la actitud es un sentimiento a favor o en contra de un objeto definido, que predispone a una acción coherente con las cogniciones y afectos relativos a dicho objeto (23), dado que la violencia es un comportamiento deliberado que provoca o puede provocar daños físicos o psicológicos a otros seres (2), y puesto que la sobrecarga que representa para una persona el cuidado de un anciano puede desembocar en malos tratos (13), los objetivos de este trabajo son los siguientes:

  • Analizar las actitudes de los cuidadores, familiares y profesionales, con respecto al anciano que cuidan.
  • Analizar la sobrecarga subjetiva percibida por dichos cuidadores.
  • Determinar si la sobrecarga de trabajo y la actitud de los cuidadores difiere, en base a la vinculación de los cuidadores con el anciano (familiares vs. profesionales) y en base al género (mujeres vs. hombres), determinando la presencia de factores de riesgo para que se produzca maltrato por parte de unos cuidadores u otros.

MÉTODO

El estudio ha sido de tipo experimental-descriptivo, utilizando la combinación de metodología cuantitativa y cualitativa, con el fin de conocer las actitudes de los cuidadores con respecto a la violencia y el maltrato a los ancianos, así como su posible autopercepción de sobrecarga en relación al cuidado de estos.
La elección de los sujetos se ha hecho mediante un muestreo por conveniencia, seleccionando dos grupos de cuidadores:

  • Cuidadores profesionales de ancianos: los criterios de selección fueron no ser familiar en ningún grado y percibir algún tipo de remuneración (en metálico o en especie).
  • Cuidadores familiares de ancianos: el único criterio de selección fue tener parentesco con el anciano, sin importar el grado de consanguinidad.

Todos ellos debían tener una experiencia de al menos 6 meses en el cuidado de ancianos. Esta selección se realizó a través de personas cercanas al entorno del investigador y que colaboraron voluntaria y anónimamente en la investigación. La muestra se seleccionó durante el mes de mayo de 2012, distribuyéndose y recogiéndose los cuestionarios entre junio y julio de 2012.
La investigación se ha realizado sobre un colectivo de cuidadores, familiares y profesionales, españoles y residentes en las provincias de Sevilla, Valencia y Madrid. La muestra fue accidental y está constituida por una población total de 70 cuidadores: 35 familiares y 35 profesionales (Tabla 2). La selección de los participantes se ha realizado
en base a obtener una muestra intencionada, teniendo en cuenta que esta representará tanto a la población de cuidadores familiares como a la de cuidadores profesionales (Tabla 3).

La recogida de los datos consistió en la cumplimentación de un cuestionario por parte del cuidador. Las personas dependientes debían tener 65 años o más, requerir cuidados las 24 horas del día y tener una persona cuidadora con ella de forma continua. No importaba el tipo de enfermedad que padeciera ni el tipo de cuidado precisado; tampoco el sexo, el nivel de estudios, o el status económico. Para la recogida de datos se empleó un único cuestionario de 30 preguntas  compuesto de dos partes (Ver Anexo 1 en artículo en pdf):

  • Cuestionario “Actitudes ante la violencia en el hogar”, de Rodríguez González (inédito), del que se han extraído las diez primeras preguntas.
  • Test de Zarit (24): con una escala tipo Likert, las 20 preguntas que lo componen se puntúan en un gradiente de frecuencia que va desde 1 (nunca) a 5 (casi siempre). Sus propiedades psicométricas más destacadas son la validez de concepto y la validez de constructo. La consistencia interna de la escala es de 0,91 y la fiabilidad test-retest es de 0,86. La interpretación es la siguiente: < 47: No sobrecarga; 47-55: Leve sobrecarga; > 55: Intensa sobrecarga.

Para el análisis estadístico de los resultados, se ha utilizado el programa informático de análisis estadístico SPSS Statistics 17.0.
Para la revisión bibliográfica se han utilizado Psycinfo, MedLine y PubMed, empleando en la búsqueda los descriptores: ancianos, cuidadores, maltrato, actitudes, elder abuse, caregivers y attitudes, recogidos en MeSH (Medical Subject Headings) y revisando del año 1982 a 2008.
Durante todo el proceso de este trabajo de investigación y, especialmente, en la fase de recogida de datos, el investigador principal se ha comprometido a respetar los preceptos éticos de la Declaración de Helsinki, referida a los principios éticos de la investigación biomédica en seres humanos, la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre para la Protección de Datos de Carácter Personal y la Ley 41/2002 de 14 de noviembre, reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de información y documentación clínica.

RESULTADOS

Se han analizado las actitudes con respecto al anciano cuidado y la percepción de sobrecarga por parte de 70 sujetos (35 cuidadores profesionales y 35 cuidadores familiares), resultantes de las respuestas obtenidas en el cuestionario, creando tablas de contingencias en las que se recogen la distribución del estadístico (chi-cuadrado [X2], razón de verosimilitudes, estadístico exacto de Fisher, asociación lineal por lineal y corrección por continuidad), la independencia entre variables, así como las diferencias y discrepancias existentes de mayor significación estadística en relación con determinadas preguntas del cuestionario; para todos los estadísticos utilizados se emplea p=q=0,5; grado de libertad = 1; nivel de confianza 95%. Desde el punto de vista del análisis cualitativo, se ha realizado una apreciación porcentual.
De dicho estudio, se han obtenido los siguientes resultados más relevantes, en relación con los objetivos planteados:

  • Los cuidadores profesionales, respecto a los familiares, manifiestan actitudes más negativas hacia los ancianos (Tabla 4).
  • Los cuidadores profesionales perciben una mayor sobrecarga con respecto a la atención del anciano, especialmente referida a compatibilizarlo con otras responsabilidades: el trabajo, la familia, etc. (Tabla 5).
  • En relación a las diferencias entre cuidadores en base al género, las mujeres (tanto familiares como profesionales) manifiestan una importante sobrecarga, comparada con la que muestran los hombres (Gráfico 1).

Por lo tanto, el colectivo de cuidadores profesionales y, especialmente, las mujeres, constituyen un grupo de mayor riesgo en lo que respecta al maltrato en el anciano (Gráfico 1).

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos en esta investigación, al igual que la mayoría de la literatura científica disponible, identifica dos de las variables que cuentan con mayor evidencia como predictoras de riesgo de maltrato: la carga percibida por parte de los cuidadores y la actitud de estos frente a la persona cuidada (1,4,6,7,13,15,16,19,25-27).
En este trabajo se ha observado que la población de cuidadores profesionales muestra actitudes claramente negativas con respecto al concepto de ancianidad, actitudes que están presentes en todos los rangos de edad de los cuidadores. Estos hallazgos coinciden con las conclusiones recogidas en el Informe Mundial sobre el maltrato de las personas mayores (3), que afirman que las actitudes negativas y los estereotipos que se tienen hacia los ancianos y hacia el propio proceso de envejecimiento están presentes tanto en la población joven como en la adulta. En la literatura revisada, entre estos estereotipos se identifica la idea de que las personas mayores pierden poder y control sobre sus vidas con la edad, así como la percepción de los ancianos como frágiles, débiles y dependientes (7,13,22,28). En este sentido, analizando las preguntas del cuestionario utilizado en este estudio, observamos que los cuidadores encuestados manifestaron que: “los ancianos son dependientes y necesitan ayuda sistemática de otros” y creen que el mayor al que cuidan: “depende de ellos”.
Ciertas investigaciones sugieren que los agresores tienen problemas en sus relaciones sociales y están más aislados (7,13,17,18,20). En este estudio, hemos podido observar que los cuidadores profesionales: “se sienten incómodos por distanciarse de sus amistades”, “creen que el cuidado de la persona mayor afecta negativamente a su vida social”, y manifiestan que: “bastantes veces o casi siempre, no tienen tanta intimidad como desearían”.
Dentro del colectivo de cuidadores profesionales, hemos encontrado una importante percepción de sobrecarga y presencia del síndrome de burnout, con respecto a lo que implica la atención del anciano; esto permite identificarles como una población de mayor riesgo, ya que hay evidencia empírica de que estos factores son predictores fundamentales de la presencia de maltrato de mayores (7). Además, en relación con la vinculación familiar de los cuidadores, podemos afirmar que también existen factores de riesgo, tal como se recoge en los estudios británicos y americanos (7, 8) en los que se afirma que los principales implicados en el maltrato a las personas mayores son los cuidadores y familiares de estos.
No obstante, los resultados obtenidos en este estudio deben ser tomados como datos exploratorios, que precisan de un análisis en mayor profundidad y de ser complementados con investigaciones realizadas con cuidadores identificados como responsables de maltrato, así como análisis de las características de las personas mayores a las que estos cuidadores atienden, de manera que fuese posible verificar la influencia de las variables aquí analizadas en la concurrencia del maltrato hacia los ancianos.
Entendemos que este trabajo puede aportar algún dato más acerca de las actitudes de los cuidadores y su percepción de sobrecarga, con respecto a la identificación de factores de riesgo en el maltrato a los ancianos, promoviendo así el desarrollo de actitudes que permitan mejorar la adaptación de los cuidadores a la realidad del cuidado diario y, en particular, en el manejo de la sobrecarga producida por el propio cuidado de los mayores.

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