Generar evidencias científicas o utilizar las ya generadas para transformar las prácticas del cuidado

Sección: Editorial

Cómo citar este artículo

Morán Peña L. Generar evidencias científicas o utilizar las ya generadas para transformar las prácticas del cuidado. Rev. iberoam. Educ. investi. Enferm. 2015; 5(1):5-7.

Autores

Laura Morán Peña

Presidenta de ALADEFE

Titulo:

Generar evidencias científicas o utilizar las ya generadas para transformar las prácticas del cuidado

En el mes de septiembre pasado, se llevó a cabo en la ciudad de Cartagena, Colombia, el XIV Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería, en el cual investigadoras e investigadores en Enfermería de Iberoamérica expusieron sus resultados o avances de investigación, compartieron las experiencias que han vivido en los procesos investigativos, identificaron pares académicos y establecieron nuevas relaciones académicas que les permitirán hacer sinergia en adelante.
Los estudiantes de Enfermería del pregrado que se inician tempranamente en la investigación y los de los postgrados también pudieron vivir las mismas experiencias, pero aunado a esto puede decirse que son beneficiarios del modelaje, al conocer, escuchar y convivir con experimentados investigadores de la Enfermería Iberoamericana.

En el plano colectivo, diversos organismos internacionales, como es el caso de nuestra asociación, llevaron a cabo sus reuniones con el propósito de analizar los avances y acuerdos futuros para concretar metas. Tal es el caso también de las Redes Iberoamericanas de Enfermería de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), algunas con un énfasis mayor en proyectos de intervención enfermera y, las menos, con propósito fundamental de investigación. A esta reunión le siguió una sesión realizada recientemente por Elluminate para continuar en el proceso de definición del plan de trabajo de dicha red.

En tanto que estoy haciendo referencia en este editorial a la investigación en enfermería, una acción de gran trascendencia en este marco fue la reunión de coordinadores de programas de postgrado e investigación de diversas Escuelas y Facultades de Enfermería de Iberoamérica, quienes por definición impulsan la investigación enfermera, lo que permitió iniciar la conformación de una red. En este caso, ALADEFE apoyó la iniciativa no solo proporcionando el directorio de Escuelas y Facultades de Enfermería, sino con la participación de sus vocales de investigación y de los responsables de dichos programas, que pertenecen a las escuelas y facultades miembro de ALADEFE.

En tanto que es también una meta prevista en el proyecto de trabajo vigente de ALADEFE, coincidimos con la OPS en que no se puede postergar el desarrollo sistemático y colaborativo de los programas de postgrado en Enfermería, y por ende de la investigación en este campo, ya que esto puede representar un camino más corto para su avance en nuestras regiones y, por tanto, para la mejora de la salud de las poblaciones.

Pero, al mismo tiempo que se reconoce la importancia de impulsar la investigación en enfermería, sería muy conveniente hacer un análisis relativo al impacto que han tenido los catorce Coloquios Panamericanos de Investigación en Enfermería en dos grandes vertientes: el impulso a la generación y divulgación de más evidencias científicas generadas con rigor científico y, quizá lo más relevante, conocer en qué grado se hace o no la transferencia de las nuevas evidencias para transformación de las prácticas del cuidado.

En ese sentido sería importante conformar algún grupo que esté interesado en analizar dichas vertientes. La primera es relativa a qué objetos de estudio se están estudiando, en qué campos del conocimiento, qué tan directa o indirectamente están relacionadas con las prácticas del cuidado, con qué enfoques (cuantitativo, cualitativo o mixtos), con qué nivel de alcance (exploratorios, descriptivos, correlacionales o predictivos), quién lleva a cabo dichos estudios (si predomina lo unidisciplinario sobre lo interdisciplinario, si predominan los estudios para obtención de grados o los de otra naturaleza, si son realizados por los profesores de las universidades, por las enfermeras de los servicios, o por ambos), entre otras cosas.

En el caso de la segunda vertiente, que considero es la menos explorada, convendría analizar si se está aplicando la Práctica Basada en la Evidencia (PBE) como un método de resolución de problemas para mejorar los resultados del cuidado en la práctica clínica.

En el primer caso, algunos análisis ya han sido hechos y publicados por diversas autoras, aunque de manera parcial y no recientes. Pero pareciera que la segunda vertiente es algo que debería ser una preocupación apremiante de la profesión enfermera: ¿qué estamos haciendo respecto a la transferencia del conocimiento para la transformación de las prácticas del cuidado? Parece que poco.

En ese sentido, enseñar y aplicar la Práctica Basada en Evidencia puede ser una alternativa y, aunque por muchos es vista como una metodología compleja, puede representar una alternativa para lograr la transferencia de conocimiento, es decir, darle valor a las evidencias científicas de calidad generadas por enfermeras de distintos países y que han sido ya publicadas, o por revisiones sistemáticas o metaanálisis generados por grupos de expertos. De esta manera las evidencias científicas generadas no pasarían a ser “letra muerta”.

Numerosos autores (1) han señalado la importancia de la aplicación de la PBE y solamente por citar un ejemplo, la Dra. Melnyk y colaboradores han señalado que la complejidad de las prácticas del cuidado exigen nuevos modelos de resolución de problemas (2). De igual forma, ha habido diversos llamamientos en el ámbito internacional relativos a la necesidad de promover la transferencia del conocimiento, es decir, utilizar los resultados de estudios realizados con rigor científico para resolver problemas o innovar la práctica, lo que puede apoyar la reconfiguración del sistema de prestación de servicios de salud (3-5). A pesar del incremento y riqueza de la información científica disponible hay muestras de que puede tardar hasta tres décadas para que los resultados de investigación en salud se traduzcan a la práctica clínica habitual.

También es justo decir que su enseñanza e implementación en los diferentes países varía mucho, y hay estudios que han demostrado su poco arraigo en los sistemas de salud, incluso en los países desarrollados (6). En Enfermería hay dificultades para su aplicación, ya que la falta de conocimiento, las creencias de profesores y estudiantes, así como la cultura organizacional interfieren en su aplicación (7,8).

En este sentido es necesario reconocer que existen diversas dimensiones alrededor de ello, como pudieran ser las relativas a la formación para la PBE, las características de la estructura de los servicios de salud y los sistemas de gestión del cuidado, así como las creencias de los propios directivos y personal de salud, los cuales, incluso, pueden tener concepciones erróneas respecto a la PBE.

Por todo lo anterior, existe una exigencia para que los educadores de enfermería preparen a los graduados basando su práctica en la evidencia, lo que pueden apoyar la reconfiguración de los sistemas de prestación de servicios de salud (9,10).

Es esencial reconocer que la transición a la PBE es un proceso que implica cambio cultural y una manera de lograr su aplicación en la práctica clínica es a través de la educación, para preparar a las enfermeras para que interpreten e integren la evidencia en la atención clínica.

Así, es necesario reconocer que las instituciones de educación superior que formamos recursos de enfermería debemos hacer análisis formales que nos lleven a establecer estrategias diferenciadas por nivel educativo para la formación de investigadores que generen evidencias científicas, pero considerando que se precisan hasta tres décadas para que los hallazgos de investigación sean trasladados a la práctica clínica (11), por lo que es imperativo que pensemos en la PBE como una alternativa, en tanto que es una metodología que posibilita la transferencia del conocimiento ya publicado por otros para introducir cambios o innovaciones en las prácticas del cuidado.

La creación de una red que promueva la investigación en enfermería en Iberoamérica, a través del desarrollo de los programas de estudios de postgrado, tendrá que poner atención a ambas vertientes, es decir, no solamente a formar recursos para generar evidencias científicas, sino también para mejorar los resultados del cuidado a las personas, tomando decisiones que estén basadas en las mejores evidencias científicas, por supuesto combinadas con la experiencia clínica de las enfermeras, los recursos disponibles en su contexto y, sobre todo, con los valores y preferencias de los pacientes. Cómo enseñar deliberada y progresivamente el desarrollo de proyectos de PBE y cómo generar las condiciones para implementarlos con éxito es un reto que tenemos las escuelas de Enfermería, siempre en conjunción con las enfermeras de los servicios de salud, quienes viven cotidianamente la realidad de la práctica clínica.

De esta manera, estaremos verdaderamente contribuyendo a mejorar la calidad y seguridad de las prácticas del cuidado a las personas, asumiendo nuestra responsabilidad social en el mejoramiento de salud de nuestras poblaciones.