Trabajo colaborativo y educación en enfermería. Las diversas dimensiones y sus implicaciones

Sección: Editorial

Cómo citar este artículo

Morán Peña L. Trabajo colaborativo y educación en enfermería. Las diversas dimensiones y sus implicaciones. Rev. iberoam. Educ. investi. Enferm. 2016; 6(1):4-8.

Autores

Laura Morán Peña

Presidenta de ALADEFE

Titulo:

Trabajo colaborativo y educación en enfermería. Las diversas dimensiones y sus implicaciones

“En una sociedad en la que todos los que vivimos y trabajamos en ella debemos aspirar a construir un proyecto común de sociedad y aprender a desarrollar en este espacio común compartido una sociedad democrática” (1).

No hay discurso actual en el campo de la educación o de la salud en el que no sea señalada la importancia del trabajo colaborativo como una alternativa o demanda en el mundo contemporáneo para lograr metas en menor tiempo y con mayor alcance, a través del trabajo que realizan comunidades que comparten ideales y objetivos comunes. Es decir, se trata de una herramienta fundamental para el desarrollo de actividades efectivas y productivas, tanto en el sector educativo como empresarial, mismo que también ha sido llamado por algunos “producción entre pares” (2).
Según Yochai Benkler el trabajo colaborativo está basado en los principios filosóficos del bien común y del altruismo, y en unos cuantos principios operativos, con enfoque por resultados que guían al proyecto, y que comparten quienes toman parte en él, generalmente voluntarios, que son expertos o al menos conocedores de la información que ponen de manera abierta a disposición de quien la quiera usar. Sin embargo, este desiderátum podría convertirse solo un eslogan cuando está presente en el discurso, pero no se realizan acciones concretas para llevarlo a cabo, o peor aún cuando no se observan resultados o el grupo no crece.
Resulta claro que el poder concretar el trabajo colaborativo es un fenómeno multideterminado, por lo que para poder impulsarlo tenemos que tener claridad de todos aquellos aspectos que participan en su logro; pues seguramente para cada persona el trabajo colaborativo tiene un significado diferente, y como los significados son construcciones sociales que hacemos dependiendo de nuestra historia y, en gran medida, de la perspectiva de actuación que tengamos, pueden tender a una perspectiva más individual que colectiva.
Por sus grandes beneficios, tanto en la educación como en la salud y dadas las condiciones actuales de crisis que viven la mayoría de los países de Iberoamérica, ha de considerarse el trabajo colaborativo como una estrategia indispensable que se hace realidad a través del trabajo comprometido, permanente, solidario, pero cuyos resultados necesitan ser de largo aliento y con dirección.
En el campo de la educación en enfermería se podrían vislumbrar al menos tres grandes dimensiones de análisis e intervención del trabajo colaborativo: un nivel macro, en el que ubicaremos el mundo de las asociaciones o agrupaciones gremiales, y otro más relacionado con lo microsocial, que en nuestro caso podría estar referido a los distintos escenarios en los que se forman a los estudiantes en enfermería: el aula, el laboratorio de enseñanza clínica de las escuelas de enfermería y, por qué no, un nivel meso que podría estar referido a los ambientes del aprendizaje que tiene lugar en las instituciones del sector salud en las que los alumnos desarrollan sus procesos de formación, pero en el que están involucrados una serie de personajes y de relaciones de poder en el que el alumno aprende, desaprende y vive contradicciones.
En cada una de estas distintas dimensiones se tienen implicaciones diferentes para el trabajo colaborativo y se requiere del desarrollo de habilidades que potencialicen su logro, aunque todas, sin duda, requieren de competencia intercultural, para aprender a reconocer y respetar puntos de vista diferentes a los nuestros, de ser tolerante y de buscar el bien colectivo más que el individual, entre otras cosas.

El nivel macro del trabajo colaborativo

Cuando nos referimos al nivel macro podríamos poner como ejemplo el caso de la Asociación Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Enfermería (ALADEFE), la cual es una organización internacional, no gubernamental, incluyente, democrática, y sin ánimo de lucro…, que está constituida por escuelas y facultades de Enfermería, asociaciones u otras instituciones colegiadas, cuyo fin es contribuir al desarrollo disciplinar y a la educación superior de enfermería (3). Actualmente la ALADEFE representa a las instituciones educativas de Enfermería de diversos países de Iberoamérica, (22 por el momento), que trabajan conjuntamente por lograr la excelencia de la educación en enfermería de sus cinco regiones. Lograr la excelencia académica en contextos tan diferentes implica varios retos como por ejemplo, tener rumbo, y en ese sentido no solo se requiere plantear un proyecto de trabajo, sino que todos los integrantes tengan y sientan que las metas son comunes, ello significa apropiarse de ellas, es decir, asumirlas como propias.
Si concordamos con lo señalado, entonces reconocemos que lo actitudinal es una parte muy importante en el logro del trabajo colaborativo, pues más allá de posiciones individuales y del trabajo que cotidianamente ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, implica la necesidad de destinar un tiempo preciso para el logro de las metas y de un pensar y actuar colectivo.
Otro de los retos que se pueden identificar es la necesidad de desarrollar competencia intercultural, la cual representa una base primordial para el ejercicio de la ciudadanía por parte de aquellas personas que se encuentren en contextos culturales que no sean los propios (4). Pero esto, que se dice fácil, implica el reconocer que los otros son diferentes a nosotros y que, por lo tanto, podemos tener perspectivas diferentes para identificar e interpretar los fenómenos de nuestro entorno, pero que precisamente cuando se reconocen las diferencias y estamos dispuestos a escuchar, dialogar y a concertar, es decir, que reconocemos al otro, que podemos actuar conjuntamente en el logro de los fines comunes.
Por ello, cuando se habla de que una persona tiene competencia intercultural se le reconoce como “hábil, eficiente o apta para desarrollar sus tareas y funciones en contextos profesionales multiculturales”. Sin embargo, dicha capacidad implica toda una serie de requisitos, actitudes, destrezas, conocimientos que son los que permiten a dicha persona dar una respuesta adecuada a los requerimientos de tipo profesional, interpersonal y afectivo que emergen de los citados contextos multiculturales (5). Entonces se puede decir que en la competencia intercultural están involucradas tanto la la cualificación profesional como las bases psicosociales de las relaciones interculturales.
En la literatura han sido reconocidos cinco componentes del aprendizaje cooperativo, como son la interdependencia positiva, la responsabilidad individual-grupal, la interacción fomentadora cara a cara, las habilidades interpersonales y el procesamiento por el grupo.
También es importante analizar que ninguna asociación tiene que ver exclusivamente con los integrantes de sus consejo ejecutivo, es decir, con las personas que se han comprometido a hacer realidad los acuerdos de una asamblea general, sino que el principal reto es hacer que todas sus escuelas miembro se sientan partícipes del plan de trabajo de una organización internacional cuyas retos son enormes.
De ahí que una asociación como es el caso de la ALADEFE podría ser considerada como una comunidad de aprendizaje, en la que necesitamos que todos sus integrantes hagamos nuestros esos cinco elementos recientemente referidos, ya que por una parte tenemos acciones interdependientes que realizar, pero a la vez que responsabilidades individuales de las diferentes vicepresidencias regionales y vocalías, la interaccion fomentadora cara a cara, que aunque se da poco, ya que todos los integrantes habitamos en diferentes países, ahora gracias a las TIC, tenemos una gran oportunidad de comunicación cara a cara aun a la distancia geográfica. Y por último, la forma en que todo el grupo hacemos que suceda, o no, el trabajo colaborativo. Sin duda, un gran reto al interior de cualquier organización.

El nivel micro del trabajo colaborativo

Como las circunstancias que forman el entorno actual de las prácticas del cuidado a la salud son complejas, y las intervenciones para resolver los problemas de las personas o de los grupos requieren de un trabajo colaborativo, la formación de recursos humanos en el campo de la salud requiere del desarrollo deliberado y progresivo de habilidades para el trabajo colaborativo en el que se compartan objetivos y se distribuyan responsabilidades como formas deseables de aprendizaje y del aprendizaje en la acción.
El aprendizaje cooperativo es un enfoque educativo que tiene como objetivo organizar actividades en el aula en las experiencias de aprendizaje académico y social. Sin embargo, el aprendizaje cooperativo es más que simplemente organizar a los estudiantes en grupos, por lo que se ha descrito como "interdependencia positiva estructurada”.
En ese sentido, el papel del profesor es esencial para lograr el aprendizaje colaborativo mediado, el cual se caracteriza por no contemplar al aprendiz como persona aislada, sino como generador de procesos que faciliten la interacción y la solución conjunta de los problemas. Pero es indispensable reconocer que no basta con poner a un grupo a interactuar para que se produzca el aprendizaje, sino que se deben articular los diferentes elementos para llegar a procesos conjuntos de intercambio y construcción del conocimiento.
El fundamento se deriva de la teoría de la interdependencia social, la cual plantea que esta se da en la medida que los resultados de los individuos se ven afectados por sus propias acciones y de los demás (6). Se reconocen dos tipos de interdependencia social: la positiva, cuando las acciones de los individuos promueven el logro de objetivos comunes, y la negativa, cuando las acciones de los individuos obstruyen el logro de los objetivos.
Es importante señalar que según Johnson (7) hay al menos cinco variables que median la efectividad de la cooperación: la interdependencia positiva: los estudiantes participan y ponen todo su esfuerzo al interior del grupo; cada miembro del equipo tiene una tarea/rol/o responsabilidad pero debe creer que este es responsable tanto del aprendizaje de él mismo como del grupo; se promueve la interacción cara a cara, cada miembro promueve el éxito del otro, los miembros ayudan a otros a comprender o a completar sus tareas, hay responsabilidad individual y grupal, cada estudiante demuestra maestría sobre los contenidos estudiados, cada estudiante es responsable de su propio aprendizaje y trabajo, eliminando la holgazanería social.
Dentro de las habilidades sociales que deben ser enseñadas, porque son esenciales para el trabajo colaborativo, están: la comunicación efectiva, interpersonal y grupal; el liderazgo; la toma de decisiones, la construcción de la confianza y el desarrollo de amistad y. en el caso de las habilidades de comunicación, es importante desarrollar las habilidades para el manejo de conflictos.
Los procesos grupales ocurren cuando los miembros de un grupo reflexionan sobre cómo sus acciones ayudan a tomar decisiones, sobre cuáles acciones deben continuar y cuáles deben cambiar, ya que el propósito del grupo es clarificar y mejorar la efectividad a través de las cuales se llevan a cabo los procesos necesarios para lograr las metas del grupo.
Desafortunadamente, en la formación de recursos humanos no es tan común observar que en los currículos se expliciten de manera deliberada estrategias de enseñanza-aprendizaje con las que los estudiantes vayan desarrollando paulatinamente habilidades para lograr competencias interculturales, ni experiencias de aprendizaje que conlleven al trabajo colaborativo. Por el contrario, muchas veces se observan los entornos escolares que promueven el individualismo y el egocentrismo. Por otra parte, cuando los estudiantes se insertan en las práctica clínicas en los diversos escenarios de atención a la salud, o en su año de residencia o servicio social, son pocas las oportunidades de observar experiencias de trabajo colaborativo, de verdaderos equipos, pues todavía prevalece la visión hegemónica de algunas profesiones sobre otras, por lo que el entorno del trabajo de atención a la salud, no es, por lo general, el mejor ejemplo de trabajo colaborativo.
Por todo lo anterior, es necesario considerar que en el caso de la enseñanza-aprendizaje contemporánea, se observa como indispensable que los estudiantes universitarios también aprendan a buscar información, comunicarse, colaborar y participar. Se trata de formarles para que sean capaces de entender los medios (lenguaje, cultura e ideología), saber utilizarlos y transmitir su uso, descubriendo la importancia de una visión ética.
Concluyendo, el trabajo colaborativo implica que los estudiantes desarrollen competencias mediante las cuales los alumnos tratan de alcanzar las metas tanto individuales como grupales, mismas que solo se consiguen cuando el grupo en su totalidad lo hace (si yo gano, tú ganas), por medio de la cooperación los alumnos ejercitan la interdependencia positiva y logran un crecimiento tanto personal como social.
Como puntos de cierre señalo algunos para el análisis:

  • Se puede considerar que todas las organizaciones se constituyen en comunidades de aprendizaje, cuando se conjuntan para desa-rrollar un plan de trabajo con metas específicas.
  • No basta con congregarse, si no se comparten los elementos esenciales para que se dé el trabajo colaborativo: la interdependencia positiva, la interacción cara a cara, la responsabilidad individual-grupal, el desarrollo de habilidades sociales y el desarrollo de procesos de grupo.
  • Los métodos cooperativos ponen de manifiesto la necesidad de la confluencia de varios factores, sin los cuales difícilmente se encontrarán efectos positivos.
  • El trabajo colaborativo se consigue cuando los integrantes de una organización demuestran una consideración positiva hacia todos; cuando se comportan de manera que muestran coherencia y justicia, al tiempo que crean confianza.
  • El establecimiento de relaciones de colaboración y ayuda se da solo cuando se han construido relaciones auténticas entre los integrantes de una comunidad.
  • Basar el aprendizaje en trabajo colaborativo y aprendizaje autónomo como metodología puede generar individuos que vivencien y, por lo tanto, aprendan a trabajar colaborativamente.
  • La educación tiene que asumir dos responsabilidades fundamentales: la lucha contra todas las formas de exclusión social y la búsqueda de estrategias educativas que favorezcan el desarrollo de valores y la participación en un proyecto común de sociedad donde cada persona tenga su puesto, su responsabilidad y su tarea.

En la educación en enfermería es necesario reconocer la importancia del desarrollo progresivo y deliberado de habilidades para el trabajo colaborativo, porque eso permitirá formar ciudadanos concientes del papel que les corresponde para ser sujetos en lo individual y en lo colectivo. Los educadores tenemos una gran responsabilidad en dicho proceso, ya que ello contribuirá también a que formemos a nuestros relevos generacionales quiénes serán los líderes de las asociaciones y de las agrupaciones gremiales del mañana.
Convendría preguntarnos como integrantes de grupos o bien como docentes cómo estamos atendiendo a nuestra responsabilidad social, ya sea de ser entes participantes de algún grupo dentro de la enfermería o bien en la formación de sujetos que ahora inician su aprendizaje para el trabajo colaborativo. Solo la historia nos lo dirá.

Bibliografía

  1. Bartolomé M. Panorámica general de la investigación sobre educación intercultural en Europa. Revista de Investigación Educativa; 1997; 15(1):7-28.
  2. Aldrich H, Shimazoe J. Group work can be gratifying: Understanding and overcoming resistance to cooperative learning. College Teaching, 2010;58(2), 52-57.
  3. Asociación Latinoamericana de Escuelas y facultades de Enfermería. Estatutos. 2009, Panamá, p.4
  4. Aneas MA. Competencia intercultural, concepto, efectos e implicaciones en el ejercicio de la ciudadanía. [Internet ] 2005; Revista Iberoamericana de Educación, 35(5) [acceso 15 diciembre 2015] Disponible en: http://www.rieoei.org/deloslectores/920Aneas.PDF
  5. Gutiérrez P, Tosina Y, Delgado C, Fustes L. Buenas prácticas en el desarrollo de trabajo colaborativo en materias TIC aplicadas a la educación [Internet] 2011. Revista de curriculum y formación del profesorado; 15(1); 179-194. Acceso 15 diciembre 2015] Disponible en: http://www.ugr.es/~recfpro/rev151ART13.pdf
  6. Schul JE. Revisiting and old friend: The practice and promise of cooperative learning for the twenty-first century. The Social Studies, 2012;102, 88-93.
  7. Johnson DW. An Educational Psychology Success Story: Social Interdependence Theory and Cooperative Learning. Educational Researcher. 38(5):365–379.