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Metas de Enfermería

Metas de Enfermería

SEPTIEMBRE 2013 N° 7 Volumen 16

Niños en cuerpos adultos

Sección: Relatos

Cómo citar este artículo

Cano Sánchez MC. Niños en cuerpos adultos. Metas Enferm 2013; 16(7):77

Autores

María Consolación Cano Sánchez

Enfermera de la Residencia de Discapacitados Psíquicos y Unidad de Estancia Diurna “Dr. Sánchez Cuenca”. Alcalá la Real (Jaén).

Contacto:

Carretera Frailes, 84. 23692 Alcalá la Real (Jaén).

Email: mariolacano@ymail.com

Titulo:

Niños en cuerpos adultos

No era más que una enfermera recién titulada la primera vez que entré a ese lugar. Aún no tenía ni la menor idea a lo que me exponía, no sabía absolutamente nada sobre aquel que iba a ser prácticamente mi primer trabajo.

En los años que estudié Enfermería, ningún profesor se había detenido a hablarnos sobre discapacidad psíquica. Recuerdo que se nos habló de síndromes como el Down, Turner o de cuáles podrían ser las terribles consecuencias de un sufrimiento fetal, pero aquel lugar, aquellas personas, no se podían comparar con nada de lo que hubiese visto en los libros.

Llegué a la puerta en la que había un pequeño cartel en el que se podía leer “R.G.A. Dr. Sánchez Cuenca”. No había visto aquellas siglas nunca. En el portero automático decía “pulse y espere”, y así lo hice. Aquellos minutos me parecieron eternos, estaba ansiosa por descubrir qué había detrás de aquellas siglas. Me abrieron, y mientras subí la pequeña rampa me explicaron que R.G.A. no era otra cosa que Residencia para personas con discapacidad Gravemente Afectadas.

Prácticamente me quedé igual, porque nunca había oído hablar de graves afectaciones, y en ese mismo momento iba a ser la enfermera de aquel pequeño centro.

He de reconocer que las primeras sensaciones que recorrieron mi cuerpo fueron la ansiedad y el miedo ante aquello para mí tan desconocido. Dentro, un grupo de personas se acercaban a mí, y la auxiliar que me acompañaba me dijo sus nombres. Ellos querían tocarme, yo era su nueva atracción.

Poco a poco los fui conociendo, fui ahondando en sus comportamientos, en el porqué de su enfermedad, de su situación, tratando de entender cómo una alteración cromosómica o problemas en el embarazo y el parto habían hecho que estas personas, estas inocentes mentes de niños, estuviesen encerradas en cuerpos de adultos.

Lejos quedaban ya para mí los comentarios de todas aquellas personas que pensaban erróneamente que este centro era un psiquiátrico.

Entendí que estos niños, “mis niños”, habían nacido con una discapacidad intelectual y que lo único que les hacía parecer “locos” eran sus cuerpos de adultos. Son felices con una sonrisa, con un juguete o con un caramelo, tal y como lo es cualquier niño que consideramos normal por vivir en su cuerpo de niño. Cometemos un gran error metiéndolos en el cajón de sastre de la salud mental, ya que esto nunca lo haríamos con un pequeño de dos años cuando tiene una rabieta.

Hay adultos que sueñan con ser niños, y niños que sueñan con ser adultos, otros no tienen la oportunidad ni siquiera para poder soñarlo.

Si bien es cierto que, al igual que una persona “normal”, estas personas pueden tener problemas de salud mental a lo largo de su vida, pero no por ello los encuadraremos como enfermos mentales desde el principio.

Desde aquí animo a los compañeros y compañeras de profesión a descubrir este campo tan ignorado de la discapacidad intelectual, porque el trabajo con ellos genera tal satisfacción personal y profesional que os aseguro que merece la pena.