Agotamiento de los recursos emocionales en el profesional de la Enfermería

Sección: Editorial

Autores

Mª Francisca Bernal Pérez

Enfermera del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona)

Titulo:

Agotamiento de los recursos emocionales en el profesional de la Enfermería

Igual que en otros sectores, en el de la sanidad se suele hablar de recursos materiales, productividad, coste-beneficio, indicadores, estándares, etc., términos impersonales y empleados para medir y valorar el trabajo de los profesionales de ese sector, entre ellos, el de las enfermeras y enfermeros. Sin embargo, esos términos, carentes de sentimientos, no miden situaciones de aquellos que, en el ejercicio de su trabajo, también se cansan, se agotan, se angustian o padecen enfermedades laborales muchas veces no asociadas de manera intencionada al trabajo que realizan, lo que se traduce en desajustes emocionales y físicos.

Nuestro medio laboral no está ausente de palabras de desánimo, de tristeza, de comentarios sobre dolencias varias, de sentimientos de vacío, de incomprensión, de emociones que se esconden y se acallan para seguir dando, de manera continuada, unos cuidados de la mejor calidad posible. Si bien, detrás de ese esfuerzo, de esa coraza, se oculta muchas veces una verdadera enfermedad: el empobrecimiento emocional.

Cada día que pasa negamos lo que es innegable, cumplimos con nuestra responsabilidad y, muchas veces, nos privamos de los descansos permitidos en aras de la no interrupción de los cuidados; pero todo ello, al no estar reconocido ni valorado, con el tiempo implica estrés y cansancio emocional, junto con una pérdida de motivación y de compromiso laboral, además de una variedad de síntomas, como ya se ha dicho, tanto físicos como mentales.

Si a este primar el cuidado del paciente desoyendo las llamadas de atención personales, se le suman las ratios de enfermera/paciente, las elevadas cargas de trabajo que ello trae como consecuencia, la falta de personal y los ajustes económicos en esta etapa de crisis que, por mucho que se diga lo contrario, aún impera, obtenemos unos resultados injustos y desproporcionados para el colectivo de Enfermería, que sufre las bajas más frecuentes por agotamiento.

De cómo tratar el problema del empobrecimiento emocional se me ocurren varias cuestiones, aunque quizás no sean del todo factibles tanto por el cariz de crisis que nos invade como por el “desprendimiento” emocional y físico de nuestro colectivo, pero que para mí, llegados a este punto en el que parece ser que solo dependemos de nosotros mismos para atajar el problema, deberíamos intentar llevar a cabo: hay que tomarse los tiempos de descanso permitidos, delegar tareas que puedan ser asumibles por otros profesionales, pedir ayuda cuando lo necesitemos insistiendo en ello, no tirar del esfuerzo personal sin límite, escuchar atentamente a nuestro cuerpo y nuestra mente y acudir a los profesionales cuando detectemos signos y síntomas de cansancio emocional. Quizás no sea el método más solidario, quizás no sea el más eficaz, pero hay que ir probando formas para lograr que de una vez por todas podamos ser emocionalmente personas.

Además, también hay que pensar que somos un colectivo que vive con la enfermedad cada día, que vemos y oímos las desgracias de muchas personas a nuestro alrededor y que, aunque con los años vamos adquiriendo recursos que nos ayudan a gestionar las emociones, nos ponemos corazas y seguimos trabajando como si no pasara nada, pero sí pasa. Nos afecta aunque intentemos negarlo y volvemos a casa con la mochila de la tristeza emocional.

Todos hemos oído eso de ¿quién cuida al cuidador? Pues en mi opinión, hoy por hoy puedo decir que a los profesionales de la Enfermería no nos cuida nadie, solo nos tenemos a nosotros mismos.

Como dice la psicóloga Rivera Heredia, los recursos emocionales son los elementos, tangibles o intangibles, que ayudan a manejar las diferentes situaciones de la vida y que se utilizan especialmente para enfrentar situaciones percibidas como problemáticas y generadoras de estrés. No confundamos lo que significa el concepto de “responsabilidad profesional”, pues si la llevamos al extremo de hacerlo a costa de nuestra salud, nos estaremos equivocando, porque con ello estaremos agotando nuestros propios recursos emocionales y esos recursos los necesitamos para vivir.