Enfermeras de cine: cómo son y qué hacen en la gran pantalla

Sección: Artículo Especial

Cómo citar este artículo

Icart Isern MT, Maestre González E, Delgado Hito P, de la Cueva Ariza L. Enfermeras de cine: cómo son y qué hacen en la gran pantalla. Metas Enferm jun 2017; 20(5): 27-32.

Autores

Mª Teresa Icart Isern1, Elena Maestre González2, Pilar Delgado Hito3, Laura de la Cueva Ariza2

1Catedrática Enfermería Comunitaria y Salud Pública. Escuela Universitaria de Enfermería. Universidad de Barcelona. L’Hospitalet Llobregat (Barcelona)
2Enfermera. Profesora colaboradora del Departamento de Enfermería Médico-Quirúrgica. Escuela de Enfermería de la Universidad de Barcelona. L’Hospitalet Llobregat (Barcelona)
3Doctora en Enfermería. Directora del Departamento de Enfermería Médico-Quirúrgica. Escuela de Enfermería de la Universidad de Barcelona. L’Hospitalet Llobregat (Barcelona)

Contacto:

Mª Teresa Icart Isern. Escuela de Enfermería. Universidad de Barcelona. C/ Feixa Llarga, s/n. 08907 L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona).

Email: mticart@ub.edu

Titulo:

Enfermeras de cine: cómo son y qué hacen en la gran pantalla

Resumen

El cine nos educa sentimental y emocionalmente sin que nos demos cuenta, porque utiliza los clichés y los estereotipos que forman parte del imaginario colectivo. Los profesionales de la Enfermería son objeto de estereotipos, es decir, de imágenes común y acríticamente aceptadas por la sociedad. En este texto se destacan seis estereotipos de enfermeras: religiosa, heroica, objeto sexual, secretaria obediente, diabólica y, finalmente, profesional; también se comenta cómo el cine muestra al enfermero. Para ello se han seleccionado algunos títulos de películas que ilustran las características de cada estereotipo. Se concluye que es esencial cuestionar y denunciar por parte de las asociaciones e instituciones profesionales el mal uso de la imagen de la enfermera, ya que el signo positivo o negativo de las imágenes tiene consecuencias no solo en la percepción de los pacientes y usuarios, sino también en la asignación de recursos y en las políticas sanitarias.

Palabras clave:

enfermería ; cine ; estereotipos ; imagen enfermera ; pacientes ; pacientes

Title:

Nurses in films: how they are and what they do in the big screen

Abstract:

Films will educate us sentimental and emotionally without our realizing it, because they use the clichés and stereotypes that are part of collective thinking.
Nursing professionals are the object of stereotypes, that is to say, of images commonly and uncritically accepted by society. This text highlights six nurse stereotypes: religious, heroic, sexual object, obedient secretary, diabolic and, finally, professional. There is also a discussion about the way in which male nurses are shown in films. To this aim, there has been a selection of some film titles that illustrate the characteristics of each stereotype.
The conclusion is that it is essential for professional associations and institutions to question and denounce the bad use of the nurse image, because the positive or negative use of the images will have consequences not only in the perception by patients and users but also in the assignment of resources and in healthcare policies.

Keywords:

Nursing in films; nurse stereotypes; nurse image; social image; social image

Introducción

La imagen social de una profesión está condicionada, en buena parte, por la forma en que los medios de comunicación la presentan (prensa, publicidad, TV, cine, etc.). Importa la gran capacidad del cine para construir un mundo en que todo puede parecer coherente y justificado, un mundo con un relato que favorece la asimilación acrítica de la ficción (1,2).

El cine es capaz de crear y generalizar modelos y estereotipos que, en el mejor de los casos, reflejan solo una parte de la realidad, pero que a su vez la retroalimentan. Por esa razón cuando elaboramos nuestro discurso acerca de una clase social, de un sector político o de un grupo profesional es fácil hacerlo siguiendo los estereotipos de la ficción cinematográfica.
Pero ¿qué se entiende por estereotipo? Según la Real Academia Española, un estereotipo es una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Se trata de una imagen mental poco elaborada, fácil de asimilar, sobre las características de un grupo. A partir de su repetición, el estereotipo se convierte en un modo normal o natural de pensar, hablar o describir ya sea a los emigrantes o a los autóctonos, a los ancianos o a los adolescentes, a los hombres o a las mujeres y, también, a un grupo de profesionales de la salud (enfermeras y médicos, entre otros) (3-5). Estos estereotipos o creencias forman parte del lenguaje visual que utiliza el cine y solo se podrán cambiar gracias a la educación y desde una mirada crítica capaz de analizar la imagen. Este análisis exige la capacidad de deconstruir (describir) y reconstruir (interpretar) la película (1,2,6).

El cine nos educa sentimental y emocionalmente sin que nos demos cuenta porque utiliza los clichés y los estereotipos que forman parte del imaginario colectivo. Por eso, cuando las pantallas muestran una enfermera, el espectador recibe información sobre cómo son y qué hacen las enfermeras (3-5).

Algunos estereotipos de las enfermeras en el cine

Son diversos los estudios, en su mayoría anglosajones, que a través de perspectivas cualitativas y cuantitativas han identificado los estereotipos de la enfermera en el cine (7). Por ejemplo, Kalisch (4,8) nos presentan la evolución de los estereotipos de la enfermera en el cine americano del siglo XX, destacando: la enfermera angelical (desde el inicio del cine mudo hasta los años 20), la enfermera chica para todo (años 20), la enfermera heroica (cine bélico, entre los años 30 y 50), la enfermera esposa y madre (años 60), la enfermera sexy (cine porno de los años 70), hasta llegar a la década de los 80 y 90, en la que se va consolidando, sin abandonar algunos de los estereotipos anteriores, la imagen de la enfermera profesional.

Por su parte, Farella (9) clasifica los estereotipos en: la enfermera “felpudo”, la “diabólica” y la “diva”. Bayer (10), en su artículo From Angels to Devil: Images of Nurses in Film, las clasifica como las enfermeras románticas y adorables, secretarias de los médicos, objeto sexual y ángeles-mártires. Gordon y Johnson (11) reducen los estereotipos a tres: la buena, la mala y la loca.

También en España son notables los trabajos de Siles (12), Almansa (13), Cano (14), Prat (15) y Burguete (3), entre otros, donde la Guerra Civil española suele ser el punto recurrente a partir del que es posible reconocer los estereotipos de la enfermera del periodo franquista, del tardofranquismo y de la democracia.

En este trabajo se ha optado por considerar seis estereotipos de enfermera: religiosa, heroica, objeto sexual, secretaria obediente, diabólica y, finalmente, la profesional.

Se trata de una clasificación que no pretende ser exhaustiva ni ajena a un sesgo en la selección de los títulos que ilustran los estereotipos.

La enfermera religiosa

Este estereotipo corresponde a lo que Collière llama “mujeres consagradas”; no reciben retribución alguna y su premisa es cuidar por caridad. Los cuidados se basan en valores morales y religiosos que les conducen a cuidar un cuerpo que, aunque despreciable y fuente de pecado, es el camino para la salvación del alma. Un buen ejemplo es Historia de una monja (F. Zinnemann, 1958) (16) (Imagen 1), basada en la vida de la belga Marie Louise Habets (1905-1986) (17). Este biopic o película biográfica describe la evolución de esta mujer que perteneció a una familia acomodada y que destacó por sus conocimientos e interés por la investigación. Después de nueve años como religiosa y enfermera en un hospital del Congo belga, abandonó los hábitos y pasó a desempeñar su profesión junto a los aliados en la II GM.

En la ficción, también Anna (V. Gassmann, 1951) es un largometraje italiano que nos presenta a una mujer que se redime de una vida amorosa poco convencional tomando los hábitos como enfermera religiosa. Misión en la Jungla (G. Douglas, 1961) (16) nos describe a una enfermera y misionera protestante que antepone su profesión y deseo de ayudar a los habitantes de un poblado africano a la posibilidad de regresar a los EE.UU. y contraer matrimonio con el padre de su hijo, un médico con quien ha tenido una aventura amorosa.

La enfermera heroica

Suele estar relacionado con la enfermera de guerra. Encontramos enfermeras heroicas ya en el cine mudo, donde destaca el biopic sobre F. Nightingale, La cruz de la victoria (H. Reid, 1912). Con el cine sonoro llega The White Angel (W. Dieterle, 1936), La dama de la lámpara (H. Wilcox, 1951) y Florence Nightingale (M. Elvey, 1925). En 1993 se estrena la película de animación Florence Nightingale (R. Rich) y con igual título, en 2008, destaca el documental de la BBC
(https://www.youtube.com/watch?v=hBVX5s43_Ks).

Otro biopic es el de la enfermera británica Edith Cavell (1865-1915) (18), que en la Primera Guerra Mundial fue fusilada por el ejército alemán al ser acusada de facilitar la huida de más de 200 soldados aliados en el frente belga. Este hecho dio lugar a títulos como: Enfermera y mártir
(P. Moran, 1915), Dawn (H. Wilcox, 1928) y Edith Cavell (H. Wilcox, 1939). Cabe señalar que con anterioridad, y por razones similares, el ejército francés había fusilado a dos enfermeras alemanas, pero el cine no dio cuenta del hecho y jamás alcanzaron la fama de Cavell.

También la vida de la australiana Elisabeth Kenny fue recreada en el biopic Amor sublime (D. Nichols, 1946) (16). Se trata de una enfermera heroica tanto por su constante enfrentamiento con los ortopedistas de comienzos del siglo XX, que demasiado proclives a las inmovilizaciones desprecian los métodos practicados por Kenny para la rehabilitación de la polio infantil como por su participación en la Primera Guerra Mundial (19).

En ocasiones, la enfermera se enamora del paciente como en Adiós a las armas (16), un drama basado en la novela de Ernest Hemingway (1899-1961) y protagonizada por Helen Haynes (F. Borzage, 1932) y más tarde por Jennifer Jones (C. Vidor, 1957). Precisamente, la película En el amor y en la guerra (R. Attenborough, 1996) (16) se aproxima al biopic de la enfermera americana Agnes von Kurowsky (1892-1984) (20) (Imagen 2) y relata la breve e intensa relación que mantuvo con el joven Hemingway. Aquí es importante destacar que fueron los conocimientos de esta enfermera sobre las propiedades antisépticas de la solución de Dakin los que evitaron la amputación de la pierna de Heminway, que obtuvo el Nobel de la Literatura en 1954.

Otros títulos no basados en personajes reales pero que sirven para ilustrar el estereotipo de enfermera heroica son: So proudly we hail (M. Sandrich, 1943), que relata la experiencia de un grupo de enfermeras americanas destinadas a Battan (Filipinas) a principios de la Segunda Guerra Mundial. Una de ellas se inmola para salvar a sus compañeras a punto de caer en manos de los japoneses. En la ficción romántica destacaría Pearl Harbor (M. Nichols, 2001) (16), donde se observa el liderazgo que ejerce la enfermera Evelyn al organizar el cribado de los soldados heridos tras el ataque japonés. También el cine español cuenta con enfermeras de guerra como en El frente infinito, un drama que dirigió Pedro Lazaga por encargo de la dictadura franquista en 1956 (13).

Todas estas películas presentan a las enfermeras de forma positiva. Son mujeres que defienden sus propios objetivos y mantienen un compromiso profesional hasta que contraen matrimonio, el cual, junto a la maternidad, aparece como la máxima aspiración de la mujer según el cine de las décadas de los 40 al 70 del siglo XX (8,21).

La enfermera objeto erótico sexual

Es el estereotipo que seguramente genera más sonrisas y bromas maliciosas entre los no profesionales. Se trata de películas producidas principalmente en la década de 1970, siendo el largometraje americano MASH (Mobile Army Surgery Hospital –R. Altman, 1970–) un buen ejemplo. Su protagonista, la enfermera militar Margaret Houliman, gana el apodo de “labios calientes” después de su encuentro amoroso con un alto mando, y que es transmitido por altavoz por el hospital de campaña al que ha sido destinada. Otra producción americana protagonizada por el ícono sexual del momento, Ursula Andress, es La enfermera sensual (N. Rossati, 1975) (Imagen 3).

Los títulos del cine porno o XXX son abundantes no solo en EE.UU. sino en casi todo el mundo. Se trata de producciones de bajo coste en las que la enfermera es el fetiche que proporciona abundantes ganancias a los productores. El “destape” también llega al cine español, donde su primer desnudo integral lo protagoniza Mª José Cantudo, que encarna a una enfermera en La trastienda (J. Grau, 1975).

Es interesante analizar el porqué de tantas películas porno sobre enfermeras. Una explicación la ofrece Hunter a través de lo que ha llamado la “traslocación del ideal” (22). Hunter explica que la Enfermería es una profesión eminentemente femenina donde en el acto de cuidar se establece una relación de poder. Cuando un paciente ingresa en un hospital, las relaciones tradicionales de poder masculino se invierten; el paciente puede que haya perdido la capacidad de orinar, asearse, comer o moverse; por lo tanto, se siente vulnerable, dependiente y teme por su recuperación. Ante su manifiesta impotencia solo le queda el fantasear o imaginar que domina sexualmente a una mujer: la enfermera. Esta sería, según Hunter, la forma en que el hombre dependiente retoma, en su imaginación, el poder sobre la mujer que, como enfermera, es quien realmente lo tiene.

La enfermera secretaria obediente

Este estereotipo presenta a la enfermera como una mujer algo cándida, ingenua y sumisa que suele enamorarse del médico. Es el caso de No serás un extraño (S. Kramer, 1955), donde la enfermera paga los estudios de medicina de su futuro marido. En Atrápame si puedes (S. Spielberg, 2000) una enfermera muy candorosa se enamora de un farsante que, entre otras profesiones, se hace pasar por médico. Otras veces bajo la apariencia de bondad se esconden complicidades criminales como en Pipermint Frappe (C. Saura, 1967), un drama sobre la envidia obsesiva del éxito de los demás y la represión sexual en la España franquista.

Otras enfermeras son capaces de la obediencia más absoluta, como es el caso de Eunice Rivers (1899-1984), la protagonista del experimento Tuskegee (23-26). Esta controvertida enfermera afroamericana colaboró durante 40 años en una investigación financiada por el Servicio de Salud Pública de los EE.UU. (16,23-26). En el estudio, realizado entre 1932 y 1972, se privó del tratamiento contra la sífilis a un grupo de 200 varones afroamericanos; cabe recordar que ya en 1942 se conocía la eficacia de la penicilina contra esta enfermedad. El título original de la película Miss Evers’ Boys (J. Sargent, 1997) (Imagen 4) hace referencia al grupo de baile afroamericano que adoptó el apellido de la enfermera. Es un biopic excelente para tratar temas de ética, epidemiología y enfermedades infecciosas.

La enfermera diabólica o psicópata

Este estereotipo nos conduce a la Enfermera Jefe de Alguien voló sobre el nido del cuco (M. Forman, 1975) (16) y por el que Louise Fletcher, que interpreta a la enfermera Ratched, ganó el Oscar a la Mejor Actriz en 1975. Aquí observamos a una enfermera cruel pero que en palabras del psiquiatra y director del centro: “es una de nuestras mejores enfermeras”.

Otra psicópata es la protagonista de Misery (R. Reiner, 1990) (16). Se trata de la exenfermera y asesina Annie Wilkes, por la que su protagonista, Kathy Bates, ganó un Oscar a la Mejor Actriz en 1990. De este modo, dos Oscar a la Mejor Actriz han sido otorgados a las intérpretes de dos enfermeras que destacan por su crueldad.

También el cine B, el de bajo presupuesto, cuenta con títulos generosos en sangre, donde las enfermeras se transforman en zoombis, vampiros y asesinas, como es el caso de Nurse Sherri (A. Adamson, 1978) o de Enfermera 3D (D. Aarniokoski, 2014). Esta es una de las últimas producciones del género de terror, donde la actriz y modelo Paz de la Huerta interpreta a la enfermera Russel.

La enfermera profesional

Con el paso del tiempo algunos de los estereotipos mencionados van quedando relegados y el cine incorpora imágenes de enfermeras con un rol más cercano a la realidad. Tal es el caso de las enfermeras de Amar la vida (M. Nichos, 2001), El Paciente Inglés (A. Minghella, 1996), Passion Fish (J. Sayles, 1992), La muerte del Sr. Lazarescu (C. Puiu, 2005), etc. (5,14-16,27).

El enfermero varón

Una consideración especial merece el enfermero varón. Aunque en sí mismo no es un estereotipo, se observa una tendencia a ridiculizar o infravalorar al enfermero (28-29). Es objeto de burla en Los padres de ella (J. Roach, 2000) y tampoco es ejemplar la conducta de Benigno en Hable con ella (P. Almodóvar, 2002) (16) (Imagen 5), aunque en este caso actúa como un profesional competente y bien valorado por sus compañeros. En cambio, el enfermero de Magnolia (P. Anderson, 1999) es un buen ejemplo del acompañamiento a un paciente terminal y el de Precious (L. Daniels, 2010) (26) dignifica el rol enfermero frente a un grupo de adolescentes dispuestas a burlarse de un varón dedicado a los cuidados.

¿Qué se puede hacer respecto a la imagen de la enfermera en las películas del siglo XXI?

A pesar de que el cine es ficción y uno de sus objetivos fundamentales es la recaudación para la que vende más el físico de Mª José Cantudo o de Ursula Andress que el de Katty Bates, se puede y se debe incidir más en los medios de comunicación cuestionando o denunciando públicamente el cine que ofrece una imagen absurda o inadecuada de la profesión.

Si se piensa en Misery, donde Kathy Bates interpreta a una enfermera apartada de su trabajo por haber sido acusada de infanticidio, cabe preguntarse, ¿por qué tiene que ser una enfermera? Admitamos que la historia exige que la protagonista tenga conocimientos sobre el manejo de la analgesia, la inmovilización de miembros inferiores, etc., pero ¿por qué no podría ser una médica?

Gordon y Johnson (11) afirman que no puede ser así porque Annie tiene unas características que no son compatibles con el estereotipo que el público tiene de una médica. Annie es obesa, poco atractiva, no tiene clase ni gusto, su mascota es una cerdita, etc. Y lo más importante, Annie es una fan apasionada de novelas románticas, de infraliteratura (literatura basura), definitivamente todo incompatible con una médica. Según Gordon y Johnson, si Stephen King, el autor de la novela en que se basa el guión de la película Misery, hubiese dado el protagonismo a una médica, la American Medical Association hubiera denunciado tal imagen y le hubiera vetado. Esta es una consideración que deberían hacerse los colegios, asociaciones, sindicatos e instituciones profesionales y académicas vinculadas a la Enfermería.

En este sentido es interesante la iniciativa del grupo Truth About Nursing (7), que denuncia el uso inadecuado de la imagen enfermera y reivindica que el cine y las series de TV presenten imágenes positivas de la enfermera, ya que una imagen, negativa o positiva, tiene consecuencias en las políticas sanitarias (leyes y decretos que definen las competencias profesionales), la asignación de los recursos (para formación, investigación e intervenciones enfermeras) e influye en la percepción que tienen los pacientes y los usuarios sobre la profesión.

Otra actuación importante es la de asesorar o participar en la construcción del guión, algo que hizo la enfermera Carmen Segovia en La flor de mi secreto (P. Almodóvar, 1995), en Todo sobre mi madre (P. Almodóvar, 1999) y en Hable con ella (P. Almodóvar, 2002). En esta última, Segovia y el enfermero Javier Marmolejo entrenaron al actor Javier Cámara y eso se nota en secuencias como el respeto al realizar la higiene de la paciente (30,31). También es nuestra responsabilidad el educar a la sociedad. En el imaginario colectivo, la enfermera aparece como un ser dulce, amable y siempre dispuesto a atender las necesidades del paciente. Pero debería ser identificada y reconocida como la profesional con responsabilidades y competencias esenciales como las de evitar complicaciones, alertar y prevenir sobre posibles errores médicos, asegurar la supervivencia y recuperación del paciente, controlar el buen manejo de la cronicidad, proporcionar las mejores medidas de confort al final de la vida, entre muchas otras.

Por todo ello y al margen de los estereotipos y de la ficción cinematográfica, la propia enfermera es quien debe ser consciente e interiorizar que su intervención, junto a la de otros profesionales, es imprescindible para asegurar la supervivencia del ser humano, sea o no una enfermera de cine.

Financiación

Ninguna.

Conflicto de intereses

Ninguno.

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