Diseño y validación de un instrumento para medir actitudes machistas, violencia y estereotipos en adolescentes

Sección: Originales

Cómo citar este artículo

Marchal Torralbo AM, Brando Garrido C, Montes Hidalgo J, Tomás Sábado J. Diseño y validación de un instrumento para medir actitudes machistas, violencia y estereotipos en adolescentes. Metas Enferm abr 2018; 21(3):11-8.

Autores

Ana María Marchal Torralbo1, Cecilia Brando Garrido2, Javier Montes Hidalgo3, Joaquín Tomás Sábado4

1Enfermera. Máster en Investigación en Enfermería y Salud. Institut Català de la Salut. Servei d’Atenció Primària (SAP) Barcelonès Nord i Maresme. Escuelas Universitarias Gimbernat. Unitat de Recerca i Comunicació Cientifica (URICC). Sant Cugat del Vallès (Barcelona)
2Enfermera. Máster en Salud y Bienestar Comunitario. Profesora. Escuela Universitaria de Enfermería Gimbernat. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)
3Doctor en Ciencias de la Enfermería. Máster en Ciencias de la Investigación. Profesor. Escuelas Universitarias Gimbernat. URICC. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)
4Doctor en Psicología. Profesor. Escuelas Universitarias Gimbernat. URICC. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)

Contacto:

Ana María Marchal Torralbo. Escuelas Universitarias Gimbernat. Campus Sant Cugat. Avinguda de la Generalitat, 202-206. 08174 Sant Cugat del Vallès (Ba

Email: amarchal.bnm.ics@gencat.cat

Titulo:

Diseño y validación de un instrumento para medir actitudes machistas, violencia y estereotipos en adolescentes

Resumen

Objetivo: diseño y validación psicométrica de un instrumento para evaluar las actitudes machistas, violencia y estereotipos en adolescentes.
Método: a partir de las consideraciones teóricas se construyó un banco de ítems preliminares que fue sometido a la consideración de un panel de expertos, para garantizar la validez de contenido. El cuestionario formado por los 26 ítems se administró a una muestra de estudiantes de Educación Secundaria, junto con instrumentos que permitían medir: doble moral, bienestar subjetivo, autoestima y resiliencia. Para medir la consistencia interna (fiabilidad) de la escala se utilizó el coeficiente alfa de Cronbach. La validez de constructo se evaluó mediante un análisis factorial exploratorio. La tabulación y análisis de los datos se realizó con el programa SPSS 21.0.
Resultados: la muestra estuvo formada por 283 estudiantes (174 mujeres y 109 hombres), con una media de edad (DE) de 16,68 (0,85). La escala definitiva, EVAMVE, formada por 20 ítems, presentó un coeficiente alfa de Cronbach de 0,878 (IC95% 0,860-0,895) y correlaciones positivas y significativas (p< 0,05) con las medidas de: doble moral, bienestar subjetivo y resiliencia. EVAMVE presentó correlación positiva con la medida de la autoestima, pero no fue significativa.
Conclusiones: la escala presenta propiedades satisfactorias de fiabilidad y validez, que permite su uso en la identificación de actitudes machistas, violentas y estereotipos en la población adolescente, y la diferenciación de los diferentes componentes del fenómeno. Se considera que este instrumento puede ser útil en la evaluación de actividades orientadas a la prevención de la violencia de género en dicha población.

Palabras clave:

Conducta del adolescente ; Violencia contra la mujer ; estereotipos ; factores sexuales ; machismo ; prevención primaria

Title:

Design and validation of a tool to measure sexist attitudes, violence and stereotypes among adolescents

Abstract:

Objective: the design and psychometric validation of a tool to evaluate sexist attitudes, violence and stereotypes among adolescents.
Method: based on theoretical considerations, a preliminary bank of items was built and then submitted to a panel of experts for consideration, in order to guarantee the validity of its contents. The questionnaire including these 26 items was administered to a sample of High School students, together with tools that allowed to measure: double standards, subjective wellbeing, self-esteem and resilience. Cronbach’s Alpha Coefficient was used in order to measure the internal consistency (reliability) of the scale. Construct validity was evaluated through exploratory factor analysis. Tabulation and data analysis was conducted with the SPSS 21.0 program.
Results: the sample included 283 students (174 women and 109 men), with 16.68 (0.85) as mean age (SD). The final 20-item scale, EVAMVE, presented a Cronbach’s Alpha Coefficient of 0.878
(CI 95% 0,860-0,895) and positive and significant correlations
(p< 0.05) with the following measures: double standards, subjective wellbeing and resilience. EVAMVE showed positive correlation with the self-esteem measure, but this was not significant.
Conclusions: the scale presents satisfactory features of reliability and validity, allowing its use for detecting sexist and violent attitudes and stereotypes among the adolescent population, as well as the differentiation of their different components. It is considered that this tool might be useful for assessing activities targeted to prevention of gender violence in said population.

Keywords:

Behaviour of adolescents; Violence against women; stereotypes; sexual factors; sexism; primary prevention

Introducción

La violencia de género ha estado presente en todas las sociedades a lo largo de la historia (1,2) a través de la jerarquía ligada al patriarcado, la opresión de la mujer, la desigualdad social y la intolerancia (3-5). Este sistema de poder es el dominio más antiguo en la historia de la vida de hombres y mujeres y refleja las manifestaciones más claras de desigualdad, subordinación y de relaciones de poder en todos los ámbitos (2,6). De hecho, este fenómeno ha sido aceptado como una tradición, una cultura social, que se ha transmitido de generación en generación (7), bajo la concepción de un estereotipo de masculinidad y feminidad, que determina comportamientos y actitudes específicas y asigna roles estereotipados en función del sexo de la persona (8,9).

Los estudios realizados en el ámbito de la violencia de género ponen en evidencia la dificultad que existe para detectarla de una manera precoz, ya que el fenómeno está íntimamente relacionado con la concepción social y cultural de los individuos (10,11). Además, la detección de estas conductas en población adolescente tiene la dificultad añadida de la falta de percepción de la relación abusiva que en ocasiones padecen (11-13), puesto que las identifican como propias de la población adulta y ligadas exclusivamente al maltrato físico (14).

En los años 70 y 80 del pasado siglo surge un considerable interés por la investigación del fenómeno de la violencia contra la mujer, que, hasta entonces, había sido una cuestión prácticamente invisible, incorporándolo como un importante tema de estudio de la sociología (3). En el año 1980, en el marco de la II Conferencia Mundial sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, se plantea que la violencia contra las mujeres supone el crimen más silenciado del mundo. En la actualidad, se ha incorporado la investigación de cómo los adolescentes perciben e identifican los comportamientos violentos de la pareja, en un intento de proporcionar las bases para el desarrollo de programas y protocolos eficaces para la prevención de la violencia en este ámbito. De hecho, estos estudios han confirmado que los episodios de violencia se generan de manera gradual en la pareja, de manera que cada vez son más frecuentes y de mayor intensidad, hasta el punto de impregnar toda la convivencia en común (11,15).

Existe considerable evidencia de que la violencia provoca daños importantes, tanto para la salud física como la psicológica (2,16), en las mujeres que la padecen (17), con consecuencias también en el ámbito social y familiar, que se traducen en importantes costes económicos derivados de las necesidades de atención a la salud de la mujer y el tratamiento rehabilitador de la víctima y del agresor (2). Diversas investigaciones han concluido que las adolescentes víctimas de maltrato en las relaciones de pareja tienen mayor probabilidad de presentar conductas sexuales de riesgo, consumo abusivo de sustancias, embarazos no deseados, intentos de autolisis y métodos de control de peso inadecuados (18). La violencia física se asocia, además, con baja autoestima y cuadros de depresión grave (2,19), mientras que la violencia psicológica genera estrés, aislamiento social, ansiedad, sensación de inutilidad y, a la larga, cuadros depresivos, con una grave afectación de la salud mental y de la estabilidad emocional, que incluso pueden dar lugar a la ideación y a la conducta suicida (2,20,21).
En consecuencia, la violencia de género puede tener múltiples repercusiones, tanto en el ámbito de salud física, como psicológica, sexual y económica, por lo que su prevención, tratamiento, rehabilitación y curación, precisan de la intervención, en la mayoría de las ocasiones, de un equipo multidisciplinar de profesionales, integrado por médicos, enfermeras, psicólogos, psiquiatras, pedagogos, trabajadores sociales y abogados, entre otros (22).

La violencia de género es el resultado de múltiples factores, incluyendo el aprendizaje y la cultura, de manera que, para su análisis y comprensión, es imprescindible considerar en todas sus dimensiones la estructura social donde este fenómeno sucede. Las relaciones sociales están influenciadas por los estereotipos de feminidad y masculinidad instaurados y creados socioculturalmente y, a su vez, trasmitidos de una generación a otra. Este modelo tradicional de atributos asignados otorga al hombre un poder muy superior al de la mujer (23). De hecho, el rol de la mujer en épocas históricas no demasiado lejanas era el de un ser inferior, sometida al hombre y propiedad de este.
 
En la actualidad, los adolescentes mantienen integrados un ideario de sexismo importante, una diferenciación de roles de género, tanto para hombres como para mujeres, e incluso una cierta aceptación de las conductas violentas (24). En la mayoría de los casos, esta violencia está justificada por los roles sexistas y los patrones socioculturales más conservadores, en los que el hombre domina a la mujer (11,18,20). Normalmente, se habla de la violencia de género ejercida por los hombres hacia las mujeres, ya que se evidencia por las cifras elevadas de mujeres víctimas de la violencia, pero no se ha de olvidar la violencia que sufren los hombres (15), que es producto igualmente de las desigualdades de sexo y género.

La consideración de los estereotipos de género es sumamente importante para poder llegar a comprender las relaciones entre hombres y mujeres y facilitar la visibilidad teórica y empírica de la violencia de género (25). Durante siglos se ha asignado al género femenino el atributo de cuidadora de sus hijos, de su familia y de la casa, mientras que al hombre se le atribuyen las características de proveedor del dinero, protector de su mujer y de su prole. Estas propiedades o características adjudicadas a hombres y mujeres se adquieren desde la infancia y se transmiten a través del entorno que rodea al individuo, padres, madres, profesores, familia, medios de comunicación, relaciones sociales, etc. (14).

Los estereotipos varían según la sociedad donde se generan, de manera que lo que se considera normal y natural en una sociedad puede ser aberrante para otra. Algunos estudios realizados en pleno siglo XXI han evidenciado que el modelo de género aún sigue anclado al patriarcado (25) y, de alguna manera, contribuye a mantener la violencia de género y la idealización del amor.

En 2013, el Consejo General de Enfermería (CFE) español remarcó que la violencia de género debía ser abordada desde los ámbitos educativo y de la salud. Desde esta perspectiva, la enfermera escolar (y en su ausencia las enfermeras que trabajan en entornos educativos) constituye una figura idónea para la detección precoz, puesto que en numerosas ocasiones es la única vía de contacto de los adolescentes con el mundo sanitario, debido a que esta población es poco asidua a los centros de salud. En este contexto, los tutores, profesores y responsables docentes de los centros educativos, tienen que disponer de recursos y conocimientos para detectar en los alumnos alteraciones emocionales o de la conducta, como crisis de angustia o síntomas de ansiedad o depresión, que pueden constituir manifestaciones secundarias a situaciones de maltrato (26) y orientar a estos alumnos hacia la consulta de la enfermera.

El objetivo general de este estudio fue el diseño y validación psicométrica de un instrumento para evaluar las actitudes machistas, violencia y estereotipos en adolescentes. El objetivo específico fue determinar las diferencias por género.

Método

Se llevó a cabo el diseño y validación psicométrica de un instrumento de evaluación de actitudes machistas, violentas y estereotipos en adolescentes, al que se denominó escala EVAMVE. A partir de la bibliografía consultada y en función a la experiencia de los autores sobre el tema, se elaboró un listado de 35 proposiciones que reflejaban un conjunto de actitudes machistas, violentas y estereotipos.

La primera versión del instrumento con las 35 proposiciones fue sometida a la evaluación de aspecto y contenido por parte de un grupo de 19 expertos, formado por cinco enfermeras, cuatro psicopedagogos, dos médicos, cuatro profesores, dos psicólogos y dos mossos d’esquadra. Aquellas proposiciones que obtuvieron una mediana de puntuación igual o inferior a 3 (en un rango de 1 a 5) fueron eliminadas. En este proceso se suprimieron nueve proposiciones, quedando un total de 26, que constituían un conjunto de indicadores positivos de actitud machista.

Seguidamente se procedió a ordenar aleatoriamente estas 26 proposiciones para crear la versión dos del instrumento. La escala EVAMVE de 26 ítems tenía un formato de repuesta tipo Likert, en un rango de 1 a 5: total desacuerdo (1), moderado desacuerdo (2), ni acuerdo ni desacuerdo (3), moderado acuerdo (4) y total acuerdo (5).

Para comprobar las propiedades métricas y fiabilidad de la escala EVAMVE en población adolescente, se procedió a desarrollar el estudio con alumnos de Bachillerato de dos institutos públicos de Educación Secundaria de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), Institut Les Vinyes e Institut Numància, con un nivel sociocultural y económico medio-bajo. Estos centros educativos dan cobertura a estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y ciclos formativos. En relación a la violencia de género, son centros que en su proyecto curricular trabajan la igualdad de género y la violencia.

Como criterios de inclusión, los participantes debían ser alumnos matriculados en Bachillerato, aceptar el consentimiento informado, no debían existir barreras idiomáticas y tener la capacidad cognitiva conservada.

Respecto a los criterios de exclusión, fueron excluidos aquellos alumnos que no quisieron participar de manera voluntaria, alumnos con trastornos severos de la conducta, déficit de atención, problemas de salud mental o que los que tenían un alto índice de absentismo.

Para el cálculo del tamaño de la muestra se siguieron las recomendaciones de utilizar 7-10 individuos por cada ítem que compone la escala. Por lo que se necesitaba una muestra igual o superior a 182 adolescentes. El muestreo fue no aleatorio e incidental.

Para la realización del estudio se contó con la autorización del Comité Ético de la universidad de referencia del equipo investigador. Se solicitó permiso a los directores de los centros escolares seleccionados, a los cuales se les hizo entrega de una carta en la cual se explicaba la finalidad del proyecto, la utilidad y difusión de los datos obtenidos. Asimismo, se recogió el consentimiento informado de los adolescentes que colaboraron en el estudio, cuya participación fue voluntaria.

Los datos fueron tratados de manera anónima y confidencial según la Ley Orgánica 15/199, de 13 de diciembre, sobre Protección de Datos de Carácter Personal. En todo el proceso se aseguró la confidencialidad de los participantes y de los centros educativos.

La cumplimentación del cuestionario se realizó en horario lectivo, a la hora de tutoría, para no interceder en el proyecto curricular, siempre bajo la supervisión del investigador principal para evitar el efecto coercitivo que podría tener la presencia del profesor y poder solucionar las posibles dudas que pudieran surgir a la hora de responder el cuestionario.

Se administró un cuestionario anónimo, que contenía datos sociodemográficos (edad, sexo). Además de la escala EVAMVE de 26 ítems, se administró la Escala de doble moral, la Escala abreviada de felicidad de Oxford, la Escala de autoestima de Rosenberg y la Escala breve de afrontamiento resiliente. Estas escalas ayudaron para establecer la validez concurrente y discriminante de la escala EVAMVE. Para valorar su estabilidad temporal se incluyó un código conocido solo por el sujeto, que permitiese la realización del re-test.

Se efectuó un análisis descriptivo de las variables iniciales para conocer las características generales de la población de estudio. Las variables cualitativas se presentaron con su distribución de frecuencias. Las variables cuantitativas se resumieron con su media y su desviación estándar (DE).

De acuerdo con los resultados de la prueba de Kolmogorov-Smirnov (p> 0,05), se decidió utilizar para el análisis pruebas de contraste de hipótesis paramétricas. Se calcularon coeficientes de correlación de Pearson y pruebas t de Student para muestras independientes

Para medir la consistencia interna (fiabilidad) de la escala se utilizó el coeficiente alfa de Cronbach. Se considera que la consistencia interna de una escala es aceptable cuando el valor del coeficiente alfa de Cronbach es superior a 0,70.

La validez de constructo se evaluó mediante un análisis factorial exploratorio. Se empleó el método de componentes principales con rotación Varimax para la extracción de factores. Se usaron el coeficiente de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) y el test de Barlett como pruebas de hipótesis de la adecuación del modelo factorial. El KMO puede variar entre 0 y 1, siendo mejor cuanto más se aproxime a la unidad. A mayor Chi cuadrado en el test de Barlett, menor nivel de significación y más adecuado resulta el análisis factorial. La tabulación y análisis de los datos se realizó con el programa SPSS 21.0.

Para establecer la validez concurrente y discriminante de la escala EVAMVE y su estabilidad temporal, se incorporó en la recogida de datos, junto al instrumento creado, cuatro escalas adicionales:

  • Escala de doble moral (Double Standard Scale= DSS) de Caron et al. (27,28). Evalúa el grado de aceptación de la doble moral sexual tradicional, del hombre sobre la mujer en las relaciones heterosexuales de pareja. Formado por 10 ítems con respuesta tipo Likert de 5 puntos que va de totalmente de acuerdo (1) a totalmente en desacuerdo (5). Las puntuaciones más altas representan actitudes machistas, mientras que una baja puntuación se asocia a una actitud positiva hacia la sexualidad.
  • Escala abreviada de felicidad de Oxford (Oxford Happiness Questionnaire-Short Form= OHQ-SF) (29,30). Este cuestionario evalúa el nivel de felicidad o bienestar subjetivo. La versión reducida está compuesta por ocho ítems que se puntúan mediante una escala tipo Likert de seis puntos. La forma española del OHQ-SF (30) se desarrolló a partir de la escala original inglesa.
  • Escala de autoestima de Rosenberg (Rosenberg Self-esteem scale= RSES) (31) en versión adaptada al español (32). Permite explorar la autoestima personal. Consta de diez preguntas con un formato de respuesta tipo Likert de 4 puntos, desde total acuerdo (1) a total desacuerdo (4). Las puntuaciones totales presentan un rango entre 10 y 40, correspondiendo las puntuaciones más altas a una mayor autoestima.
  • Escala breve de afrontamiento resiliente (BRCS) (33,34). La BRCS fue desarrollada para evaluar el estilo de afrontamiento del estrés. Consta de cuatro ítems con formato de respuesta tipo Likert, que se puntúan de 1 (me describe muy bien) a 5 (no me describe en absoluto). El rango de posibles puntuaciones fluctúa entre 4 y 20, correspondiendo una puntuación igual o inferior a 13 a una baja resiliencia. Puntuaciones superiores o iguales a 17 indicarían alta resiliencia. Para este trabajo se utilizó la versión española adaptada por Limonero et al. (33).

Resultados

En el estudio participaron 283 alumnos de Bachillerato, 174 mujeres y 109 hombres, de dos institutos de Educación Secundaria ubicados en el área metropolitana de Barcelona, con una media de edad (DE) de 16,68 (0,85) años y un rango de 16 a 19 años. En la Tabla 1 se pueden observar los valores medios obtenidos para cada una de las escalas utilizadas en el total de la muestra y atendiendo a las diferencias entre hombres y mujeres.

Las respuestas se sometieron al análisis de intercorrelaciones y consistencia interna, eliminando aquellos elementos que permitían elevar el índice de consistencia interna. De esta manera, se llegó a una escala formada por 20 ítems con un coeficiente alfa de Cronbach de 0,878, intervalo de confianza al 95% (0,860-0,895).

Previa la comprobación de la adecuación muestral mediante la prueba de Kaiser-Meier-Olkin (KMO= 0,715) y la prueba de esfericidad de Barlett (p< 0,01) se realizó un análisis de componentes principales con rotación Varimax. Aunque cinco factores tenían un autovalor superior a la unidad, siguiendo el criterio de Cattell (35), de examen de gráfico de sedimentación y considerando el porcentaje de varianza explicada, se identificaron dos factores significativos, que explicaban el 50,82% de la varianza, en los cuales todos los ítems presentaban cargas superiores a 0,40. El factor 1 explica el 34,77% de la varianza y se etiquetó como Estereotipos; mientras que el factor 2, con un 16,05% de varianza explicada se etiquetó como Machismo y violencia. La Tabla 2 contiene la estructura factorial rotada de la escala, con las cargas factoriales superiores a 0,40.

La Tabla 3 contiene la matriz de correlaciones de Pearson entre la EVAMVE y el resto de medidas utilizadas. Las puntuaciones de la Escala tienen correlaciones positivas y significativas con la Escala de doble moral (DDS), indicando que los individuos con mayor actitud machista también presentan una mayor tendencia a las actitudes violentas y los estereotipos. Asimismo, la EVAMVE correlaciona de forma débil, pero positiva y significativa (p< 0,05), tanto con el bienestar percibido (OHQ-SF) como con la resiliencia (BRCS). La correlación con la autoestima (RSES), aunque positiva, no alcanza la significación estadística.

Para valorar la estabilidad temporal de la escala, tres semanas después de la recogida de datos, 87 de los estudiantes volvieron a responder la EVAMVE, obteniéndose un coeficiente de correlación test-retest de 0,899 (p< 0,01). La Tabla 4 contiene los resultados de la prueba t de Student para las diferencias entre hombres y mujeres de cada uno de los ítems de la EVAMVE y en el total de la escala. Como también era previsible, los hombres puntúan más alto que las mujeres en el total, siendo las diferencias estadísticamente significativas (p< 0,01). Por lo que respecta a los ítems individuales, en todos ellos los hombres alcanzan puntuaciones superiores a las mujeres, con diferencias estadísticamente significativas, a excepción de los ítems 2 (es lógico que mi pareja controle todo lo que hago) y 18 (tengo la sensación de que a veces mi pareja me ridiculiza).

En la Tabla 5 se pueden observar los resultados de la t de Student para las diferencias entre hombres y mujeres de los dos factores de la escala EVAMVE. En ambos factores los hombres puntúan significativamente (p< 0,01) más alto que las mujeres.

Discusión y conclusiones

Los resultados obtenidos ponen en evidencia que la escala presenta aceptables índices de consistencia interna y estabilidad temporal. Asimismo, las correlaciones con las otras medidas utilizadas están a favor de su validez concurrente. Aunque en el ámbito teórico se planteó una estructura trifactorial, el análisis factorial exploratorio parece sugerir que son únicamente dos los factores principales que la forman. Por un lado, aparece de una forma clara, el factor Estereotipos, mientras que las actitudes machistas y violentas parecen configurar, conjuntamente, un segundo factor.

En general, se observa una mayor tendencia del sexo masculino hacia los estereotipos y actitudes machistas, en concordancia con otros estudios que han observado puntuaciones de mayor sexismo y actitudes violentas en los adolescentes de sexo masculino (36). En esta misma línea, Galdames et al. (37) obtuvo resultados que indicaban que los niños presentan mayores creencias legitimadoras de la violencia que las niñas, lo que se atribuye a factores socioculturales relacionados con la socialización de género. Estos patrones socioculturales que legitiman la violencia han sido también analizados en investigaciones llevadas a cabo por Plaza (38) y Marugán (39).

Los resultados del presente estudio permiten confirmar, en buena medida, los planteamientos teóricos de los que se partió para la construcción de la escala. No obstante, deben considerarse preliminares a falta de posteriores estudios que realicen análisis confirmatorios de la estructura factorial. Asimismo, habría que estudiar su capacidad predictiva y su utilidad como instrumento para la detección de actitudes de este tipo en el ámbito educativo, que permita su prevención y actuación precoz.

Existe evidencia de que el fenómeno de la violencia entre los jóvenes ha experimentado un aumento considerable en los últimos años y se está produciendo en edades cada vez más tempranas. En consecuencia, es prioritario establecer programas eficaces de actuación para trabajar el tema de la violencia machista desde el periodo de la infancia y la adolescencia, promocionando relaciones afectivas libres de estereotipos y actitudes que pueden constituir el embrión de futuros casos de maltratos físicos y psicológicos. Son numerosos los autores que han insistido en la importancia que tiene el tratamiento del tema de la violencia de género desde la infancia y la detección precoz de conductas y actitudes inadecuadas.

En este sentido, el instrumento desarrollado puede aportar un mayor conocimiento de los factores de riesgo de la violencia de género en adolescentes y constituir, para aquellos profesionales que desarrollan su trabajo con adolescentes, tanto en el ámbito docente como sanitario, una herramienta útil para identificar actitudes, estereotipos y violencia machista en esta población. Asimismo, se espera que pueda resultar útil en el diseño, aplicación y evaluación de programas o intervenciones dirigidos a la erradicación del fenómeno de la violencia machista, que deberían incluir el trabajo con las familias mediante un abordaje desde diferentes perspectivas (educativa, cultural y social, entre otras).

Este trabajo presenta algunas limitaciones. La primera de ellas se refiere a la naturaleza incidental de la muestra utilizada, que limita considerablemente la capacidad de extrapolación de los resultados. Además, el diseño transversal del estudio impide establecer relaciones de causalidad entre las variables consideradas. Pueden ser también limitaciones del estudio la posibilidad de sesgos de respuesta en los alumnos, debido a una falta de comprensión de los ítems, a una escasa sinceridad al responder el cuestionario o a la aplicación de respuestas socialmente convenientes.

En conclusión, la escala presenta propiedades satisfactorias de fiabilidad y validez, que permite su uso en la identificación de actitudes machistas, violentas y estereotipos en la población adolescente, y la diferenciación de los diferentes componentes del fenómeno. Se considera que este instrumento puede ser útil en la evaluación de actividades orientadas a la prevención de la violencia de género en dicha población.

Financiación

Ninguna.

Conflicto de intereses

Ninguno.

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