ROSA MARÍA ALBERDI

Sección: Entrevista

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ROSA MARÍA ALBERDI

Hoy tenemos la suerte de contar con la presencia de Rosamaría Alberdi. La verdad es que no necesita presentación, no porque no la merezca o no haya cosas que contar de ellas, sino por todo lo contrario. Rosamaría Alberdi no la necesita porque es una líder enfermera por todos conocida, admirada y querida.

Cualquier momento o circunstancia serían buenos para hacerle una entrevista, pero en esta ocasión, además, existe un motivo que la hace no solo oportuna, sino imprescindible.

El próximo día 2 de diciembre le será entregada en solemne acto académico la distinción de doctora honoris causa por la Universidad de Murcia. Este hecho en sí mismo ya es una razón de peso para detenernos a hablar con ella, pero además se da la circunstancia de que será la primera vez en la universidad española que se conceda tan alta distinción académica a una enfermera española.

Pregunta.- Buenos días, Rosamaría. La verdad es que no es sencillo que alguien sea propuesto como doctor honoris causa, y cuando se hace es porque ha existido un recorrido que así lo avale.
Haciendo un poco de historia, Rosamaría Alberdi ha pasado por múltiples ámbitos en los cuales se ha ido determinando de manera significativa lo que es la construcción de la identidad enfermera y también el desarrollo tanto disciplinar como profesional. Por lo tanto, creo que has sido testigo, y en muchas ocasiones protagonista, de esa construcción y ese desarrollo. Sí que nos gustaría, pues, que nos dieses la visión de lo que ha sido para ti, hasta ahora, este recorrido.
Respuesta.- Llegué a la enfermería de una manera atípica, en el sentido de que estaba estudiando psicología y cuando terminé segundo curso, me di cuenta de que en realidad los planes de estudios de psicología que se hacían en España formaban poco para entender la totalidad del ser humano. Te daban mucha formación sobre los aspectos psicológicos, pero a mí me parecía que dejaban mucho de lado los aspectos fisiológicos, anatómicos… más de funcionamiento, que también influían en los trastornos mentales. Entonces, pensé, y así se lo pedí a mi familia, si podría, a la vez que estudiaba psicología, porque entonces yo estaba trabajando, dejar de trabajar y en aquel momento hacer ATS para complementar las dos cosas. Y así fue. Cursé a la vez psicología y ATS, y terminé las dos carreras de manera simultánea. Lo que pasa es que en aquel momento fue más fácil para mí encontrar trabajo de enfermera. Empecé a trabajar inmediatamente de terminar la carrera.
En aquel entonces encontré más afinidad con mis compañeras y compañeros de ATS que con los de psicología, entre otras cosas, porque me tocó hacer un plan de estudios de psicología muy avanzado que se puso en marcha durante una temporada muy breve de manera experimental en Barcelona. Dicho plan tenía muchas asignaturas optativas y atomizaba mucho los grupos. Por eso o porque los estudios de ATS suponían que no ibas simplemente a estudiar a la Facultad de Medicina. Te tenías que implicar con todo lo que estaba pasando en relación a los estudios, porque ya había empezado un gran movimiento entre los estudiantes y entre los profesionales. Las y los estudiantes no estábamos de acuerdo en cómo se nos formaba (existía una gran masificación, las prácticas no se controlaban correctamente, etc.) y para todos, profesionales y alumnos, ya estaba en el aire la necesidad de decidir si seguían los estudios hacia la Formación Profesional o si se vinculaban a la universidad. Esa era la gran decisión que se tenía que tomar. De este modo, y ya desde el primer momento, no estudié ATS de la misma manera que estudié psicología.
La sociedad en su conjunto estaba en un profundo cambio. Vivíamos en una época de plena crítica a la universidad ya que estaban aún completamente presentes las ideas del “mayo del 68” francés. Esto era especialmente visible en la Facultad de Filosofía, que es donde cursaba psicología, pero en la Facultad de Medicina, donde estudiaba ATS, las reivindicaciones eran otras, pero igualmente importantes.
Cuando terminé las carreras empecé a trabajar como enfermera e inmediatamente estaba ya en plena lucha de reivindicaciones en relación a cuál sería nuestro futuro. Al cabo de muy poco tiempo, tuve la oportunidad de vincularme ya como profesora de prácticas de ATS y, también de manera rápida (los cambios se precipitaban) asumí responsabilidades en la gestión de la Escuela de ATS y como representante de la misma, empecé a participar en el proceso de cambio que se estaba desarrollando a nivel nacional. Proceso de cambio que abarcó desde las reivindicaciones profesionales, académicas y de asociación hasta toda la estructura social española.
Me parece que no se puede entender qué pasó con la profesión enfermera en España si no se comprende y no se mira la realidad de ese momento político: renacía la democracia y nacíamos nosotras como profesión universitaria.
Como decía, pude implicarme en todo el proceso que se desarrollaba en el ámbito nacional porque tenía una responsabilidad importante en la Escuela de ATS de la Facultad de Medicina. Una escuela con gravísimos problemas (muchísimo alumnado, plan de estudios obsoleto, escasa influencia de las enfermeras en los órganos académicos…). Por suerte, en aquella época contamos también con personas preclaras, muchos de ellos médicos (y quiero aquí hacer mención especial a Luis Serrat) que nos ayudaron muchísimo en esa tarea de ir asumiendo responsabilidades que hasta ese momento ni se pensaba que podían tener las enfermeras.
En esa época de profundos cambios y de mi contacto real con la profesión enfermera, empecé a entender, estudiando la disciplina y asumiendo responsabilidades en la formación, que había unos valores en la profesión enfermera que me interesaban especialmente porque coincidían con mis valores, y desde entonces me he dejado llevar por una profunda pasión hacia el cuidado, sin arrepentirme nunca de ello.

P.- Siempre has sido un referente para las enfermeras españolas, a pesar de que tu devenir profesional ha pasado por muchos ámbitos que pueden identificarse como alejados de la enfermería. Yo siempre he dicho que uno se aleja de la enfermería en la medida en que quiera alejarse de ella, porque uno puede continuar siendo enfermera allá donde esté y haga lo que haga. Y tú, creo, que lo has mantenido y, por eso, a pesar de que en apariencia te apartaste de la profesión, continuaste siendo referente al imponer una impronta enfermera en todo aquello que hacías. Fuiste gestora en la Expo de Sevilla, estuviste muy implicada en el mundo político en muy diversas facetas, volviste a la docencia… Bueno, yo creo que esto marca de una manera muy clara la determinación de Rosamaría Alberdi y esa impronta enfermera de la que hablamos. Creo que esto también ha influido en la decisión de la Universidad de Murcia a la hora de otorgarte el honoris causa.
Es por ello que me gustaría que, desde tu perspectiva, nos dijeses si esto que yo estoy diciendo coincide con tu visión.
R.- Totalmente. Creo que es exactamente eso. Cuando trabajé en la Expo y en la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ocupé cargos que no estaban vinculados a mi título de enfermera. Posteriormente, trabajé ocho años como diputada y cuatro como Secretaria de Organización en el partido socialista de Baleares, y tampoco fueron cargos que asumí por ser enfermera. Pero en el fondo creo que todo ocurrió, también, porque soy enfermera. Creo que he tenido la enorme suerte de no desvincular nunca ni mi actitud ni mi práctica (independientemente de donde se haya desarrollado la misma), de los valores del cuidado y eso se ha transmitido.
Sin duda, esa vinculación a los valores básicos del cuidado es la que me ha permitido hacer un camino profesional que me ha permitido acceder al doctorado honoris causa. Dicho esto, y sin querer quitarme méritos en la construcción de ese camino, quiero dejar bien claro que el mismo ha podido hacerse porque he trabajado en él con muchas otras enfermeras. He llegado al doctorado porque he tenido la inmensa suerte de que una profesora como Pilar Almansa, con suficiente capacidad, inteligencia y generosidad, se ha atrevido a proponer a una enfermera española como doctora honoris causa. Sin el compromiso de Pilar con el conjunto de la profesión, no hubiéramos llegado hasta aquí.

P.- Sí, pero fíjate que al hilo de lo que estás comentando a mí me surge una duda que me gustaría trasladarte. Tú dices que accediste a determinados puestos por tu condición de psicóloga. Esto va a ser una sorpresa para mucha gente porque no se te identifica como psicóloga. Es lo trascendente, que a Rosamaría Alberdi siempre se le ha identificado como enfermera, siempre has puesto en primer lugar tu condición de enfermera.
Con independencia de esto y llegados a este punto, a mí lo que sí me gustaría es que nos dijeras lo que supuso para ti personalmente, y también lo que supone para la profesión enfermera en su conjunto, el que se te otorgue el honoris causa.
R.- Me enteré de la propuesta de Pilar Almansa a través de un correo electrónico que, lo confieso, tuve que leer varias veces para darme cuenta cabal de lo que proponía. Tenía pendiente con Pilar cerrar la fecha de una conferencia en Murcia y, naturalmente, pensé que ese sería el tema. Pero no lo era.
Cuando, gracias a la colaboración de varios compañeros, entendí del todo qué se me proponía, llamé inmediatamente a Pilar para decirle que, por supuesto, haría todo lo posible para acompañarla en esa aventura que nunca le agradeceré lo suficiente. Por eso, ahora que preparo la lección magistral que debo leer el día de la investidura como doctora honoris causa, una de mis principales preocupaciones es ser capaz de dar las gracias.

P.- Recuerdo perfectamente el día que me llamaste para decirme “mira quería darte una noticia que quería compartir contigo. Pilar Almansa me ha pedido permiso para proponerme como doctora honoris causa”. Y recuerdo lo que me dijiste a continuación “no sé lo que va a pasar, pero ya el simple hecho de que haya sido propuesta para mí ya es suficiente”. Creo que esto enmarca claramente la persona y la calidad de Rosamaría Alberdi.
R.- Es que eso es lo que sentí, José Ramón. La sensación que tuve en aquel momento y así lo expresé a todas las personas con las que hablé. Les comenté que mi agradecimiento y mi alegría no era tanto por si me concedían o no el doctorado, sino porque había ocurrido una cosa, que para mí ya era el premio: que una persona igual a mí, con tantos méritos como yo, crea que soy merecedora de ese honor.
Es decir, que sean mis compañeros, mis pares, los que estén dispuestos a batallar porque se me conceda ese honor. Yo ya me sentí honradísima durante todo el tiempo que han durado los trámites para la concesión del honoris. Lo más importante para mí ha sido ese reconocimiento y ahora, ya con el doctorado concedido, la alegría se multiplica.
Además, ha pasado otra cosa que quiero resaltar y es que, gracias a la cantidad de gente e instituciones que se adhirieron a la propuesta de concesión del honoris, el recorrido ha sido también una muestra de solidaridad hacia la propuesta y de cariño que me emociona profundamente.

P.- Tras esta alegría ya asumida, ¿qué crees que supone para la enfermería, o qué puede suponer o cambiar?
R.- Yo creo que sí que cambia algo porque hemos llegado al final de otro camino de normalización. Me refiero a que de la misma manera que es normal que los biólogos, los bioquímicos o los médicos acceden a doctorados honoris causa ¿por qué no una enfermera que se considera que ha hecho una contribución especial a la profesión?

P.- Llegados a esta normalidad de la que hablas, que es muy importante y que supone un paso más en nuestro desarrollo como enfermeras, ¿qué paso crees tú que nos falta dar como disciplina o como profesión?
R.- A mí me parece que como disciplina estamos en el camino. Tenemos abiertas las investigaciones, estamos accediendo a puestos académicos… Mira en un reciente estudio realizado en la Universidad de las Islas Baleares se ha identificado que hay más de 100 enfermeras doctoras que no están en la universidad. Esto me impresionó porque me parece que el desarrollo disciplinar ha llegado a su punto álgido, en el que las enfermeras que están investigando y están en la práctica, están repercutiendo en la práctica ese conocimiento, esa investigación. Y ello sin olvidar que no tienen las mismas facilidades que otros investigadores, lo que nos obliga a seguir reivindicando esa igualdad de oportunidades.
En relación a tu pregunta, me parece que lo que ha pasado en estos 40 años de desarrollo disciplinar es que se ha ido produciendo una distancia entre lo que las enfermeras saben cuando terminan sus estudios y, por tanto, pueden aportar al cuidado de las personas, las familias y los grupos y lo que en el sistema sanitario les pide o les permite desarrollar. Creo que la principal clave en este momento está aquí. O sea, que todo este caudal de conocimiento, de capacidad, revierta de forma directa en los principales beneficiarios que son las personas a las que cuidamos.
Cuando hablas con los estudiantes, después de acabar la carrera e incorporarse en el sistema sanitario, te trasladan que sienten que todo aquello, o gran parte, de lo que aprendieron no pueden aplicarlo porque en el sistema sanitario las circunstancias, los entornos laborales, les exigen mucho menos. No les piden todo aquello que saben y pueden aportar.
La gran cuestión, por tanto, está aquí, en cómo aprovechamos nuestras capacidades y cómo hacemos entornos laborales que sean más positivos para ese desarrollo del cuidado que en realidad es lo que necesita la sociedad. Situar a la persona y sus necesidades en el centro de nuestra atención es algo que crea disconfort en muchas partes del sistema sanitario actual porque muchas estructuras y grupos que lo constituyen están más “cómodos” priorizando otras cuestiones.

P.- Día 2 de diciembre. Me llama la atención porque estos días estoy recibiendo correos, llamadas… de gente que empieza a movilizarse para asistir. Estamos con una ilusión colectiva. Esto es lo que quería transmitirte. Posiblemente es porque sea la primera vez, porque es Rosamaría Alberdi a la que se le concede y con la que a muchas y muchos nos unen sentimientos. Pero es verdad que es una ilusión y una alegría compartidas que yo no había identificado desde hace mucho tiempo y que nos va a permitir, sabiendo que todas las comparaciones son odiosas, situarnos al principio de la entrevista en la que decías que una serie de factores y de hechos puntuales condujeron a la unión de las enfermeras para cambiar y conducir a estas donde debían estar, que es en la universidad. En esta ocasión el hecho de que a Rosamaría Alberdi, como enfermera, se le conceda el honoris causa, nos vuelve a unir más allá de cualquier otra diferencia, discrepancia, debate… nos vuelve a unir en torno al sentimiento, la gratitud, la ilusión… y creo que esto es muy importante. No sé cómo lo ves tú.
R.- Yo lo comparto totalmente. Creo que nosotros siempre hemos tenido un poquito de problema a la hora de festejar y de hacernos reconocimientos.
Considero que ahora se están empezando a hacer reconocimientos, más allá de la jubilación. Reconocimientos entre iguales, celebrar entre los pares. Es importante, y las enfermeras lo hacemos poco.
Siempre estamos pensando en lo que nos queda por hacer, que es algo muy femenino. Siempre digo que las enfermeras españolas, y en relación a nuestra profesión, hemos cambiado el mundo y que aún nos falta otro mundo por cambiar. Pero hemos cambiado el mundo, y debemos encontrar el día para celebrar que ese cambio se ha producido. ¿Y que nos queda otro mundo por cambiar? Evidentemente, pero ya será mañana.
Por eso en esta avalancha de cariño que se ha suscitado yo también siento que todo el mundo se alegra, seguramente porque sienten que se nos reconoce a un conjunto, que es un premio subrogado en el que muchas y muchos estamos.
¿Qué significa para mí personalmente? Sin duda, alegría, reconocimiento y agradecimiento. Siento el honoris como una espoleta para seguir trabajando y, a la vez, considero que me añade responsabilidad que confió en saber desempeñar de manera adecuada. Y siento, sobre todo, que va a ser una fiesta que deseo que compartamos entre todos.

P.- Yo creo que eso ya está conseguido Rosamaría. Todos estamos contando los días.
Más allá de acompañar a Rosamaría Alberdi amiga, a Rosamaría Alberdi enfermera, es una alegría ver que las enfermeras, como tu decías, alcanzamos esa normalidad que tanto deseamos. Las enfermeras hemos dicho muchas veces que no queremos nada especial, que no se nos trate de manera diferente, solamente queremos que no se nos discrimine en relación a otros. Esto es lo que creo que de alguna manera significa esta fecha. El 2 de diciembre nos posiciona en ese lugar de normalidad en el que deberemos ser capaces de, a través de los méritos y de lo que hagamos, que estos reconocimientos se repitan.
Y ya para terminar me gustaría que hicieses una reflexión personal.
R.- Una de las cuestiones que viene ocupándome desde hace tiempo es la relacionada con que las enfermeras debemos recuperar espacios de interlocución. Sitios, ocasiones en las que hablar de las cuestiones nucleares de la profesión, de aquellas que nos atañen por ser enfermeras y desarrollar nuestra competencia en cualquiera de los ámbitos. Hay que recordar siempre que somos una profesión muy compleja porque tiene un objeto, el del cuidado, con una enorme especificidad y, a la vez, una gran variabilidad, que no es otro que las personas y sus circunstancias. Es por ello, que es una profesión que necesita mucha reflexión alrededor de su aportación. A veces las enfermeras hemos sido acusadas de dedicar demasiado tiempo a la teorización, pero una profesión profundamente enraizada en el humanismo, como es la nuestra, necesita esos espacios de reflexión, y debemos seguir buscándolos.
Tenemos que poder hablar, por ejemplo, en la universidad con los alumnos que han acabado. Creo que esta es una responsabilidad que la universidad no ejerce. Los sitúa de la mejor manera que sabe, no lo critico, pero luego ¿qué? Son este tipo de reflexiones las que creo que necesitan espacio para el debate y la interlocución.
Antes de terminar esta entrevista, me gustaría aprovechar para dar las gracias: gracias a todas y todos los compañeros con los que vengo haciendo el camino profesional, gracias a los que consideran importante y se alegran de que a una enfermera española le hayan concedido el doctorado honoris causa y gracias a ti, José Ramón, por tu amistad, por tu compañía, por la que ha sido y la que seguirá.

Creo que son gracias compartidas, y es que considero que no solo es muy bonito, sino que es muy necesario.
Todos vamos a celebrar que Rosamaría Alberdi es doctora honoris causa, pero también que la enfermera que eres y la enfermería que representas, pasan a un plano diferente, dan un nuevo paso en ese recorrido.
Y no quisiera despedir esta entrevista sin recordar a la Rosamaría Alberdi que posiblemente menos conozcamos. A la Rosamaría Alberdi que hace de la palabra belleza y de la belleza poesía. Para ello nada mejor que una de sus poesías que tanto nos acerca a ella.

Esta entrevista fue realizada para la Revista ROL de Enfermería.