Ayer en mi guardia me tocó un aviso de esos que no nos gustan a los equipos de emergencias: me tocó ir a certificar una defunción.
Una persona tomó una mala decisión y un trágico accidente le costó la vida. Tenía solo 25 años.
Hoy, saliente de guardia, me toca continuar con mi vida como si nada hubiera pasado; saldré a correr, acompañaré a mi hijo a su primer partido del campeonato de futbol sobre césped, comeré algo poco recomendable, navegaré por mis canciones favoritas, disfrutaré de una merecida siesta y continuaré como si nada hubiese pasado con mi ajetreada agenda del fin de semana.
Tal vez los años en urgencias me enseñaron como ventilar rápidamente mis emociones y a priori no me guarde nada para casa, pero he de reconocer que algo siempre nos queda.
Un algo que tal vez no nos afecte, un algo que tal vez no se nos note, no nos atormente, no nos quite el sueño, pero siempre queda y formará parte de nosotros escondido en un pequeño rinconcito de nuestra recóndita memoria.
Según la historia del aviso, lo archivaremos como una fotografía, una voz, un grito o una sensación capaz de estremecernos.
Ese algo es único y queramos o no, estoy convencido que formará parte de nosotros, por eso debemos ser capaces de gestionarlo porque si no terminará por pasarnos factura.
Permitidme un consejo para aquellos que acaban de aterrizar en es este mundo de las urgencias y emergencias: no huyas de tus emociones, no las escondas, no las ocultes, no te avergüences, compártelas y busca la manera de manejarlas.
Hoy me toca sudar historias, hoy me toca otra noche de insomnio.
Puede ver la publicación original en el siguiente enlace.
Autor de Con Tinta de Médico: Ese algo detrás de cada aviso
JM Salas – Autor y editor del libro y blog Con Tinta de Médico.