Alimentación y calor: adaptar la dieta a las altas temperaturas

Lunes, 31 de julio de 2017

por diariodicen.es

Helados, refrescos, aumento del consumo de cerveza… con la llegada de las altas temperaturas la saludable dieta mediterránea característica de España se ve mermada por la inclusión de alimentos y bebidas con un alto contenido calórico y, en la mayoría de los casos, de dudoso valor nutricional. Las recomendaciones de los expertos hacen especial hincapié en que la dieta no debe verse alterada, sino adaptada a las temperaturas, haciendo primar los alimentos frescos como verduras y fruta, así como posicionar el agua como base para la buena hidratación.

La obesidad es un problema que va en aumento y afecta ya al 20% de la población española. Sin embargo, un estudio reciente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) destaca que el 80% de las personas con obesidad no lo perciben como tal. El cambio de rutinas que propicia el verano puede alterar, si cabe más, el equilibrio nutricional necesario para mantenernos sanos. El resultado no solo es el consiguiente aumento de peso, sino la predisposición e incremento de los factores de riesgo cardiovascular.

“Que las actitudes se transformen en conductas”

La revista científica The Lancet publicó el pasado mes de febrero un artículo donde se aborda el problema mundial de la obesidad; en él se comparó la masa corporal de 20 millones de hombres y mujeres de 186 países entre 1974 y 2014. El artículo concluye que el 13% de la población mundial tiene problemas de peso; además, indica que España ocupa la segunda posición de países europeos con más casos de obesidad y sobrepeso, por detrás de Reino Unido.

Pese a las campañas llevadas a cabo desde distintos organismos públicos y privados, los problemas generados por el sobrepeso y la obesidad son cada vez más significativos en España. “Se deberían establecer desde las instituciones sanitarias programas de educación alimentaria a la población, fundamentalmente en el entorno familiar y escolar, organizadas con intervenciones breves que orienten hacia comportamientos alimentarios saludables y terapias cognitivo-conductuales para mejorar la efectividad de dichos consejos”, explica Carmen Martín Salinas, profesora de Nutrición en el Grado de Enfermería, en la Universidad Autónoma de Madrid.

Martín Salinas añade que “las herramientas motivacionales son imprescindibles para conseguir que las actitudes se transformen en conductas”. Para ello, la prevención de hábitos alimentarios saludables en la escuela y en la familia es fundamental. “En general, los padres tienen que realizar un esfuerzo importante para adaptar la vida diaria a los parámetros de una buena alimentación que beneficie a sus hijos, pero necesitan disponer de información fehaciente sobre el impacto positivo que para su salud y la de su familia tiene una alimentación sana”, apunta.

Verano, más vale prevenir…

“En verano, a pesar de los cambios en la rutina, debemos seguir los mismos principios de la alimentación sana, modificando las preparaciones culinarias, adaptándolas al calor. Sin embargo, se añaden frecuentemente bebidas y alimentos que son un aporte extra de kilocalorías”, indica Martín Salinas.

En la época estival el consumo de bebidas azucaradas alcanza cifras mucho más elevadas que en el resto del año, estas bebidas contienen azúcares añadidos (como la sacarosa o fructosa, es decir, azúcares libres) en grandes cantidades, y tienen un bajo valor nutricional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no ingerir más de 50 g de azúcar al día y fija una ingesta ideal de 25 g. Solo una lata de estas bebidas suele contener 35 g.

Aumentar la ingesta de hortalizas y frutas, preparar las legumbres en raciones moderadas y en ensalada o desechar alimentos precocinados con mayor contenido en grasa, son algunas de las recomendaciones que indican los expertos. “Reducir el aceite de la condimentación y preparación de los alimentos obliga a utilizar técnicas culinarias sencillas: plancha, horno, vapor, microondas…” explica Martín Salinas, lo que representa una preparación culinaria más saludable.

Por otro lado, la conservación inadecuada de los alimentos origina, con mayor frecuencia en esta época del año, más intoxicaciones, por lo que es preciso extremar al máximo el cuidado de los mismos. Por ello, hay que tener especial precaución con los alimentos potencialmente contaminados: “Debemos mantener unas rutinas que nos protejan de los alimentos en mal estado, por ejemplo, lavar con el chorro de agua y mantener un rato sumergidos los vegetales, con unas gotitas de lejía. Su conservación ha de ser en recipientes cerrados y siempre refrigerados. La fruta, por su parte, es mejor pelarla”.

Con aquellos platos que contengan huevo hay que extremar también las precauciones, continúa: “Es preciso limpiar la cáscara con un paño húmedo y no consumirlos crudos. En verano es muy típico añadir mahonesa a las ensaladillas, esto es algo que hay que evitar, incluso con la que hacemos en nuestra propia casa”.

El calor y los alimentos, cómo conservarlos en buen estado 

El calor en España va en aumento, en los últimos años se han registrado máximas históricas y las olas de calor son cada vez más habituales, lo que repercute en la salud de su población. El Servicio Andaluz de Salud ya ha activado el “Plan andaluz de prevención contra los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud”, activo desde el día 1 de junio hasta el 15 de septiembre. En él también se aborda la importancia de una alimentación adecuada y el mantenimiento de la cadena de frío, mantener a baja temperatura los alimentos refrigerados permite conservar sus cualidades, enlentecer el crecimiento de microorganismos y limitar la aparición de toxiinfeciones.

Además, se aconseja a la población que coloque los alimentos en el frigorífico respetando las zonas de frío, es decir, de 6 a 10 ºC para la mantequilla, huevos, salsas, etc.; de 4 a 6 ºC para los lácteos, quesos frescos, pasteles, etc.; e inferior a 4 ºC para los pescados, carnes y charcutería. “Las carnes y pescados se han de conservar en el frigorífico, consumir antes de las 48 horas y colocarlos en recipientes que permitan la separación del agua que desprenden”, indica Martín Salinas.

Atención especial a la población vulnerable

Personas mayores y personas con enfermedades crónicas, con problemas cardiovasculares y respiratorios, forman parte de la denominada población de riesgo y, por lo tanto, vulnerable a las altas temperaturas, ya que su sistema termorregulador se ve afectado con el paso de los años, y se reduce la capacidad de sudoración. También, los niños menores de 5 años, y más aún los lactantes, tienen unas necesidades especiales que es necesario contemplar de forma individualizada. Carmen Martín Salinas explica que “las personas mayores o dependientes, deben beber aunque no tengan sed, al menos ocho vasos al día, de los cuales cuatro deben ser de leche y el resto de agua, zumos naturales, caldos y bebidas sin alcohol. En el caso de los niños en edad escolar, entre cuatro y cinco vasos de agua, de lo cuales, tres deben ser de leche, asumiendo que los lactantes reciben el agua con la leche”.

Otra recomendación nutricional es el aumento del consumo de fruta, verdura y sopas frías (gazpachos ligeros) para proporcionar al organismo sales minerales y líquidos, evitando las comidas calientes y pesadas. “En el caso de existir problemas de masticación, la opción de purés, cremas y compotas es la más acertada”, apunta la profesora Martín Salinas.

Una alimentación equilibrada y variada asegura el aporte diario de todas las vitaminas y minerales que necesita nuestro organismo. La educación alimentaria se hace imprescindible, sin embargo, para esta profesional “es insuficiente, la información-divulgación por parte de los poderes públicos al limitarse a campañas informativas estacionales con poca repercusión en la sociedad y que no son suficientes para modificar el comportamiento alimentario de las personas, pues saber lo que se debe hacer no significa llevarlo a cabo”. Es necesario, por tanto, ampliar la información en consultas de Atención Primaria, en medios de comunicación y centros sociales, que fomente la concienciación de la repercusión que la alimentación tiene en nuestra salud.

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