El síndrome de Procusto: una epidemia desvastadoraLunes, 3 de febrero de 2025 por J.M. Salas Desde hace mucho tiempo, en diferentes organismos, gerencias y servicios por todo el territorio nacional, aquellos que ocupan un cargo de directivo sin rastro de perfil profesional alguno y con la única virtud de tener el carné de socio de uno u otro equipo, propagan un síndrome que sufrimos todos aquellos que directa o indirectamente dependemos de ellos, el síndrome de Procusto. Síndrome de Procusto Dicho síndrome es la incapacidad para reconocer como válidas las ideas de otros, por miedo a ser superado profesionalmente por subordinados o integrantes del equipo directivo, algo que les induce a poner todas las trabas posibles a aquellas personas que sobresalen o tienen talento, y los lleva a rodearse de mediocres, anteponiendo los intereses personales a los de la institución. Aquellas personas que lo padecen se identifican claramente en las instituciones, suelen ocupar su cargo durante años, son personas inertes, sin movimiento, sin grandes iniciativas, que se rodean de iguales y se deslizan cómodamente por los pasillos de las instituciones. Tienen una virtud importante que hay que reconocer: suelen ser los primeros en algo, en aparecer en la foto, en figurar con nombres y apellidos en documentos y grupos de trabajo, y en saltarse las normas a su antojo. Suelen someter, controlar y manipular a sus subordinados con diferentes técnicas y siempre priman sus propios intereses. Las personas con este síndrome siempre buscan algún rédito personal y profesional en aquello en lo que participan. Siempre he estado a favor de que aquellos que ocupan un puesto relevante en las instituciones puedan conformar libremente sus equipos de trabajo, pero, lamentablemente, muchas instituciones públicas están contagiadas de este mal. ¿Será que un cambio es posible? Yo estoy convencido que sí. Puede ver la publicación original en el siguiente enlace. Autor de: El síndrome de Procusto: una epidemia desvastadora JM Salas – autor y editor del libro y blog Con Tinta de Médico