Entrevista a Consuelo Castrillón Agudelo

Sección: Entrevistas

Autores

Dra. Edith Rivas Riveros

Titulo:

Entrevista a Consuelo Castrillón Agudelo

Resumen

Consuelo Castrillón Agudelo es enfermera y magíster en Sociología de la Educación y especialista en Planificación de Recursos Humanos en Salud. Ha sido presidenta de la Asociación Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Enfermería (ALADEFE) de 2001 a 2004 y es asesora permanente de la misma organización.

Además, Castrillón es:
• Profesora Emérita de la Universidad de Antioquia y Miembro de la Sociedad de Honor Sigma Theta Tau, Capítulo de Colombia e Internacional.
• Exdecana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia (1995-1998). Primera directora de la Revista Investigación y Educación en Enfermería de esa universidad.
• Consultora temporal de la Organización Panamericana de la Salud para Enfermería y Técnicos en Salud en América Latina (2001) y miembro del Grupo de Pares Académicos de la Comisión Nacional de Acreditación del Ministerio de Educación de Chile.
• Autora del libro La dimensión social de la práctica de enfermería editado por la Universidad de Antioquia (1997), reeditado por Editorial Académica Española (2012). Coautora de la Propuesta para el Desarrollo y Fortalecimiento de la Enfermería en América Latina editado por la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
• Investigadora de la Universidad de Antioquia en el Grupo La Práctica de la Enfermería en el Contexto Social; líneas de investigación: sociología de la profesión y calidad de la atención en enfermería.
• Profesora invitada en numerosas universidades latinoamericanas, y consultora de revistas científicas de enfermería de España y América Latina.
• Directora de Investigación en la Corporación Universitaria Lasallista (Caldas, Antioquia, Colombia) y editora de la revista LASALLISTA de Investigación 2009 a 2010.

Pregunta. En su trayectoria profesional usted ha tenido destacada participación en la formación de docentes y estudiantes de pre y postgrado de enfermería, como debate epistemológico, ¿podría describir los hitos que identifica en este proceso y sus futuras implicaciones?
Respuesta. Desde finales de los 70 y hasta comienzos de los 90 del s. XX, una de las preocupaciones era el papel de las ciencias sociales en la formación, la investigación y la práctica de la enfermería. En la formación las asignaturas de dicho grupo aparecían como ruedas sueltas en el currículum, en la práctica no se visualizaba su aporte para aclarar las miradas sobre la naturaleza de los fenómenos de salud y enfermedad; ni para contextualizar las prácticas hospitalarias y comunitarias; ni para fundamentar propuestas desmedicalizadas en los campos de la promoción y prevención. Tampoco la investigación ofrecía explicaciones a la génesis de problemas epidemiológicos, se mantenía en el análisis de los factores últimos que alteran el equilibrio entre el agente, el huésped y el medio ambiente, mostrando la realidad como sumatoria de factores cada uno de los cuales cumple una función en la conservación de un supuesto equilibrio que aparece dado desde siempre y para siempre. Este periodo corresponde a un gran debate académico y de movimiento social que se venía desarrollando en el campo de la medicina social, al cual me encontraba particularmente vinculada, a la par que desarrollaba mi formación en maestría (investigación en sociología de la educación).

A finales de los 80 y comienzos de los 90, mi campaña se dirigió a que profesores e investigadores adquirieran mayores fundamentos de epistemología para concierciarse de los paradigmas en que se mueven los mundos de la salud, de la enfermería, de la educación, y de las respuestas sociales en salud. En esto me fortaleció el ser becaria de un excelente proyecto que puso en marcha  la OPS con la Escuela de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz: el CLARHUS (Curso Latinoamericano sobre Recursos Humanos en Salud) que se desarrolló durante cuatro meses intensivos en Río de Janeiro con participación de un destacado grupo de maestros de las ciencias sociales y la salud pública.

Desde los 90, y en especial después de terminar mi trabajo del año sabático, mi empeño está orientado a que la construcción de los currículos, así como los fundamentos de las prácticas y de la investigación de enfermería, sea nuestro campo disciplinar.

El camino recorrido en este tríptico: ciencias sociales-epistemología-disciplina enfermera, constituye un largo trabajo de equipo, no ha sido una realización en solitario, en él he contado con grandes compañeros/as, maestros y maestras, investigadores de diferente formación y origen geográfico e institucional con quienes he compartido incontables experiencias, trabajos, reuniones y proyectos diversos.

P. Asimismo, usted ha participado como investigadora y difusora de resultados de estudios regionales que desvelan las dificultades y retos del ejercicio profesional en el marco de las reformas a los sistemas de salud a finales del s. XX. En este contexto, ¿podría exponer los retos, desarrollo y fortalecimiento del ejercicio profesional?
R. Las medidas introducidas por las reformas de los sistemas de salud desde finales del siglo XX buscan eficiencia, calidad, universalidad y equidad en los servicios ofrecidos. Sin embargo, la racionalización de los servicios no ha significado un cambio automático de los modelos de atención a la salud de individuos y colectivos, porque eso requiere transformación en los fundamentos medulares de las concepciones sobre la salud y la salud pública; del paradigma biomédico; de las prácticas sanitarias y en la gestión de los servicios de salud de los diferentes actores sociales, entre ellos los profesionales de enfermería.

Entre los retos que enfrentan los profesionales en la mayor parte de los servicios hospitalarios en América Latina están:

  • Disminuir el trabajo de escritorio en beneficio de un mayor acercamiento a los pacientes y a sus familias, es decir, mejorar la calidad y calidez del cuidado directo que implica acompañamiento, preparación para el alta y control efectivo de los riesgos a los que se exponen los pacientes en las instituciones hospitalarias.
  • Mostrar con datos fiables resultados benéficos de sus intervenciones, tanto para la población usuaria de sus servicios como para las instituciones y el sistema de salud.

En cuanto a desarrollos, las enfermeras latinoamericanas han hecho un aporte invaluable a la salud pública de la región, en el campo de la salud escolar, la salud materno-infantil, en la detección, prevención y control de riesgos laborales, en su acción solidaria con las comunidades para el mejoramiento del ambiente, la prevención de la violencia intrafamiliar y la vigilancia epidemiológica.
El ejercicio profesional se fortalecerá progresivamente, en la medida en que los desarrollos alcanzados en la formación, y en especial en la investigación, penetren la práctica social de los y las enfermeras en los diferentes campos de desempeño. Esto es, cuando la práctica esté fundamentada en los valores de la enfermería, en la ética de los cuidados, sea adecuada al contexto cultural además de la evidencia científica y cuando los resultados de investigación generen productos de política sanitaria, sobre todo cuando las prácticas respeten los valores de la profesión y el epicentro de nuestro trabajo sea el ser humano.

P. Igualmente, en planificación y políticas, usted ha presentado propuestas a la OPS/OMS y ALADEFE para el mejoramiento y desarrollo de la educación, la investigación, la regulación y la práctica de la enfermería en la región. Al respecto, ¿cuáles son las proyecciones en estas áreas, para los próximos años?
R. Todavía tenemos muchos asuntos pendientes en la agenda, entre otros:
En planificación del recurso, atender el problema de la inequidad en la distribución de estos profesionales por regiones, países e instituciones. Para ello se requieren sistemas de información confiables y actualizados como base para elaborar estrategias de mejoramiento de las coberturas tanto geográficas como institucionales. Igualmente, el establecimiento de sistemas de certificación y recertificación de los profesionales activos en todos los países que garanticen a la sociedad la idoneidad del servicio que reciben.

En la formación, lograr acuerdos en asuntos referentes al currículo mínimo y estándares de calidad de la educación para América Latina, teniendo como meta elevar el nivel de formación y facilitar procesos de acreditación, así como la homologación de títulos académicos y la movilidad de los profesionales.

En ciencia y tecnología, el reconocimiento de la investigación de enfermería por parte de los Sistemas de Ciencia, Tecnología e Innovación, tanto en los países como de organismos nacionales e internacionales, que abran convocatorias referidas a problemas específicos de nuestro campo que impactan la salud de las personas, con asignación de presupuesto para apoyar proyectos de alto impacto presentados por estos profesionales.

En el campo de la salud pública se requieren profesionales que lideren proyectos de desarrollo social que respondan a necesidades relevantes de los colectivos, dirigidas a la construcción de condiciones de vida favorables, culturalmente aceptadas y ambientalmente sostenibles.

En la práctica, la consolidación de un modelo profesional autónomo en lo técnico y en lo administrativo. También, articular políticas de formación y de servicio para poner en marcha estrategias de docencia, para disminuir la brecha existente entre los dos mundos.

P. En el ámbito de la difusión y publicación del conocimiento, usted ha participado activamente en la formación de docentes y estudiantes en investigación y publicación científica, mediante talleres, seminarios y proyectos de investigación. Al respecto, ¿cuál es su percepción sobre la generación de publicaciones en enfermería?
R. En el campo de las publicaciones hemos avanzado de forma considerable en las dos últimas décadas. El avance se observa en un aumento del número de publicaciones periódicas y de libros, en la indexación de un buen número de revistas por su calidad en la divulgación de investigaciones y revisiones rigurosas, los formatos de presentación que reúnen exigencias internacionales, la regularidad en las ediciones, la calidad de los comités editoriales y de los árbitros y, en especial, por el volumen y calidad de materiales que se presentan para ser publicados. Esto obedece también al mayor número de enfermeras con formación avanzada, a los desarrollos de grupos y líneas de investigación y de redes académicas.

P. En su opinión, ¿cuáles serían los desafíos y perspectivas para los próximos años en acreditación de programas académicos de enfermería?
R. El desafío está en el trabajo continuo para la mejora de los procesos académicos, de la gestión académica y de ciencia y tecnología en enfermería. Mantener una alta exigencia en la selección, evaluación, estímulo y formación permanente de los docentes. El respeto y estímulo a la formación de colectivos académicos al interior de las escuelas y facultades, colectivos que deben estar conectados con el mundo, abiertos a la participación de estudiantes y enfermeras de servicio, así como de profesionales de otras disciplinas, que muestren avance en productos de ciencia y tecnología como investigaciones terminadas, proyectos académicos y de desarrollo social derivados de las investigaciones, material didáctico, propuestas de políticas y publicaciones, entre otros. El mantener procesos continuos de autoevaluación y planes de mejoramiento.

Las escuelas y facultades que trabajan planificadamente, centradas en responder tanto a sus necesidades de país como a un mundo globalizado, con metas de medio y largo plazo y que tienen la cultura de autoevaluación y la acreditación, son escuelas cuyos programas académicos y sus egresados tienen futuro.

P. En materia de producciones para el desarrollo de enfermería, se destaca su participación en la Revista de Investigación y Educación en Enfermería, en programas de especialización, maestría y doctorado y en propuestas para el desarrollo y fortalecimiento de la enfermería en América Latina y el Caribe. ¿Podría comentar su trayectoria histórica de estos hitos?
R. Todos estos proyectos son el resultado de metas grupales acordes con el proyecto de facultad. En los años 80 queríamos que la facultad contara con un centro de investigaciones y para ello debíamos mostrar que teníamos investigación e investigadores formados que publicaban en revistas científicas. Para ello propusimos organizar un coloquio nacional de investigación y para eso distribuimos tareas, entre ellas, levantar un inventario de investigaciones realizadas por enfermeras en el Departamento de Antioquia, su participación en eventos científicos, publicaciones derivadas de sus trabajos y formación de las investigadoras.

Se editó el primer número de la revista (1987) donde se publicó el inventario, además de la sistematización de líneas de investigación que ya tenían vida en la facultad y requerían visibilidad, investigaciones inéditas, una sección sobre educación y otra sobre publicaciones comentadas.
Una vez pasado el coloquio publicamos el segundo número de la revista con investigaciones seleccionadas de las presentadas en el evento, otras líneas de investigación, la sección de educación y publicaciones comentadas. También, organizamos el comité editorial y participábamos en el Comité Central de Publicaciones de la Universidad. Es decir, la revista era un hecho, que ya ha cumplido 30 años.

Con las realizaciones anotadas, presentamos el Proyecto de Centro de Investigaciones a las directivas de la universidad. Algunos funcionarios lo vieron como un proyecto extraño, no entendían qué investigaba la profesión enfermera (estamos hablando de los años 80), trataron de hacernos desistir, argumentaron que no había presupuesto y nosotros argumentamos que reuníamos más de los requisitos de facultades que ya tenían estos centros. Entre otros, teníamos definidas líneas de investigación, de las que aún no hablaba nuestro Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Finalmente, el consejo académico creó el Centro de Investigaciones.

Los programas de postgrado tienen una historia más accidentada, de crisis internas en la misma facultad, y debates con otras áreas de la salud, en particular cuando se presentó el Proyecto de Maestría en Salud Colectiva (1995), que constituía un proyecto transgresor del paradigma biomédico, de la epidemiología tradicional, con un modelo pedagógico basado en ideas constructivistas. Esto fue un tsunami que salió adelante gracias a la cohesión del grupo gestor y al apoyo de ideólogos de la medicina social como Saúl Franco (Colombia), Edmundo Granda y Jaime Breilh (Ecuador), y otros investigadores de la maestría en medicina social de la UAM-X (México).

Contamos también con el apoyo de algunos profesores del Instituto de Filosofía y Ciencias Políticas y de las Facultades de Sociología, Salud Pública y Medicina de la Universidad de Antioquia que se sumaron al proyecto. Ya esta maestría, que es un proyecto interdisciplinario, tiene 20 años, está reacreditada y cuenta con importantes realizaciones.

Ante la necesidad de enfermeras con formación en oncología propusimos desde el decanato traer en convenio el programa que tenía la Universidad Javeriana para formar una cohorte en Medellín. Es decir, juntar una universidad pública y laica de Medellín con una privada y confesional de Bogotá con normas académicas diferentes (1996). Los asesores jurídicos de las dos universidades solo encontraban dificultades y nosotros mostrábamos alternativas, hasta que sacamos adelante la propuesta y se realizó una cohorte que hoy es un respaldo para la joven especialización en Enfermería Oncológica que ya administra la facultad de la Universidad de Antioquia.

El doctorado (2010) es una historia de 15 años de avances y retrocesos, de superar frustraciones y múltiples obstáculos de todo tipo, de esperar que se formaran las primeras doctoras en el exterior.

Esta espera nos llevó a que se presentara una jubilación masiva de investigadoras y directoras de líneas de investigación que presagiaba el final de la historia de nuestra facultad. En el 2010 se vio la luz al final del túnel y hoy una generación renovada de profesoras lleva adelante este y nuevos proyectos académicos.

P. En migraciones, ¿cuál debería ser el núcleo de conocimiento para las enfermeras y cómo se expresan los escenarios futuros?
R. El núcleo del conocimiento en enfermería es y seguirá girando alrededor del cuidado de la salud de seres humanos. Además, en palabras del teólogo brasileño Leonardo Boff: “El cuidado constituye la categoría central del nuevo paradigma de civilización que trata de emerger en todo el mundo” y “asume una doble función: la de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados”. Esto se refiere al surgimiento de la responsabilidad del cuidar como un deber de humanidad, es decir, como responsabilidad individual y colectiva con la protección de todas las formas de vida, de manera especial de la vida humana.

Históricamente, el cuidado ha constituido la esencia de la enfermería, pero tanto la práctica de los cuidados como el saber que la sustenta han transitado por ideas, nociones, modelos y formas de actuar diversas, que se mueven en tres modelos: el de los cuidados caritativos, el de los cuidados instrumentales y el del cuidado en interrelación cuidador-persona cuidada, según Collière.

Cuando me refiero a la enfermería como disciplina, me refiero a un área de investigación y de práctica, marcada por una perspectiva única, y una manera distinta de examinar los fenómenos en el campo de la salud: la perspectiva del cuidar. Cuidar en enfermería es la ayuda profesional que se presta a otro(s) en términos de bienestar y calidad de vida. Implica la identificación y prevención de riesgos para la salud, velar por su seguridad cuando se nos confía su atención, lograr la adhesión a los tratamientos, promover la salud individual y colectiva, facilitar la rehabilitación e independencia hasta lograr su autonomía y acompañar a las personas en los proceso de muerte. En sus desarrollos se distinguen tradiciones: biomédica, sociológica y humanista.

Los grandes problemas derivados de los cambios sociodemográficos, epidemiológicos y catastróficos, entre ellos el cambio climático y sus consecuencias en la vida humana, demandan respuestas nuevas en cuidados para la salud. Tales procesos llevarán a diversificar también la oferta de programas de técnicos y profesionales en el campo de la enfermería. El Consejo Internacional de Enfermeras dice que muchos países están intentando mejorar la prestación de atención de salud revisando los roles de los profesionales sanitarios, incluidas las enfermeras, dado que el desarrollo de roles nuevos y más avanzados para estas podría mejorar el acceso a los cuidados. Estamos hablando del modelo de práctica avanzada. Esto exigirá profundización en áreas de la clínica y de la salud pública para prepararlas en la toma de decisiones complejas en el ejercicio ampliado de la profesión.

La cobertura sanitaria universal se ha convertido en objetivo consensuado en el plano internacional de las políticas de salud y desa-rrollo. Aquí la competencia en cuidados transculturales será obligatoria en la formación de profesionales de enfermería para un mundo global, como también lo es el análisis de la carga global de la enfermedad, lo referente a la globalización de los servicios de salud; calidad de vida y bienestar en el marco del desequilibrio ambiental, determinantes sociales y ambientales de la salud y del cuidado y la salud como derecho humano.

Formar profesionales con capacidad de deliberar sobre lo público, comprometidos con la defensa de los pacientes y el bienestar de las comunidades; con claridad sobre lo que significa el derecho a la salud y la justicia sanitaria. Ahí se pondrá a prueba el compromiso moral de enfermería en su práctica.

P. Finalmente desde el ámbito de la sociología, usted ha desarrollado un vasto trabajo sobre las profesiones en salud y dentro de ellas la enfermería. ¿Podría comentar la configuración que identifica en relación a autonomía y poder en ellas?
R. Autonomía y poder en el ejercicio de las profesiones son conceptos y prácticas interrelacionadas. Los clásicos de la sociología encuentran que la autonomía es el elemento que distingue una profesión de un oficio, porque la autonomía profesional la otorga la sociedad en virtud del conocimiento esotérico que distancia al académico del lego.

Históricamente en el campo de la salud la máxima autonomía se le asignó a la profesión médica, así como el poder de decidir quién está o no enfermo, y qué se debe hacer en asuntos de prescripción de medicamentos, exámenes y pautas terapéuticas. Las reformas a los sistemas de salud introducen restricciones a la autonomía técnica del profesional médico con listas que limitan lo que generalistas y especialistas pueden ordenar y a la autonomía administrativa cuando ingresan otros profesionales de la economía, la administración y hasta la enfermería a la gestión y gerencia de servicios de salud.

De otro lado el desarrollo de la ciencia, la tecnología y de las disciplinas en salud, empodera a profesionales y técnicos de saberes específicos que hoy obligan al dialogo interprofesional y transdisciplinar. La organización del trabajo pierde verticalidad y tanto el trabajo en equipo como la generación de resultados en la rendición de cuentas de los que depende en muchas oportunidades la obtención de recursos, ha transformado las relaciones de poder y obligan a interactuar con respeto profesional, a reconocer los saberes del otro, a escuchar los argumentos y los fundamentos para la toma de decisiones terapéuticas y administrativas.

Estos cambios particularmente en el contexto sanitario han generado hipótesis en sociología de las profesiones sobre la desprofesionalización en el caso de la medicina. Otros investigadores dicen que estamos ante un grupo de profesiones por fuerza de la superespecialización. Diferencian el perfil del profesional clínico que mantiene su relación con el paciente, diferente a quienes trabajan con medios diagnósticos relacionados más con el equipo y la tecnología y quienes se han dedicado a la gerencia o a la política sin volver a ejercer la clínica.

En enfermería también vivimos transformaciones y se evidencian perfiles con altos niveles de autonomía profesional como es el caso de quienes ejercen la práctica avanzada, o quienes ejercen como investigadoras dirigiendo grupos inmersos en proyectos de investigación de gran alcance; o las encargadas de la gestión académica, de proyectos de atención primaria u hospitalaria. También encuentras jefes de unidades hospitalarias que se han ganado el respeto de los demás profesionales y técnicos por su experticia y acierto en la toma de decisiones fundamentadas en evidencia. Esta última categoría corresponde a quienes denomina la doctora Benner enfermeras expertas, que son auténticos profesionales con el poder que les otorga la articulación del conocimiento, la investigación y la práctica.

Hoy las enfermeras no podemos seguir escudándonos en que el poder en salud lo detenta el profesional de la medicina, cada una de nosotras tiene algún poder y es necesario hacer conciencia de ello y ponerlo en acción para beneficio de quienes dependan de nuestro servicio profesional y de los proyectos que beneficien a la humanidad en términos de calidad de vida y bienestar.