Hacia la búsqueda de oportunidades en escenarios educativos y de cuidado

Sección: Revisiones

Cómo citar este artículo

Aimar AN, De Dominici C, Torre MI, Videla NE. Hacia la búsqueda de oportunidades en escenarios educativos y de cuidado. Rev. iberoam. Educ. investi. Enferm. 2013; 3(2):42-9.

Autores

1Ángela N. Aimar, 2Cecilia De Dominici, 1Martha I. Torre, 1Nora E. Videla

1Licenciada en Enfermería. Universidad Nacional de Villa María, Córdoba (Argentina)
2Licenciada en Psicopedagogía. Universidad Nacional de Villa María, Córdoba (Argentina)

Contacto:

Email: aaimar@unvm.edu.ar

Titulo:

Hacia la búsqueda de oportunidades en escenarios educativos y de cuidado

Resumen

El protagonismo del adulto mayor (AM), desafía la visión asistencialista y compensatoria de las instituciones hacia una perspectiva que reconozca su autonomía y capacidad para participar en la resolución de situaciones que conciernen a su bienestar. Un abordaje cualitativo permitió ingresar a la naturaleza de las representaciones sobre la vejez de los profesionales de salud y educación y anticipar algunas notas que caracterizan los escenarios y prácticas educativas y de cuidado. La teoría emergente definió la representación social de estos profesionales sobre la vejez, como el corolario de la trayectoria vital de las personas.
Los escenarios se configuran a partir del protagonismo de los AM, dejando traslucir la necesidad de descubrir la diversidad de prácticas existentes en distintos escenarios, momentos y tiempos cotidianos, sostenidas por redes sociales que reflejan la posibilidad que poseen las personas de generar oportunidades educativas y de cuidado según culturas, preferencias, elecciones de vida y trayectorias vitales.

 

Palabras clave:

representaciones sociales ; práctica profesional ; vejez ; contextos de cuidado ; contextos educativos

Portugues

Título:

Ao perseguir oportunidades em cenários educativos e de cuidado

Resumo:

O protagonismo dos idosos (AM) desafia a visão assistencialista e compensatória das instituições, para uma perspectiva que reconheça sua autonomia e capacidade para participar na resolução de situações a que se referem a seu bem-estar. Uma abordagem qualitativa permitiu ingressar à natureza das representações sobre envelhecimento dos profissionais de saúde e educação e antecipar algumas notas que caracterizam os cenários e práticas educativas e de cuidado. A teoria emergente definiu a representação social destes profissionais sobre envelhecimento como o corolário da trajetória vital das pessoas. 
Os cenários formam-se partir do protagonismo dos AM, deixando ver a necessidade de descobrir a diversidade de práticas existentes em diferentes palcos, momentos e tempos quotidianos, sustentadas por redes sociais que refletem a possibilidade que possuem as pessoas de gerar oportunidades educativas e de cuidado de acordo com culturas, preferências, eleições de vida e trajetória vitais.

 

Palavras-chave:

representações sociais; prática profissional; envelhecimento; contextos de cuidado; contextos educativos

INTRODUCCIÓN

Las sociedades en las últimas décadas, si bien han desarrollado conocimientos y se han preocupado por especializarse en mejorar las condiciones de salud de las personas, guiadas por valores de ampliación del promedio de vida, han presentado dificultades para resolver el dilema de la relación “vivir más y mejor” (1), no contemplando la diversidad ni la singularidad de la vejez.

Los procesos políticos, sociales y culturales se han conformado con super-desarrollar las uniformidades a través de la naturalización de prácticas que debilitan la autonomía de las personas, condicionando asumir elecciones y actitudes significativas en las prácticas de la vida cotidiana.

Por otra parte, el protagonismo de los adultos mayores (AM) ha configurado nuevas representaciones, modificando las visiones asistencialistas y compensatorias de las instituciones sociales hacia una perspectiva que reconoce la autonomía y la capacidad de los AM para participar activamente en la resolución de situaciones que conciernen al bienestar en la vida cotidiana. Este proceso ha sido percibido como una novedosa revolución social que ha permitido sacar de la penumbra y visibilizar a las personas mayores en su condición de ciudadanos (2), propiciando su desarrollo personal al brindar las oportunidades necesarias para la defensa y recuperación de sus derechos, reivindicándolos en sus aspiraciones y logros sociales.

En estudios anteriores realizados por nosotros, desde las Licenciaturas en Enfermería y Psicopedagogía, se exploraron el perfil y las vivencias de los AM de la ciudad de Villa María (Córdoba, Argentina), evidenciando construcciones sociales donde estos participan activa y creativamente, dando cuenta de nuevas experiencias de vida.

Se observó que la mayoría de los AM son autónomos en las actividades diarias y sociales, que la percepción del otro como “apoyo afectivo” es importante para la continuidad de sus proyectos y que, en el momento de enfrentarse a desafíos cotidianos, recrea estrategias cognitivas que compensan las que han perdido o han dejado de utilizar. Se llegó a categorías descriptivas que visibilizan proyectos de vida creativos inaugurados a partir de procesos reflexivos y críticos sobre las elecciones y decisiones en las diferentes trayectorias de vida. Estos proyectos aportan creatividad y visiones particulares en relación a la singularidad de las vivencias, teniendo en cuenta de que los AM continúan generando y aportando nuevas formas de vivir la vejez, transformando las representaciones vigentes.

Los escenarios de cuidado y educativos que se describen en el presente trabajo tienen la particularidad de configurarse a partir del protagonismo de los AM en la sociedad, reflejando novedosas relaciones y representaciones de los profesionales que trabajan con este grupo de edad, dejando traslucir la necesidad de descubrir la diversidad de prácticas existentes en distintos escenarios, momentos y tiempos de la vida cotidiana, sostenidas en redes sociales y valores que reflejan la posibilidad que poseen las personas de generar oportunidades educativas y de cuidado según culturas, preferencias, elecciones de vida y trayectorias vitales.

ANTECEDENTES. ESTUDIOS ANTERIORES

Entendemos la vejez como producto social y emergente de múltiples factores sociales y económicos, en torno al cual se han construido una serie de representaciones sociales que confluyen en estereotipos negativos y deficitarios sobre esta etapa de la vida, posicionando a la persona mayor como un sujeto social que ha perdido capacidades y potencialidades para arreglárselas solo.

En un estudio cualitativo desarrollado en Venezuela (1996) sobre el discurso y el relato de seis ancianos, se concluyó que el campo de las representaciones sociales es ambiguo y poco estructurado; la persona mayor, al conservar energía y actividad, plantea una necesaria diferenciación entre vejez y ancianidad (3).

En otro estudio realizado en Brasil (2005), se anticipa que los avances tecnológicos en salud en los países en desarrollo han producido un aumento considerable de la población anciana. Estos cambios han configurado nuevas representaciones sobre esta etapa de vida ya que los ancianos no son observados como la antecámara de la muerte, sino que con cuerpos saludables, esbeltos y con una vida social y sexual activa van tras la búsqueda de nuevas experiencias (4).

Moñivas (1998) analiza las representaciones cognitivas y sociales implícitas en la psicología popular y en las teorías científicas sobre el devenir “viejo”. Y se interroga sobre las razones del prevalecimiento de los modelos de disminución. Culturalmente, "hacerse grande", ha sido casi siempre, a lo largo de la historia, algo deseable; mientras que "hacerse viejo", ha tenido connotaciones negativas, habiéndose utilizado dicho término como sinónimo de enfermedad, incapacidad o dependencia (5).

El modelo de disminución asocia la vejez con representaciones negativas, en los aspectos biológicos y pérdidas en los aspectos sociales ligados a la retirada laboral, a la reducción de los ingresos económicos y posibilidades de participación social. Desde las perspectivas teóricas, han prevalecido los modelos biológicos explicando la disminución de algunas capacidades y habilidades en esta etapa, y suponen construcciones de naturaleza social y cultural propias de las sociedades contemporáneas presididas por valores que enaltecen la juventud como etapa del desarrollo ideal.

El modelo de crecimiento personal, basado en el enfoque del ciclo vital, sostiene que la vejez, como cualquier otra etapa de la vida, tiene rasgos particulares de desarrollo en lo psicológico y nuevas formas de adaptación social, destacando las ventajas potenciales de la vejez: más tiempo libre, la reducción de responsabilidades, prestar atención a lo vitalmente importante.

Moñivas (5) sostiene que hay tres factores que, desde hace algún tiempo, están posibilitando un cambio de actitudes hacia la vejez: un nuevo enfoque epistemológico, las políticas de bienestar social impulsadas a partir de la Segunda Guerra Mundial, y el cambio observado en el autoconcepto de las personas mayores que, rompiendo el determinismo de la edad cronológica y de las representaciones sociales, han desarrollado nuevas potencialidades y adaptaciones al entorno.
 
LA VEJEZ REPRESENTADA

Una característica esencial de la representación social es que, al ser socialmente compartida, no solamente define al objeto y le da sentido, sino que en cierto modo lo crea, lo construye. Se puede decir que constituye el marco del cual se nutre el discurso sobre la vejez configurando el saber del sentido común sobre el que se apoyan las percepciones, actitudes, prácticas y juicios de valor sobre esta etapa de la vida.

La representación social de qué es y cómo debe ser la vejez, y de cómo deben comportarse el resto de los grupos sociales con respecto a la categoría “viejos”, es resultado de una negociación en la que también participa la ciencia, como un componente más del sistema de creencias que la sociedad tiene sobre esta etapa (6).

En el presente estudio, y a partir del análisis e interpretación de las entrevistas en profundidad a los profesionales, se anticipan las notas que caracterizan los escenarios educativos y de cuidado que emergen como resultante de las interacciones de las nuevas formas de habitar la vejez y las prácticas profesionales. En algunas oportunidades, estas construcciones se inscriben en las uniformidades sociales y en otras, sobre estrategias que permiten el descubrimiento de los AM en su condición de ciudadanos aún en pleno desarrollo y en ejercicio de sus derechos.

Estos profesionales describen las representaciones que tienen la sociedad sobre vejez, desde un modelo deficitario, que invisibiliza las potencialidades y el protagonismo del AM.

No sería equivocado decir que esta no es muy halagadora, si partimos de la percepción negativa que sobre la vejez tenemos. Procuramos regir lo viejo o, si ya no es posible, al menos disimularlo (7).

“… (La sociedad los ve) como que ellos no… no pueden, lo ven al viejo como que no, no… valoran lo que ellos a veces… puedan…, ya sea desde una opinión… desde algo… es como que… no lo tiene en cuenta…[…], porque vivimos en un mundo tan individualista que… me parece que la opinión del otro a veces… no vale,… es como que no tenemos en cuenta tantas cosas, tanta sabiduría de los AM…“ (Entrevista 2)

Esta cuidadora, al explicar los supuestos en donde se inscribe la percepción que recoge de las representaciones sociales sobre la “vejez” explica:

“… al ritmo de vida que llevamos todos los días, a esta locura que vivimos diariamente, que tiene que ver con… por muchas cosas, con la parte económica, con la parte social, como que no nos cubre una cosa, no nos cubre otra, que tenemos que salir trabajando, que dejamos todo de lado y entre (todos eso) dejamos de lado también al adulto,… no tiene cabeza de participación…” (Entrevista 2)

La forma de habitar los escenarios de la nueva modernidad, caracterizados por la urgencia de los momentos, la fragilidad de las relaciones y la liquidez de los compromisos, ofrece un encuadre cotidiano que deja, a los integrantes de las familias, poco tiempo y espacio para las personas mayores.

“… Pero en cuanto a la sociedad yo creo que seguimos con la concepción que el AM es viejo, no sirve para nada, hay que internarlo en un geriátrico porque molesta en su casa, se sigue con el preconcepto ese que te digo, que yo acarreo y que el viejo… molesta, el viejo se mete, el viejo tiene otros tiempos… No son los tiempos nuestros, de esta cosa tan activa… de la locura, del caos y entonces… bueno vos le preguntas algo y yo lo noto en la relación de mi abuelo y mi mamá…” (Entrevista 4)

Presentándose la vida cotidiana como desorganizada, apurada, agitada y con tan pocos momentos para el encuentro, se configuran escenarios de exclusión de los abuelos de la vida familiar. Como nadie tiene tiempo y al tiempo lo regulan las leyes del mercado, se gestionan nuevas organizaciones de cuidado, en donde se paga a quienes se ocupan de ellos. Estas representaciones que reflejan una sociedad consumista, posmoderna, que enaltece lo nuevo, lo joven, orientadas por una cultura de la imagen y presididas por valores de juventud, no espera al “viejo”, no brinda oportunidades para que se desa­rrolle, no descubre sus potencialidades ni aprovecha su experiencia; lo considera con fecha de vencimiento, que ya no da utilidad.

“… me parece, que es como lo descartable de la sociedad, a pesar de que se ha cambiado, no sirve, no es útil, que sólo demanda, que no tienen nada para dar...” (Entrevista 5)

Otras percepciones de los profesionales entrevistados sobre las representaciones que entreteje la sociedad en torno a la vejez, se inscriben en un modelo de disminución, simbolizada como pobreza en lo económico, inactividad en lo laboral, marginalidad en la vida sociocultural y enfermedad en la salud (8), configurando escenarios sociales, en donde la persona mayor no tiene cabida para participar.

“… pero la sociedad, en el imaginario, a la vejez la relaciona con menosprecio, con discriminación y a los AM les hace ruido que uno les diga viejo e inclusive a algunos tampoco les gusta que les digan AM, por eso por allí decimos personas mayores…” (Entrevista 3)

Este profesional de la educación nos revela construcciones naturalizadas en el imaginario social y que se visibilizan en los mecanismos de comunicación, a partir de formas de designar a las personas, especies de “rótulos” que asocian esta etapa vital humana con lo deficitario, lo inútil y deficiente.

Berger y Luckman (9) sostienen que el conocimiento de la rea­lidad resulta de una construcción social en el ámbito subjetivo. Ellos, al intentar describir la relación entre la representación y el objeto que la origina, anticipan que el conocimiento se produce a partir de la interacción cotidiana con los objetos sociales en continua interacción con los otros sociales (sujetos, grupos, instituciones) y que es a través del lenguaje y de la comunicación que se transmite, se crea y se le da sentido en esa realidad. Repensar los “rótulos” asociados a la vejez, podría ser una estrategia que rompa con lógicas sociales discriminatorias y deficitarias, resignificando esta etapa vital como una más en la vida de la persona, con sentidos y significados propios ligados a la plenitud y autotrascendencia humana.

PARTICULARIDADES DE LAS PRÁCTICAS PROFESIONALES

Los profesionales entrevistados, en su mayoría, plantean que si bien circunstancialmente comenzaron a trabajar con AM, perduran en ese trabajo por razones afectivas y sociales, calificando la tarea como gratificante, de aprendizaje y sintiéndose parte de un nuevo proceso social, a partir de un protagonismo que visibiliza nuevas potencialidades, modificando las representaciones sobre la vejez como etapa de vida pasiva y limitante.

“… Yo… en realidad… como profesional no quería, mi ideal no era dar clases, entonces lo primero que surgió cuando terminé de estudiar fue, por necesidad tener que empezar con AM y bueno… tenía este preconcepto de que los AM que iban a estar todos perdidos, que no me iba a poder conectar, que me iba a llevar mal y la verdad que… fue una sorpresa para mí…” (Entrevista 4)

“… yo hice las prácticas acá cuando estaba haciendo la carrera, después me quedé […] (El trabajo con ellos) Lo disfruto mucho, incluso les tengo mucho afecto, me da gusto hacerlo, me da recompensa, una llamada, un gesto, una conversación: desde que vengo al taller soy otra persona! ¡Qué suerte! Lo bien que me siento… a mí, esas cosas me parecen un premio, si el grupo logró esto: el integrarse con otros, la experiencia sirvió para algo…” (Entrevista 5)

“… Entonces empecé con cuatro AM nada más, y comenzamos como un juego, para que ellos se divirtieran, para que hicieran una gimnasia más…, y me dediqué a los AM porque siempre pensé qué área se cubría menos…” (Entrevista 6)

Algunas de estas experiencias comenzaron accidentalmente, a partir de la negativa de dar clases y la incertidumbre de trabajar con los adultos mayores, a través de un encuentro inesperado en el trayecto formativo de la práctica profesional y otras, iniciándose de a poco y a partir de relaciones lúdicas. Todos los entrevistados valoran la experiencia como gratificante, de aprendizaje, innovadora, de descubrimiento. La describen como un campo profesional en donde hay mucho para construir, una especie de territorio virgen y poco explorado.

“… Mi experiencia es hermosa… Ellos saben contar detalles de su vida… y toda su experiencia; a mí eso me enriquece…” (Entrevista 2)

“… un lugar sumamente activo, con posibilidades de aprender, de integrarse, de vincularse y la experiencia es absolutamente rica, innovadora y es una situación de aprendizaje mutuo…” (Entrevista 3)

“… hay gente que… me da una ternura, no sé qué; otras me movilizan, tienen que ver con todo…” (Entrevista 5)

Otra característica común que sostienen estas representaciones es que el trabajar con AM propone un desafío político, significando los momentos como una oportunidad histórica de hacer algo por ellos, al estilo de una cruzada, dando oportunidades, ahí donde la sociedad los deja de lado, en situaciones de vulnerabilidad y abandono social.

La exploración de los significados sobre vejez, permitió comprender cómo se construyeron estas ideas o representaciones, se identificaron circunstancias de vidas comunes. Por un lado se registraron, en su trayectoria personal y profesional, experiencias particulares y significativas con AM, ligadas a miedos, recuerdos, frustraciones y gratificaciones.

“… la verdad creo que hay un tipo de afinidad con mi historia de vida. Empecé por casualidad, si tuvieras que encontrar un motivo, me moviliza, me gusta, me sensibiliza…” (Entrevista 5)

“… La imagen que yo tengo de mi abuelo es la persona más dulce, 95 años sonriendo, teniendo un diálogo con sus nietos […] siempre haciendo un trabajito, no podía caminar, entonces mi mamá o mi tía le daban tareas siempre,… muy lector, sin anteojos, recordando su Italia...” (Entrevista 3)

“… Yo creo que mi abuelo puntualmente tiene un espíritu muy joven, siempre lo tuvo, entonces yo creo que es por ahí lo que me pasa a mí,… el cuerpo por ahí no me da, pero yo me siento de 20 años. Yo creo que él también se siente de 30, de 40 años, entonces trata de seguir el ritmo de la vida…” (Entrevista 4)

Descubrimos que las actitudes, conceptos y campo de las representaciones suponen una proyección de ellos como AM; la búsqueda de una vejez placentera, alternada con un protagonismo activo en la vida social, daría sentido a las tareas que actualmente desarrollan con los AM.

“… yo estoy tratando de ser una adulta mayor lo más comprensiva posible… de adaptarme a todos estos cambios que se van suscitando continuamente… Yo siempre hablo con los chicos: les estoy armando el circo, creo que no queremos ser una carga para el hijo…” (Entrevista 2)

“… Lo primero que se me viene es estar incluida a nivel familiar y grupal…, porque a título personal, para mí un tema, y que de alguna manera reniego…, es la soledad…” (Entrevista 3)

“… Y yo me vería así también, como AM… espero llegar así como mis chicas, o sea… activa en todo sentido y… liberada de esta presión que es el trabajo… pero trabajando de otro modo… o sea seguir …” (Entrevista 4)

“… Es una etapa de vida como otra, a veces la tengo…, como idolatrándola; cuando llegue a vieja, me produce temor por la pérdida, no solo de los seres queridos, de todo, de las funciones, de la independencia…” (Entrevista 5)

“… yo siempre pienso que el día de mañana puedo estar en el lugar de ellos,... El ser humano se niega a creer que envejece, es una de los grandes… problemas que tiene…” (Entrevista 6)

También se observó que estas dos líneas significativas, articuladas en la configuración de lo que ellos sostienen, en algunas oportunidades, se vieron interrumpidas o alteradas por alguna experiencia o encuentro de golpe con la vejez.

“… el viejito falleció de tristeza,…, no hace mucho tuve otro caso más,... son cosas esas que pasan acá y… que uno por ahí… le tiene que poner el pecho y… si no se lo ponemos nosotros ¿quién se lo pone?...” (Entrevista 1)

“… sí, me ha tocado personalmente una tía,… que me tuve que hacer cargo,… y ella me lo decía continuamente que estaba cansada de ser una carga para nosotros, por más que yo le dijera que no…, que yo lo hacía… por gusto…” (Entrevista 2)

“… cuando me jubilé, muy joven,.... Y para mí fue un movimiento interno, que si bien yo sabía que me tenía que jubilar,… yo decía: en la vejez ¿qué hago? Y ahí apareció el concepto de la vejez…” (Entrevista 3)

“… Yo me acuerdo que, cuando comencé a trabajar en una escuela oficial, había un señor que se jubiló y era un hombre solo y al poquito tiempo se murió […] fue muy significativo...” (Entrevista 3)

NOTAS QUE CARACTERIZAN LAS PRÁCTICAS PROFESIONALES

Las experiencias profesionales registradas posibilitaron encontrarnos con las cualidades que ingresaron, a partir del trabajo con AM, a las prácticas profesionales de cuidado y educativas. Algunos de los entrevistados se sintieron en “terreno pantanoso” (10), anticiparon la necesidad de una formación específica al interrogarse sobre sus saberes y competencias para trabajar con este grupo de edad.

“… Y a veces yo lo analizo mucho y le digo: hay que ver cómo venimos formados…” (Entrevista 2)

Un primer grupo de representaciones se relaciona con el “compromiso” y la capacidad de “ponerse en el lugar del otro”, que se comprenden desde la cualidad política y reflexiva de cualquier práctica profesional.

“… la gente que trabaja acá está muy comprometida con el hogar, no es… como es un negocio; o sea, que cierras; acá, sigue siempre… el respeto, le damos a todos,… y ojalá que la gente que nos suceda siga con esto, estoy hablando de todo, de la parte política, porque esto es así…” (Entrevista 1)

“… yo pienso que es muy difícil llegar al AM, pero siempre trato de ponerme en el lugar de ellos… en cómo están anímicamente, trato de revertir la situación, y la manera es poniéndote en el lugar de ellos…” (Entrevista 6)

Para Hanna Arendt (11) la relación entre espacio público y acción política es de doble condicionalidad: los seres humanos crean espacios públicos mediante la acción política concertada en el lenguaje; y esos espacios se constituyen en condición de posibilidad de la acción política y de concertación en el discurso.

Desde el significado político explícito o implícito a toda práctica profesional, algunos profesionales, al reflexionar sobre la tarea que desarrollan en sus lugares de trabajo, se proyectan en un sentido transformador, modificando tanto las representaciones como las prácticas que sostienen las políticas asistencialistas neoliberales vigentes.

“… de alguna manera me debería abrir la cabeza para generar cosas nuevas; me gustaría, en este momento, generar otras cosas de mayor alcance, cambios a nivel de lo político, lo del bolsón me lo replanteo, ¿qué más hacen?: ¡¡¡bingo!!! Hay que hacer otras cosas…” (Entrevista 5)

“… Ese granito que nosotros aportamos es muy pequeño; más que nada los chicos de la escuela…, muchos se van tristes porque ven muchas cosas…, pero se van con otra visión de cambio,… y bueno… ese granito que nosotros aportamos de un poquito, es ínfimo pero algo se puede hacer…” (Entrevista 1)

Otro grupo de representaciones recupera cualidades perdidas en tiempos actuales, desafiando nuevas lógicas, anticipan nuevas estrategias como forma de resistencia a lo que se espera socialmente; además, reconocen que esto es posible por las particularidades de las personas mayores. Algunas de esas prácticas, reconocen la necesidad de contar con “tiempo” para el encuentro con el otro, para conectar, para escuchar, para conversar, para el intercambio de historias, saberes y experiencias.

“… todo el tema está en conectarse con el otro… me parece que es la realidad, es con esta cosa tan rápida, tan loca que tenemos de todo el día… yo no tendría tiempo de conectarme con… con gente que no esté ligada a mi edad y en conocimiento y en rutina…” (Entrevista 4)

“… a mí me pone bien, me pone feliz cuando ellos sienten: yo aquí me desahogo,… yo puedo contar, puedo abrirme,… muchas veces me han dicho: no sé a quién contárselo. Y entonces, puedes imaginar que para mí es hermoso que me digan ellos eso… hay algunos que a lo mejor les cuesta más… expresarse, pero cuando vos sin querer, a través de la conversación, cuentas tus experiencias… porque se da en la conversación así,… entonces ellos se abren…” (Entrevista 2)

“… Claro, claro… yo por ahí en mi taller tengo esa posibilidad… dos horas de tiempo y yo agarré el hábito de sentarme y escucharlas…” (Entrevista 4)

En otros momentos aparece la novedad, y la cualidad que ingresa es la posibilidad de irse de lo establecido para explorar nuevas construcciones y potencialidades.

“… Como que yo ahora estoy curada de espanto, ya los trato como mis alumnos jóvenes, porque yo entré en esa postura, por ahí si alguien tiene algo te lo dice, en general que son muy abiertos… te lo cuentan todo…, no tienen limitaciones; yo les digo que hagan lo que quieran, con lo que quieran, no los limito, porque va a ser más rico,… ellos mismos vuelan…” (Entrevista 4)

Para que se descubran en sus verdaderas potencialidades recurren, algunos, a la tan conocida estrategia pedagógica: la de partir de sus propios intereses, interrogándolos sobre lo que les gusta o lo que realmente desean hacer.

“… tampoco le tengo que preguntar a todos los AM, pero sería una buena pregunta qué es lo que quisieran hacer de su vejez, de sus días sin ir más lejos…” (Entrevista 2)

En el momento de explorar nuevas estrategias para el trabajo con AM, descubrimos la necesidad de reconocer un nuevo sujeto de la educación, que presenta características singulares y que supone una relación de afecto, de mutua comprensión y reconocimiento.

“… Entonces tuve que reconstruir o construir nuevamente un sujeto interno, poder mirarlo desde otro lugar, es decir, cuáles eran las posibilidades de aprendizaje que tenían ellos, pero teniendo en cuenta todo su recorrido de vida, experiencias e historias de vida, entonces desde ese lugar tuve que enfocarlo. A título personal y profesional, la reconstrucción fue un nuevo concepto de sujeto de aprendizaje…” (Entrevista 3)

“… Y es como que las dos partes estamos esperando que llegue ese momento para estar, o sea… lo trabajamos más del lado de lo afectivo, eso, eso es lo que yo veo…” (Entrevista 4)

Finalmente nos encontramos, en varias ocasiones, con interesantes rupturas discursivas, que visibilizan cualidades sobre las prácticas profesionales, configurando escenarios educativos o de cuidado que restan protagonismo al AM en el ejercicio de sus derechos y tienden a uniformar e integrar a los sujetos en prácticas que los limitan.

“… A veces el fin de nuestra actividad es el que se integren,… siempre trato de ver cómo está el grupo, cómo se siente,… vemos cómo se integran, compartimos opiniones…” (Entrevista 5)

Las construcciones que anteceden inducen a repensar los espacios donde transcurren las prácticas de educación y cuidado, las cuales enfrentan cotidianamente, proyectos de vida diversos y complejos, anticipando la necesaria profesionalización y especialización de quienes serán futuros cuidadores y educadores de AM.

“Los entornos de cuidado y educativos cargados de respeto a la singularidad y expectativas de los AM, constituyen el germen de una longevidad satisfactoria y posibilitan la auto-realización y auto-trascendencia. Permiten que se resignifique lo humano del hombre, lo trascendente de su vida y lo único de su expresión como persona” (12).

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

Las oportunidades no pueden ser pensadas solo en el ámbito profesional; el rescatar la visión y experiencias que suponen los profesionales entrevistados sobre sus prácticas con AM, nos permitió comprender que estas tienen sus raíces en lo comunitario, en las redes y tejidos propios de las relaciones sociales, familiares, con conexión en lo territorial, en lo espacial, configuradas por épocas, culturas, preferencias, elecciones de vida, decisiones…

En un primer momento, esta construcción de conocimiento estuvo impregnada de nuestras propias experiencias, vivencias y formación; en el intento por resignificar las voces de los profesionales, pudimos percibir que esto no era todo… Nos enfrentamos a una realidad que nos mostró que, a pesar de las lógicas hegemónicas, asistenciales vigentes en la sociedad, hay personas, independientemente de su etapa vital, que siguen generando oportunidades de otra forma, nos reveló que es posible pensar las prácticas con otros grupos, en otros contextos, en otros momentos de la trayectoria vital humana.

Nos hizo ver la necesidad de trabajar las prácticas en lo cotidiano, descubrir cómo transitan las personas sus trayectorias, cuáles son los procesos reflexivos que hacen para tener oportunidades y disfrutarlas.

La vida de las personas tiene múltiples conexiones y relaciones, situación que nos lleva a pensar que las redes tienen la potencialidad de constituirse como estratégicas, en el sentido de dotar a los sujetos de los recursos simbólicos y materiales para acceder a oportunidades.

Como recomendación final sugerimos indagar el entretejido social en un barrio, en su cotidianidad, cómo construyen las personas las oportunidades, los roles que, socialmente no legitimados, van teniendo impacto en la generación de las mismas, el papel de los valores como posibilitadores u obstaculizadores, lo cultural como espacio de participación genuina en la relación con otros, en la espontaneidad de los vínculos y el disfrute de lo creativo y heurístico propio del ser humano.

Bibliografía

  1. Aimar A, de Dominici C, Stessens ML, Torre M, Videla N. Desmitificando la vejez… hacia una libertad situada: una mirada crítica sobre la realidad cotidiana del adulto mayor. Vol. 2. Villa María: Eduvim; 2011. p. 22.
  2. Yuni J, Urbano C. Mirarme otra vez. Madurescencia femenina. Córdoba: Editorial Mi Facu; 2001. p. 23.
  3. Fernández L, Reyes, L. La vejez y su representación social: estudio de casos. Venezuela: Universidad Nacional  Experimental Francisco de Miranda; 2000.
  4. Pinheiro D, Peixoto C, Alves M, Teixeira M. Investigaciones sobre la vejez con la teoría de las representaciones sociales en cursos de post-grado en Brasil. Enfermería Integral 2007; 50.
  5. Moñivas A. Representaciones de la vejez (modelos de disminución y crecimiento). Revista Anales de Psicología 1999; 14(1):17.
  6. Fernández L, Reyes L. Op. cit.
  7. Rodríguez, A. Dimensiones psicosociales de la vejez. En: Buendía José, Envejecimiento y Psicología de la  Salud. Madrid: Siglo XXI Editores; 1994. p. 54.
  8. Moñivas A. Op. cit. p.14.
  9. Berger P, Luckmann T. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores; 2005.
  10. Schön, D. La Formación de Prácticos Reflexivos: Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el aprendizaje en las profesiones. Buenos Aires: Paidós; 1992. p. 17.
  11. Arendt H. La condición humana. Buenos Aires: Paidós; 2009.
  12. Aimar A, de Dominici C, Stessens M, Torre M, Videla N. Op. cit. p. 24.