En el presente artículo se pretende trasladar información y reflexiones en torno al consumo de las drogas, ya que es un tema presente en la sociedad que adquiere nuevas formas hacia las que hay que prestar atención para buscar e implementar respuestas.  
La preocupación por encontrar claves que expliquen el fenómeno de las drogas en el siglo XXI y en nuestro entorno va más allá de saber datos del consumo de cada una de ellas, de conocer los efectos que provocan y de los tratamientos existentes para contrarrestar dichos efectos y, en su caso, lograr un abandono de las mismas.
Desde la profesión enfermera, y contando con el enfoque multidisciplinar imprescindible para un abordaje serio de esta problemática, echamos de menos un debate amplio que desde variados sectores como el educativo, sanitario, social y del mundo de la justicia, pudiera abrir paso a implementar medidas o modos de abordar a esta situación poliédrica, novedosa, diferente y/o complementaria a los vigentes.
La ciudadanía en su conjunto padece en diferente medida las consecuencias de las conductas adictivas que existen en diferentes escenarios de pueblos, barrios, ciudades, entornos escolares, zonas de ocio, etc.
La prevención que se apoye principalmente en la Educación para la Salud y en la investigación en torno a factores sociales (incluso genéticos), han de contribuir a que disminuya el consumo de sustancias adictivas y a la vez proporcionar seguridad, autonomía, aumento de la autoestima y capacidad de decisión, fundamentalmente para decir no.
Complementariamente podría ayudar al conjunto de la sociedad que se establecieran mecanismos valientes y lo más trasparentes posibles para valorar los pros y los contras de una posible legalización de las llamadas drogas ilegales y en su caso incorporar fases escalonadas, protocolos de actuación, control de lugares de venta y procedimientos para la misma.
Habría que apostar por el debate, seguido de algún avance y de instrumentos de evaluación para medir resultados.