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Revista Matronas

Revista Matronas

MARZO 2013 N° 1 Volumen 1

La huella de las matronas en el callejero español

Sección: Originales

Cómo citar este artículo

Plata Quintanilla RM, Rodríguez Rozalén MA. La huella de las matronas en el callejero español. Matronas hoy 2013; 1(1):6

Autores

1Rosa Mª Plata Quintanilla, 2Mª Ángeles Rodríguez Rozalén

1Matrona. Vicepresidenta de la Asociación Española de Matronas
2Matrona. Presidenta de la Asociaci&o

Contacto:

Email: rplataq@gmail.com

Titulo:

La huella de las matronas en el callejero español

Resumen

El nomenclátor de las calles refleja de alguna forma la evolución propia de los lugares a los que pertenece. Indudablemente, estos nombres están considerados como una importante parte de la memoria e historia cultural de un pueblo.

Como bien es sabido, las denominaciones de las calles tienen su origen en infinidad de circunstancias que abarcan desde hechos históricos memorables, demarcaciones espaciales, agrupamientos gremiales, hasta personajes famosos, cargos relevantes, profesionales, evocaciones religiosas, etc., aunque también se podría asegurar que ninguna de las referencias es ajena a los movimientos socio-culturales y, sobre todo, políticos imperantes.
 
Nos cupo pensar que las mujeres que se han entregado a la tarea de asistir a las parturientas han sido personas omnipresentes en el devenir histórico de la atención femenina y, por tanto, personas destacadas por su contribución social. Por esto, y a pesar del inconveniente de que se tratara de mujeres en una sociedad androcéntrica que las hacía más invisibles, han querido buscar si existían huellas de la profesión de matrona en el callejero de España.

Palabras clave:

calle ; calles con nombre de matronas ; comadre ; comadrona ; comare ; emagin ; historia cultural ; matrona ; memoria ; partera

Title:

Midwives footprint on Spanish street guide

Abstract:

In a way, street names reflect the evolution of places they belong to. Undoubtedly, such names are a significant integral part of the memories and cultural history of a nation.

It is well known that street names are based on very different origins, including memorable historical facts, site demarcations, guilds, famous celebrities, significant positions, authoritative professionals, religious evocations, and others, although it can also be stated that none of such reminiscences is unrelated to social and cultural movements and, particularly, to prevailing politicians.
 
The authors thought that women helping other women in labor have been omnipresent throughout the history of women care, making them distinguished and renowned people due to their social contribution. Thus, in spite of a male-centered society making them more invisible, the authors have looked for midwives’ footprints on the Spanish street guide.

Keywords:

cultural history; memories; midwife; midwives street name; street guide

Introducción
En el presente estudio se ha realizado una revisión del callejero español localizando los términos comadre, partera, comadrona, matrona (1), madrina (2), comare (3), emagin (4), llevadora (5), comadroa (6), y se ha intentado abarcar todo el inventario de idiomas nacionales y su evolución lingüística, acorde con la profesionalización del término en castellano.

Asimismo, se ha llevado a cabo una búsqueda de noticias en la red referentes a homenajes a matronas, parteras, etc., con confirmación posterior a través de ayuntamientos y archivos municipales de la concesión oficial de la nominación del espacio público en cuestión. Por la limitación de espacio, se omite la reseña de todas y cada una de dichas calles, que próximamente aparecerán en la edición de un libro que se está elaborando dado el interés que ha suscitado entre profesionales conocedores de este trabajo, entidades culturales y municipales que han participado en él, matronas homenajeadas y familiares de estas. Las referencias obtenidas proceden en algunos casos de entrevistas directas con las interesadas o familiares, bibliografías editadas, noticias de hemeroteca o referencias de los ayuntamientos y archivos municipales, colegios profesionales de enfermería, asociaciones de vecinos, entre otras.

Las fotografías que ilustran el artículo han sido tomadas en gran parte por las autoras, otras se han obtenido por mediación de amigos, familiares, incluso desconocidos a través de redes sociales y, también, en buen número, por empleados municipales que han respondido a la petición con una disposición que sobrepasa su obligación como funcionarios.

Precisamos que el uso del término feminizado matronas a lo largo de este artículo en absoluto excluye a los profesionales varones en esta profesión, simplemente creemos que por número, tiempo en el desempeño de la profesión (7) y conocimiento social, es más lógico este uso, habida cuenta de que además, hasta el 2011, la RAE no ha efectuado la inclusión del término matrón en el Diccionario de la Real Academia Española (8).

Antecedentes históricos
Desde el punto de vista que se establece en este artículo, no se considera errar el decir que la historia de las mujeres en general, y la de las matronas españolas en particular, está sumida en un silencio que induce a desconocimiento y, por ende, a infravaloración. Aunque socialmente necesarias y de forma continuada presentes desde los albores de la humanidad hasta la actualidad, la condición de mujer de las matronas en una sociedad y entorno profesional androcéntricos, ha provocado que su imagen haya quedado velada en muchos aspectos dentro del contexto social e, incluso, en el profesional.

Sin entrar en las teorías existentes sobre los orígenes del hombre moderno, nadie cuestiona que ya son millones de años de asentamiento de los humanos en el planeta Tierra y, obviamente, para poblarlo se han sucedido los nacimientos y acaso desde tiempo inmemorial, haya existido de alguna forma esa ayuda de mujer a mujer en el momento del parto y nacimiento; asistencia atribuible hoy a la figura profesional de las matronas/es. Sería pretensión vacua y absurda afirmar este extremo cuando otras cuestiones de mayor calado en relación con la presencia humana en la Tierra siguen siendo auténticas incógnitas, pero circunscribiendo el espacio “tiempo” a la era cristiana, estándar global de uso social, comercial y científico predominante en Europa, se puede revisar un periodo más preciso y cercano, aunque ya supere los dos mil años, y del que se poseen referencias escritas que lo ilustran. De ahí que, sin miedo a caer en el error, las autoras del presente artículo afirmen que la existencia de parteras está documentada, incluso antes de este periodo, a través del testimonio histórico escrito más antiguo que es el contenido de la Biblia, datado aproximadamente unos mil años antes de Cristo, y que sirve, sin relevar aquí el contenido doctrinal y religioso de la misma, para analizar el hecho histórico al que se alude.

Las parteras se mencionan en la Biblia cuando asisten a Raquel en el nacimiento de Benjamín (9) y cuando ayudan a Tamar en el nacimiento de sus mellizos (10). En el libro del Éxodo (11) también se nombra a dos que desobedecieron la orden del faraón de matar a los niños hebreos varones que nacieran. Cabe citar en la línea de los testimonios escritos más arcaicos (siglo II d. C.) los de los evangelios apócrifos en los que igualmente se menciona a la partera de forma genérica en el nacimiento de la Virgen (12), o cuando comprueba la virginidad de María (13) y con nombres propios, indicando la presencia de las asistentes Salomé y Zelomi en el parto de la Virgen (14).

De la asistencia humanitaria al oficio y de ahí a la profesionalización de los cuidados en el parto, las mujeres han estado al lado de las mujeres en el momento del nacimiento; de ahí surge nuestra pregunta: ¿qué queda de dicha asistencia y en qué forma en el imaginario colectivo?

Lo que queda obviamente son unos resultados que la historia juzga, pero únicamente unos pocos nombres propios de matrona llegan a aparecer en las páginas de la historia de España; y lo cierto es que sus manos han sido las que invariablemente conducían y recibían tanto a reyes como a plebeyos. Cabe citar algo, que por repetido no deja de ser cierto, y es que hasta el siglo XVIII, ningún hombre (médico) asistió a ninguna de las reinas de España, hasta que María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V, adopta la moda francesa de ser asistida por un comadrón y hace venir de Francia a Julien Clement, que lo hizo en compañía de la también comadrona madame de La Salle (15); posteriormente, en el parto de Isabel de Farnesio, intervendría otra francesa, Madame Copené (16). Sin embargo, pocos nombres de matronas se han encontrado en los legajos de los archivos históricos nacionales o en los relatos de los cronistas oficiales de la corte, y lo más chocante es que estando aceptadas para asistir el parto, no lo estuvieron para dejar constancia del acto rubricándolo con su firma, potestad otorgada al primer médico de cámara de la familia real que, sin duda, aparte de otras consideraciones, por ser hombre pudo llegar a ser médico y por ser médico pudo, paradójicamente, supervisar una actividad para la que no estaba capacitado. Por otra parte, tampoco ha habido en épocas pretéritas matronas españolas destacadas por sus aportes a la literatura científica, como lo fueron en su tiempo Bourgeois, Lamarche, Boivin, Siegemund, etc.

La forma es un abanico de maneras de expresión particular y colectiva de los sentimientos, entre los cuales, enmarcado en la cultura del recuerdo, podemos citar el homenaje que se tributa a las personas dedicándoles una calle.
 
Objetivo
El propósito de este trabajo ha sido únicamente el de dar a conocer otro aspecto derivado de la asistencia de las matronas: el reconocimiento por su actividad hacia personas en concreto o del colectivo en general. Se matiza este punto al observar, a raíz de emprender este estudio, la movilización suscitada por las recientes políticas de igualdad empleadas, además, en conseguir la paridad también en el callejero; en ningún momento el ánimo que ha conducido la presente investigación ha estado guiado por el de la reivindicación feminista por la igualdad.

Sin duda la igualdad es un derecho que siempre debería haber estado asentado en una sociedad conformada por hombres y mujeres, pero puesto que no ha sido así, todos cuantos de forma particular y/o colectivamente trabajen para lograrlo, merecen desde aquí el aplauso de todos. Aun así, se insiste en que lo único que mueve a las autoras a llevar a cabo este trabajo es el profundo sentimiento que tienen por la profesión que desempeñan, ambas son y ejercen como matronas, y quieren hacer visible la contribución de este colectivo al bienestar social y específicamente a la salud materno-infantil, recompensada algunos casos, con el homenaje del recuerdo popular en sus calles.

Desarrollo
Es cierto que entre estas calles que se han encontrado dedicadas a las matronas hay pocas que daten de muy antiguo. La mayoría de rotulaciones son bastante recientes, muchas de ellas se hallan ubicadas en pequeños pueblos y localidades, y no suelen ser vías principales, pero todas tienen el denominador común del profundo afecto, respeto y agradecimiento de la gente que ha valorado como algo inestimable la entrega y la generosidad de estas mujeres que ayudaron a la vida. Prácticamente en la mayor parte de las ocasiones ha sido la ciudadanía la que ha solicitado a las autoridades municipales la concesión de tales distinciones.

Las parteras, o comadronas, no han sido las autoras de los grandes descubrimientos, famosas artistas, literatas, personajes de renombre social, etc. Han sido en su mayoría trabajadoras humildes, esforzadas, sin horarios y en muchos casos con escasa o nula retribución dineraria; pero a cambio han tenido el privilegio de desempeñar un trabajo sin igual, entrañable y necesario, en los momentos más importantes de la vida de las mujeres y sus familias. En buen número de ocasiones, su aportación se ha traducido en una huella más indeleble todavía que el propio reconocimiento social materializado en una dedicatoria urbana, que es la de la gratitud sincera y perdurable en los corazones de estas mujeres-familias atendidas.

Es sabido que el callejero español ha sufrido numerosas transformaciones en su nomenclátor desde que se instaurara el uso necesario de rotular las calles a medida que los núcleos poblacionales crecían, y en demasiadas ocasiones dichos cambios, invariablemente producto de la moda y/o el momento político-social principalmente, han hecho perder de vista parte de la identidad histórica arrancando, en parte, las raíces del conocimiento.

Es probable que originariamente existieran muchas más vías públicas dedicadas a matronas (y parteras), pero tras los cambios que se producen a lo largo de los siglos, han ido desapareciendo para ser sustituidas por nombres de personajes o circunstancias históricas de relumbrón, aunque en muchos casos cuestionables y de un brillo, si es que lo tuvieron, efímero. Un estudio realizado en el 2007 en treinta ciudades de once Comunidades Autónomas concluye en que solamente un 5% de las calles españolas evoca el nombre de una mujer (17). La idiosincrasia religiosa del pueblo español se refleja en el nomenclátor, ya que son las advocaciones de la Virgen y los nombres de las santas los más numerosos y, seguidamente, los de las grandes heroínas y miembros de la realeza o de la aristocracia, pensadoras, escritoras y artistas, y alguna que otra dedicada, más recientemente, a las protagonistas del mundo de la farándula.

En la búsqueda que se ha llevado a cabo, se ha encontrado además del honor plasmado en los nombres de las calles, otros espacios (parques, jardines), edificios públicos (escuelas, centros de salud, centros sociales) y elementos urbanos, que se incluyen en el presente trabajo porque forman parte del paisaje callejero sobre el que se trata. También y aunque no es tema de este estudio, se han conocido un buen número de matronas homenajeadas con distinciones prestigiosas: Medalla Castelao, Medalla de oro al Mérito al Trabajo, Hija Predilecta, Hija Adoptiva, Medalla a la vocación y compromiso, Petelo de Ouro, Premio Mujer Rural, Cruz de Sanidad, Premio Xera, Argenta de Franquis, etc. Además de estos reconocimientos también se han encontrado referencias de buen número de colegas que, independientemente de la sencillez del acto, igualmente han recibido el homenaje público de sus conciudadanos.

Contexto sociosanitario de las matronas
Nos parece ineludible delimitar el contexto socio-sanitario en el que estas mujeres desempeñaban su labor sanitaria en el pasado más inmediato, lo que sin duda explicará las dificultades con las que se encontraban parturientas y familias, parteras y comadronas, y por ello precisamente, la labor de estas últimas, profesionales o solo con el oficio aprendido de forma empírica, ha de ser más valorada.

Las primeras reformas sociales directamente interesadas en la mejora y bienestar de la clase obrera se producen a partir de 1900, momento en que se instaura el primer seguro obrero (18). Años más tarde, a partir de 1923, se estableció de forma provisional un subsidio de maternidad para las mujeres obreras que consistía en proporcionar asistencia gratuita de un médico o de una comadrona y en el pago de una indemnización diaria suficiente “para su manutención y la del niño en buenas condiciones de higiene”. Esta norma transitoria dio lugar al Seguro Obligatorio de Maternidad de 1929, que representó una mejora importante, pues se introdujo la retribución de la baja por maternidad; antes, como se ha dicho, era una cantidad mínima para mantenerse, lo que obligaba a muchas mujeres a reintegrarse al trabajo nada más dar a luz (19).

No hay que olvidar que estos derechos de asistencia profesional solamente eran para las mujeres trabajadoras asalariadas, con lo cual significaba que la gran mayoría carecía de esta posibilidad.

El sistema de asistencia sanitaria como hoy se conoce no existió hasta 1942, lo que se materializó en el seguro de enfermedad que tenía un mayor alcance, aunque no universal, como del que se disfruta actualmente.

En relación con las instituciones sanitarias, se sabe que no es hasta la época de los sesenta, en que se produce la fuerte evolución de la atención sanitaria, en la que se incluye la creación de numerosos centros para dar asistencia a la población. Hasta esos años existían apenas casas de socorro, pequeñas clínicas privadas, hospitales provinciales no siempre a mano, por distancia y economía, de los enfermos y, en este caso, de las parturientas.

Formación, actividad y retribuciones de las matronas
Por la naturaleza de su profesión, las matronas estaban obligadas a estar permanentemente localizables. Al igual que para la mayoría de la población, sus pies eran el medio de locomoción y su sustento provenía de los escasos ingresos de su trabajo. Como dato curioso, según una tarifa de honorarios del Colegio de Enfermería de Alicante de 1930 a la que se ha podido acceder, la matrona podía cobrar por un parto normal (incluidas las visitas durante ocho días de puerperio) 25 ptas., 50 si se producía en horario fuera de la jornada médica (20 h-8 h) o fuera de la población, etc. (20).

En cuanto a la formación de las matronas, de todos es sabido que el oficio fue transmitido entre mujeres con el ejercicio de la práctica. En las investigaciones que se han llevado a cabo se han encontrado legajos en los archivos generales del Palacio Real que apostillan esta información, siendo de natural consideración incluso por su majestad la reina esta transmisión de saberes (21).

Por otra parte no hay que olvidar que el número de matronas, a partir de que se regula la formación, siempre fue insuficiente para una población creciente. Ortiz Gómez cita en su artículo “Las matronas y la transmisión de saberes científicos sobre el parto en la España del siglo XIX” (22) que “no hay noticias del número de títulos expedidos a matronas hasta 1853. Desde entonces y hasta 1860, se concedieron 170 títulos”, cuando la población española superaba ya los 15.500.00 de habitantes. La escasez de mujeres para ejercer este trabajo, que aumenta por la supresión de la formación en el periodo 1987-1994, tras el cual se reinició, es palpable a la vista de los datos que se muestran en la Tabla 1.

España es un país con desigual distribución poblacional. Hasta no hace muchos años, antes de la mejora de las comunicaciones, había muchas zonas rurales especialmente alejadas de las poblaciones importantes y, por tanto, sujetas a un substancial aislamiento de todos los servicios necesarios.

Con este estado de cosas es fácil entender la situación de las mujeres embarazadas y parturientas y el esfuerzo de las matronas, o en su ausencia, de las asistentes que actuaban como tal.

El pueblo en general ha sabido honrar a estas profesionales con el tributo de su reconocimiento. Muchas de las personas entrevistadas han ensalzado no solamente los éxitos de su trabajo, sino además la generosidad que estas mujeres sumaban a su labor: tiempo, afecto e incluso cosas materiales cuando, conscientes de la falta de recursos de las familias atendidas, ellas mismas les entregaban a las parturientas necesitadas lo poco que tenían en su propio hogar, para paliar en la medida de lo posible las muchas veces mísera situación de las familias, tanto más, con la llegada de otra boca al núcleo familiar.
 

 

1

 

Calle Madrina Salinas. Zaragoza.
Colección particular

2
Calle de la Madrina.Valencia. Colección particular
2
2
Travesia Comadres y calle Comadres. Aranda de Duero
(Burgos). Colección particular
2
Calle Dionisia Repila.
Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Colección particular
2
Calle Águilas.
Fuente de Cantos (Badajoz).
Colección particular
2
Travesía de la Comadre. Madrid. Colección particular
2
Calle las Parteras.
Belvis de la Jara (Toledo).
Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Belvis
de la Jara
2
Calle Matrona Luisa Rosado. Albacete. Colección particular
2
Calle Matrona Lucía Benítez.
Las Cabezas de San Juan.
 
2

 Calle Emilia Barral. Sevilla. Colección particular

2
Calle Parteras. Écija (Sevilla). Colección particular
2
2
Calle Pompeyos, antiguamente
de la Comadre (Córdoba).
Colección particular
2
Calle Matrona Concepción Cáceres. Puente Genil (Córdoba).
Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Puente Genil
2
Calle Matrona Asunción Alameda. Málaga. Fotografía cedida por la familia Muñunel Alameda
2
Calle Doña Carmen la Comadrona. Telde (Gran Canaria).
Colección particular
2
Monumento a las parteras y calle Antoñita La Cubana
2
Ayuntamiento de Agu?imes
(Gran Canaria).
Colección particular
2
Calle Las Parteras. Puerto del Rosario (Fuerteventura).
Colección particular

Calles, espacios y edificios públicos con nombre de matronas
Dada la limitación de espacio para la publicación, se va a presentar una recopilación de calles y únicamente se comentarán, por su antigüedad o curiosidad, algunas de ellas. Cabe señalar que no se han encontrado rastro de calles, espacios o edificios públicos dedicados a la profesión de matrona en Orense, La Rioja, León, Soria, Zamora, Valladolid ni Ávila, sin que aseguremos que esto sea así dado la dificultad que supone su localización, como más adelante explicaremos.

En Navarra se encuentran dos de las calles más antiguas: por una parte en Huesca, la de la Comadre de Graus, de la que informa su Departamento de Cultura que, “aunque no tienen soporte documental porque la mayor parte de los archivos se quemaron durante la Guerra Civil”, sí confirman que “la configuración de esta calle permanece igual desde hace 700 años y su nombre, casi con toda seguridad, se deba a una partera que ejerció en la zona”. El ALEANR (Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y La Rioja) incluye el término comare, comadrona, y menciona que en Grauss debió usarse el término comare dada su situación más próxima al límite lingüístico catalán, aunque en el nombre de la calle ha triunfado la forma castellanizada comadre, así en un archivo de 1862 está documentada la calle de la Comadre y en archivo de 1894 como calle Comadre (23).

Igualmente, la de la Comadre de Teruel de la que no hay apenas datos, pero su localización en medio de la judería indica que su ubicación es muy antigua y en el mismo caso que el anterior, cabe la posibilidad de que existiera una partera en esa calle y de ahí la nominación. Y aunque de nueva rotulación, mencionar que Zaragoza ha elegido a la famosa y reconocida matrona del medioevo Catalina Cutanda, más conocida por la madrina Salinas, para nombrar una de sus calles.

Con la llegada a Cataluña, la búsqueda encuentra un nuevo término: llevadora, llevadores, denominación que solo en un caso (carrer de la Llevadora, de Pals) pudo inducir la investigación a error. Este fue aclarado por el Arxiu-Àrea de Cultura de Pals, desde el que se informa, en base al estudio onomástico de la doctora Anna Maria Corredor, que el topónimo “ya estaba documentado desde 1341, pero con el término llavadora y designaba un lugar con muchos huertos, agua y una zona de lavar, lo que sugiere un lugar para lavar la ropa o un paraje agrícola muy productivo”, y por tanto no tendría nada que ver con el término llevadora como profesional de la atención al parto.

La Comunidad Valenciana ha sido generosa con sus matronas y parteras, en este caso comares, y de esta tierra se destaca por su antigüedad (siglo XV) la calle de la Madrina de Valencia. Damiá Carbón, en su libro, ya deja constancia de la denominación de comadres o madrinas, término utilizado en el reino de Valencia en el Medievo. Esta calle concretamente ha sido objeto de un estudio encabezado por una matrona en el que se asegura con fuentes documentales que su origen se atribuye a una comare de nombre Na Pascuala y data, al menos, de 1409 (24).

A continuación, la marcha de la investigación se detiene en la Comunidad de Castilla y León en la que se encuentran referencias de la calle

Comadres y travesía Comadres de Aranda de Duero de las que “se dice que ya en el siglo XV era llamada así, pues aparece con este nombre en los planos de 1503” y apunta la referencia bibliográfica consultada que “aunque no hay ningún dato fiable que explique el origen del nombre de esta calle, se alude como procedencia del mismo, el que en ella hubiese vivido alguna comadrona, consejera o curandera que con sus hierbas y ungüentos hubiera sido depositaria de la confianza del vecindario. Años después, en 1742, se la llamó también “calle de la Gotera”, para retornar a la denominación de calle Comadres posteriormente, como se sigue conociendo actualmente (25).

Y ¡cómo no destacar la calle Dionisia Repila de Ciudad Rodrigo en Salamanca! Fue una matrona que, si bien ayudó a traer muchos mirobrigenses al mundo, sin duda esta fue una labor desconocida por la generalidad de España, que la reconoce sobre todo por un único parto, el de Eleuterio Sánchez, más conocido por “El Lute”, cuya historia de fugitivo de los años sesenta ya es leyenda (26).

La siguiente parada es Extremadura de la que hay que destacar la calle de Maruja Martín Galán, por la anécdota que conllevó la nominación, pero que aún no está rotulada. Recién fallecido Michael Jackson, un grupo de paisanos en tertulia debatían si este famoso merecía tener una calle en la ciudad, habida cuenta de que ya había el precedente de la calle John Lennon en la ciudad de Mérida. Francisco, uno de los tertulianos, expresó su reflexión de que hay gente que, sin ser conocida a nivel mundial, ha contribuido verdaderamente al bienestar de sus vecinos. Así se le ocurrió la idea de encabezar una campaña de recolección de firmas para el reconocimiento a Maruja Martín, apodada la “Limpiabotas” por el oficio de su padre, que ayudó a nacer a tantos emeritenses entre los que él mismo y sus hijos cuentan los entrevistados don Francisco González Alarcón, promotor de la iniciativa, y doña Ana Martín Galán, hermana de doña Maruja.

La inclusión de la calle Águilas no responde a una confusión en esta relación. Simplemente, se quiere constatar cuántos hallazgos importantes se pueden hacer al hilo de una investigación principal, tal es el caso de esta calle de la que si bien unos afirman que en ella se ubica la casa natal de Zurbarán, fuentes más fiables indican que esta, antes llamada de Las Barrigas, por aquella época estaba emplazada fuera casi del núcleo urbano. Zurbarán no pudo vivir allí, ya que su padre, hombre adinerado, poseía otras casas más acordes con su condición social y económica que hacían irrazonable adquirir este domicilio. Sin embargo, las investigaciones demuestran que había la costumbre de que las parteras sacaran de su casa a los niños para bautizarlos y es posible que la que atendió a la madre de Zurbarán sacara al niño de esta casa con este cometido. Obviamente, la denominación de Barrigas le venía porque era el lugar adonde las mujeres iban a dar a luz (27). La intervención de la matrona en el bautismo de Zurbarán ha quedado constatada en la partida de nacimiento, a través de la cual se averiguó que actuó de madrina y se ha podido conocer su nombre, María Domínguez (28).  

En la Comunidad Autónoma de Madrid, sin duda destacan la llamada actualmente calle del Amparo, antes llamada de la Comadre de Granada, así inscrito en los planos del Madrid del siglo XVII que, posteriormente, pasó a denominarse de la Comadre, para finalizar en el Amparo y su aledaña, la travesía de la Comadre. Esta última, como puede observarse, tiene una hermosa placa de azulejos que refleja algunos de los aspectos de la labor de la partera y es precisamente esa flor parte de la leyenda de este vial que también ha tenido cambios en su denominación desde 1835, año en el que recibió el actual nombre por ser una bocacalle de la Comadre de Granada.

Volviendo a la calle del Amparo, antes de la Comadre de Granada, cabe decir que se barajan dos tradiciones para explicar la etimología del nombre de la misma. La primera explica que se dio aquel terreno a cierta partera granadina que asistió el parto de doña Giomar de Mendoza, dama célebre en tiempos de Felipe IV. La segunda porque cierta comadre granadina tenía una linda rosa de Alejandría que colocaba en una redoma de agua cuando asistía un parto; y lo admirable es que, si la rosa se abría, significaba que la parturienta salía del paso con toda felicidad.

El nombre de Amparo, adoptado últimamente, obedece a que la referida comadre según algunos se llamaba Amparo y según otros era el amparo de los desvalidos (29).

También se cuenta que en una ocasión Amparo, la comadre de Granada, fue llamada a cuidar el parto de la mismísima reina y esposa de Felipe IV. Fue tal la gratitud de los monarcas que hicieron verdaderos favores a los tres hijos de la comadrona y en honor a ella, la calle recibió su nombre. Verdad o leyenda no deja de ser curiosa.

En la Comunidad de Castilla-La Mancha, se distingue la calle de las Parteras de Belvis de la Jara por la belleza de su placa. En el expediente de concesión de la misma, este Ayuntamiento relata que “a finales del siglo XIX y principios del XX, en su pueblo había escasez de médicos y en ese momento aparecieron mujeres que se dedicaban a ayudar a los partos en el propio hogar de las familias, incluso desplazándose a fincas o labranzas. En los años sesenta y setenta ya casi se extinguieron, pero la labor de dichas parteras fue muy útil hasta la llegada de las comadronas, la mayoría de las personas que actualmente tengan entre cincuenta y sesenta años fueron atendidas por dichas parteras. Este Ayuntamiento, en homenaje a dichas mujeres, decidió rotular una calle en agradecimiento a este trabajo bien realizado a lo largo de tantos años, más o menos ciento veinte años y los tres nombres que figuran en la placa corresponden a los de las tres últimas parteras”.

Cabe destacar la elección de Albacete que ha designado a la ilustre matrona Luisa Rosado para dar nombre a una calle, aunque curiosamente no era de Albacete sino de Toledo y, además, afincada en Madrid. La cuestión es que pasó a la historia porque en 1770, aproximadamente, entabló un contencioso con el Tribunal del Protomedicato a raíz de que solicitó un permiso a esta institución para anunciarse mediante carteles. Por ello se desató un conflicto de intereses entre los cirujanos y las matronas, en este caso ella, que se saldó con poco éxito para esta comadre ilustrada, una de las pocas cuyo nombre se conoce y que ha dejado parte de su historia escrita, como se ha podido comprobar en los legajos que están custodiados en el archivo general de Simancas (30).

El pueblo andaluz ha sido generoso en el reconocimiento a sus matronas. Aquí hay un nombre de lugar, Puente de la Guareña, que aparentemente no haría pensar que estuviera relacionado con esta profesión. Sin embargo, este sitio, que es una de las barriadas más antiguas de Jerez de la Frontera, tiene su origen al igual que en otros casos, según indica su Ayuntamiento, en las chozas que construyeron los trabajadores del campo de las fincas colindantes. La designación de Puente de la Guareña, deriva del gentilicio de una partera de Guaro que, a mediados del siglo XIX, atendía a las mujeres de la zona que daban a luz y el propio puente de piedra se utilizaba para cruzar el arroyo. Esta era Isabel Fernández; en ambos casos la denominación ha sido dada por los lugareños y así lo conocen todos los vecinos, no obstante el Ayuntamiento no haya colocado las placas.

En Sevilla, los homenajes se multiplican. Otro centro de salud para una matrona y muchos nombres, de entre los cuales se resaltan dos: el de Lucía Benítez, una de las pocas que en vida pudo ver y sentir el calor de un acto como este, y el de Emilia Barral, una auténtica revolucionaria que también ejercía esta profesión. Los escasos datos que se han podido obtener parecen indicar que esta mujer es extremeña de nacimiento, dado que en alguna cita se lee que nació en Badajoz el 21 de octubre de 1902. Sevillana de adopción, se dedicó a asistir a las parturientas en esta ciudad; concretamente se la conocía como la matrona de Ciudad Jardín. Si bien a través del desempeño de su labor ya hubiera podido ser reconocida por la comunidad, parece que a estos méritos profesionales se le ha sumado su activismo político. Fue militante pionera de la Unión Republicana, junto con Luisa Portales Casamar, las dos primeras mujeres en afiliarse a esta organización, y se presentó a las elecciones de 1931 por el Partido Republicano de Martínez Barrio (31).

Sin nombre propio, pero con mucha importancia por su antigüedad, es la calle Parteras de Écija de la que se han obtenido referencias fidedignas gracias a Marina Martín Ojeda (archivera municipal de Écija), quien ha escrito un libro sobre las calles de la localidad. Se presenta a continuación un extracto de la información facilitada que explica que “la calle Parteras de la ciudad de Écija está documentada desde el siglo XVI como calle de la Partera en alusión al domicilio de una partera que allí vivió. Con el tiempo, el uso del topónimo se pluralizó y se generalizó, pasando a denominarse calle de las Parteras. Se ha encontrado mención a la calle de las Parteras a través de los libros de Contaduría de Hipotecas, antecedentes de los libros de Registro de la Propiedad. En los primeros padrones del siglo XVIII de Écija también se menciona la calle Parteras” (32).

Sí que es cierto que la rotulación oficial de la calle demuestra que no se hizo hasta 1816 y una cosa también importante es que el rótulo actual no es el original, que era de azulejos, similar a alguno que queda aún por la ciudad. Esta placa no tuvo la suerte de llegar a ser considerada elemento patrimonial incluido en el Catálogo de Bienes de Interés Cultural de España (BIC), algo que ha pasado con tantas otras, y así en muchas ocasiones se han cambiado placas que de suyo tenían interés artístico y/o cultural por unas que solo aportan la huella de los tiempos modernos.

En Córdoba hay un centro de salud, un parque infantil, una plaza, una escuela y una calle emblemática; en la línea de los BIC, que se han mencionado anteriormente, este es un ejemplo. La calle de los Pompeyos, también se ha llamado, por una parte, del Rector, por haber vivido en una de las casas el párroco de la parroquia de Santo Domingo de Silos, y, por otra, de la Comadre, por una matrona o partera que también habitó en aquel sitio (33).

Por tener, Córdoba también tuvo una matrona que murió asesinada por sus ideales: Concepción Cáceres Jurado. De los exiguos datos biográficos encontrados de esta valiente mujer, se ha sabido que nació en 1886 en el seno de una familia de talante liberal que le inculcó unos valores sociales y morales que marcarían su existencia. Recibió una importante educación, algo fuera de lo común para las mujeres de la época, y se formó como matrona, profesión que ejerció en su villa natal y alrededores. Sin embargo, esta faceta quedará de alguna manera semioculta a pesar de su profesionalidad y buen hacer en este terreno, a causa de su implicación política y su vinculación con los movimientos obreros de la zona, entre los que fue denominada la Pasionaria o la Princesa. Como matrona ejerció con tino y celo, y supo ganarse la consideración de todas las mujeres, desde las más humildes a las más encumbradas de la esfera social local. La única diferencia que había entre ellas era en cuestión de honorarios, ya que a las primeras, en la mayoría de las ocasiones, las eximía del pago de sus servicios consciente de las situaciones de precariedad económica en las que vivían, mientras que de los pudientes era de donde obtenía su sustento.

Tras la toma de la villa por las tropas sublevadas en 1936, su marido consigue huir, previendo las potenciales represalias del gobierno entrante. Sin embargo, Concepción, marcada por el nuevo régimen por sus ideas y militancia de izquierdista, fue arrestada en su casa y fusilada junto con un millar de republicanos de la zona en la ya legendaria represión salvaje de Puente Genil (34).

En Málaga se encuentra otro parque y otra escuela y numerosas placas, muchas de ellas con el nombre de comares. Desgraciadamente, aquí la etimología de la palabra comares no se corresponde con la acepción de comare en valenciano. En este caso el origen de comares se encuentra en el vocablo árabe qumaris o Hins Comarix, que significa castillo en la altura. De ahí viene el nombre de los pueblos llamados Comares, Torre de Comares, etc.; asimismo en Granada existe una calle denominada Comarex (35).

En esta provincia, cabe destacar la calle Asunción Alameda, matrona recientemente fallecida, cuya vida dedicó por entero a luchar por la humanización del nacimiento y la vinculación de los bebés con sus padres desde el embarazo e incluso antes y cuya hija, Graciela Muñumel Alameda, también matrona, interesada en el presente trabajo ha colaborado con doble entusiasmo por el amor hacia su madre y por reconocimiento a la labor que se está llevando a cabo.

Con otro gran salto hacia las Islas Canarias, se ha podido constatar que esta también es tierra generosa con sus muchas parteras, porque lo cierto es que hasta los años cuarenta no llegó la primera matrona a Las Palmas de Gran Canaria.

Sin duda la incomunicación en las islas ha sido un factor decisivo para favorecer la proliferación de las parteras. Ciertamente que tampoco había abundancia de médicos, lo que conllevaba, unido a la falta de medicamentos, a practicar una terapéutica basada en el uso de hierbas y remedios caseros. Los partos eran atendidos por estas mujeres conocidas como amañadas y por las propias familias. Solo en caso de gravedad había que desplazarse a pie a buscar al médico más cercano, situación que en muchos lugares de la península, por la idiosincrasia de la zona, se dio de forma más o menos similar. En muchos casos los pocos médicos que había en cada isla llevaban acumuladas las plazas de matronas.

Todas las placas de la isla de Gran Canaria están dedicadas a parteras menos la de doña Carmen, doña Cristobela María del Carmen Artiles Fleitas, conocida cariñosa y popularmente por doña Carmen la Comadrona, nacida en Telde en 1920 y que desde el año 1946, ejerció de matrona titular de la Ciudad de Telde durante 41 años, hasta que llegó la fecha de su jubilación en el año 1986. Antes de que se inaugurara la Clínica de Nuestra Señora del Pino (Las Palmas de Gran Canaria), doña Carmen atendía al año unos noventa partos en condiciones infrahumanas (a domicilio, sin luz en muchos casos, sin agua corriente, sin medios de transporte, etc.). En ocasiones, estaba obligada a regresar a su domicilio después de 42 horas de servicios para seguir atendiendo diferentes partos. Realizaba el control del puerperio (posparto), acción que no estaba contemplada ni siquiera en el catálogo de las escasas prestaciones de la Seguridad Social. De los cuatro hijos de doña Carmen, sus dos hijas han continuado la profesión de comadrona e incluso tres nietas se suman a esta saga familiar. Fue en el transcurso de este trabajo que llegó la noticia del fallecimiento de doña Carmen a los 91 años de edad (19 de marzo 2012) (36).

No puede dejarse de hacer mención a la Villa de Agüimes, que además de rotular una calle con el nombre de una partera, Antoñita La Cubana, ha erigido una escultura en honor a las mujeres que se dedicaron a este trabajo, imagen que fue de algún modo, el desencadenante que dio el impulso definitivo para poner en marcha este proyecto. Su contemplación nos produjo una sensación especial difícil de explicar; fue placidez, agradecimiento profundo hacia quienes de esta forma reconocían la labor de estas asistentes tan importantes en el momento del nacimiento. El día 12 de marzo del pasado año 2012, el Excmo. alcalde de Agüimes, don Antonio Morales Méndez, nos dirigió una carta en la que se expresaba así: “La matrona ha sido siempre una mujer muy querida y respetada en la cultura del mundo rural. Eran la tranquilidad y la seguridad para tantas mujeres que tenían que parir en sus casas, muy lejos de los centros sanitarios. Esta escultura está situada justo delante de la Residencia Municipal de Mayores y queríamos expresar también en ella los vínculos entrañables entre la niñez y la vejez. La matrona mayor que hace uso de lo vivido para hacer posible un nuevo nacimiento”.

Para finalizar, cabe destacar la curiosa placa dedicada a las parteras en la vecina isla de Fuerteventura, que explica quiénes eran las parteras para que las generaciones venideras no olviden quiénes y cómo asistían a los partos y nacimientos en las épocas pretéritas.

Conviene dejar constancia de que aunque en Asturias se haya encontrado algunas calles con el término comadres no se han incluido en el presente estudio porque su acepción en la lengua asturiana no está relacionada con el arte de asistir al parto (37).

Conclusiones
Como de todos es sabido, se ha producido un cambio radical en la asistencia al parto de manera que hoy en día los nacimientos se producen fuera de la intimidad del hogar y las mujeres y familias carecen de conocimiento y vinculación afectiva previos con los profesionales encargados de su asistencia. Todo esto unido en muchas ocasiones a una creciente ingratitud y falta de reconocimiento hacia la que se inclina peligrosamente gran parte de la sociedad, al mayor número de personal especializado dedicado a la asistencia al nacimiento y a la consideración de la labor de la matrona (actualmente también matrón) como un trabajo remunerado por el que se obliga a los profesionales a ejercer su función, hace visible que ya desde hace años no se los conozca por su nombre en las calles y, mucho menos, reciban homenajes públicos como los que trata este trabajo.

Con este recopilatorio se ha querido hacer una superficial inmersión en la historia de estas mujeres poniendo de relieve la trayectoria y el valor de personas que han ejercido esta profesión (antes oficio) de interés y necesidad social que subsiste por su adaptación a las demandas sociales. Hoy la tarea de las matronas se ha ampliado y diversificado, pues ya no es solo la ayuda en el parto lo que se puede ofrecer a las mujeres, aunque se entiende que ese momento especial tiene más trascendencia para ellas y sus familias.

A lo largo de este trabajo se ha consultado innumerables notas sobre las personas que aquí se incluyen, o se han mantenido entrevistas con familiares y, excepcionalmente, con algunas de las homenajeadas que, afortunadamente, han recibido el honor en vida, y se ha podido demostrar que en todos los casos hay una constante: el amor por la profesión que se refleja en su dedicación. Este número de mujeres homenajeadas son una pequeñísima representación de las que a buen seguro lo merecen. Vaya desde aquí nuestro particular homenaje para la señora Ramona y la comadrona Fani, cuyas manos nos sirvieron de puente para entrar en nuestras respectivas vidas y de las que, desde bien pequeñas, percibimos cuan profundo recuerdo de gratitud habían dejado en nuestras madres.

Somos conscientes de que no se habrá podido sacar a la luz todas las calles actualmente dedicadas a las matronas porque, en muchas ocasiones, al nominarlas no se antepone o pospone al nombre propio la condición profesional, oficio u ocupación y es prácticamente imposible contactar con los más de 8.000 municipios españoles y que estos respondan. Pendientes de cerrar la edición que está en proyecto, seguimos buscando nombres de matronas en el paisaje urbano y nos sentiremos agradecidas si algún lector/a nos descubre nuevos hallazgos. Aun así creemos que es un buen comienzo porque pensamos que para el colectivo de matronas supone un ejercicio de toma de conciencia de nuestra identidad, a la vez que puede ser un acicate para que otros profesionales continúen esta investigación y profundicen en el conocimiento de momentos profesionales ya históricos y/o en alguna de estas personas que han ensalzado la profesión. Puede ser también un motivo inspirador para muchos ayuntamientos que amplíen o cambien el nomenclátor de sus callejeros y, finalmente, es una ocasión de expresar nuestra propia gratitud a quienes nos precedieron en el “arte de partear”, a quienes han sabido honrar con su afecto sincero tan encomiable y privilegiada labor, mujeres y familias, y, en nuestro caso particular, a nuestras propias madres a quienes dedicamos este trabajo.

Quizá en el recuerdo de las parturientas de hoy y de mañana no quede grabado un nombre propio de matrón/matrona, pero hagámonos merecedores de encontrarnos con esa mujer agradecida que, si bien olvidó nuestro nombre, no olvidó nuestra cercanía, nuestra ayuda y siempre nos recordará como “su matrón/matrona”. Este es nuestro privilegio y nuestro reto.

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