Introducción

Los profesionales de la Matronería* son esenciales en la atención integral de la salud de las mujeres y sus familias. Las acciones de evaluación, diagnóstico e intervenciones oportunas, en el contexto de su salud sexual reproductiva y no reproductiva, son actividades frecuentes de su quehacer. Su labor no solo se limita a la atención clínica, sino que posee una connotación social de gran importancia, ya que promociona prácticas de salud y prevención de enfermedades [1], desempeñando un rol fundamental en la educación y el empoderamiento de las mujeres, lo que respalda la necesidad de una formación de estos profesionales sólida, de calidad y continua en su práctica clínica en las distintas áreas de la Matronería.

La formación profesional de las matronas es un proceso complejo que implica la adquisición de conocimientos, competencias técnicas e integración del saber, hacer y estar, por lo que es durante las prácticas en campo clínico en las distintas áreas de la Matronería en Chile, como Obstetricia, Ginecología y Neonatología, en las que se construye y desarrolla su propia identidad profesional.
Con base en lo anterior, es acertado afirmar que la atención de calidad en salud requiere que los profesionales de la salud actualicen continuamente sus conocimientos, integrando en la práctica clínica criterios de actuación basados en la evidencia científica, que respalden su autonomía técnica y científica [2]. Lo que respalda la formación universitaria de las matronas con un fuerte desarrollo de su identidad profesional.

La carrera de Obstetricia se creó en la Universidad de Chile, en el año 1834, siendo la primera escuela dedicada a la especialidad. En el año 1995 se logró un plan de estudios que permite la obtención de la licenciatura con grado académico de Licenciado en Obstetricia y Puericultura. Esta licenciatura se obtiene habiendo aprobado la malla curricular hasta el octavo semestre. El título profesional de matrona (o matrón) se obtiene aprobando la totalidad de la malla al décimo semestre o quinto año de la carrera universitaria.

En este contexto, el rol de los tutores clínicos se vuelve fundamental, ya que son ellos quienes guían y modelan las experiencias prácticas de los futuros profesionales de la Matronería en las distintas áreas de atención, como son Salud Pública, Obstetricia, Ginecología, Oncología Ginecológica y Neonatología. Este artículo reflexiona sobre la influencia que ejercen los tutores clínicos en la formación de estudiantes de la carrera de Obstetricia (Matrona), analizando cómo su intervención puede impactar en el desarrollo de la identificación profesional y en el desarrollo de las habilidades técnicas necesarias para el ejercicio de esta disciplina. Por lo anterior, la práctica profesional de los estudiantes de la carrera de Obstetricia no solo es esencial, sino que debe ser realizada en el contexto real de las pacientes-usuarias y con las problemáticas y procesos más comunes de salud. Esta práctica debe de abarcar desde el control prenatal fisiológico hasta complicaciones producto de la gestación o por temas ginecológicos en cualquier estadio de la vida. Los estudiantes están acompañados de matronas tutores clínicos que brindan guía, consejo y búsqueda de oportunidades, tanto en los hospitales de simulación como en los campos clínicos extra e intrahospitalarios, apoyando el tránsito desde la formación teórica en el aula a la práctica real y dejando una impronta en los estudiantes, que posteriormente trasladarán a su quehacer profesional con las pacientes-usuarias que deban asistir. 

Objetivo: reflexionar sobre cómo la intervención del tutor clínico impacta en el desarrollo de la identidad profesional de los estudiantes de la carrera de Obstetricia (Matrona) y en su capacidad para ejercer la profesión.

Material y método

El presente estudio se enmarca en la metodología de la revisión narrativa a fin de ofrecer un resumen cualitativo de bibliografía pertinente e integrar las interpretaciones de los autores, ofreciendo un contexto y una profundidad interesante sobre el tema de estudio.

Discusión

La identidad profesional (IP) se refiere a cómo los individuos se ven a sí mismos en el contexto de su profesión y cómo son percibidos por otros [3]. Esta construcción se da a través del proceso de socialización y la interacción con otros miembros del grupo profesional y cómo se relaciona con las experiencias vividas en el ámbito profesional. En el ámbito de la salud, la IP es crucial, ya que influye en la manera en que los profesionales abordan su trabajo y se relacionan con los pacientes y otros profesionales del área [4]. En el caso de los estudiantes de Obstetricia (Matrona), la IP no solo implica el dominio de habilidades técnicas, sino también las habilidades socioemocionales, la internalización de valores éticos, el razonamiento clínico y el comportamiento profesional.

El tutor clínico se define como un profesional que guía a los estudiantes durante su formación práctica, asegurando que adquieran no solo conocimientos técnicos, sino también habilidades interpersonales y éticas necesarias para su futura práctica profesional [5-7]. El modelo del tutor debe incluir aspectos pedagógicos que faciliten un aprendizaje significativo. Esto implica establecer metas claras y mantener una comunicación efectiva con los estudiantes [8, 9].

La supervisión en los entornos clínicos incluye la evaluación continua de las habilidades técnicas, socioemocionales y cognitivas, así como proporcionar retroalimentación efectiva que favorezca el aprendizaje [5,10]. Se enfatiza la idea de que una evaluación diseñada según los resultados de aprendizajes de cada programa de asignatura clínica es crucial para el desarrollo profesional del estudiante, ya que permite la transición de manera paulatina estableciendo una concordancia entre el saber, el saber hacer y el saber ser.

El tutor debe actuar como facilitador del aprendizaje en los entornos clínicos, promoviendo un ambiente protegido para que los estudiantes puedan expresar ideas, dudas, hipótesis diagnósticas, conductas y tratamientos, así como razonar sobre la experiencia clínica [11, 12], se enfatiza que la relación entre el tutor y el estudiante debe ser colaborativa, favoreciendo un diálogo abierto que enriquezca el proceso de enseñanza aprendizaje.

La importancia de que los tutores exhiban una identidad profesional sólida radica en que esto influye directamente en cómo los estudiantes perciben su propia identidad profesional. Un tutor que demuestra compromiso, ética y habilidades clínicas efectivas puede inspirar a los estudiantes a adoptar comportamientos similares [4, 11-13], lo que impacta en el proceso de enseñanza y también en cómo el estudiante se proyecta en la posterior vida profesional.

La formación pedagógica de los tutores es fundamental para garantizar una enseñanza efectiva. Los tutores deben poseer conocimientos y competencias pedagógicas que les permitan entender el proceso de enseñanza-aprendizaje desde la cognición en el aula, para después realizar la transición al contexto clínico en un ambiente hospitalario real. Deben de adaptar las experiencias clínicas, comprendiendo que los estudiantes ahora están frente a una paciente-usuaria con necesidades reales, a la vez que asumen que los estudiantes tienen distintos tipos de aprendizajes que han de integrar en la práctica clínica y de esta manera llevar a cabo una atención integral al paciente [12, 14, 15]. Por lo tanto, se espera que el tutor clínico comprenda y modele la enseñanza a las necesidades específicas de cada estudiante, promoviendo así un aprendizaje más personalizado y efectivo.

Por otro lado, el entorno clínico exige habilidades de trabajo en equipo, ya que los pacientes requieren de una atención integral y multidisciplinaria, por lo que el tutor debe promocionar las asistencias a comités clínicos, así como complementar las funciones de otros profesionales de la salud [11,13]; así mismo, los tutores deben fomentar la colaboración entre estudiantes, promoviendo un ambiente en el que se valore el respeto mutuo y la responsabilidad compartida en el cuidado de la paciente-usuaria.

Las percepciones de los estudiantes sobre sus tutores afectan su motivación y compromiso con el aprendizaje. Un tutor que demuestra un fuerte sentido de identidad profesional puede inspirar a los estudiantes a adoptar comportamientos similares, reforzando así su propia IP [11, 12, 16].

El rol del tutor clínico en la formación de estudiantes de Obstetricia
Los tutores clínicos desempeñan un papel clave en este proceso, el modelo del tutor debe incluir no solo la transmisión de conocimientos, sino también el desarrollo de habilidades socioemocionales y éticas. Esto es especialmente relevante en Obstetricia, donde las decisiones en el contexto clínico pueden tener un impacto significativo en la vida de las mujeres y sus familias [5, 8, 12, 16].
El tutor clínico actúa como un modelo a seguir para los estudiantes, facilitando no solo el aprendizaje técnico, sino también promoviendo valores éticos y profesionales. La investigación muestra que una relación positiva entre el tutor y el estudiante puede aumentar la satisfacción académica y fomentar un entorno seguro para el desarrollo profesional [11, 12].

Las percepciones que tienen los estudiantes sobre sus tutores influyen directamente en su motivación y compromiso con el aprendizaje. Los tutores que muestran empatía, habilidades comunicativas efectivas y un enfoque reflexivo son más capaces de inspirar confianza y respeto entre sus estudiantes [12, 17, 18].

La figura del tutor clínico es esencial en la educación de los estudiantes de Obstetricia, ya que actúa como un puente entre la teoría y la práctica. Este rol no solo implica la supervisión de las actividades clínicas, sino también la formación integral del estudiante, fomentando su desarrollo profesional y personal [5, 11, 13, 17].

Existen desafíos significativos en la formación de la IP, ya que muchos profesionales de la salud que asumen el rol de tutores carecen de formación específica en métodos de enseñanza y evaluación. Esto puede llevar a una enseñanza intuitiva y a la replicación de modelos tradicionales que no siempre son efectivos [5, 10, 14]. Si bien es cierto que los tutores presentan una vasta experiencia clínica, al ejercer una tutoría intuitiva, limitan su efectividad como educadores, retrasando el proceso de enseñanza aprendizaje de los estudiantes [19]. Por lo anterior, la falta de preparación pedagógica en los docentes clínicos genera una falta de guía para los estudiantes, influyendo negativamente en el proceso de construcción identitaria [5, 10, 14], afectando posteriormente el desarrollo profesional de los estudiantes.

Además, el contexto institucional también juega un papel crucial. La falta de recursos y apoyo para los tutores puede afectar negativamente la calidad del aprendizaje, es fundamental validar las experiencias del profesorado para entender mejor cómo pueden mejorar su práctica docente y, por ende, influir positivamente en la IP de sus estudiantes [20, 21].

El tiempo es un recurso crítico en el entorno clínico. Los tutores a menudo se ven presionados por sus responsabilidades asistenciales, lo que limita el tiempo disponible para dedicarse a la enseñanza [12, 14]. Esta falta de tiempo protegido para la tutoría clínica puede resultar en experiencias educativas frustrantes para los estudiantes, afectando su aprendizaje y desarrollo profesional [12].

La integración efectiva entre teoría y práctica es otro desafío importante. Muchos tutores enfrentan dificultades para aplicar conceptos teóricos en situaciones prácticas, lo que puede llevar a una desconexión en el aprendizaje del estudiante [8]. Es fundamental que los tutores sean capaces de vincular el conocimiento teórico con situaciones clínicas reales, promoviendo un aprendizaje significativo [5, 11, 12].

La evaluación del desempeño estudiantil y la retroalimentación son componentes esenciales del proceso educativo. Sin embargo, muchos tutores no cuentan con las herramientas adecuadas para realizar evaluaciones efectivas [14]. La falta de retroalimentación formal sobre su desempeño también puede limitar el crecimiento profesional del tutor, afectando indirectamente la calidad de la educación que reciben los estudiantes [12, 14, 20].

La educación médica está evolucionando hacia enfoques más centrados en el estudiante, lo que requiere que los tutores adopten nuevas metodologías educativas [20]. Muchos tutores pueden sentirse inseguros o reacios a cambiar sus métodos tradicionales por enfoques más innovadores, como el aprendizaje basado en problemas o el uso de tecnologías educativas [5, 11, 14].
El uso de recursos audiovisuales se ha convertido en una herramienta valiosa para mejorar la enseñanza clínica [22], la videoteca como recurso didáctico audiovisual puede apoyar significativamente las asignaturas relacionadas con el proceso de atención en enfermería perinatal y ginecológica. Estos recursos pueden facilitar la comprensión de conceptos complejos y proporcionar ejemplos visuales que enriquecen el aprendizaje práctico [22, 23].

Conclusiones

• El rol del tutor clínico es multifacético e indispensable en la formación de estudiantes de Obstetricia (Matrona). 
• Para maximizar el impacto educativo de los tutores clínicos, es esencial proporcionar a estos las herramientas necesarias para desarrollar sus competencias pedagógicas y fomentar un ambiente de aprendizaje colaborativo.
• Los tutores clínicos no solo transmiten conocimientos técnicos, sino que también contribuyen a la construcción de una identidad profesional sólida. Para optimizar este proceso, es crucial invertir en la formación pedagógica creando programas de formación que aborden metodologías modernas y estrategias evaluativas, fomentando así un ambiente educativo que valore tanto el conocimiento como las competencias emocionales y éticas. 
• La inversión en el desarrollo profesional continuo de los tutores no solo beneficiará a estos profesionales, sino que también tendrá un impacto directo en la calidad de la formación recibida por los estudiantes de Obstetricia, contribuyendo así a una atención más integral y humanizada en salud sexual y reproductiva.
• Es fundamental que las instituciones educativas inviertan en la capacitación pedagógica de los tutores clínicos y proporcionen el tiempo necesario para que puedan desempeñar su rol efectivamente. 
• Es necesario promover un ambiente en el que se valore tanto el conocimiento técnico como las competencias pedagógicas para contribuir a mejorar la calidad educativa y el desarrollo profesional de las futuras matronas.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Financiación

Ninguna.