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Revista Matronas

Revista Matronas

ENERO 2016 N° 1 Volumen 4

De la alegalidad a la ilegalidad: prescripción enfermera

Sección: Editorial

Autores

Rosa Mª Plata Quintanilla

Directora de Matronas Hoy

Titulo:

De la alegalidad a la ilegalidad: prescripción enfermera

Nubarrones negros en el fin del año 2015 para las matronas: prescripción enfermera, era el título del último editorial del recién finalizado año de esta revista y para desventura de la profesión, hoy podemos afirmar que los peores presagios se han cumplido. Seguro que a una gran parte de españoles el 22 de diciembre no nos dejó un premio de los más de 15.000 premios que reparte tan longevo y tradicional sorteo, y ese día después, en el que con interés y reducida esperanza se consultan los boletos acumulados en busca de una pequeña alegría, a las matronas y a la enfermería en general nos tocó más que una lustrosa pedrea que aún nos diera contento, “la gran pedrada”. Recordaremos por mucho tiempo ese 23 de diciembre en que la publicación en el BOE del Decreto de prescripción enfermera nos vino a echar un jarro de agua fría a una ilusión y aspiración lícita de legalizar una práctica “alegal”, para la que la mayoría de las matronas (y enfermeros generales) ha demostrado poseer suficiente capacidad de ejercerla con seguridad y acierto, algo que es un derecho al que debemos seguir aspirando.

Personalmente, mi sentimiento desde ese día es de rabia, rabia porque en todos estos años transcurridos (recordemos que los primeros pasos de este decreto se iniciaron en el 2006) nuestra labor y nuestro rol en el sistema sanitario ha sido absolutamente menospreciado por quienes han tenido la potestad para negociar, lo que ha concluido en dicho despropósito: menoscabo de los derechos de los usuarios y atentado contra la dignidad profesional de la enfermería. Aún me hacen eco en la cabeza las vergonzosas palabras del anterior presidente de la OMC, D. Isacio Siguero Zurdo cuando, supongo desde su particular atalaya de superioridad que comparte con muchos colegas médicos, se atrevió a comparar a las enfermeras con las azafatas y a los médicos con los pilotos. Su intención de denostar y denigrar a la enfermería le ocasionó el premio de una gran bofetada a mano vuelta en forma de crítica y gran ridículo.

Pero parece que como este galeno, otros tantos tampoco han escarmentado y desgraciadamente han tenido participación en este decreto, han seguido haciendo gala de prepotencia y arrogancia desdeñando la labor de la enfermería y peor aún, que se les haya consentido, que se les haya dado carta de soberanía para imponer su criterio interesado. Esta suposición particular me induce a pensar que el propio Ministerio de Sanidad cuya misión es hacer funcionar de la forma más óptima posible el sistema sanitario, no solo desconoce la labor enfermera dentro del propio sistema, sino que además el título de médico, porque la mayoría no llegan a grado de doctor aunque así se les denomine para su propia complacencia, les sigue cegando y se rinden ante sus dictámenes como si procedieran de las adoradas divinidades médicas del Olimpo griego. Ya en 1733 el ilustre D. Gregorio Mayans y Siscart, ilustre hombre de letras traductor y prologuista del libro del doctor Gazola El mundo engañado por los falsos médicos, ahondaba en el prólogo, en la distinción que el autor hacía a lo largo del texto de las dos clases de médicos (para entendernos, los falsos y los buenos). De los primeros decía: “...

Pues todos los otros son falsos médicos que tienen engañado no menos que a casi todo el mundo. Muy vanamente engreídos nos quieren dar a entender que aquel espinoso palo, que los antiguos pusieron en la mano de Esculapio para significar con los nudos las grandes dificultades que la Medicina tiene, es para ellos tan liso como si fuera un junco. Pues no admite duda que este arte, sobre difícil, es larga y cualquiera vida muy corta para poderla comprender”. El mismo Dr. Gazola en su discurso destaca la ignorancia que se instaló en el pueblo por esas actitudes vanidosas mantenidas por parte de la clase médica: “Creen muchos que el recetar bien es necesaria consecuencia del título y una virtud insusa en el capirote. ¡Oh, pobres ignorantes engañados! No es lo mismo llamarse médico y saber serlo. No es lo mismo escribir una receta y remediar el mal”. Y aunque nos separen casi tres siglos en los que además la enfermería ha consolidado su cuerpo profesional propio, parece que estos "semidioses en blanco" como se denomina a los médicos en Alemania, han crecido en vanidad sintiéndose imbuidos no solo de todos los conocimientos de la medicina inaccesibles para cualquier otro mortal, algo demostradamente incierto y en la generalidad dotados de conocimientos en proporción inversa a su arrogancia, sino que pretenden tapar para que el resto del mundo ignore que en el equipo sanitario los médicos son solo una parte del engranaje. Si reconocieran el valor de otros profesionales que comparten con ellos la noble tarea de cuidar y curar, como las/os enfermeras/os (matronas), la pretensión de seguir ostentando el poder cual señores feudales para usar y determinar el futuro de sus vasallos, en su mezquina conciencia, situaría en posición de peligro su estatus y pretendido poder absoluto, de ahí que este decreto les haya producido miedo, inquietud y su respuesta, sus manejos, hayan sido tan ignominiosos. Las matronas, en medio del camino errático de este decreto, hemos conseguido ser nombradas en la Disposición Adicional sin saber a qué se refiere la mención, pero de momento viviremos la paradoja y sinsentido de poder realizar una intervención de cirugía menor como la episiorrafia y tener que llamar al galeno de turno quien, probablemente ni siquiera sea especialista en ginecología y obstetricia, para que nos prescriba con la autoridad que le confiere todos sus conocimientos en farmacología, in situ y a toda prisa a ser posible porque la mujer no podrá esperar con relajada actitud la solución, “una anestésico local” para reparar de forma indolora, el desgarro o la episotomía . Desconozco la lucha que el Consejo General de Enfermería ha mantenido para salvaguardar concretamente los derechos de las matronas en este asunto, aunque supongo que haya sido mínima o ninguna, porque si no ¿cómo es posible que los podólogos consiguieran autorización para prescribir incluso medicamentos sujetos a prescripción con menos horas de formación en farmacología, sin cursos suplementarios ni necesidad de validación? ¿Cuestión de intereses y/o que nuestra representación realmente no defiende con contundencia y honestidad a los enfermeros y mucho menos a las matronas? Desde la Asociación Española de Matronas (AEM) que me honro en presidir, hemos hecho las pertinentes gestiones para que, al menos, en lo que atañe al ejercicio de nuestro colectivo, se aclare nuestra situación y consigamos que la justicia y el sentido común conduzca a que la ley nos autorice a ser y ejercer simplemente como matronas, con la autonomía que hoy se nos niega a la luz de este decreto. En páginas interiores se incluye el documento de alegaciones que a tal efecto ha elaborado la AEM. El dictamen jurídico es claro y por ello animo a toda la profesión a ser escrupulosa en el ejercicio de sus competencias en esta delicada situación en la que nos ha colocado el RD 954, porque quizá así no solo consigamos no salirnos de la legalidad y por tanto no incurrir en un delito punible, sino que demostremos que atarnos las manos a los enfermeros, y particularmente a las matronas, va a resultar caro. Algunos Consejeros de Sanidad incluso, ya previendo las consecuencias para el sistema (y para ellos mismos), han lanzado manifiestos en los que, no sé si cegados de autoridad y menospreciando una vez más la inteligencia de los enfermeros, o ambas cosas a la vez, instan a la profesión a mantener una actividad contraria a la ley bajo la promesa de su amparo. Y no es cierta la protección que nos ofrecen porque la ley está por encima y ningún consejero, ni decreto autonómico nos protegerá si en el desarrollo de nuestra actividad profesional incumplimos la ley. Otro engaño más.

"Quien la haga que la pague", se dice, pero en este caso no van a pagar solo los médicos que instigaron esta versión final del decreto, los que acaso no defendieron a los enfermeros (CGE y sindicatos) más que a intereses no mencionables, o el propio Ministerio de Sanidad que ha dado “patente de corso” en este asunto a quien no debía, sino a los usuarios del sistema que no han tenido participación alguna en este debacle y a la enfermería en la que nos encontramos las matronas, por negación de un derecho, la crítica falsa y mordaz contra una profesión al completo y el intento de desprestigiarla. Y conste que lo siento por los usuarios, inocentes en esta guerra, pero más lo siento por mí, igualmente inocente como el resto de matronas y enfermeras/os.