Miles de refugiados llegan a Europa huyendo de las guerras. La mayoría vive en campamentos o en la calle. Las condiciones de hacinamiento y falta de higiene hacen que la sarna sea una enfermedad con alta prevalencia entre ellos. Se trata de una patología con un porcentaje de curación potencial del 100%. Para ello es necesario cumplir un sencillo tratamiento farmacológico, así como un adecuado tratamiento de los fómites. La sarna, en principio, no es un problema grave de salud; sin embargo, resulta limitante debido al intenso prurito que ocasiona, a lo que se deben añadir lesiones e infecciones dérmicas tras el rascado. En los bebés esta situación genera además un llanto constante e incontrolable, dificultando esta situación la convivencia entre los refugiados. La sarna tiene un alto índice de contagio, por lo tanto, si no se trata adecuadamente, todos los convivientes acabarán contagiados. Esto se pudo comprobar en los asentamientos de refugiados en Grecia, donde se trataron a más de 100 personas. La mayor parte llevaba pocos días viviendo juntos y, sin embargo, el 21% ya padecía la enfermedad.