Tecnología, sedentarismo y trastornos del sueño durante el verano en la edad pediátrica

Jueves, 26 de julio de 2018

por diariodicen.es

Seguimos en pleno verano, y las vacaciones de los más pequeños, en muchos casos, son sinónimo de pasar horas y horas delante de los móviles, los ordenadores y los videojuegos. Este abuso de la tecnología fomenta el sedentarismo en la población infantil y, a la larga, puede llegar a provocar trastornos en los hábitos y la calidad del sueño.

¿Cómo se puede crear un verano saludable para los más pequeños? ¿Qué papel tienen los profesionales enfermeros en este ámbito? Josefina Patiño, vicepresidenta de la Asociación Española de Enfermería Pediátrica, nos atiende y ofrece la visión enfermera de este fenómeno.

Pregunta: ¿Cómo influye el abuso de las tecnologías en los trastornos de sueño de la población pediátrica? ¿Qué patologías pueden provocar?

Respuesta: Con independencia de que en cada etapa del ciclo vital el sueño tiene características distintas y existen diferencias individuales, se sabe que dormir bien se relaciona con la edad y con el neurodesarrollo. El impacto del abuso de las tecnologías en el sueño de la población infantil y juvenil puede verse reflejado a través de un patrón de higiene del sueño inadecuado. Algunos ejemplos de este fenómeno pueden manifestarse a través de la falta de sueño nocturno, la dificultad para dormir, la reducción notable del número de horas de sueño, el mayor número de despertares nocturnos (algunos imperceptibles pero generadores de un sueño menos reparador), la somnolencia diurna y los cambios en los horarios y rutinas diarias (levantarse a mediodía y acostarse al amanecer).

P.: Si este exceso de uso se prolonga en el tiempo, ¿puede tener consecuencias para la salud de los niños, más allá de los trastornos de sueño? ¿Cuáles?

R.: Sí, ya que el sueño tiene la misión de proteger y restaurar el organismo, y es durante el mismo cuando se producen cambios en las funciones corporales y cerebrales necesarias para el equilibrio físico y psíquico de las personas.

Así pues, el mal dormir derivado del exceso de tiempo que un niño o adolescente permanece expuesto a la pantalla (ordenador, televisión, móvil, tabletas, etc.), puede propiciar alteraciones del humor, irritabilidad, cefalea, cansancio físico, mala regulación del metabolismo de la glucosa, alteración de la secreción de la hormona del crecimiento, aumento del sedentarismo (moverse menos por estar muchas horas delante de las pantallas), incremento del sobrepeso o de la obesidad, así como dificultad para concentrarse y prestar atención o para seguir instrucciones, lo que repercute negativamente en el rendimiento escolar.

En definitiva, el mal uso o el abuso de la tecnología puede tener como consecuencia una disminución del desarrollo cognitivo, emocional y social del niño, que puede afectar finalmente a su calidad de vida, al mantenimiento de la salud o influir sobre su futuro bienestar.

P.: ¿Cuál es su tratamiento?

R.: La prevención y el apoyo mediante programas educativos sobre higiene del sueño, dirigidos principalmente a la población pediátrica y a sus familias, constituyen un elemento clave para tratar y resolver los trastornos del sueño derivados de un uso inadecuado de las tecnologías, y además incentiva la instauración de hábitos de sueño adecuados.

Estos programas, deben aportar información y aumentar el conocimiento, pero también permitir que los propios interesados entiendan la necesidad de establecer dichos hábitos y desarrollar aquellos que están asociados a la higiene del sueño y a la modificación de conductas que la dificultan. Este tipo de intervención requiere de la coordinación de diversos actores, como son los propios niños, los padres, los profesionales de la salud y los maestros.

La reeducación, tanto en casa como en el colegio, es esencial. En algunos casos, puede ser necesario realizar un trabajo interdisciplinar y que cuente con la ayuda de distintos profesionales o especialistas para establecer, si cabe, un tratamiento más preciso.

P.: Asimismo, ¿influye la tecnología en la calidad del sueño de los niños? ¿Cómo?

R.: El hecho de que el niño o adolescente pase muchas horas expuesto a las pantallas puede repercutir en la calidad del sueño. Por otro lado, la incorporación temprana de las pantallas en su rutina diaria puede tener también efectos nocivos en su desarrollo.

La luz azul que emiten las pantallas es capaz de producir alteraciones en la producción de melatonina; esta luz inhibe la producción de esta hormona porque mantiene al cerebro en estado de alerta, y, en consecuencia, el cuerpo no puede relajarse, por lo que no aparece la sensación de sueño y puede verse alterada incluso la calidad del mismo.

P.: ¿Qué papel tienen los profesionales enfermeros en la prevención y el tratamiento de este tipo de casos?

R.: La implicación de los profesionales enfermeros es básica en el desarrollo de programas educativos que incentiven la formación en hábitos saludables basados en la higiene del sueño y en conductas de autorregulación. Para ello, son fundamentales las estrategias de prevención y el abordaje de las familias y sus hijos desde los centros de salud (consulta enfermera y programas de atención al niño sano), las escuelas (enfermera escolar) y los programas de salud pública de la comunidad, dirigidos a niños, adolescentes y sus familias. Por supuesto, la coordinación entre los padres, los profesionales de la salud, los profesores y los agentes sociales es crucial.

Estos programas deben contemplar la adquisición de hábitos que ayuden a los niños y adolescentes a conciliar y mantener el sueño. Pueden contemplar aspectos como la educación en medidas ambientales (procurar una cama confortable, temperatura y humedad adecuada de la habitación, ambiente de baja intensidad lumínica y con pocos estímulos, al menos dos horas antes de ir a dormir y/o evitar el consumo de bebidas con cafeína o sustancias estimulantes a partir del mediodía).

Asimismo, establecer rutinas que faciliten la conciliación de un sueño reparador. Es importante que desde el inicio el bebé sincronice su propio ritmo de sueño y vigilia con los ciclos de noche y día, generar costumbres que permitan a los niños reconocer la hora de irse a la cama, usando, por ejemplo, actividades tranquilas y relajadas (contar un cuento, leer un ratito, baño, etc.), seguir una dieta equilibrada evitando cenas copiosas y acostarlo sin respetar el tiempo suficiente para hacer la digestión. En este sentido, también es importante levantarse y acostarse a la misma hora de forma habitual, acostar al niño cuando está cansado y evitar hacerlo cuando está muy activo o ha terminado de hacer una actividad excitante, evitar amenazar al niño con mandarle a la cama como castigo, ya que ello podría afectar la calidad de su descanso si este asociara emociones negativas con el hecho de ir dormir

Por otro lado, otras medidas pueden pasar por crear momentos y situaciones diarias para establecer comunicación efectiva sin que medien las pantallas (aprovechar el tiempo de las comidas para hablar, dialogar, compartir experiencias, etc.) e impulsar actividades que incrementen las relaciones interpersonales. Potenciar otro tipo de ocio como la lectura, las manualidades, el dibujo, la actividad física, el deporte, los juegos en grupo y al aire libre, en definitiva actividades que les permitan jugar con otros niños, explorar y aprender.

P.: Especialmente en verano, la tecnología puede provocar un aumento del sedentarismo entre los más pequeños, ya que disponen de más tiempo para, por ejemplo, jugar a videojuegos o estar con el ordenador, ¿cómo se puede evitar este fenómeno? ¿Qué importancia tiene la prevención?

R.: La prevención es del todo necesaria y requiere que las familias planifiquen con tiempo suficiente este periodo vacacional. Se puede establecer con los niños un horario de verano, que por supuesto puede ser más flexible y relajado que el del resto del año: la clave residirá en el equilibrio.

Es importante que se incluyan algunas actividades que les permitan seguir aprendiendo, estar activos, disfrutar del aire libre y descansar. No está de más asignar o reasignar alguna que otra responsabilidad en las tareas del hogar, suscitando de este modo su corresponsabilidad en el quehacer doméstico.

El periodo estival puede convertirse en una oportunidad de oro para que los padres dediquen tiempo de calidad a sus hijos, encuentren y proporcionen espacios y momentos para compartir, fortalezcan el vínculo afectivo y brinden a los niños la oportunidad para crecer y experimentar junto a sus personas de referencia. Hablar, caminar, dibujar, cocinar, correr, pasear en bicicleta, bailar, cantar, nadar, utilizar incluso la tecnología para jugar juntos y con aplicaciones que impliquen movimiento y reduzcan el sedentarismo, son solo algunas de las actividades que un padre o una madre puede compartir y disfrutar junto a sus hijos durante el verano. Existen infinitas posibilidades. Se trata de pasar tiempo de calidad juntos y disfrutarlo.

Es importante también que los niños y adolescentes cuenten con tiempo libre para estar con sus congéneres, hacer lo que les gusta, pasarlo bien e interactuar con otras personas de su entorno.

Sigue siendo clave, durante el periodo de vacaciones, regular el uso de la tecnología en los menores, respetando especialmente los momentos y situaciones creados para comunicar, conversar y dialogar.

P.: En este sentido, ¿cuál sería, como profesional, su definición de un verano saludable? ¿Y sus recomendaciones para mantenerlo?

R.: Un verano saludable incluye planificación, consenso y respeto por los intereses y gustos de los niños con relación a las actividades que van a realizar. Contempla además la oportunidad para otro tipo de aprendizajes y el desarrollo de nuevas habilidades. Incluye rutina pero también flexibilidad, así como disponer de un tiempo libre en el que el niño pueda organizar su propia actividad de ocio como mejor le plazca y por supuesto incluye descanso, naturaleza y aire libre.

Como recomendación, solo diría que los padres demuestren interés por acompañar a sus hijos durante las vacaciones y que las familias disfruten del tiempo compartido.

P.: Desde su experiencia, ¿cuál es la labor de los profesionales enfermeros en este aspecto?

R.: Las intervenciones que llevan a cabo los profesionales enfermeros en este aspecto son muchas y muy variadas. Incluyen actividades de promoción de entornos y estilos de vida saludable en la infancia y la adolescencia, así como de educación para la salud. Se organizan principalmente desde las consultas de enfermería de los centros de salud, la escuela o la comunidad. Los formatos pueden ir desde los cursos, los talleres, las escuelas de verano, las colaboraciones en campamentos infantiles y las yincanas saludables, entre otros.

Sin duda, la incorporación de la enfermera escolar en todos los centros educativos es hoy en día una necesidad y aunque su consolidación es desigual entre comunidades, constituye un elemento clave para el desarrollo de una cultura de salud, ya que el contexto escolar es ideal para promocionar, prevenir y educar en hábitos saludables a la infancia, la juventud y sus familias.

P.: Por otro lado, la tecnología, debido a sus múltiples posibilidades, también puede ser una herramienta válida para promover la actividad física adecuada. De acuerdo con su punto de vista, ¿cuál sería el uso adecuado de la tecnología en este ámbito? ¿Qué importancia tiene para su salud que los niños conozcan este uso correcto de las herramientas tecnológicas que tienen a su disposición?

R.: Partiendo de la idea de que el uso adecuado y responsable de la tecnología no es perjudicial ni negativo para los niños y adolescentes, sino todo lo contrario, una de las estrategias para promover la actividad física adecuada mediante la tecnología sería el uso de juegos y aplicaciones que impliquen movimiento. Recalco que el hecho de que la familia, o varios miembros de la misma, pueda jugar junta, añade un plus que no pasa desapercibido.

Se trata de compartir emociones, generar cercanía, complicidad y apoyo mutuo, aspectos que sin duda enriquecen la comunicación y la relación familiar. Debo señalar también que los padres son el ejemplo a seguir para sus hijos, y en la medida en que estos respeten las normas que les imponen en cuanto al uso de las tecnologías, resultará más fácil generar contextos saludables.

El uso correcto de las herramientas tecnológicas que los niños y jóvenes tienen hoy en día a su disposición implica sin lugar a dudas numerosas ventajas para su salud en general; muchas de ellas han convertido en herramientas pedagógicas, facilitan la construcción de redes sociales, eliminan barreras geográficas, permiten compartir documentos, desarrollar habilidades y promueven el trabajo colaborativo, por lo que constituyen un potencial educador de niños y familias con numerosas ventajas que vale la pena aprovechar.

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