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Revista Matronas

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SEPTIEMBRE 2018 N° 2 Volumen 6

Homenaje a los Drs. Gabrielle Morreale y Francisco Escobar Rey

Sección: Artículo Especial

Titulo:

Homenaje a los Drs. Gabrielle Morreale y Francisco Escobar Rey

Hace unos meses, exactamente el 4 de diciembre pasado, falleció Dña. Gabrielle Morreale, una mujer de ciencia, algo que afortunadamente cada vez es menos excepcional en España; aunque otros méritos como ser presidente de la European Thyroid Associaction, haber publicado más de 300 trabajos científicos en las principales revistas mundiales de endocrinología, ser directora de un instituto científico de reconocido potencial investigador en España, el “Alberto Sols” de Madrid perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ser catedrática de universidad, miembro de la Real Academia de Medicina, haber sido galardonada con la mayoría de los premios importantes en su especialidad es... ¡"harina de otro costal"! Incluso ella, química de profesión, llegó a conseguir un doctorado en Medicina, honoris causa, por la Universidad de Alcalá de Henares a la edad de 71 años, hecho ante el que muchos indolentes y desganados actuales dirían ¡tendrá ganas! Y, efectivamente, a la Dra. Morreale si algo le sobró en la vida fueron las ganas de seguir aprendiendo para seguir dando hasta el final de sus días.

Tras doctorarse en química con premio extraordinario fin de carrera en Granada, su tierra de adopción puesto que nació en Milán, en 1951 realizó una estancia formativa junto a su marido, el Dr. Francisco Escobar Rey (médico-cirujano), en Leiden (Holanda) con el Prof. Querido, finalizada la cual, tuvieron que tomar una decisión: regresar a España aun viviendo bajo los negativos influjos de una larga postguerra o quedarse en esa Europa, más proclive y protectora de la ciencia y los científicos. La pareja, humilde, sencilla y generosa, tomó la más conveniente para su país, aunque quizá no tanto para ellos, científicos con un futuro mucho más prometedor en cualquier otro lugar en el que hubiera despegado la investigación científica y se protegiera a los científicos más que lo que hacía la España de 1956. Regresaron y crearon la Unidad de Estudio de Tiroides en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en 1974 se trasladaron a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, donde junto con Alberto Sols, fundaron el Instituto de Investigaciones Biomédicas.

La comunidad científica coincide en afirmar que la Dra. Morreale y su esposo e inseparable colaborador, Dr. Francisco Escobar del Rey (médico fallecido en 2015) han sido los iniciadores de la Endocrinología moderna analítica, dignos sucesores del merecidamente y también admirado por ellos Dr. D. Gregorio Marañón, quien puso los primeros cimientos de la Endocrinologia y Nutrición españolas allá por los años 30. Ellos dos hicieron el tándem perfecto tanto en su vida personal como en la profesional, compartiendo más de 50 años de investigaciones juntos en torno al estudio del papel del yodo y las hormonas tiroideas en el desarrollo del cerebro.

En varias ocasiones he pensado en cuan inadvertidos han pasado los fallecimientos de esta gran pareja de científicos, a la que algunos imaginativos periodistas han dado en denominar "los Curie españoles". Me pasma que las intrascendentes noticias que pueden producir "celebrities del papel couché", la mayoría de méritos, cuando menos dudosos para haber sido erigidos en "estrellas" de no se sabe qué "galaxia", acaparen todos los medios informativos; y personas con trayectorias científicas como la de la Dra. Morreal y el Dr. Escobar pasen apenas inadvertidas. Es probable que la propia familia, fiel a la sencillez y la discreción que los ha caracterizado siempre, tampoco la abandonaran en esos momentos luctuosos, pero respetar la intimidad del duelo y de la despedida no está reñido con el deber de informar de lo verdaderamente importante: dar a conocer a la sociedad, de la que parte desgraciadamente sigue y aplaude banalidades del tamaño de las actuaciones de los “famosetes de pacotilla”, a las personas de “valores” y su obra destinada a toda la sociedad. En este caso, la semblanza humana-profesional, su trabajo “social” y la aplicación científica de trabajos de esta pareja de verdaderas estrellas porque aunaban talento y humanidad.

Con tal motivo, el comité editorial ha buscado en las hemerotecas de los principales periódicos nacionales, y de la que más referencias se han encontrado ha sido, desde 1975 al día de su fallecimiento, 40 sobre la Dra. Morreale. Nos parecen escasas para esta gran mujer que salta a los periódicos en 1975 tras su elección como Presidenta de la Sociedad Española de Endocrinología y mientras los medios destacaban, al hilo de la noticia, la sorpresa de que la elección hubiera recaído sobre una mujer, ella aprovechaba la entrevista para expresar satisfecha, sin reprimir su alegría, que a partir de ese momento se considerase a la Endocrinología como una ciencia biológica básica en la que se reunían tanto la bioquímica básica como la clínica.

Desde el inicio de su carrera, y siempre en trabajo conjunto con su marido (médico), el yodo ha sido el elemento de estudio de sus vidas; ya su tesis doctoral versó sobre la relación entre la incidencia de bocio en las Alpujarras y la deficiencia del citado elemento. Gabrielle Morreale y su esposo, Francisco Escobar, realizaron la primera encuesta nutricional de yodo en España (de hecho el conocimiento de la fisiopatología tiroidea actual en gran parte se debe a ellos dos). Revolucionaron en su momento la escena científica demostrando la estrecha relación entre el metabolismo (desyodación) de la T4 y su actividad hormonal, a la vez que, incluso discrepando de los conocimientos de la época, demostraron que la placenta no solo no es una barrera para las hormonas tiroideas, sino que el efecto de la transferencia de hormona tiroidea de la madre (tiroxina) al feto, desde etapas muy precoces del embarazo, tiene un papel fundamental en el desarrollo cerebral del feto. Si la tiroides de la madre funciona con normalidad, la tiroxina secretada por esta protege el cerebro del feto hasta el nacimiento.

Descubridores de la prueba del talón

Estas evidencias científicas demostradas por esta insigne pareja fueron la base para su más grande aporte científico: la detección precoz del hipotiroidismo congénito a través de la medida rutinaria de TSH y hormonas tiroideas en sangre del talón de recién nacidos, a fin de prevenir el hipotiroidismo y cretinismo congénito, o cuantificando el problema, evitar que casi 150 niños al año en España sufrieran discapacidad intelectual como consecuencia del hipotiroidismo congénito.

Aunque el primer programa de cribado neonatal realizado en el mundo a través de sangre de talón, desarrollada por Robert Guthrie, data de 1957, esta solamente servía para detectar una única enfermedad congénita: fenilcetonuria. No fue hasta 1970 que se incorporó la detección del hipotiroidismo congénito (y otros) en los programas de cribado neonatal.

En España, el primer programa de cribado neonatal se inició en 1968, desde la Universidad de Granada y bajo la iniciativa del Prof. Federico Mayor Zaragoza. En 1978, el Ministerio de Sanidad, a través de la Dirección General de Salud Pública, estableció el Programa de Detección Precoz Neonatal de Fenilcetonuria e Hipotiroidismo Congénito, mediante la publicación del Real Decreto 2176/1978, de 25 de agosto.

En el año 1990, se celebró en las Naciones Unidas la mayor reunión de la historia de líderes mundiales, 71 Jefes de Estado y de Gobierno y otros 88 altos funcionarios: la Cumbre Mundial en favor de la Infancia. En esta cumbre se reconoció la deficiencia de yodo (ID) e hipotiroxinemia materna y se adoptó una Declaración sobre la Supervivencia, Protección y Desarrollo de la Infancia y un Plan de Acción para implementar la Declaración en esa década, estableciendo como objetivo la eliminación de los trastornos por deficiencia de yodo (IDD), en ese momento en que la IDD era un problema de salud pública en muchas partes del mundo puesto que se contabilizan dos mil millones de personas afectas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1990, menos del 20% de la sal del mundo en desarrollo estaba yodada. Hoy, como resultado de seguir la estrategia de yodación universal de la sal, aproximadamente el 70% de todos los hogares en el mundo en desarrollo están usando sal yodada.

La tenacidad y el convencimiento de esta pareja, infatigables al desaliento, les hizo persistir y avanzar en sus estudios y lanzar al mundo el mensaje clave de la importancia del yodo. Tal es así, que pocos años después de que España legislara la prueba del talón, UNICEF se sumó a esta importante decisión y propuso realizar el análisis sanguíneo a todos los recién nacidos del mundo.

Las evidencias científicas disponibles en relación con las yododeficiencias eran contundentes y la máxima autoridad mundial en materia de sanidad, la OMS, se había pronunciado claramente al respecto, a pesar de lo cual en 1998, la Dra. Morreale, en una entrevista concedida a raíz de el Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón, decía “sentirse frustrada por la falta de interés por la carencia de yodo.”

Por fin, a la vista de las evidencias, en 2003, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), con representación de todas las CC.AA., estudió el problema de los trastornos causados por los déficits de yodo (TDY) y sus posibilidades de prevención, y en diciembre de ese año, el pleno del CISNS aprobó unas recomendaciones para implementar en todas las CC.AA. en sus respectivos territorios en el libre ejercicio de sus competencias sanitarias.

Dichas recomendaciones pueden resumirse en dos fundamentales:

  • Información a los ciudadanos y a los profesionales de la salud sobre la adecuada utilización de la sal yodada.
  • Información específica a los profesionales de la salud de la atención especial que ha de recibir la mujer gestante y la mujer con intención de quedarse embarazada, así como la madre lactante, y de la prescripción correcta en estas situaciones de 200 µg diarios de yoduro potásico. Para poder hacer posible esta recomendación, se registró y autorizó posteriormente por la Agencia Española de los Medicamentos y Productos Sanitarios, en 2004, el fármaco adecuado.

Otras dos importantes recomendaciones se aprobaron también:

  • Prohibición de utilizar antisépticos yodados en la madre durante el embarazo y el periodo perinatal, lo mismo que en el recién nacido.
  • Usar únicamente sal yodada en los comedores escolares de todas CC.AA.
  • Eliminar los TDY era una preocupación que trascendió del Ministerio de Sanidad y Consumo, y así el Consejo de Ministros de 16 de junio de 2006 aprobó, en cumplimiento de los acuerdos internacionales, el Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia 2006-2009, que recoge, en el Objetivo 9, la Medida 9.8: “… impulsar acciones para la erradicación de los trastornos por déficit de yodo, que impidan las graves consecuencias que esta carencia produce en niños, niñas y adultos”. Se encargó el cumplimiento de esta medida al Ministerio de Sanidad y Consumo con la colaboración competencial de las CC.AA.
    Muchas circunstancias han impedido publicar esta reseña con anterioridad pero la Asociación Española de Matronas, desde la noticia de sus respectivos fallecimientos, ha querido rendirles un homenaje de reconocimiento y gratitud con el orgullo de haberles conocido y recibido su apoyo y guía en un tema que aún no está resuelto y que en buena parte las matronas somos las primeras que podemos detectar y, por tanto, ponerlo en vías de solución.