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Revista Matronas

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SEPTIEMBRE 2020 N° 2 Volumen 8

Acusaciones y pretensiones de los ginecólogos por el control de las unidades docentes de matronas

Sección: Echando la vista atrás

Titulo:

Acusaciones y pretensiones de los ginecólogos por el control de las unidades docentes de matronas

En esta misma sección, en la revista de enero de 2016, N° 1 Volumen 4, hablamos del cierre de las antiguas Escuelas de matronas y la deshonra que sufrió España cuando además fue condenada por el Tribunal Europeo por no adecuar en tiempo y forma a las normativas comunitarias el programa formativo. De este previsible futuro, me refiero al cierre, hacía tiempo que la entonces Asociación Nacional de Matronas (hoy AEM) venía advirtiendo al respecto a los organismos competentes e instándoles a restaurar la formación de las matronas. Sin embargo, la inacción fue la respuesta de los que realmente tenían la responsabilidad y la potestad para enmendar una situación de extrema urgencia, dada la gravedad, que pudiera ocasionar la suspensión de la formación de matronas, hecho que desgraciadamente se materializó. Durante décadas el Sistema Nacional de Salud y las propias matronas hemos podido comprobar y sufrir el resultado de la prolongada carencia de nuevas matronas, más de una década, sumada a la ya deficitaria plantilla. La Asociación Nacional de Matronas adelantándose a la situación previsible, el cierre, con el apoyo de los dictámenes del comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Nº331/66, Informe F.I.G.O e Informe ICM 1972, elaboró y presentó en 1981 un proyecto de creación de Escuelas Universitarias de Matronas a los respectivos ministerios interesados, sin que el plan fuera atendido por estos organismos competentes.

Octubre de 1987 fue el mes en el que definitivamente se cerraron las escuelas, y desde este momento hasta el inicio de la formación de la primera promoción de EIR (Matronas) con el nuevo programa formativo (1994) hubieron de pasar años y mucha lucha por parte del grupo de matronas representantes de los diferentes ámbitos profesionales y liderado por la Asociación Nacional de Matronas (AEM). El detalle de las vicisitudes administrativas del proceso, la deshonrosa pero justa sentencia del Tribunal Europeo al gobierno de España, sentencia condenatoria que por cierto supuso para España ostentar “el dudoso honor” de ser el primer país comunitario condenado por el Tribual de Justicia de Luxemburgo, se explica en el artículo anterior, citado al inicio de este. En el presente artículo queremos destacar la “confabulación” que los ginecólogos jefes de servicio de varios hospitales urdieron para abortar este proyecto. Bajo el título “En la nueva Escuela de La Paz ningún ginecólogo dará clases prácticas” la edición del día 17/4/1994 publicaba las acusaciones y pretensiones de los ginecólogos por el control de las Unidades Docentes (UD), porque aunque se estuvieran refiriendo a la de Madrid, una del primer bloque de UDM acreditadas y autorizadas para su apertura, no se limitaba a esta obviamente, sino a toda la red.

Es lógico pensar, como de hecho pasó, que en todo este tiempo los ginecólogos no se preocuparon en absoluto del devenir de las matronas, sino de su control y el de la profesión que, desde la tardía irrupción de estos en el campo médico y apropiación ignominiosa del campo de actuación de las matronas, quedó relegada a subalterna y complementaria de la labor de los ginecólogos en el terreno obstétrico.

La decidida apuesta de las matronas por resolver este problema y tomar el control de la formación de sus iguales en este nuevo programa formativo, no solo en la habitual formación práctica, supuso un desafío a esta parte de la “clase médica”, que bajo su rol dominante ha ejercido, y lo sigue haciendo, un poder podríamos denominarlo “tirano” sobre el resto de profesiones médicas e incluso con la sociedad. Aunque hay versadas voces que opinan que el contenido de la profesión médica no tiene uniformemente un carácter tan confiable científicamente como para justificar su exigencia de autonomía para todo el contenido de su trabajo, la han mantenido siempre e incluso la subordinación y control del resto de las profesiones médicas.

Con las matronas, a las que veían justamente como rivales profesionales de sus intereses los que han llegado a ser gineco-obstetras, esta realidad se fue afianzando fácilmente en aras de una discriminación por cuestión de género, ejercida con ensañamiento por los hombres desde el momento en que se propusieron el acceso al estatus médico a través de la conquista del terreno de la salud de la mujer.

El desarrollo e implementación del nuevo plan formativo bajo la dirección de las matronas se tradujo en una serie de descalificaciones y reclamaciones por parte de los ginecólogos, que han quedado en la memoria de aquellas matronas, "punta de lanza", para conseguir este logro. Los que hemos podido contactar con estas colegas afirmamos que todos sus comentarios son coincidentes y muy reales; incluso si hubiera lectoras/es escépticas/os que se atrevieran a pensar que la selección de estos hechos relevantes vividos, como son contados hoy por las protagonistas, es fruto de un proceso de estructuración e interpretación personal, lo que conocemos como realidad percibida, tenemos la constancia de los hechos en hemeroteca, donde se resguarda y conserva la memoria de los acontecimientos y las pruebas de los hechos tal y como sucedieron.

La prueba al respecto la tenemos del periódico Abc, diario decano de la prensa española, en el artículo del domingo 17 de abril de 1994, que bajo el título "En la nueva Escuela de Matronas de La Paz ningún ginecólogo dará clases prácticas", pasa a desarrollar en el cuerpo de la noticia lo anticipado en el lead, con la siguiente pregunta “¿Se imaginan una escuela de matronas en la que no haya un solo ginecólogo para enseñar a las alumnas a asistir los partos y supervisarlos?”. Ni con benevolencia, los que conocemos los intríngulis del gremio de ginecólogos podríamos atribuirles un pecado de omisión al hacer esta afirmación, porque las matronas siempre fueron las instructoras tanto de sus futuras colegas como de los futuros ginecólogos, pero engañando y atemorizando a la población pretendían asestar su primer golpe de efecto, porque cierto es que el temor ha sido siempre, si no el más, uno de los más fieles aliados del poder. Es fácil adivinar que estaban “envolviendo con artificios engañosos” su afán protagonista, su intención de mantener su poder de control porque la autorización de las matronas para la asistencia a los partos normales estaba reglada incluso por normativas europeas y era competencia de las matronas atender de forma autónoma los partos normales (85% de los mismos).

Continua la noticia con el mismo tono de presión alegando nuevamente la falta de la supervisión médica, criticando abiertamente el programa y el hecho de que sean mayoritariamente las matronas quienes también lo impartan. En un alarde final aludiendo a la estructura jerarquizada del entonces INSALUD tachan de "ignorancia grave” la decisión de permitir a las matronas la elaboración del programa, y por añadidura, confiarles la tutela de la formación, aunque estos eran los pretextos para encubrir su extremo malestar por pasar a ser meros colaboradores, algo que sin duda dañaba fuertemente su innato egocentrismo siempre unido a sus aspiraciones de poder.

Resulta cuando menos bochornoso “el pulso” que los ginecólogos le echan a la Administración en su arrogante, irrespetuoso y desafiante discurso cuando dicen “hemos decidido ante el carácter indeclinable de nuestra responsabilidad como facultativos especialistas, no aceptar que tengan lugar dichas enseñanzas prácticas con pacientes, si no es bajo nuestro conocimiento y definitivo control en tanto no se tenga un escrito en que la gerencia asuma la responsabilidad médica, jurídica y penal que se derive de la actuación de dichos alumnos". De hecho esto se materializó prohibiendo el acceso a los paritorios a nuestras residentes en algunos hospitales.

Afortunadamente el Ministerio de Sanidad, a la cabeza la ministra Ángeles Amador, y el extinto INSALUD no cedieron a este vil chantaje. Chantaje que no fue el único, por cierto, porque hasta el propio Consejo General de Enfermería, incomprensiblemente, puso sus zancadillas a este costoso proyecto (por el solo hecho de que no salieron adelante otras especialidades de nueva creación) al que el grupo de matronas liderado por la Asociación Nacional de Matronas, al frente Mª Ángeles Rodríguez Rozalén, dedicó los mayores esfuerzos, por otra parte justificados, porque más de treinta años después de su redacción sigue estando actualizado y abarca todos los aspectos necesarios para una de las más completas formaciones de matronas en el mundo.

Conclusión: las matronas, primera profesión autónoma de las mujeres, han tenido que pagar un gravamen demasiado alto por razones de género. El incidente de las UUDD es una muestra más de todas las sufridas a lo largo de la historia y en particular desde el siglo XVIII.

Pueden consultar la noticia completa en hemeroteca Abc o a través del link de la noticia en la web de la Asociación Española de Matronas: Quiénes somos-Archivo histórico- Noticias hemeroteca.