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Revista Matronas

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DICIEMBRE 2023 N° 3 Volumen 11

ISABEL EGÜES JIMENO. Matrona (Jubilada). Licenciada en Humanidades

Sección: Entrevista a…

Autores

ATENEA

Redactora AEM

Titulo:

ISABEL EGÜES JIMENO. Matrona (Jubilada). Licenciada en Humanidades

Isabel Egües Jimeno es una de esas matronas que, más allá de los deberes que el servicio activo impone, ha sabido, incluso tras su jubilación, seguir formando parte de la comunidad de salud que creó, en alianza permanente con las mujeres y familias y de ahí que siga siendo su referente.

Pregunta: Querida colega y amiga, me siento especialmente honrada de traer a estas páginas tu semblanza, porque hoy más que nunca, que se sigue sin reconocer lo que vale nuestra profesión, se está permitiendo, además, desde las propias instituciones sanitarias, ataques a la misma, estoy convencida de que se necesitan matronas que vivan su profesión con intensidad y compromiso, trabajando a una por sus mujeres y por la defensa profesional a ultranza.
Respuesta: Agradecida yo por esta distinción por parte de la Asociación Española de Matronas, a la vez que sorprendida porque no creo que mi trayectoria profesional tenga nada de extraordinaria, no he hecho incursiones en actividades de gestión, importantes trabajos de investigación o docencia... ¡He sido una matrona de pueblo con la única pretensión de hacer que mi trabajo llegara a las mujeres y, a ser posible, mejorara sus vidas!

P: Háblanos de tus orígenes, porque el apellido Egües, infrecuente en nuestro territorio, si no me equivoco, ya que soy solo una curiosa de la heráldica, es de origen medieval, navarro (en tu caso) y concretamente del Valle de Egües cerca de la capital, Pamplona. ¿Es así?
R:  La heráldica es así, pero el destino me llevó a nacer en Madrid de donde tan pronto como mi madre se recuperó del parto, mis padres y yo, por entonces la familia al completo, nos trasladamos a San Sebastián; tres años después, nos instalamos en Pamplona desde donde salí rumbo a Cantabria a estudiar enfermería y como disposición una vez más del destino, me quedé afincada definitivamente en esta tierra que la siento mía.

Yo fui la mayor de tres hermanos, aunque el pequeño murió al poco de nacer. El mediano, Javier, neonatólogo, fallecido en 2018, finalizó su vida laboral como jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Virgen del Camino en Pamplona; al ser la primera de la saga, me tocó el “chollo” del título de” la mayor” y desde pequeña, empecé a tener responsabilidades.

P. En todas las entrevistas se repite la pregunta de si la elección de matrona se produjo de forma espontánea, nacida de una vocación de la que a veces se desconoce su origen, o si fue producto de algún mimetismo o tradición familiar sanitaria.
R. Bueno, yo realmente empecé estudiando Magisterio, una salida bastante normal para las mujeres que queríamos estudiar en la época, y más teniéndolo en la propia ciudad en la que vivía, ya se sabe que en aquellos momentos no era fácil, aun con el convencimiento de los escasos padres, de que las mujeres también tenían derecho a formarse y a tener posibilidades económicas, que una mujer estudiara, y más fuera del entorno familiar. Pero hete ahí que en uno de los periodos las prácticas de carrera, me destinaron a un pueblo cercano a Roncesvalles, en el que hacía un frío infernal, nieve, dificultad de acceso, etc. Estas circunstancias (además de algunas otras) me dieron la pista para augurar que mi vida laboral en el Magisterio podría ser un periplo de años por los pueblos más perdidos y dificultosos de Navarra y en cierta manera por eso me asustó la dureza del ejercicio de esta profesión. A esta convicción se unió el ascendiente de que mi madre era enfermera, mi abuelo Jefe de Sanidad, etc. y que realmente siempre tuve en mente la enfermería, por lo que me vi impulsada a seguir este camino tras finalizar la carrera de Magisterio.


P. Me consta que estudiaste en la Casa Salud Valdecilla, una escuela de enfermeras distinguida de la que los cántabros y profesionales ahí formados nos sentimos especialmente orgullosos, ¿no es así?
R. En efecto, podría haber cursado Enfermería en Pamplona, ya que por aquella época existía la Escuela de Enfermería del Opus Dei, pero la trayectoria (desde 1929) y referentes de Valdecilla eran insuperables a nivel nacional; además prefería evitar posibles “sesgos ideológicos” de la Obra trasladados incluso a la formación, a pesar de estar convencida de que la labor educativa en este centro sería buena. Decididamente opté por Valdecilla que, a pesar de estar dirigida por una Comunidad Religiosa, las Hijas de La Caridad, en una España en la que imperaba en nacionalcatolicismo y conocido el rigor extremo que se aplicaba a las alumnas, ofrecía una excelente formación teórico-práctica con los medios más avanzados de la época. Incluso podría añadir que la aventura juvenil de “volar sola”, fuera del entorno familiar, esa sensación de “adultez”, también sumó puntos a la decisión de venir a Santander.

P. ¿Por qué decides elegir precisamente la profesión de matrona cuando en ese momento Valdecilla ofertaba otras muchas especialidades enfermeras?
R. Cierto es que en mis prácticas de carrera de Enfermería pasé por pabellones de maternidad y, paradójicamente, porque en aquellas condiciones era como para salir corriendo, esto es, muchas mujeres, la mayoría quejándose y sufriendo en el trabajo de parto, me atrajo poderosamente la asistencia obstétrico-ginecológica. Creo que lejos de ser una ilusa romántica con el inigualable momento del nacimiento, descubrí desde el primer momento que esta especialidad de “fácil y cómoda” no tenía nada y por añadidura era un auténtico desafío conseguir la confianza de las mujeres y atenderlas en condiciones. Eran poquísimas las matronas de plantilla, más nosotras “las asustadas” que nos estábamos formando, y todo sumado a escasos recursos técnicos y diagnósticos como los que hoy se han incorporado a la Obstetricia, aun en un hospital insigne como lo era Valdecilla. A pesar de todo, inexplicablemente, quise ser matrona.

Ahora me parece un lujo ver los paritorios modernos del Hospital Valdecilla, y aunque el número de matronas se ha incrementado, también creo que la asistencia al parto se ha ido mejorando y personalizando, tanto como para necesitar más efectivos. Los cuidados y la atención que se dan en partos no creo que difieran de los exigidos a una enfermera en Cuidados Intensivos. Cierto que los enfermos de UCI son críticos, pero las mujeres en trabajo de parto, aunque se podría pensar en general sanas, hoy arrastran muchas patologías inherentes a la edad, la mayoría solicitan anestesia que hay que controlar y se atiende a un feto vulnerable en el pasaje más complicado de su existencia.

Tras la especialidad de Matrona, seguí estudiando, mi carácter espartano, mi hábito de estudio y mi curiosidad innata, me empujaron a enrolarme en la especialidad de Pediatría, Quirófano y Análisis Clínico, que, por entonces, se impartían en Valdecilla, y cuyos conocimientos estaba segura de que encontrara el puesto que fuera, incluso el ansiado de matrona, me servirían en mi práctica profesional.

P. ¿Cómo te incorporas al mundo “matronil”?
R. Me inicio haciendo sustituciones en la ciudad, Santander, una incorporación lenta y a media jornada. Estuve en el Instituto Social de la Marina, adonde acudían todas las mujeres de la provincia pertenecientes al Régimen Especial de los Trabajadores del Mar de la propia Seguridad Social, la mayoría como esposas de los trabajadores del mar que, por razones obvias, eran abundantes en Cantabria. La asistencia al parto se ofrecía según la “categoría” (prestación) de los maridos, o bien en una clínica privada, Clínica Madrazo, o en diferentes pabellones de Valdecilla rigurosamente diferenciados por escalafón y categoría (Privados, Beneficencia, Militares, etc.).

Más tarde pasé por el ambulatorio de Vargas (del centro de Santander) y hacíamos también apoyo en la Residencia Cantabria, donde se ubicó el Hospital Materno-Infantil tras el traslado desde Valdecilla, en la asistencia a las puérperas. A partir de los años 80, me incorporé, vía Sanidad, a la actividad rural cuya situación era aún más precaria, además de la falta de medios, instalaciones y mil cosas más, fue el momento del intento general de la amortización (y desaparición) de las plazas de matrona de Asistencia Pública Domiciliaria (APD) que finalmente, y con una gran participación de la Asociación Española de Matronas, fueron reconvertidas a Matronas de Atención Primaria integradas en el nuevo modelo de Atención Primaria, profesionales que ni siquiera habíamos sido contempladas en su diseño.

Tengo recuerdos “intensos de la época”; además de todo lo anterior, en mi caso como en el de tantas otras matronas rurales, ni siquiera había un consultorio ex profeso. Al principio me colocaron en unas antiguas escuelas que tenían más posibilidades de derrumbe que de demolición; más tarde, cuando la Guardia Civil abandonó su cuartelillo, nada menos que en el piso tercero de aquel vetusto caserón no pensado para los servicios sanitarios, tuve ubicada mi consulta, hasta llegar a estrenar un magnífico centro de salud en 2006. En fin, ¡una aventura! en la que además me tuve que formar, puesto que nuestra formación de matronas en asistencia obstétrica quedaba “coja” para ofrecer a las mujeres una asistencia integral a su salud sexual y reproductiva. En este punto, además de mi labor autodidacta, tuve el apoyo importantísimo de mi marido y del Dr. Jesús Frechoso, quienes no solo me ayudaron a aumentar mis conocimientos, sino a ser capaz de resistir “tantas inclemencias” y “aclimatarme al medio” para finalmente , “quedar atrapada” en la asistencia de las mujeres del medio rural.

P. Se dice que “tras un gran hombre siempre hay una gran mujer” y al margen de tus muchos méritos personales, no sería justo no mencionar al compañero de tu vida, Octavio Navarro Baldeweg, aquel hombre grande por su origen germano, aparentemente serio pero ocurrente y divertido y excelente profesional, con el que además compartiste el amor por la medicina. Tú, como persona siempre ávida de conocimientos, aprendiste muchas cosas de su especialidad siendo su asistente.
R. Te agradezco que me des pie a recordar a mi marido, Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Valdecilla, este sí por “mimetismo”, dermatólogo como su padre, que fuera a su vez el primer Jefe de Servicio de Dermo-Sifiliografía de Valdecilla, como por entonces se denominaba el servicio. Solo hay que recordar la importancia de la sífilis todavía en el primer tercio del siglo XX en el que su detección, desde Wasermann en 1910, y tratamiento eficaz fueron una carrera contra el tiempo de todos los médicos dedicados a esta especialidad, fundamentalmente para detener los estragos de la enfermedad que no solo afectaba a los adultos, sino, y además, a los neonatos, con la sífilis congénita. Precisamente mi suegro, Augusto Navarro Martín, cuando acepta la propuesta de su incorporación a Valdecilla, traía a su espalda un amplio bagaje profesional, pues en el momento era Jefe de Laboratorio de la Cátedra de Dermatología y Sifiliografía de la Facultad de Medicina de Madrid, académico corresponsal de la Nacional de Medicina y discípulo y colaborador de los profesores Fourneau y Levatti en Paris y Hoffmann en Alemania. Esto le permitió, en una en colaboración con el doctor Manuel Hombría Iñiguez, descubrir una nueva técnica rápida con suero activo para el serodiagnóstico de la sífilis, que se utilizó durante mucho tiempo con muy buenos resultados.

Creo que su padre “inoculó” a mi esposo su pasión por la Dermatología, y como su progenitor, también se entregó en cuerpo y alma a la profesión.

Trabajar con mi marido en su consulta privada me abrió al conocimiento de las afecciones dermatológicas en general y muy especialmente las venereocutáneas, que tantas veces nos tocan ver a las matronas sin tener una formación específica y en consecuencia, imposibilitadas en ocasiones para un diagnóstico previo acertado y su derivación a especialistas.

De otro lado su actividad académica como Catedrático en la Facultad, y su activismo dentro de la Sociedad de Dermatología, me situaron, aunque fuera en un elegante segundo plano, en diferentes escenarios de conocimientos desde la preparación de sus clases, sus consultas, hasta los innumerables congresos nacionales e internacionales en los que él, como miembro activo, participó. Indudablemente estar a su lado en todas estas actividades me permitió hacer un buen acopio de conocimientos relacionados con su especialidad que me fueron de ayuda en mi propia actividad profesional.

P. Y también fuiste madre, por lo que tu corazón se dividió para acoger a tu querido Juan, hoy un hombre hecho, derecho y sesudo que ¡de casta le viene al galgo! Porque nada menos que escogió ser astrofísico, ¡este sí que rompió los moldes de la tradición sanitaria familiar! Las renuncias de madre en general, las conocemos, en tu caso particular, ¿qué supuso la llegada de tu hijo?
R. Pues sí, mi hijo completó la idea de familia que forjamos mi marido y yo, y como todos los hijos son fuente de ocupación y preocupación e ilusión y alegría. Pasar el mayor tiempo posible con él supuso renunciar a un trabajo a tiempo completo en su primera infancia y a buscar soluciones ahora llamadas de conciliación, cuando en realidad era buscar formas más complicadas que hacer “encaje de bolillos” para estar el mayor tiempo con él. Como también ayudaba en la consulta privada a mi marido, llevaba a mi pequeño conmigo, y al principio lo mantenía en su cuna, luego en “su corralito” y a medida que crecía, controlando sus movimientos en un espacio destinado para él, desde el que yo pudiera controlarle y ayudarle si requería en tareas escolares y colaborar con mi marido.

Lo de hacerse astrofísico fue para mí una entelequia, pero cierto es que su mente analítica, matemática... casa mejor con la Ciencias Físicas que con el desempeño de la Medicina; con libertad, él escogió la dedicación de su vida.

P. Tengo un recuerdo vago, de algún comentario tuyo referido a tu incorporación al trabajo en el Sistema Nacional de Salud. Corrígeme si me equivoco, pero ¿no concursaste al cuerpo de practicantes titulares?
R. No, fue al cuerpo específico de Matronas del Estado. La Asistencia Pública Domiciliaria (APD), engloba a Médicos Titulares, Practicantes Titulares, Matronas Titulares y Farmacéuticos Titulares a quienes nos ofrecieron, tras la consecución de nuestra plaza titular, nuestra integración con carácter voluntario, en los servicios de salud de las comunidades autónomas.
Tardaron más de 20 años en convocar las oposiciones y mientras tanto estuve de interina. En la década de los 80 se perfilaba el cambio en la asistencia sanitaria primaria, pero fundamentalmente en los pueblos imperaba el criterio bastante extendido de que las matronas no éramos necesarias y a la vez se ahorraban dinero con la desaparición de estos puestos, cierto es que había intereses espurios de practicantes y médicos rurales en ello también. Por más explicaciones que dábamos las matronas a los responsables de Sanidad, no hacían caso, los choques eran inevitables y el temor a la desaparición de las matronas, una constante. Hubo problemas verdaderamente importantes, pero al final se consiguió la reconversión de las plazas APD de matronas, como antes expliqué, y la consecuente integración de las matronas rurales en la recién estrenada Atención Primaria de Salud que ofrece cobertura a las zonas rurales, no tan bien como hubiéramos deseado las matronas, pero se logró.

P. ¿Qué te motivó a elegir Liérganes de entre las plazas ofertadas?
R. Aquí influyeron varias cosas. La primera, que me ha gustado tanto como la asistencia hospitalaria, la asistencia en zona rural y esta plaza me permitía, desde la cabecera del área básica, acceder a otros pueblos un tanto remotos de la geografía de Cantabria, adscritos al Centro de Salud de Liérganes.

Por otra parte, la belleza de este pueblo tranquilo, que es inigualable, del que con mucho orgullo los lugareños, gente amable y sencilla, dicen que está “bendecido por Dios”, refiriéndose a las aguas minero-medicinales de la Fuente de Santa Fe, de cuyos beneficios hay reseñas desde el siglo XVII y que la moda de la balneoterapia del siglo XIX propició su explotación construyendo un balneario. Este balneario ha sido utilizado por todo tipo de personas, entre las que se cuenta a Alfonso XIII y su familia que, desde principios del siglo XX y por siete años consecutivos, se desplazaban a este lugar a tomar sus beneficiosas aguas, hasta el punto de que se reservaba una zona del balneario junto al manantial en la que tomaban sus baños, en una piscina de uso exclusivo, la cual, tras años de empleo como aljibe, actualmente está recuperada y a disposición de los clientes del establecimiento con el nombre “La Piscina del Rey”.

Ya veis que aprovecho para hacer publicidad de esta bella tierra de Cantabria, que es la mía de adopción…

Por todo ello, además, fue el pueblo escogido por mi marido y por mí para poner en marcha otro proyecto de vida juntos: el de tener una segunda vivienda que fuera nuestro refugio en los descansos de la época laboral y pensando en el de nuestra jubilación a la vez que el lugar en que mi marido diera rienda a su pasión por la botánica. En parte, nuestro proyecto se vio cumplido con una casa, firmada por otro miembro de la familia Navarro que tampoco se mimetizó con la Medicina, sino que dio rienda suelta a su alma de artista y se hizo arquitecto (escultor y pintor). Esta casa para mi “peculiar”, pero de devoción y estudio para los arquitectos, lleva la firma de Juan Navarro Baldeweg, hermano de mi marido, y a la que se le dio el nombre de “La casa de la Lluvia”, debido a las condiciones climáticas de la zona y a la estratificación de sus materiales constructivos que hacen que la lluvia cambie la apariencia de la casa y que resuene suavemente dentro de ella. El sueño se interrumpió cuando falleció mi esposo en 2003 y ahora es una costosa carga que absorbe mis energías para mantenerla y todo el entorno que la rodea, tan bonito como en el proyecto de paisajismo concebido por Octavio y que, años después, es una verdadera y fascinante exuberancia floral y arbórea.

P. La zona de influencia del que fuera tu centro de salud dices que tenía asignados pueblos cuasi remotos aun en el final del siglo XX y principios del XXI. ¿Qué peculiaridades socio-sanitarias destacarías de las mujeres de estas zonas?
R. El Centro de Salud Miera-Liérganes pertenece a la zona básica de salud del Valle de Miera, que da cobertura asistencial a seis pueblos enclavados en el valle natural más angosto de los valles cántabros, atravesado por el río Miera. Las pendientes acusadas y altitudes elevadas, especialmente donde se ubican tres de esos pueblos, históricamente han dificultado la accesibilidad a ellos y desde ellos a las zonas centrales. Aun en el siglo XXI es bien riesgoso en muchas ocasiones acceder con el utilitario propio, como me tocaba en las frecuentes visitas domiciliarias, cuando las heladas, la nieve y/o la intensa lluvia hacían aparición a estas alturas. Son poblaciones que, por su histórico aislamiento, han desarrollado características culturales, etnográficas y económicas curiosas. Nombradas estas gentes con el gentilicio de pasiegos sin serlo, pues solo son vecinos de áreas colindantes a los valles pasiegos, siguen o siguieron los usos y costumbres tradicionales de los pasiegos, como la trasterminancia (variedad menor de la trashumancia caracterizada por movimientos estacionales de corto recorrido), el uso del cuévano y la construcción de cabañas al estilo pasiego en las escarpadas laderas de las montañas que les rodean y muchas más cosas que las distinguen.

He visto en estas gentes condiciones de vida espartanas, trabajo intenso en gran parte sostenido por mujeres rudas y fuertes, en cuyo ciclo de vida no existe la palabra tedio, pereza y que tras el parto retomaban rápidamente las tareas hasta el punto de encontrarme a muchas de ellas apenas unos días tras el nacimiento de sus hijos, ordeñando a sus vacas y, como consecuencia, sufriendo estoicamente los dolores de una episiotomía o abierta esta por el esfuerzo.

Recuerdo a más de una, en los primeros años de mi servicio en la zona en los que las condiciones de vida no permitían a todas tener vehículo propio como actualmente y aun las condiciones de accesibilidad eran peores que las actuales, bajar en el camión de la leche a la consulta, ¡y eso las que bajaban! Por eso era imprescindible hacer visitas domiciliarias porque a muchas de estas mujeres el trabajo doméstico, al que se sumaba el de su cabaña ganadera y la agricultura, no les permitía “perder el tiempo” en una consulta por más que fuera necesaria.

P. Sorprende la fortaleza de estas mujeres pasiegas y casi pasiegas como las de tu área de atención, tanto más visto sobre todo con los ojos de la sociedad que actualmente asume el parto con poca naturalidad y menos resistencia en general.
R. Sin duda, la valentía y fortaleza de estas mujeres históricamente ha sido proverbial. De hecho, ha quedado para la historia la anotación de Estrabón en sus escritos refiriéndose al pueblo pasiego, que podemos extender a las gentes de los pueblos altos del Valle de Miera por su aislamiento, decía: “es cosa común entre ellos, la valentía, no solo en los hombres, sino también en las mujeres. Estas cultivan la tierra: apenas han dado a luz, ceden el lecho a sus maridos y los cuidan (covada). Con frecuencia paren en plena labor, y lavan al recién nacido inclinándose sobre la corriente de un arroyo”.

Hoy eso ha cambiado, muchas cosas para bien, obviamente, otras no tanto, las formas de vida actuales han dejado atrás mucha de la esencia de fortaleza y naturalidad de estas gentes.


P. Eres mujer de convicciones y, a pesar de no trabajar en equipo, siempre has creído en la fuerza del colectivo y has mantenido un vínculo estrecho, sobre todo con las matronas de Atención Primaria.
R. Es cierto, la labor en Atención Primaria es particular, digamos, “sola ante el peligro” sin el refuerzo y apoyo de un equipo de “ iguales”, aunque estés integrada en el equipo básico de salud; en contraprestación, puedes conseguir un vínculo estrecho y duradero con las mujeres y de otro lado, una autonomía importante si demuestras, ya que la subordinación jerárquica al médico es impuesta, que dominas tu área. Los médicos de Atención Primaria, al menos con los que yo he topado, se sienten aliviados de que las matronas controlen la asistencia a la mujer, ya que no es precisamente su fuerte esta parcela porque no están especialmente preparados para ello comúnmente.

Intercambiar conocimientos, actuaciones, elaborar programas conjuntamente con el resto de compañeras es un necesario e imprescindible ejercicio para homogenizar acciones, además de las impuestas por la Consejería de Salud en las que indudablemente han de participar las matronas cuando se trata de la asistencia sexual y reproductiva y la atención al neonato. Por otra parte, nos unió mucho toda la problemática con nuestras plazas que ya he relatado.

P. Personalmente te agradezco la valentía de asumir la responsabilidad de la creación y puesta en marcha de la Asociación Cántabra de Matronas y, posteriormente, aceptar una vocalía en la Asociación Española de Matronas.
R. Recuerdo con claridad aquella reunión primera y las siguientes hasta la constitución de esta Asociación (ACM), a la que ayudó por cierto la Asociación Española de Matronas, lo que, de entrada, me permitió acercarme a las matronas hospitalarias y a su trabajo, algo que me parecía importantísimo para situar en tiempo y contexto real a mis mujeres ante el escenario del parto. Agradecida especialmente a ti, que “a modo de introductor de embajadores” me pusiste en ese escenario real y sustancialmente cambiado a aquel en que yo me desenvolví antes de mi llegada a Atención Primaria y ponerme en relación con las compañeras del hospital, la mayoría desconocidas hasta el momento. Me gustaba mucho poder ver el trabajo en el medio hospitalario y recoger vuestras opiniones acerca de nuestra labor en AP de cara a la asistencia hospitalaria, detalles que cambiar y/o introducir en la Educación para la maternidad que impartía.

De otro lado, ser miembro activo a la Asociación Española de Matronas, me hizo conocer desde dentro el trabajo ímprobo, y no siempre reconocido, de la única entidad de defensa de las matronas por entonces, gracias a la cual se han hecho logros importantes y constatables para la profesión; los más definitivos, a mi juicio, la reapertura de las Escuelas de Matronas y la integración de las matronas en Atención Primaria. Sin estas consecuciones hoy la profesión de matrona en España probablemente estaría a punto de extinguirse o no calculo a adivinar qué estaría pasando en estos momentos.

Fue una suerte participar desde dentro en los Congresos y decisiones de esta Asociación, que sin duda ha escrito una página muy importante de las matronas en España.

P. Creo que, por discreción y humildad, has afirmado que no habías tenido actividad gestora, algo en lo que discrepo porque tu valentía e interés, en primera instancia, fue lo que nos permitió a las matronas cántabras, apenas constituida la Asociación, llevar a cabo el I Congreso Nacional de Matronas, que hasta la fecha fue el más numeroso, y poner a rodar la ACM.

R. Ja,ja,ja… Bueno, la tarea que asumí al aceptar el cargo de Vicepresidenta conllevaba hacer algo por esta Asociación; fue un impulso abordar a Mª Ángeles Rodríguez Rozalén en el 5º Congreso Mundial de Medicina Perinatal coparticipado por la Asociación Española de Matronas, postulando a nuestra neófita asociación de matronas como candidata a ser la anfitriona del IX Congreso Nacional de Matronas en 2003. Entre todas, y con el apoyo incondicional de la Asociación Española de Matronas, lo que parecía imposible, lo logramos. Si no fue perfecto, que los organizadores tuvimos nuestros agobios, aseguro sin ponerme colorada que fue estupendo, por lo que me siento especialmente orgullosa de mi participación.

Este evento científico fue un buen impulso para que las matronas de Cantabria saltáramos a los medios de comunicación, que se hablara de nuestro trabajo, de nuestras necesidades y reivindicaciones en conjunto y, aunque eso no se tradujera en que las voluntades políticas actuaran en consecuencia, nos dimos a conocer en bloque, con una sola voz para que, al menos, nos tuvieran presentes en sus decisiones… y algo se empezó a conseguir.

Aún recuerdo la ilusión de los comienzos que tuvo un punto culminante cuando, partiendo de esa participación ilusionada, desinteresada y sin medios económicos, una de nuestras compañeras matronas, Laura San Millán, logró involucrar a su hijo adolescente y nos diseñó el logo de nuestra asociación, que es un ejemplo de creatividad. El joven artista supo poner en valor uno de los signos cántabros por excelencia, la estela que aparece incluso en el escudo de Cantabria, transformándola en el aparato genital femenino, signo de la atención de las matronas a la mujer en toda su etapa reproductiva y remarcado en los colores de esta tierra: el verde de su paisaje y el azul del mar Cantábrico que la baña.

Las matronas históricamente no hemos sido injustamente tratadas, pero en estos 20 años de la ACM en Cantabria, algo hemos avanzado en la consecución de logros para las mujeres y en nuestro propio reconocimiento como profesión, aunque nunca haya sido proporcional el esfuerzo al reconocimiento de nuestra valía profesional en el contexto sanitario.   

P. Me consta que eres una estudiosa empedernida y tu conocimiento de idiomas, así como tu “peregrinaje” a todos los congresos relacionados con la profesión, tu decidida y temprana introducción en la informática, ha favorecido tu permanente actualización.
R. Bueno, lo he intentado, en mi casa había un “buen caldo de cultivo para el estudio”, que sumado a mi inquietud por ofrecer lo mejor a las mujeres, me ha impulsado a intentar estar al día de los avances en gineco-obstetricia y neonatología, siendo en este último campo un referente mi hermano Javier que dedicó su vida a esta especialidad.

Sin ánimo de vanagloriarme, las carpetas en que están contenidos mis títulos, certificaciones académicas y asistencias a foros, cursos, congresos, etc., si no dan para superar el record Guiness del libro En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, que creo es (o era) el más largo del mundo, sí que da para hacer un “tomazo” gordo, y bien gordo; todo lo relacionado con la Ginecologia, Obstetricia y Neonatología han sido mis temas de interés absoluto durante mi etapa profesional.

P. He mencionado que has impulsado en tu centro una verdadera comunidad de salud en alianza constante con las mujeres y familias, y te has convertido en su referente. Háblanos de tu labor educativa que estás prolongado incluso en tu jubilación.
R. Es probable que sea una de las acciones que más me ha llenado de mi etapa laboral y poslaboral. De mi formación como maestra me quedó muy grabado que la educación a lo largo de la vida se basaba en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser. Pues bien, estas condiciones me parecieron trasladables a la educación en salud, una de las actividades importantes como matronas. Así me embarqué en la realización de talleres para la salud de la mujer, actividad que continúo, y en los que las mujeres aprendieran a conocer sus cuerpos, a cuidarlos desde la juventud hasta la senectud a fin de evitar deteriorar su salud y/ o mejorarla, y consecuentemente, disfrutar de la mejor calidad de vida posible. He diseñado talleres separados por órganos y aparatos en los que se trata desde la percepción del bienestar físico, a hábitos saludables, alimentación, actividad física, tocando todos aquellos temas relacionados: nutrición y alimentación, movilidad, ergonomía en el trabajo doméstico, actividades físicas complementarias, etc. Además, los relacionados con la asistencia sexual y reproductiva como la preparación a la maternidad, que se ofrecía dentro de la asistencia sanitaria, pero periodos como la menopausia, que creo de vital importancia, al quedar fuera por falta de tiempo en la actividad asistencial, podía desarrollarlos en este espacio.

Esta iniciativa solo ha sido posible desarrollarla con la implicación del ayuntamiento, consciente de que anteriormente el INSALUD y después la propia Consejería de Salud autonómica no ofrecían estas prestaciones que yo les hice ver necesarias, y desde la institución pusieron a disposición de las mujeres las instalaciones del antiguo cuartel ya reconvertido en centro cívico y ¡por fin dotado de ascensor! para poder llevar a cabo la iniciativa. Este trabajo, aunque fuera extra, me ha permitido mayor y más continuado contacto con las mujeres de la zona y espero que haya sido una contribución positiva para ellas que, indefectiblemente, siempre creí debían ser tratadas desde una perspectiva de género.

P. Hace un tiempo rebuscando libros que satisfagan mi ansia lectora me topé con uno titulado Yo no me quiero jubilar del trabajo ni de la vida y enseguida pensé en ti, porque eres de las pocas personas que conozco que no quisiste aceptar la jubilación, ¿no es cierto?
R. Pues sí, yo no me quise jubilar cuando llegó la edad ordinaria de cese. Me sentía vital, quería seguir llenando mi tiempo haciendo, entre otras cosas, lo que mejor sé hacer: atender a mis mujeres y sus familias. Me parecía penoso y triste que en el mejor momento profesional de mi vida, cuando tienes unas firmes bases de conocimiento profesional (y de vida), abandonar un trabajo que era parte de mi motor existencial, tanto más cuando la escasez de matronas persistía. Fue duro asumir que la Consejería de Sanidad me impidiera alargar mi vida laboral, cuando por otra parte, para más inri, a los funcionarios de carrera se nos permitía extender el periodo activo hasta la jubilación forzosa a los 70 años.

P. Mujer de recursos y sin querer “jubilarte tampoco de la vida”, seguiste la máxima de que “Nunca es tarde para hacer planes, ni hay nada que acelere tanto la llegada de la vejez como dejar de hacerlo”, así que ¡manos a la obra! Te embarcaste en la aventura universitaria...
R. Cierto, el trabajo, la vida de familia, etc. no me dejaron espacio para otras actividades que siempre tuvieron interés para mí; aprovechando el tiempo de la jubilación me matriculé en la Universidad en el Grado de Humanidades, solo por el gusto de entender la experiencia humana desde una base multidisciplinar, y adentrarme en la historia, la filosofía, las artes, la literatura, la geografía, la antropología y otras fuentes de conocimiento, para entender mejor lo que significa ser humano. Fueron unos años maravillosos que recuerdo con cierta nostalgia a pesar del esfuerzo, en el que me vi nuevamente en las aulas, escuchando, estudiando, haciendo proyectos y trabajo de campo que me permitieron incluso viajar a Grecia, Sicilia…

En nombre de la Asociación Española de Matronas y en el mío propio, por el sentimiento de pertenencia a esta Asociación y el de sincera amistad que nos une, te expreso mi gratitud no solo por este tiempo robado a tus muchas tareas para esta entrevista, sino, especialmente, por tu ejemplo de entrega a esta profesión. Parafraseando a Saramago te digo: “...no hay duda de que las grandes lecciones nos llegan siempre de la gente sencilla“, y tú, querida Isabel, nos la has dado, es elocuente los saludos cariñosos que yo misma he visto que te dedican, a día de hoy, las mujeres (y hombres) de tu querido pueblo de adopción, eso es señal de afecto y respeto por tu ayuda en sus vidas.