El presente ensayo es producto de una reflexión teórica sobre los resultados obtenidos en la investigación sobre representaciones sociales de la vejez en profesionales de la salud y la educación, las cuales por un lado conectan esta etapa de vida con lo viejo, sostienen prácticas y esquemas formativos legitimados por el estilo de vida elegido por muchas personas y, por otro, resignifican sus trayectorias vitales. Desde esta última perspectiva, se reconoce que los eventos, en cualquier momento de la vida, pueden hacer que la persona haga consciente su necesidad de superarse, de crecer y trascender y, finalmente, en la intersección de una y otra representación se descubre el sujeto de derecho y se invita a reivindicarlo, en especial en la adultez mayor, como el corolario de las experiencias de singularidad y unicidad que hacen la dignidad humana. Surgen paradojas que invitan a la reflexión sobre esta etapa vital, entre ellas, que la persona suma posibilidades para su crecimiento y autotrascendencia aunque esté próxima al final de su proceso evolutivo; o que la muerte es necesaria para generar vida, se necesitan ambas y hay una polaridad ineludible. Vivir de manera diferente es aventurarse a asumir que el destino es ser creativos, estar siempre en punta de lanza, con las botas puestas, para crear y generar formas de enfrentar las distintas situaciones, no solo desde lo personal; aquí está la aventura colectiva, todos están relacionados de alguna manera con todos, no obstante, cada uno vive su propia experiencia. Resituarse ante las representaciones sobre la vejez hace pensar en los modos de transitar la vida. “Cosecharás tu siembra” o “Se envejece según se ha vivido” son algunas de las expresiones que invitan a pensar cómo vive la persona.