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ABRIL 2013 N° 4 Volumen 11

Estrés en estudiantes de Enfermería. Estrategias para el manejo y prevención

Sección: APRENDIENDO PARA ENSEÑAR

Cómo citar este artículo

Garcia Angiano P, Gonzalez Hervías R, Monte Alonso A, Pérez Santana García G, Rodriguez Lluch C, Yáñez Lallana L. Estrés en estudiantes de Enfermería. Estrategias para el manejo y prevención. Rev. Educare21 2013; 11(4). [En línea] [fecha de acceso: 1 de abril de 2013]. URL disponible en: http://www.enfermeria21.com/publicaciones/educare/

Autores

Patricia Garcia Angiano, Raquel Gonzalez Hervías, Alba Monte Alonso, Gracia Pérez Santana García, Cristina Rodriguez Lluch, Leyre Yáñez Lallana

Escuela Universitaria de Enfermería de la Cruz Roja. Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Contacto:

Email: anova_20017@hotmail.com

Titulo:

Estrés en estudiantes de Enfermería. Estrategias para el manejo y prevención

Resumen

El estrés es la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que intenta adaptarse y ajustarse a presiones internas y externas. Los profesionales de la salud a diario nos enfrentamos con situaciones que tienen un elevado componente para producir estrés. En este artículo se ha realizado una revisión bibliográfica sobre cómo este afecta a los estudiantes de Enfermería. Conociendo esto, podremos enseñar estrategias y aportar herramientas que les ayuden a afrontar distintas situaciones de estrés tanto en el ámbito universitario como en el hospitalario. De esta manera se conseguirá que cuando sean profesionales de la salud tengan en su haber las habilidades pertinentes que les permitan abordar las situaciones laborales con una mayor capacidad de afrontamiento, minimizándose el riesgo de estrés y de burn out en la población enfermera.

Palabras clave:

burn out ; estrategias de afrontamiento ; estrés ; estudiantes de enfermería ; inteligencia emocional ; prácticas clínicas ; relajación

Title:

Nursing students stress. Managing and prevention strategies

Abstract:

Stress is a physiological, psychological and behavioral response when individuals try to adjust and adapt themselves to internal and external pressures. Healthcare professionals must confront everyday situations that can easily result in stress. A literature review has been carried out on stress impact on nursing students. Based on such data, we shall be able to teach our students some strategies and tools to help them cope with various stress situations both in university and hospital settings. Thus, as healthcare professionals, they will have the skills they need to face difficult working situations with a high coping ability and to minimize the nurses' risk to be stressed or burnt out.

Keywords:

burn out; clinical internship; coping strategies; emotional intelligence; nursing staff; relaxation; stress

 
 
INTRODUCCIÓN

Comenzaremos con una breve definición de estrés. Se considera que puede ser “la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que intenta adaptarse y ajustarse a presiones internas y externas”. El estrés aparece cuando se presenta un desajuste entre la persona, el medio, el puesto de trabajo y la propia organización (1). Sin embargo, no siempre podemos referirnos a este como algo perjudicial. Nuestra forma de vida y nuestro entorno en constante cambio generan cierta cantidad de estrés que es necesaria para actuar frente a algunas situaciones que necesiten respuestas más rápidas. Aparece por igual en personas sanas y en las que tienen problemas de salud, lo que puede incrementar las consecuencias y riesgos. Cuando afecta a profesionales sanitarios, y en concreto a profesionales de Enfermería, recibe el nombre de burn out (2,3,4,5). El estrés puede ser ocasionado por cualquier acontecimiento que signifique un peligro para una persona. Más que la situación, es la trascendencia o significado que esta tenga para ella, ya que según cómo nos afecte esa situación reaccionaremos de una u otra forma (2), pudiendo llevar a la persona a enfrentarse a ella y luchar hasta llegar a la satisfacción personal o por el contrario a una frustración o síndrome del quemado, lo que contribuirá a incrementar la respuesta estresante por parte del sujeto (6). De esta manera se forma un ciclo, llamado Ciclo del estrés (3,7,8).

Muchas veces al oír hablar sobre el estrés en estudiantes, se piensa mecánicamente en situaciones leves tales como, “no me dará tiempo a estudiar e ir al cine”, sin embargo, no se piensa que si la vivencia es grave se pueden producir alteraciones fisiopatológicas como alteraciones en la libido, abortos, impotencia, trastornos cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, musculares, dermatológicos, sexuales, endocrinos o un descenso de los parámetros inmunológicos, provocando que sean más propensos a sufrir infecciones (2,9,7).

El estrés es un tema muy extendido en los estudiantes de Enfermería, ya que en el hospital se enfrentan a situaciones muy difíciles y propensas a producirlo. Para ellos todo es demasiado novedoso, poco familiar y, además cuentan con la ansiedad constante de tener que recordar todas las pautas, reglas y consignas que les han enseñado. No les resultará un simple procedimiento mecánico debido a su inevitable falta de experiencia. El contacto con el sufrimiento, el dolor, o la muerte de pacientes hace que los estudiantes se enfrenten a situaciones de estrés diferentes a las de los alumnos de otras titulaciones (10). Se estima que en los estudiantes universitarios se han triplicado en los últimos 25 años las tasas de suicidio, en los alumnos de Enfermería, el riesgo puede ser aún mayor, ya que han de adaptarse a un exigente plan de estudios que les obliga a compaginar la formación teórica, con las prácticas clínicas y, en muchas ocasiones, junto una actividad laboral. Esto desencadena innumerables situaciones de sufrimiento, enfermedad e invalidez.

No siempre las consecuencias del estrés son tan graves, otro de los problemas derivados puede ser la alexitimia, este déficit de la capacidad cognitiva para procesar y regular las emociones se ha interrelacionado con bajos niveles de inteligencia emocional lo cual puede dificultar el trabajo en equipo tan importante en nuestra profesión (12). En el manejo de estas consecuencias tienen un importante papel los docentes, ya que ocupan una posición idónea para trabajar con los alumnos y proporcionar las estrategias, el apoyo y la orientación necesarias para fortalecer su autoestima y ayudarles en la identificación de problemas de salud (11).

ANTECEDENTES
 
Según algunos estudios realizados en varias regiones españolas como Soria, Valencia y Almería, parece que el nivel de estrés de los alumnos de Enfermería disminuye conforme avanzan los cursos y su tiempo de prácticas (13). Por un lado parece que el tiempo favorece la adaptación de los estudiantes y, por otro, refieren que es su juventud e inseguridad unida a la falta de tiempo tratando con pacientes la que podría estar aumentando la exposición a factores estresantes (1). Como revela un estudio realizado con profesionales enfermeros en un hospital de Valencia, los factores que más estrés generan son los que producen menos estrés en estudiantes o en profesionales noveles. Esto demuestra que la percepción de los sanitarios sobre las situaciones estresantes y de preocupación cambia con el tiempo y, por consiguiente, con la práctica (1,14).

Otro estudio que parece ofrecer datos similares ha sido realizado en Soria, según este, el nivel de ansiedad de los alumnos relacionado con la incorporación a las prácticas va disminuyendo según avanzan los cursos académicos. Esto podría deberse a la falta de experiencia y conocimientos que tienen los de primer curso, o a la complejidad y responsabilidad que se les exige a los de tercero. Parece que aunque la ansiedad disminuye en función del curso, esta diferencia no es muy acusada, ya que todos sufren ansiedad o estrés en sus prácticas aunque las causas sean diferentes (13). Muchos de ellos constatan que el tener en sus manos la vida de otras personas genera tal ansiedad que, muchas veces, se ven incapaces de afrontar el problema, aun sabiendo qué es lo que deben de hacer y cómo deben de actuar, ya que en numerosas de estas ocasiones es el miedo el que les paraliza (15). Además, consideran que les faltan habilidades para ejercer la práctica profesional, en especial en aquellas situaciones donde tienen que relacionar conocimientos, aplicar el proceso enfermero para organizar el trabajo y donde se necesita madurez y capacitación personal para ejercer la profesión (16). Estudios realizados con estudiantes de Enfermería de primer curso en la Universidad de Almería, ofrecen datos de aquellas áreas que los alumnos consideran como especialmente problemáticas y causantes de mayor nerviosismo.

En primer lugar, se ofrecen datos sobre la preocupación que sienten ante el inicio de las prácticas clínicas y el miedo, sobre todo, a cometer fallos con los pacientes y a contagiarse de alguna enfermedad. Parece que también les inquieta el que pueda gustarles o no la profesión que han elegido esperando obtener la respuesta a lo largo de las prácticas en el hospital. En segundo lugar, parece que también les importan los comentarios que les llegan de los compañeros de cursos superiores acerca de la ayuda que reciben de los profesionales y estos no siempre son satisfactorios, percibiéndose los primeros días de las prácticas clínicas como especialmente duros para ellos. Por otro lado, parece que la existencia de cierta confusión entre los enfermeros de las Unidades asistenciales, el desconocimiento sobre lo que se espera de ellos durante las prácticas y la sensación de que están desinformados sobre las actividades que pueden o no realizar durante los periodos prácticos de primer curso genera un gran estrés en los estudiantes.

Finalmente este estudio menciona como cuarta área estresante el hecho de que los profesores de Ciencias de la Salud pasan muy poco tiempo con ellos, por lo que demandan tener a una persona que permanezca más tiempo, ya que se sienten solos cuando realizan las prácticas clínicas (14).

Otros estudios sobre las causas de estrés en los estudiantes de Enfermería nos ofrecen datos similares, parece que lo que más les preocupa es “no dar la talla”, no estar preparados, enfrentarse a un enfermo real (17), el tratar con pacientes histéricos o agresivos, sentirse incompetentes y con preparación inadecuada, la falta de vocación, la amenaza de sufrir juicios por mala praxis, la excesiva necesidad de aprobación o la valoración social de la profesión percibida como insuficiente (2,4,18). Además, estas situaciones se pueden ver incrementadas por otros factores ajenos a las prácticas. Como las relaciones interpersonales y grupales que en muchas ocasiones debido a la mala práctica de un trabajo en equipo les sobrepasan, o el trato directo con personas, donde tendrán que aprender a desarrollar mucha paciencia y bastante empatía (30).

Parece que otro factor importante que puede influir sobre los alumnos es la desmotivación que se produce en el ámbito laboral o en las mismas prácticas, llevando a una insatisfacción laboral del profesional que puede desencadenar burn out (19). Por este motivo parece imprescindible conocer todos estos factores que pueden provocar estrés, si no somos capaces de identificarlos tampoco podremos desarrollar estrategias específicas de afrontamiento que permitan devolver el equilibrio (20).

OBJETIVOS
  • Identificar aquellos factores que provocan mayor estrés en los estudiantes de Enfermería.
  • Localizar qué variables generan un mayor estrés en el desarrollo de sus prácticas clínicas.
  • Ofrecer estrategias para la prevención, manejo y afrontamiento del mismo en los alumnos.
  • Mejorar el afrontamiento ante situaciones de estrés en estudiantes y profesionales de Enfermería y reducir el riesgo de burn out en la profesión.
  • MÉTODO


    Se realizó una búsqueda bibliográfica a través de la base de datos encuentr@ para conocer el estado actual del tema que nos interesa. Para la estrategia de búsqueda se utilizaron diez términos claves como descriptores de la misma, (estrés, prácticas clínicas, estudiantes de Enfermería, burn out, estrategias de afrontamiento, relajación, inteligencia emocional, autoconocimiento, motivación y prevención), las cuales se incluyeron primeramente de manera individual en el criterio de búsqueda avanzada y posteriormente de manera combinada. Se accedió a un total de 30 artículos que nos aportaban nuevos conocimientos sobre el tema. Esto nos permitió valorar y analizar no solamente los factores y variables que generan un mayor estrés en los estudiantes de Enfermería, sino también conocer mucho más sobre las estrategias y habilidades más recomendables para poder hacer frente al mismo.

    RESULTADOS


    Como ya hemos referido, nuestra búsqueda bibliográfica demostró que parece existir un nivel alto de estrés en los alumnos de Enfermería. A estos les preocupa no estar preparados para enfrentarse a un paciente real, el sentirse incompetentes y con preparación inadecuada, la falta de vocación y motivación, el tener problemas con las relaciones interpersonales en el trabajo de equipo y el trato tan directo con personas. Por este motivo, nuestra revisión de la literatura también estuvo enfocada a conocer las posibles estrategias y técnicas que los estudiantes podrían aprender y manejar, para desarrollar los recursos necesarios que les permitieran prevenir, afrontar y reducir el estrés en el desarrollo de sus estudios universitarios.

    Parece que el estrés podría verse disminuido cuanto mejor preparados estén, por este motivo, y tras analizar la bibliografía, ofrecemos aquellas técnicas que podrían preparar a los estudiantes de Enfermería a afrontar de una manera más saludable sus estudios. Como ya hemos dicho, el estrés puede estar influyendo en el buen hacer de las prácticas clínicas de los alumnos, así como en su estado de salud general, por lo que parece que si empleáramos técnicas de reducción del mismo y de la ansiedad, y técnicas para aumentar la autoestima, la percepción de autocontrol y autoeficacia, podríamos fortalecer y reforzar el control ante sus prácticas clínicas. Mejorar su autoestima y reducir su nivel de ansiedad y estrés también mejoraría su sistema inmune, con lo que conseguiríamos ampliar nuestra resistencia y evitarlo en muchos casos (9).

    Como es bien conocido, el estrés produce distintos tipos de síntomas: los psicológicos, como la ansiedad; los físicos, como cefaleas; o los conductuales, como la baja productividad (21). Por tanto, es necesario hablar de la existencia de distintos tipos de técnicas adaptadas a cada tipo de síntoma de los detectados, por un lado las técnicas psicofisiológicas, que intentan reducir la activación fisiológica producida por el control de pensamientos para así afrontar sus miedos (22). Teniendo en cuenta esto, las estrategias que parecen mejorar el manejo de situaciones y prevención del estrés en sus prácticas clínicas serían en primer lugar el autocontrol emocional. Con él se pretende evitar reacciones negativas ante situaciones que puedan molestarnos, es decir, pensar las consecuencias que un acto pueda tener antes de reaccionar, para así poder evitarlas (23). Para conseguir esto, se requiere entrenamiento y no es fácil debido a que solemos producir respuestas muy rápidas en este tipo de acontecimientos mentales. El objetivo del autocontrol no consiste en eliminar las reacciones emocionales negativas, sino reconocerlas y metabolizarlas antes de que se traduzcan en una conducta incorrecta (23). El primer paso para evitar esto es permanecer en “sintonía emocional” con uno mismo. El siguiente paso es desarticular la respuesta emocional, es decir, ver las cosas desde otra perspectiva diferente, como colocar un “filtro” entre la primera sensación que se produce de estar poniéndose agresivo y la primera respuesta conductual agresiva o negativa. Planteamos enseñar a los estudiantes a reconocer este tipo de respuestas en sus prácticas clínicas diarias y enseñarles a interpretar los acontecimientos desde una perspectiva diferente que les ayude a controlar su respuesta conductual de estrés (23).

    Para conseguir esto podría resultar interesante que los alumnos conocieran y manejaran la técnica de Parada de Pensamiento, ya que muchas situaciones de estrés y ansiedad van acompañadas de pensamientos negativos y, por tanto, parece necesario aprender a parar este tipo de pensamientos, ya que no ayudan a realizar las prácticas correctamente y pueden condicionar negativamente al estudiante provocando una mala actuación por debajo de sus capacidades. Es importante identificarlos y hacerlos explícitos verbalmente si queremos conseguir pararlos. Una forma de aprender a controlar esta situación es que cuando se percibe que la cadena de pensamientos negativos comienza a desatarse debemos interrumpirla, por ejemplo aplicando un estímulo de corte (gritar “basta”). Debe practicarse sistemáticamente para llegar a dominarla y a aplicarla sistemáticamente hasta conseguir que los pensamientos negativos desaparezcan por completo (21).

    También parece que podría ser oportuno acompañar el aprendizaje con la aplicación de diferentes técnicas de relajación y respiración (24), primeramente se debe aprender a identificar la zona en tensión, por medio de ejercicios alternados de contracción y relajación, de este modo se identifican las sensaciones que se producen en las distintas zonas del cuerpo según esté o no en tensión. Una vez aprendido esto se deben poner en práctica ejercicios para relajar dichas zonas, consiguiendo un estado de autorregulación del organismo. Esto requiere aplicar un programa específico con ensayos y práctica continuada que permita poder usarlo en el momento deseado. La relajación se puede utilizar sola o acompañada por técnicas de respiración abdominal, debe realizarse en lugares tranquilos y con una temperatura adecuada (21). Parece que un control adecuado de nuestra respiración es una de las estrategias más sencillas para hacer frente a las situaciones de estrés, ya que el objetivo de esta técnica es facilitar el control voluntario de la respiración y automatizarlo para que pueda ser aplicado en situaciones de tensión (2).

    Igualmente los nuevos estudios aportan datos sobre la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional para el afrontamiento del estrés. Actualmente está ampliamente aceptado que la inteligencia emocional debería ser materia formativa del personal sanitario de hospitales y centros de salud y, por tanto, de los estudiantes. Se trata de la capacidad que tienen los seres humanos para reconocer sentimientos propios y ajenos junto con el conocimiento para manejarlos adecuadamente. La inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones interpersonales de forma eficaz (25). Las características son: la capacidad de motivarse a uno mismo, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular los propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con las facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.

    Para que la Enfermería amplíe su visión y abarque el impacto de las emociones, deben tenerse en cuenta dos grandes supuestos de los descubrimientos científicos. Por un lado, que ayudar a la gente a manejar mejor sus sentimientos perturbadores (la ira, la ansiedad, la depresión, el pesimismo y la soledad) es una forma de prevención de la enfermedad y, por otro, que centrarse únicamente en los síntomas y buscar soluciones inmediatas para eliminarlos implica el riesgo de desatender a la persona, descuidar al individuo y, por tanto, perder de vista al ser humano integral. Se ha observado que muchos pacientes mejoran notablemente cuando sus necesidades psicológicas son atendidas al mismo tiempo que las puramente médicas, si bien el hecho de que un médico o una enfermera ofrezcan a un paciente afligido consuelo y alivio ya es un paso importante al que pueden sumarse otros. Hay que insistir, por tanto, en la necesidad de un cambio de perspectiva en los tratamientos, en la oportunidad de brindar un cuidado emocional que se pierde a menudo debido a la forma en que se practica la medicina (25).

    Otra herramienta que parece ser útil a la hora de controlar y evitar el estrés es el desarrollo de resiliencia. Esta puede entenderse como la capacidad para sobreponerse a los problemas, adversidades o conflictos buscando alternativas creativas, que le permitan a la persona o grupo social resignificarlas, fortalecerse con ellas y construirse nuevas posibilidades a partir de sus potencialidades. Con esta habilidad, los estudiantes de Enfermería, podrán adquirir la capacidad de adaptarse a los problemas que tienen que afrontar cada día, tanto a nivel académico como en las prácticas clínicas. Los pilares de la resiliencia son los factores protectores para los seres humanos, y es importante conocerlos para poder desarrollar esta habilidad correctamente, algunos son: autoestima, introspección, independencia, capacidad de relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad y capacidad de pensamiento crítico. Todos ellos resultan importantes, ya que de ellos dependerá la respuesta del estudiante en las situaciones que se presenten en su día a día, por lo que es vital que los niveles de estos factores sean adecuados, para que la respuesta sea apropiada a la situación. Por lo que, fomentar la resiliencia en este ámbito es importante para establecer vínculos sociales, actitudes y comportamientos positivos, reafirmar los valores y evitar el aislamiento social (28).

    Parece que para conseguir todo esto también sería deseable incluir técnicas de comunicación interpersonal. La comunicación es la base de las relaciones interpersonales y, dentro de estas, de las profesionales, ya sea a la hora de comunicarse dos enfermeros en la organización de un turno, en reuniones de equipo o así como al relacionarnos con el paciente y su familia. Por eso la forma como una información se comunique será muy relevante para la correcta interpretación del que la recibe. Un profesional que le comunique algo con tono agresivo o enfadado a un alumno en prácticas puede perjudicarle a la hora de volver a comunicarse con el profesional en el caso de futuras dudas, dado que no preguntará por miedo, o “inhibirle” en futuras intervenciones ya que no se atreverá a intervenir por temor a fallar y que le vuelvan a llamar la atención. Este tipo de situaciones provocan estrés en los estudiantes, lo que dificulta más aún su tarea en el hospital (20). Como ya hemos dicho, la comunicación que el alumno tenga con el resto de compañeros es un factor muy importante a tener en cuenta. Por eso, estas técnicas de comunicación interpersonal deben ir dirigidas a generar un buen clima laboral, una buena comunicación entre los distintos profesionales del equipo y facilitar la expresión emocional entre ellos, lo que ayudará al estudiante a sentirse integrado en el equipo y, por tanto, favorecerá su autoestima, disminuyendo el estrés o la posibilidad de padecerlo (20).

    Dentro de la comunicación, parece que aprender a ser asertivo, y decir “no” en algunos momentos permite un mejor afrontamiento (2). Otra habilidad que también parece importante en el manejo del estrés es la risoterapia y el uso del humor. Siempre hemos oído: “Reír es salud”, y a pesar de ser una frase habitual, hoy en día se sigue reprimiendo la risa debido al hecho de que, quien se ríe mucho da la sensación de ser superficial y poco creíble (26). Desde hace ya más de 4.000 años, la risa se usaba con la finalidad de equilibrar la salud de las personas en múltiples templos de diversos sitios, como pasó con el antiguo Imperio chino, la India, la tradición oriental o bien la Biblia. Y así lo defendió Aristóteles describiendo la risa como “el ejercicio valioso para la salud” (26). El concepto de humor describe el estado de ánimo de la persona haciendo referencia a la capacidad de percibir, disfrutar o expresar lo que es divertido (27).

    Tras varios estudios, finalmente se pudo concluir que la risa libera unas hormonas llamadas endorfinas, que producen una sensación de esperanza y bienestar generalizado; también se segrega adrenalina, que provoca cierto grado de euforia en las personas. Además, recientemente se comprobó que en el tratamiento de enfermedades como el cáncer o el sida, la risoterapia no solamente cumple una mera función psicológica como anestésico frente al dolor, sino que también tiene un efecto inmunológico muy importante. Estudios científicos han revelado que la risa y el buen estado de ánimo aumentan la generación de los linfocitos Natural Killer (NK), que combaten a los virus y tumores. También se ha demostrado que las personas que se ríen poco o carecen de sentido del humor son más propensas a padecer enfermedades graves (26). Por lo que el humor y la risa resultan ser unos mecanismos esenciales para que la persona afronte las experiencias que causan tensión, y por lo tanto estrés. Así que parece que cuando la persona tiene que enfrentarse a situaciones que le provocan ansiedad, recurre al humor para restablecer sus sentimientos de dominio y recuperar así la sensación de control sobre su ambiente.

    Desde este punto de vista, podríamos decir que el humor se transforma en un recurso para el autocuidado que favorece la adaptación de la persona ante situaciones estresantes. Por esta razón, muchos cuidadores de la salud a lo largo de la historia han considerado de utilidad usar el humor para la intervención enfermera, de manera que se minimicen los efectos estresantes de la enfermedad, consiguiendo el autocontrol de la persona y la elevación de la autoestima. Cada vez son más los profesionales sanitarios que se interesan por este tipo de terapia y se acercan a ella con voluntad de aplicarla a sus pacientes, pero, sin embargo, se debe destacar que a pesar de todo ello no se ha conseguido aún su utilización como un cuidado común (27).

    Otras técnicas relacionadas con los estilos de vida y que deberían acompañar a las anteriores son la actividad física, ya que esta nos permite desconectar y evadirnos de las situaciones que puedan crearnos estrés y liberar la tensión acumulada en los músculos protegiéndonos de la sobrecarga. El ejercicio físico puede ser una forma de reparar nuestras fuerzas y reanimarnos, y en lo psicológico incrementa el bienestar general, mejora y mantiene una autoestima positiva, favorece la sensación de autocontrol y potencia el desarrollo y la conservación del funcionamiento cognitivo e intelectual, factores muy importantes en estudiantes en constante actividad cerebral (2). Por este motivo sería conveniente recomendar y alentar a los alumnos en prácticas en la realización de alguna actividad física que les permitiera disfrutar y descansar a nivel cognitivo (24). También el llevar una dieta saludable evitando la automedicación y el abuso de cafeína y alcohol puede mejorar los niveles de estrés. Asimismo, parece de gran ayuda el enseñar a organizar el tiempo y el espacio personal, manteniendo expectativas realistas, compartiendo emociones y anticipando las situaciones estresantes, de manera que puedan prepararse para ellas, imaginando la situación que nos inquieta y practicando las respuestas y reacciones más adecuadas (2).

    La creación de un diario reflexivo, también puede resultar beneficiosa, hay estudios que demuestran que a los que han utilizado este método en sus prácticas clínicas les ha ayudado a encontrar más significados a su experiencia, drenar sentimientos y favorecer el crecimiento personal, tanto a nivel intelectual como a nivel emocional. Esto les permitirá poder afrontar con más fuerza cada situación de sus prácticas clínicas, evitando la aparición de miedo a cometer fallos con sus pacientes, mejorando el conocimiento de sus objetivos en el servicio de prácticas y permitiendo una mejor relación con sus tutores y con el equipo y, por consecuencia, mejorando la evaluación final de las prácticas realizadas (29).

    Además de todas estas técnicas para el afrontamiento del estrés a nivel individual, también parece que es importante realizar una serie de cambios de tipo organizacional que ayuden a una mejor gestión y que reduzca el desgaste de los trabajadores y estudiantes dejando claras las líneas de responsabilidad y la formulación de unas metas más realistas y comprensibles. Estos han de aceptar la responsabilidad de su propia salud ocupacional, para lo que es necesario un ambiente laboral que suministre los recursos para hacer frente a las demandas (7).

    Finalmente, y tras exponer todas estas estrategias de mejora y prevención, decir que el afrontamiento del estrés parece no depender únicamente del alumno en prácticas, sino también de los demás profesionales que le rodean (tutores, enfermeros y demás profesionales, compañeros…). Por lo que estas técnicas de afrontamiento deben ser tenidas en cuenta en tres dimensiones: individual, grupal y organizacional (9,20).

    En la dimensión individual-personal, el alumno debe ser capaz de identificar sus fuentes de estrés y desarrollar los recursos que puedan estar en su mano para el afrontamiento, adecuando sus expectativas a la realidad. Esto debe comenzarse por la aceptación de uno mismo y la aceptación de las limitaciones personales.

    En la dimensión sobre aspectos laborales, como hemos dicho anteriormente, es muy importante la comunicación entre los distintos miembros del equipo y el buen clima, favorecido por la organización de tareas de manera razonable y evitando la competitividad. Por último, sobre la organización, es importante que se encargue de favorecer todos los aspectos de las dimensiones anteriores, y además, tener en cuenta la importancia del entorno físico como elemento estresante, intentando reducir al máximo sus efectos nocivos y modificando los que sean posibles, fomentar las técnicas de afrontamiento del estrés y favorecer espacios donde se facilite el asesoramiento y la ayuda psicológica (20).

    CONCLUSIONES

    A modo de conclusión pensamos que si ponemos en marcha un programa de prevención y manejo del estrés, donde tanto estudiantes como profesionales de Enfermería aprendan a identificar aquellos estímulos y variables que lo  provocan en el medio hospitalario y les enseñamos a aplicar las habilidades, técnicas y estrategias relatadas en el apartado de resultados, conseguiremos mejorar no solamente sus niveles de ansiedad y estrés, sino también un mejor desempeño diario de la profesión. Todo ello repercutirá positivamente en la calidad de cuidados que reciben los pacientes así como en una mejor salud biopsicosocial de alumnos y profesionales, pudiéndose disminuir el riesgo del burn out en la profesión.

    Pensamos que este programa para la prevención y manejo del estrés podría incluirse en los primeros cursos del grado en Enfermería, puesto que es ahí donde se sentaran las bases para que los futuros profesionales aprendan a gestionar sus pensamientos y emociones, así como a manejar conductualmente diferentes situaciones conflictivas. Este programa pensamos que debería tener cuatro bloques básicos de contenidos: un primer bloque dedicado a que los alumnos detecten las situaciones problemáticas y que les generan estrés y tres bloques dedicados al aprendizaje de técnicas para el manejo de estas situaciones. Dentro de estos tres bloques: uno se dedicaría a trabajar y modificar los estilos de vida, otro a conocer y manejar las técnicas cognitivas (parada pensamiento, inteligencia emocional, diario reflexivo…) y finalmente otro a aprender y aplicar las técnicas conductuales (control emocional, comunicación, relajación, risoterapia…). En estos tres tipos de técnicas sería fundamental practicar en el aula sobre situaciones generadoras de estrés que los alumnos han propuesto, para después generalizar su aprendizaje a un contexto hospitalario real.

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