Insomnio y menopausia: abordaje terapéutico y factores influyentes del insomnio en esta etapa
Sección: Originales
Cómo citar este artículo
Ortega García MM, Pozo Cano MD, Martínez García E, Martín Salvador A. Insomnio y menopausia: abordaje terapéutico y factores influyentes del insomnio en esta etapa. Matronas Hoy 2021; 9(2):22-30.
Autores
1 Marta María Ortega García, 2 Mª Dolores Pozo Cano, 3 Encarnación Martínez García, 4 Adelina Martin Salvador
1 Enfermera. Hospital Vithas, Granda.
2 Matrona. Doctora. Departamento de Enfermería. Universidad de Granada.
3 Matrona. Doctora. Departamento de Enfermería. Universidad de Granada. Hospital de Guadix (Agencia Pública Hospital de Poniente).
4 Enfermera. Doctora. Departamento de Enfermería. Universidad de Granada.
Contacto:
Email: pozocano@ugr.es
Titulo:
Insomnio y menopausia: abordaje terapéutico y factores influyentes del insomnio en esta etapa
Resumen
Introducción: el insomnio es un problema que se da habitualmente en la menopausia. Si no se identifica y trata adecuadamente puede producir consecuencias adversas en las vidas de las mujeres, tanto en el ámbito individual (biopsicosocial), como de población general, por su impacto económico. Las matronas, como enfermeras especialistas en la asistencia a la mujer a lo largo de todo su ciclo sexual y reproductivo, se enfrentan con frecuencia a esta sintomatología que influye desfavorablemente en la calidad de vida y bienestar de las mujeres que lo padecen.
Objetivos: conocer los tratamientos que más ayudan a aliviar el insomnio en la menopausia, así como identificar los factores que pueden influir en la aparición de insomnio durante esta etapa.
Metodología: se llevó a cabo una revisión bibliográfica en los últimos seis años siguiendo la estrategia PRISMA en las siguientes bases de datos: PubMed, CINAHL, CUIDEN, Enfermería al Día, Scopus, Web Of Science, con una obtención de 25 artículos.
Resultados: se hallaron tratamientos variados que pueden ser efectivos para mitigar el insomnio en la menopausia, destacando la terapia cognitivo-conductual para el insomnio y la venlafaxina, seguidas del estradiol, escitaloprám, ejercicio físico aeróbico y yoga. Entre los factores que pueden propiciar el insomnio en la menopausia destacaron los sofocos, la mayor edad y el tiempo de la etapa de la menopausia, así como otros factores psicosociales y demográficos.
Conclusiones: la terapia cognitivo-conductual para el insomnio, y la venlafaxina pueden considerarse los tratamientos que más alivian el insomnio durante la menopausia. Los sofocos, la mayor edad en la menopausia y los factores sociodemográficos se asociaron a la aparición de insomnio en la misma.
Palabras clave:
menopausia ; postmenopausia ; insomnio ; trastornos del sueño ; matronas
Title:
Insomnia and menopause: therapeutic approach and factors determining insomnia at this stage
Abstract:
Introduction: insomnia is a common problem during menopause. If it is not detected and treated adequately, it can cause adverse consequences in women’s lives, both in the individual setting (biopsychosocial) and in the overall population, due to its economic impact. Midwives are nurses specialized in care for women throughout their entire sexual and reproductive cycle, and therefore they are often faced with this symptomatology, which has a negative impact on the quality of life and wellbeing of those women suffering it.
Objectives: to learn about those treatments most helpful to alleviate insomnia during menopause, as well as to identify those factors that might have an impact on the development of insomnia during menopause.
Methodology: a bibliographic review was conducted within the past six years, following the PRISMA strategy in the following databases: PubMed, CINAHL, CUIDEN, Enfermería al Día, Scopus, and Web Of Science; 25 articles were retrieved.
Results: different treatments were found, which might be effective to alleviate insomnia during menopause; cognitive behavioural therapy for insomnia and venlafaxine stand out, followed by estradiol, escitalopram, aerobic physical exercise, and yoga. Some of the main factors that can lead to insomnia during menopause are hot flushes, advanced age, and the time of the menopause stage, as well as other psychosocial and demographic factors.
Conclusions: cognitive behavioural therapy for insomnia and venlafaxine can be considered as the best treatments for insomnia relief during menopause. Hot flushes, advanced age during menopause, and sociodemographic factors were associated with the development of insomnia during this stage.
Keywords:
menopause; post-menopause; insomnia; sleep disorders; midwives
Introducción
El insomnio, siendo uno de los problemas que más se producen durante la menopausia1,2, está asociado a diversas consecuencias adversas físicas (hipertensión), psicológicas (depresión), económicas (mayor uso de recursos sanitarios y menor productividad)2,3 y, en general, de calidad de vida, que se desarrollan a lo largo del tiempo3. Además, probablemente debido a la subjetividad de su diagnóstico y naturaleza multifactorial, actualmente se subestima y se trata insuficientemente2.
Por otra parte, debido al aumento de la esperanza de vida, la mayoría de mujeres pasará más de un tercio de su vida en la transición menopáusica y la posterior postmenopausia4,5, previéndose que para 2030 más de 1,2 billones de mujeres en el mundo alcanzarán los 50 años o más2, siendo este un numeroso grupo con tasas de actividad laboral en aumento, y que tendrá nuevas necesidades6. Actualmente hay en España 5.437.962 mujeres con edades comprendidas entre los 45-60 años7.
La palabra menopausia procede del griego, donde μηνóς= mes y παûσις= cesación, y fue acuñada por primera vez en 1816 por Gardanne (médico francés), “ménéspausie”8.
Se dispone de registros históricos relacionados con la menopausia que datan del año 2000 a.C., presentes en los papiros egipcios, donde se señalaba a las mujeres como rojas si menstruaban y blancas si eran menopáusicas9. A lo largo de la historia occidental se ha relacionado, frecuentemente, a la mujer menopáusica con connotaciones negativas, de muerte social, pérdida, toxicidad e incluso maleficencia, por lo que ha sido odiada; aunque, por otra parte, respetada y consultada9-11. Sin embargo, existe otra manera de plantear esta etapa, donde la menopausia se ve como el inicio de una nueva forma de vida para la mujer, que cursa con menor tensión y carga con respecto a molestias propias de la menstruación, del posible embarazo; aunque mayor riesgo de padecer ciertas enfermedades crónicas2.
Si bien los conceptos menopausia y climaterio se utilizan equitativamente12. El primero se define como un proceso biológico originado como resultado de la pérdida progresiva de la capacidad funcional folicular del ovario, donde se ocasiona una disminución en la producción de hormonas sexuales femeninas, destacando la disminución de los niveles de estrógeno (hipoestrogenismo), y se determina habiendo pasado doce meses en estado de amenorrea6,13. Además, se estima que ocurre alrededor de los 51 años3, mientras que el segundo se puntualiza como el periodo de evolución entre la etapa fértil y la no reproductiva13.
El linde de edad para la menopausia comprende entre los 40 y 65 años12, dividido en tres periodos sucesivos: a) premenopausia o menopausia precoz, b) perimenopausia, c) postmenopausia6,12,13.
Durante la menopausia, algunas mujeres experimentan síntomas de intensidad variable, mientras que otras los experimentan mínimamente, o no tienen6,13. La naturaleza y prevalencia de los síntomas son comunes a la mayoría de mujeres, y las variaciones dependen de factores de distinta índole, como los socioculturales4,6.
El hipoestrogenismo produce tres tipos de síntomas. En orden cronológico son: 1) síntomas precoces (sofocos; trastornos depresivos; alteraciones del sueño, donde ocurre el insomnio que es el interés de este trabajo, pues la menopausia altera el ciclo circadiano del sueño, manifestándose en el 25% de las mujeres, siendo grave en un 15% entre los 50-64 años, y en un 16-25% por encima de los 65); 2) síntomas intermedios (síndrome genitourinario, que incluye cambios en la piel, atrofia vaginal); 3) síntomas tardíos (fenómenos trombóticos, osteoporosis)6,13.
En cuanto al sueño, este es una actividad fisiológica que, aproximadamente, ocupa una tercera parte de la vida humana, donde se realizan funciones fisiológicas indispensables para el equilibrio físico-psíquico14.
El insomnio, siendo el trastorno del sueño más habitual, se define como la dificultad para la conciliación o el mantenimiento del sueño, la presencia de un sueño insuficientemente reparador, despertar precoz, aún guardando las condiciones adecuadas para el sueño. Provoca un deterioro del funcionamiento diurno y se considera, por sí solo, un factor de riesgo para el deterioro de la salud3,15. En función de la etiología, puede ocurrir como trastorno primario (problema propiamente), o como trastorno secundario (expresión secundaria a una dolencia física/mental, a otro trastorno primario del sueño, o a la exposición/consumo de determinados fármacos u otras sustancias)14-16.
La North American Nursing Diagnostics Association (NANDA) define el insomnio como la alteración del tiempo y calidad del sueño que provoca malestar o interfiere con el funcionamiento diurno16.
Durante la menopausia, como consecuencia tanto por los cambios en los niveles de estrógeno, que pueden provocar la aparición de diversos síntomas que potencialmente afectarán al sueño, como por el estilo de vida hiperexigente, los constantes estímulos a los que se somete la población hoy en día, a la competitividad socio-laboral, con jornadas laborales extensas, al envejecimiento en sí17, las mujeres pueden experimentar una disminución del sueño profundo y un aumento de los despertares nocturnos18. Se ha evidenciado que su prevalencia varía en las etapas de la menopausia, y de todas ellas es en la transición a esta donde la prevalencia de insomnio es mayor1-3,19.
El abordaje terapéutico del insomnio durante la menopausia puede ser farmacológico14, por ejemplo, terapia hormonal (TH), mediante la administración de estrógenos (fundamentalmente, estradiol), gestágenos (esencialmente, progesterona) o tibolona, que es una molécula sintética con acciones estrogénicas, progestagénicas y levemente androgénicas conjuntas13, fármacos antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), destacando la venlafaxina20. Como terapias no farmacológicas, que son menos utilizadas14, se pueden citar medidas higiénico-dietéticas, la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I)6,13, que es un programa estructurado que incluye terapia cognitiva (desafía creencias y actitudes disfuncionales sobre el sueño), técnicas de comportamiento (la terapia de restricción del sueño (SRT), técnicas de relajación, de control de estímulos), y educación en higiene del sueño (SHE)20, y se considera el tratamiento de primera línea para el insomnio en la menopausia21. Así como los fitoestrógenos, que son compuestos derivados de plantas, que imitan las acciones del estrógeno al unirse a los receptores de estrógeno α y β (especialmente, las isoflavonas)22. El tratamiento también puede combinar terapias farmacológicas con no farmacológicas14.
Tratamientos alternativos como el yoga, los masajes o el ejercicio pueden ser útiles, pero hasta ahora no han demostrado su eficacia como tratamientos independientes20.
El American College of Physicians recomienda la TCC-I como tratamiento inicial para el insomnio crónico, y que los sanitarios, mediante una toma de decisiones compartida, evalúen si la terapia farmacológica debe considerarse cuando la TCC-I no resulta efectiva23.
Justificación
Sabiendo que el insomnio es común en las mujeres menopáusicas, y que no tratarlo constituye un problema de salud pública19, tanto debido al impacto individual en la esfera biopsicosocial de cada mujer, como en el ámbito de población general, dado el costo del tratamiento del insomnio, la pérdida de productividad laboral y la disminución en la calidad de vida2,3, se consideró importante la realización de este trabajo para conocer mejor la relación entre el insomnio y la menopausia, para brindar una mejor atención. Conocer la prevención y tratamiento por parte, principalmente, de las matronas, dado que la asistencia a la mujer menopáusica se engloba dentro de su área de intervención como especialistas habilitadas en la salud de la mujer de la mujer, es primordial para enfocar la acción sobre este problema y dar respuestas acertadas a las mujeres que lo sufren.
Objetivos
• Conocer los tratamientos que más ayudan a aliviar el insomnio en la menopausia.
• Identificar los factores que pueden influir en la aparición de insomnio durante la menopausia.
Metodología
Se realizó una revisión bibliográfica utilizando el tesauro DeCS (Descriptores en Ciencias de la Salud), se obtuvieron las palabras clave: “trastornos del inicio y del mantenimiento del sueño”, “menopausia”, “menopausia prematura”, “postmenopausia”, y del tesauro MeSH los sinónimos en inglés: "sleep initiation and maintenance disorders”, “menopause”, “menopause, premature”, “postmenopause”; y se utilizaron las bases de datos PubMed, CINAHL, CUIDEN, Enfermería al Día, Scopus, Web Of Science. Esta revisión se efectuó entre noviembre de 2019 y marzo de 2020.
En primer lugar se empleó la ecuación de búsqueda (“menopausia” or “menopausia prematura” or “postmenopausia”) and (“insomnio” or “trastornos del inicio y mantenimiento del sueño”) y en inglés, ("menopause" or "menopause, premature" or "postmenopause") and ("insomnia" or "sleep initiation and maintenance disorders"); los operadores booleanos empleados fueron AND, OR.
Los criterios de inclusión fueron: “texto completo”, “humanos”, “publicaciones entre enero 2014-diciembre 2019”, “publicaciones con resultados originales”; los idiomas aceptados incluyeron español, inglés, francés y portugués. Los criterios de exclusión fueron “revisiones”.
Teniendo en cuenta los criterios de inclusión/exclusión se realizó un cribado por título, resumen y lectura integral.
La metodología de los estudios utilizados se clasificó según Montero y León24 y Molina-Arias25.
Para evaluar la calidad de los artículos se empleó la herramienta “Quality Assessment Tool”26.
Seguidamente se presenta un diagrama de flujo, siguiendo la metodología PRISMA27, donde se observa la secuencia empleada para la selección de estudios (Figura 1).
Resultados y discusión
Esta revisión se desarrolló para conocer, por una parte, qué tratamientos alivian más el insomnio durante la menopausia, y por otra, qué factores propician su aparición.
Con objeto de aliviar el insomnio, varios investigadores coincidieron en la importancia de probar con terapias no farmacológicas, a fin de proporcionar alternativas a los fármacos convencionales, especialmente, la terapia hormonal (TH), debido a los efectos secundarios que provocan estos fármacos, que no siempre son bien aceptados por algunas mujeres22,28,29.
En línea con estas investigaciones, Hirose et al.22 compararon los efectos de la isoflavona aglicona (fitoestrógeno) a dosis bajas (25 mg), ultrabajas (12,5 mg) y placebo, midiéndose los resultados con el Athens Insomnia Scale, que mediante una escala Likert (de 0= sin problema a 3= gran dificultad) evaluaba la gravedad del insomnio, y observó que en el grupo de dosis bajas mejoró significativamente el insomnio (media±error estándar, 5,0±0,6 vs. 3,2±0,4 vs. 3,2±0,5, p= 0,0006 en la semana 4, y p=0,002 en la semana 8). Otro trabajo observó que la disminución postratamiento de incidencia de insomnio no fue significativa (de 41,3% a 37,3%). Sin embargo, al valorar la media de puntuación de la severidad de los síntomas de insomnio (utilizando un cuestionario de elaboración propia, en una escala de 0= ninguna a 3= severa) se observó una disminución de 0,89 a 0,49, siendo estadísticamente significativo p= 0,00028. Las diferencias pueden deberse a que en el primer estudio se administraron 12,5 y 25 mg de isoflavona22 y en el segundo, 75 mg28. Además, el primer trabajo fue un ECAC22, y el segundo se efectuó en un único grupo28.
Por otra parte, Jokar et al.29 obtuvieron mejorías significativas (p< 0,001) en la puntuación del cuestionario de calidad de sueño de Pittsburgh (PSQI), en el que las puntuaciones varían de 0 a 21, y la obtención de 5 puntos o más indica trastorno del sueño, comparando antes y después del estudio, el uso de hierbas de Valeriana (media antes: 13,45±1,95, y después: 8,13±2,77) con el grupo placebo, que no fue significativo. Otros investigadores, administrando un suplemento con 80 mg de Eschcholtzia californica y 32 mg de Valeriana, midieron la severidad de los síntomas de insomnio mediante el cuestionario Insomnia Severity Index (ISI) (la puntuación, mediante una escala de Likert de 5 puntos, varía de 0 a 28, siendo los síntomas de insomnio más severos cuanto mayor el tanteo; no clínicamente significativo (0-7), subliminal (8-14), moderado (15-21), severo (22-28)), consiguieron disminuir significativamente (p< 0,0001) las puntuaciones al 30% (media antes 16,09±3,67, y después 11,32±4,78)30.
También se obtuvieron mejorías en una mujer a quien se aplicó un suplemento de Flores de Bach observándose una disminución de insomnio clínico grave (Puntuación: 22) a subliminal (P:10), valorado mediante el cuestionario ISI. Además, la polisomnografía (PSG) también evidenció mejorías clínicamente significativas al observarse un aumento de la eficiencia del sueño y disminución de la latencia del mismo. En cambio, aumentó la fragmentación del sueño31. Sin embargo, la muestra fue demasiado pequeña para declarar su efectividad de forma definitiva.
Cohen et al.32, comparando el efecto del Omega-3 frente a placebo entre tres grupos de comparación (ejercicio físico aeróbico vs. ejercicio físico habitual vs. yoga), no encontraron mejorías significativas (p= 0,73), siendo la media de disminuciones del ISI de 3,8 puntos en el grupo de Omega-3 y de 3,7 en el grupo control. Sin embargo, no se contemplaron las diferencias entre los tres grupos de comparación, por lo que Sternfeld et al.33 realizaron un ECAC con un grupo de ejercicio físico aeróbico vs. ejercicio habitual, y obtuvieron una pequeña mejoría en los síntomas de insomnio con ejercicio físico aeróbico (p= 0,025) entre el inicio y la semana 12, y el grupo control. No obstante, los autores expresaron que las diferencias grupales fueron pequeñas y la mejoría en los síntomas de insomnio no fue significativa. Siguiendo la misma premisa que el estudio anterior, Newton et al.34 realizaron un ECAC donde encontraron que el yoga mejoró significativamente los síntomas de insomnio, siendo la disminución media del ISI de 4,4 puntos en el grupo de yoga, y de 3,1 en el grupo control (ejercicio habitual), p= 0,007. No se planearon comparaciones directas entre el yoga y el ejercicio aeróbico.
Otro artículo35, que evaluó el efecto del yoga, obtuvo una disminución de la media de insomnio, presentando antes del estudio un 55,83% de insomnio (puntuación media 40,20±8,24), y después un 35,28% de insomnio (puntuación media 25,40±5,73).
Por otra parte, Jokar et al.29 diseñaron un ECAC y, aplicando el PSQI, obtuvieron disminuciones significativas (p< 0,001), comparando antes y después del estudio, la práctica de ejercicios de relajación, en comparación con el placebo.
En otro trabajo se consiguieron puntuaciones significativas (p< 0,001) al comparar la práctica de acupuntura, disminuyendo la puntuación del ISI de 22,32 a 10,97, y en el grupo de placebo reduciéndose de 21,73 a 18,8636.
Por otra parte, dos investigaciones examinaron las terapias conductuales, también a fin de probar otro tipo de terapia, para evitar los efectos secundarios de los fármacos21,37. McCurry et al.21 recomendaron la TCC-I por teléfono, al obtener, tras 24 semanas de tratamiento, una media de disminuciones en el ISI de 10,7 puntos (intervalo de confianza al 95% (IC 95%) de 11,9-9,4), y en el grupo de MEC (protocolo educativo de la menopausia que ayuda a las mujeres a reducir la incertidumbre sobre los cambios de la menopausia y a identificar estrategias para el autocontrol sintomático) una media de disminuciones de 6,7 (IC 95% de 8,4-5,0) y una media de 4,0 puntos de diferencia (IC 95% 6,0-1,9) entre ambos grupos, p< 0,001).
Conformes al trabajo anterior, Drake et al.37 también observaron grandes reducciones en las puntuaciones del ISI, tanto con SRT (6,56), como con TCC-I (6,70) frente a SHE (1,12), en los síntomas de insomnio.
Siendo las dos investigaciones ECAC, las diferencias pueden deberse al distinto tamaño muestral 10621 vs. 15037; al tiempo de intervención 821 vs. 2437 semanas; a los diferentes grupos de control incluidos en los estudios (TCC-I vs. MEC21; TCC-I vs. SRT vs. SHE37).
Finalmente, en un estudio cualitativo, más del 80% de las mujeres menopaúsicas expresó interés por recibir un programa de estilo de vida estructurado, que incluyese estrategias de pérdida/mantenimiento de peso para aliviar los síntomas menopáusicos, siendo el insomnio identificado como uno de los más severos38.
En cuanto a las terapias farmacológicas, Ensrud et al.39 llevaron a cabo un ECAC en 339 mujeres, donde compararon los efectos del uso de la hormona de estradiol y venlafaxina (IRSN) sobre los síntomas de la menopausia, en contraste al placebo, observándose que los tratamientos con dosis bajas de venlafaxina y estradiol fueron moderadamente más efectivos que el placebo para reducir los síntomas de insomnio. Ambos tratamientos redujeron la puntuación del ISI, aunque solo la venlafaxina produjo resultados estadísticamente significativos (venlafaxina vs. placebo, p= 0,007).
Madaeva et al.40 recomendaron la administración de melatonina y terapia lumínica por la mañana, pues sugirieron que el insomnio durante la perimenopausia se asocia con la alteración de la secreción máxima de melatonina desde la noche hasta las primeras horas de la mañana, y existe una tendencia de disminución de los niveles de esta en mujeres postmenopáusicas. Asimismo, otros autores también recomendaron la administración de melatonina (5 mg) por la tarde en mujeres menopáusicas, conjuntamente con 20 mg de fluoxetina (ISRS), al obtener mejorías significativas en las puntuaciones del ISI después de 12 y 24 semanas (15,8±2,4 inicialmente, 9,4±2,0 a las 12 semanas, p< 0,01; 7,7±1,5 a las 24 semanas, p< 0,001)41.
Finalmente una investigación que comparó los efectos de siete intervenciones (escitaloprám, venlafaxina, estradiol, ejercicio físico aeróbico, yoga, Omega-3 y TCC-I) con respecto a un grupo control, obtuvo que la TCC-I produjo la mayor reducción desde el inicio hasta el seguimiento tanto en las puntuaciones del ISI (5,2 puntos, semana 8), como del PSQI (2,7 puntos, semana 8). El ejercicio (disminución del ISI: 2,1 puntos, semana 12) y la venlafaxina (reducción del ISI: 2,3 puntos, semana 8) también tuvieron efectos beneficiosos. Pequeñas reducciones del ISI (≈1) con estradiol, yoga y escitaloprám. En cuanto a los descensos en la puntuación del PSQI del resto de tratamientos, se observaron disminuciones similares (de 1,2-1,6), salvo el Omega-3, que mostró pocos efectos sobre el ISI o PSQI.
Además, el odds ratio (OR) para la remisión de los síntomas de insomnio (ISI< 8) al final del tratamiento con respecto al control fue mayor para la TCC-I que para otras intervenciones, aunque también se observaron logros en la remisión con el ejercicio, yoga y venlafaxina. Estos resultados respaldan las recomendaciones actuales del uso de TCC-I como tratamiento de primera línea en mujeres menopáusicas con insomnio23.
Atendiendo a los factores que pueden propiciar la aparición de insomnio en la menopausia, Robaina et al.42 observaron que la prevalencia de insomnio en la menopausia mostró un efecto dosis-respuesta en relación con las variables socioeconómicas y demográficas. El insomnio fue directamente proporcional a la edad, e inversamente proporcional al ingreso per cápita y a la educación, de manera estadísticamente significativa (p< 0,01), tanto para las quejas ocasionales (OR 1,56 IC 95% 1,05-2,33) como para las quejas frecuentes (OR 1,53 IC 95% 0,95-2,46). Así, señalaron que la relación entre insomnio y factores psicosociales puede ser bidireccional, actuando el insomnio como consecuencia/factor de riesgo de trastornos mentales comunes (depresión, ansiedad), alcoholismo, significando que, si no se trata adecuadamente, el insomnio puede favorecer la aparición de tales problemas.
Indira et al.43 también obtuvieron una correlación positiva (r= 0,0192) entre la puntuación del PSQI y la edad de las participantes, p< 0,05; una correlación negativa (r= -0,080) con la paridad (a mayor paridad, menor puntuación del PSQI).
Asimismo, unos investigadores estudiaron los factores que provocan insomnio en la menopausia, hallando una relación significativa entre insomnio y edad (χ²=27,48, p= 0,007)46.
Se obtuvieron asociaciones significativas en los tres trabajos. Siendo todos transversales, las diferencias pueden deberse al tamaño muestral 2.19042 vs. 3743 vs.12846.
Tres artículos encontraron asociaciones significativas entre la etapa de la menopausia y la calidad de sueño19,44,45. En un trabajo obtuvieron que los síntomas de insomnio fueron 1,3 veces más frecuentes en la etapa tardía de la perimenopausia que en la etapa temprana, (OR 1,3; IC 95% 1,2-1,5), p< 0,00119.
Kim et al.44 obtuvieron puntuaciones de PSQI significativamente más altas en mujeres posmenopáusicas que en premenopáusicas (4,14±2,50 vs. 3,26±2,03, p= 0,002). Asimismo, la prevalencia de mala calidad de sueño fue mayor en mujeres postmenopáusicas (30,2%) que en premenopáusicas (14,4%).
De acuerdo con Freeman et al.45, las mujeres con déficit de sueño moderado/severo durante la premenopausia tuvieron 3,5 veces más probabilidades de tener déficit de sueño moderado/severo en la transición menopáusica que aquellas sin sueño pobre al inicio del estudio (OR 3,58; IC 95% 2,50-5,11, p< 0,0001), mientras que las mujeres que tenían un sueño levemente pobre durante la premenopausia, tenían aproximadamente 1,5 veces más probabilidades de tener sueño moderado/severamente pobre en la transición menopáusica (OR 1,57; IC 95% 0,99-2,47, p= 0,053). Por ende, la falta de sueño durante la premenopausia es un fuerte predictor de la falta de sueño durante la transición menopáusica.
Las diferencias entre los resultados de los trabajos pueden deberse a los distintos tamaños muestrales 3.30219 vs. 63444 vs. 25545.
Dentro de este apartado destaca el papel de los síntomas menopáusicos que más influyen en el desarrollo de insomnio. Varios estudios lo relacionaron con síntomas vasomotores significativamente (p< 0,001)1,2,44,45. Esto puede deberse a la desregulación hormonal producida durante la transición menopáusica, que genera un estrechamiento de la zona termoneutral, lo que provoca mayor gravedad de los sofocos, aumentando así los episodios de insomnio19,38. De acuerdo con este argumento, Baker et al.2 sostuvieron que la dificultad para dormir en mujeres que desarrollaron insomnio en la transición menopáusica no se limitaba a su percepción, sino que estuvo respaldada por un estudio de déficit de sueño medible definido por PSG (p< 0,01). Los sofocos, evaluados en más de la mitad de las insomnes, contribuyeron a un sueño medido con PSG más pobre (p= 0,03).
Igualmente, Smith et al.1 expusieron que las probabilidades de sufrir insomnio aumentaron en las mujeres con sofocos nocturnos, matizando el haber experimentado insomnio durante la perimenopausia. Asimismo, Kim et al.44 hallaron correlaciones significativas (r= 0,243, p< 0,001) entre los síntomas vasomotores y la calidad de sueño, comparando los ítems del PSQI y el Menopause-specific Quality of Life.
Freeman et al.45 obtuvieron que los sofocos se asociaron significativamente con un sueño deficiente en la transición menopáusica (OR 1,79, IC 95% 1,44-2,21, p< 0,0001), pero no tuvieron interacción con la severidad de sueño antes del estudio. Esto indica que los sofocos contribuyeron a un sueño deficiente independientemente del estado de sueño inicial.
Otra investigación halló una relación significativa entre la ocurrencia de insomnio y de depresión (χ²= 12,93, p= 0,005) y síntomas de depresión (χ²= 81,86, p< 0,001)46.
Se considera importante prestar atención a la etapa de la menopausia donde se encuentra la mujer, atendiendo a su situación sociodemográfica y edad, así como a los síntomas vasomotores y psicológicos porque pueden ser claves para identificar precozmente o prevenir la aparición de insomnio.
Esta revisión tiene como limitaciones:
- Los artículos incluidos son de idioma extranjero. Puede haber diferencias entre la intención original de los autores y la traducción efectuada.
- Algunos trabajos incluidos presentaron metodologías variadas que dificultaron su comparación (muestras pequeñas, instrumentos de medida distintos), asimismo gran parte de los artículos evaluaron los efectos de los tratamientos en el insomnio secundariamente. Se necesitan investigaciones con procedimientos similares, cuyo objetivo principal sea tratar el insomnio.
- La vivencia/percepción de la menopausia y sus síntomas varían según la cultura, no pudiendo generalizar los resultados para todas las mujeres que experimentan menopausia.
Implicaciones para la práctica clínica
La enfermería en general, y particularmente las matronas por su competencia en el área de cuidado de la salud de la mujer a lo largo de toda su vida dentro del equipo multidisciplinar, pueden beneficiarse del conocimiento de herramientas de detección de factores que propician la aparición de insomnio en la menopausia (cuestionarios de detección de síntomas de insomnio, como ISI, PSQI), así como de los tratamientos disponibles, para saber asesorar y educar a las mujeres individualmente acerca del que más se ajuste al riesgo-beneficio que represente para su salud, tolerancia y preferencias.
Conclusiones
Los tratamientos que más ayudan a aliviar el insomnio en la menopausia son las TCC-I (no farmacológico) y la venlafaxina (farmacológico), aunque se necesitan más investigaciones para contrastar los resultados incluidos.
Los factores que pueden influir en la aparición del insomnio son los sofocos y la mayor edad en la menopausia, así como los psicosociales y demográficos. La realización de estudios longitudinales sería relevante para buscar la causalidad del insomnio en la menopausia.
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