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Revista Matronas

Revista Matronas

DICIEMBRE 2023 N° 3 Volumen 11

Virginie Messager, primera matrona autora de un manual sobre menopausia

Sección: Originales

Cómo citar este artículo

Egüés Jimeno I. Virginie Messager, primera matrona autora de un manual sobre menopausia. Matronas Hoy 2023; 11(3):46-59.

Autores

Isabel Egüés Jimeno

Matrona jubilada. Grado en Humanidades.

Contacto:

Email: iegues@telefonica.net

Titulo:

Virginie Messager, primera matrona autora de un manual sobre menopausia

Resumen

Introducción: la definición más actual de menopausia es el cese de la función ovárica, con pérdida de la producción de hormonas reproductivas y pérdida irreversible de la fertilidad. Es considerada un acontecimiento biológico natural en la vida de la mujer.
Sin embargo, no siempre fue así ni su consideración ni la atención médica prestada: hasta el siglo XIX fue considerada una enfermedad que incluso avocaba a la mujer al ostracismo sexual (y social), hasta llegar a entenderse los cambios fisiológicos que la acompañan y centrar la atención médica en combatir los síntomas desagradables, mejorar la calidad de vida de las mujeres menopáusicas y prevenir complicaciones de salud sobreañadidas por su causa.
Objetivos: presentar el primer manual redactado por una matrona sobre menopausia. Destacar la acción precursora de Messager en la consideración y el cuidado en la menopausia. Poner en valor la labor histórica de las matronas en el cuidado ginecológico, además del obstétrico, el mejor identificado de su tarea profesional.
Metodología: traducción y análisis de los textos de Virginie Messager, matrona francesa, especialmente el titulado Guide pratique de l’âge critique, ou Conseils aux femmes sur les maladies qui peuvent les attaquer à cette époque de leur vie, suivis de réflexions et d’observations sur les maladies laiteuses (Guía práctica de la edad crítica o Consejos a las mujeres sobre las enfermedades que les pueden atacar en esta época de su vida, seguida de reflexiones y de observaciones sobre las enfermedades lácteas).
Conclusiones: con los conocimientos médicos de la época, la autora expone sin sutilezas, acaso hasta el extremo, la sintomatología desfavorable, condiciones inherentes a la edad, de las mujeres menopáusicas.
Establece las características distintivas de estas enfermedades, y las que afectan específicamente a los órganos relacionados con la vida reproductiva, en esta época; al tiempo que indica la manera de combatirlas y prevenirlas.
Se hace especial hincapié en las alteraciones de la esfera emocional “languidez y sufrimiento”, que indudablemente condicionan la vida de las mujeres en esta etapa. Pone especial atención a las enfermedades lácteas, se examina si estas enfermedades realmente existen como enfermedades especiales.
Con la vista puesta en la difusión y comprensión por parte de las mujeres a quien destina su ayuda, continua su labor de educación sanitaria ofreciendo un texto comprensible para el nivel profano de las lectoras.

Palabras clave:

Virginie Messager ; matrona ; menopausia ; cese de la menstruación edad crítica ; edad de retorno ; manual ; educación sanitaria

Title:

Virginie Messager, the first midwife to write a menopause manual

Abstract:

Introduction: the most modern definition of menopause is a stop in ovarian functions, no longer producing reproductive hormones and irreversible loss of fertility. It is considered a natural biological step in a woman’s life.
However, this was not always the case, both in how it was treated and how it was handled by doctors: until the XIX century it was treated as an illness and even doomed women to sexual (and social) ostracism, until its accompanying physiological changes were understood and medical attention focused on fighting its unpleasant symptoms, improving the quality of life of menopausal women and preventing added health complications.
Objectives: to present the first menopause manual written by a midwife. To highlight Messager’s pioneer approach to menopausal treatment and care. To enhance traditional midwife effort in gynecological and obstetric care, the latter being the hallmark of their professional work.
Methodology: translation and analysis of texts written by Virginie Messager, a French midwife, particularly the one entitled Guide pratique de l’âge critique, ou Conseils aux femmes sur les maladies qui peuvent les attaquer à cette époque de leur vie, suivis de réflexions et d’observations sur les maladies laiteuses (Practical guide for a critical age group, or Advice for women on the illnesses they are exposed to at this stage of their life, followed by reflections and observations on lactational illnesses).
Conclusions: based on the medical data available at the time, the author bluntly describes (even to the extreme) all negative symptoms, conditions inherent to age, suffered by menopausal women.
She lays down the distinctive features of these illnesses, and those specifically affecting reproductive organs, at the time; whilst also indicating how to prevent and prevent them.
Specific emphasis is placed on emotional disorders- “listlessness and suffering”- which clearly condition women’s life at this stage in their life. She particularly focuses on lactational illnesses, examining whether they actually exist as special illnesses.
With a view to ensuring its dissemination and understanding by the target female population, she furthers her healthcare education work with a reader-friendly text.

Keywords:

Swives. Virginie Messager; midwife; menopause; halted menstruation at a critical age; age of return; manual; healthcare education.

Introducción

Referencias a la pérdida de la menstruación, y los cambios y las alteraciones relacionados con este hecho biológico y constatable de la mujer, han existido desde tiempos remotos, llegando a nuestros días a través de vestigios escritos como, el caso de los más antiguos, los papiros egipcios que distinguían a las mujeres menopáusicas denominándolas “mujeres blancas”, en contraposición a las rojas que eran las que menstruaban; la Biblia; inclusiones en tratados médicos; etc.

Hasta el siglo XIX se consideraba una enfermedad, con la connotación sobreañadida de que era una “enfermedad de mujeres”. No se ha de olvidar la impronta que dejó Aristóteles con la misógina teoría de la inferioridad biológica, intelectual y moral de las mujeres, y consecuentemente la sujeción al hombre por su inferioridad.

Esa visión de la mujer desde la perspectiva androcéntrica hizo que un evento natural de la vida fuera, a la vez, un proceso socialmente construido y mantenido durante siglos, siendo reforzado incluso por la religión. Es evidente que, como consecuencia de esta perspectiva, el resultado fuera la falta de interés médico durante siglos, hasta sus inicios a partir de los siglos XVIII-XIX, siendo en los años 40 del siglo XX cuando se estableció, a modo de subespecialidad dentro de la ginecología, el impacto fisiológico de la menopausia y la formulación de opciones terapéuticas para su manejo.

Las mujeres menopáusicas durante siglos fueron señaladas, arrinconadas, tratadas despectivamente porque, además de perder la belleza, la juventud y la vitalidad, perdían la fertilidad, por lo que resultaban carentes de interés sexual para sus parejas. La pintura, la literatura y el imaginario colectivo las identificaban como “secas, decrépitas o marchitas”, en realidad, todo retrataba la vejez connatural con la edad.

La definición más actual de menopausia es el cese de la función ovárica, con pérdida de la producción de hormonas reproductivas y pérdida irreversible de la fertilidad1 y es considerada un acontecimiento biológico natural en la vida de la mujer.

La teoria biologicista, evolucionista de la menopausia

Al final del siglo XIX, August Weissmann (1891) fue el primer biólogo de la era evolutiva en proponer una teoría de la senescencia. Creía que los organismos debían inevitablemente mostrar una decadencia análoga a la de los dispositivos mecánicos, pero que, además, existía un mecanismo de muerte específico diseñado por la selección natural para eliminar a los miembros viejos, y por tanto desgastados, de una población. No indicó claramente cómo podría producirse tal mecanismo mediante selección natural. También tenía dudas sobre la naturaleza exacta del mecanismo de muerte, pero indicó que podría implicar una limitación específica en el número de divisiones que podrían sufrir las células somáticas.

Es a partir de estas investigaciones que George C. Williams (1957) declaró que “la menopausia, aunque aparentemente es un cese de la reproducción, podía haber surgido como una adaptación reproductiva a un ciclo vital ya caracterizado por la senescencia, peligros inusuales en el embarazo y el parto, y un largo periodo de dependencia juvenil. Si es así, no es correcto considerar la menopausia como parte del síndrome del envejecimiento”2.

De estas investigaciones, cuatro décadas después, Kristen Hawkes formuló la conocida “hipótesis de la abuela” con la vista puesta en la larga esperanza de vida posmenopáusica que distingue a los humanos de todos los demás primates, alegaba que la mejor manera de perpetuar los propios genes y, por ende, los de la especie, era apoyando a las hijas en el cuidado de los nietos, de manera que estos pueden salir adelante con mayor probabilidad de sobrevivir, lo que confirmaba la importancia de las abuelas (menopáusicas) en favor de la especie humana en la prehistoria. Por otra parte, no tener hijos en edad avanzada evitaba a las mujeres menopáusicas los peligros del embarazo y parto, además en edades a las que se pueden sufrir más enfermedades y padecimientos, lo que disminuía, a la vez, el riesgo de muerte para estas mujeres-abuelas3.

Actualmente, y gracias al desarrollo cultural que ha inducido un cambio de pensamiento y actitud, además del logro sociosanitario de una mayor esperanza de vida, la menopausia ha dejado de ser un estigma para las mujeres llegadas a esta época en sus vidas, ya que pueden disfrutar en plenitud de la mucha vida que les queda y ya liberadas de preocupaciones asociadas a la reproducción, entre otras.

Objetivos

Presentar el primer manual redactado por una matrona sobre menopausia.

Destacar la acción precursora de Messager, en la consideración y cuidado de la menopausia y en su acceso a las mujeres.

Poner en valor la labor histórica de las matronas en el cuidado ginecológico, además del obstétrico, el mejor identificado de su tarea profesional.

Metodología

Traducción y análisis de los textos de Virginie Messager, matrona francesa, especialmente el titulado Guide pratique de l’âge critique, ou Conseils aux femmes sur les maladies qui peuvent les attaquer à cette époque de leur vie, suivis de réflexions et d’observations sur les maladies laiteuses (Guía práctica de la edad crítica o Consejos a las mujeres sobre las enfermedades que les pueden atacar en esta época de su vida, seguida de reflexiones y de observaciones sobre las enfermedades lácteas).

Búsqueda a través de la Biblioteca Nacional de Francia (BNF Gallica) y Libros Google, de noticias de hemeroteca y citas relacionadas con V. Messager.

Atención histórica a la menopausia

El primer libro francés enteramente dedicado a la menopausia es el de Jean-Baptiste Jeannet des Longrois: Conseils aux femmes de quarante ans (Consejos para mujeres de cuarenta años)4; publicado en 1787, en el afirmaba en un tomo catastrofista y no exento de la misoginia médica que perduraba: “a los cuarenta años, la naturaleza ya no tiene los mismos recursos en las mujeres. Son reinas destronadas; sus corazones están afligidos por un abandono a menudo injusto. Es entonces para ellas el tiempo de pasiones tristes, sus enfermedades son lentas y duraderas como sus dolores, y ya sea por culpa de sus desafíos o por culpa de nuestra moral, experimentan poco más que revoluciones fatales... La máxima de que la naturaleza es la mejor sanadora de las mujeres en el climaterio, como de hecho de cualquier mujer enferma en cualquier momento, es tan falsa como despiadada. La naturaleza solo puede curar males simples, debidos a causas físicas fortuitas. Los males de la mujer son siempre complejos, afectados por su sensibilidad y su estado mental”.

Longrois se hace eco de un artículo del médico inglés John Fothergill “On the management proper at the cessation of the menses” (“Sobre la gestión adecuada al cese de la menopausia”) de 1776, que tuvo gran repercusión. Traducido al francés en 1788 con el título “Conseils aux femmes de 45 à 50 ans sur la conduite à tenir lors de la cessation des règles” (“Consejos para las mujeres de 45 a 50 años sobre qué hacer cuando cesan las reglas”), fue reeditado en 1799 y 1812 y citado constantemente, abrió el camino a una serie de publicaciones destinadas a las mujeres con el objetivo, a través de un conjunto de prescripciones higiénicas, de ayudarles a superar este periodo descrito durante mucho tiempo como “edad crítica”5.

Él, en este pequeño libro6 (38 páginas) y nada científico en sus afirmaciones y consejos, se dirige a la Sociedad Médica y justificaba su edición diciendo: “Escribo para médicos jóvenes que, aunque se han dedicado al estudio y a la práctica general de nuestra profesión con el mayor celo y con el mayor éxito, es posible que no sepan dónde encontrarán algo que satisfaga a ellos y sus pacientes, sobre el tema en cuestión; y finalmente qué consejo deberían dar a las mujeres cuando sus evacuaciones periódicas amenazan con abandonarlas...”.

Con lo cual, pone en evidencia que los conocimientos y la formación sobre el particular no se estudiaban en las facultades de medicina y difícilmente médicos veteranos, anteriores en formación a los que alude, tampoco tuvieran conocimientos amplios sobre la materia, aunque “por respeto a la clase médica establecida y de quienes dependía la aceptación de su folleto” no los incluyera directamente en su dedicatoria como “candidatos” a formarse con este librito.
Más adelante afirma que “Las mujeres, que lamentablemente han recibido de las mujeres muchos prejuicios sobre la naturaleza de sus periodos, con demasiada frecuencia se alarman por las consecuencias que temen que se producirán en su constitución, en el momento del cese de la menstruación”6.

Es increíble la superioridad con la que hace juicio a las mujeres ya que, si bien es cierto que se habrían transmitido de generación en generación sus problemas e incluso prejuicios derivados de la falta de conocimientos sobre el particular, pero a la vista de su texto y de los que antecedieron y le sucedieron por la época sobre el asunto, no estaban precisamente los médicos como él, sobrados de conocimientos.

No fue hasta principios del siglo XIX cuando Charles Pierre Louis de Gardanne acuñó el término “menopausia” después de haber utilizado, en su obra titulada Avis aux femmes qui entrent dans l’âge critique” (Aviso a las mujeres que entran en la edad crítica (1816)), el término “ménespausia”7; en la segunda edición de esta obra (1821), adoptó la de “menopausia”, hasta la fecha e incluso después, el término más usual utilizado, era el de “edad crítica”.

A finales de la década de los años 40, también del pasado siglo, hacen su aparición en el escenario varios científicos que se convierten en los que fueron llamados “los apóstoles del evangelio” y que predican acerca del estudio de la menopausia y su importancia para la salud de las mujeres, y disertan sobre el efecto provechoso de la terapia de reemplazo hormonal, fundamentalmente con estrógenos. Entre ellos destacan Robert Benjamín Greenblatt, pionero de la ginecología endocrinológica, y Fuller Albright, epítome del investigador clínico por excelencia, quienes demuestran por primera vez que los estrógenos ejercen una acción importante, no solamente en la esfera ginecológica, sino también fuera del aparato reproductivo. El profesor Greenblatt continuó hasta el fin de su brillante y pródiga existencia, en el año 1987, difundiendo la manera de cómo una mujer en la posmenopausia podría mantener su dignidad y juventud8.

Sin embargo, habían pasado siglos hasta el final del siglo XVIII, en los que únicamente fueron las mujeres, parteras, las que en su condición de asistentes, aun sin formación académica a la atención a la salud sexual y reproductiva de mujeres, a lo que sumaban su condición de iguales respecto al género, quienes ante el desinterés de los médicos por las “enfermedades de las mujeres”, y las que conociendo sus propios cuerpos y los de sus congéneres, comprendieron y atendieron los cambios y las alteraciones que sufrían las mujeres con el reducido arsenal terapéutico y de conocimientos que disponían, siempre estos limitados por el yugo de los hombres que históricamente les negaron el acceso a la instrucción en igualdad.

La introducción de los varones, barberos cirujanos, que luego se erigirían en médicos en el área de asistencia a la mujer a partir del siglo XVII, propició que las mujeres fueran aceptándolos, fundamental y casi exclusivamente las de clases altas, no solo en la asistencia a sus partos, sino incluso para tratar enfermedades propias de su género como los síntomas molestos asociados a la menopausia (sofocos, sudores nocturnos, atrofia vaginal, etc.). De esta forma se rompió también el tabú sobre la menopausia, convirtiendo las mujeres a los médicos en depositarios de información privilegiada sobre su salud femenina y a ellas mismas, en candidatas a tratamientos.

¿Quién es la primera matrona autora de un manual sobre menopausia?

Matronas ilustradas anteriores que dejaron textos escritos habían hecho mención a los síntomas de la menopausia, pero Virginie Messager, matrona francesa con formación reglada, aborda este tema en profundidad con los conocimientos de la época, y en función de su experiencia como matrona, convirtiéndose en una pionera sobre el particular, tanto entre la clase médica, pues aún eran limitados los manuales escritos por médicos hasta la fecha y pocos con la extensión del suyo que superaba con creces a los de los anteriores (415 páginas), siendo la primera autora sobre este tema entre las matronas.

Pocos datos bibliográficos de esa profesional se han podido encontrar, pero parece que nació en torno a 18059 y en su primer libro de 1851, Traité pratique des maladies des femmes (Tratado práctico de las enfermedades de mujeres)10 se declara “profesora en partos y exmatrona del Bureaux de Beneficencia de París”, domiciliada en la fecha, en la Plaza del Oratorio del Louvre, 4, en la capital francesa, en donde tenía, como ella misma la denomina “mi casa especial” (“ma maison special”), de la que también afirmaba, haciéndose acaso autopropaganda, “una de las más consideradas y frecuentadas de nuestra época, con un arreglo tal que aunque puede reunir a un gran número de personas, estas pueden permanecer completamente desconocidas y ajenas entre sí”.

Del comentario se infiere que se trata de un considerable establecimiento, por otra parte especialmente céntrico, frente al Louvre, en el que atendía a su “clientela de la Villa de Paris y extranjeras”, como menciona en el prólogo de la edición citada. En este libro, y en el resto de los textos de sus publicaciones, demuestra que su clientela era amplia y de clase alta, y el radio de influencia de Messager traspasaba París capital; aristócratas y burguesas, entre ellas mujeres extranjeras que, por negocios o destinos profesionales de sus maridos, recalaban en Francia, eran sus clientas principales.

No está claro si esta clínica estaba asociada de alguna manera con el templo Presbiteriano del Oratorio o simplemente alquilaba una sección del edificio para sus operaciones, pero dada la vaga y eufemística descripción que hace Messager de ella como una “masion special”, parece posible que fuera específicamente una clínica médica para mujeres protestantes11.

La clientela, elegante y adinerada, de Messager, como hemos antedicho, la consultaban también para un gran tipo de dolencias en nada relacionadas con la ginecología u obstetricia, como dolores de cabeza, acné, aumento de peso o estreñimiento, por ejemplo. La amplitud y heterogeneidad de las mujeres a las que atendía le permitió atesorar una vasta experiencia en el diagnóstico de enfermedades ginecológicas, muchas de las cuales confluían con la perimenopausia o menopausia instaurada, además de su asistencia en el área obstétrica.
En este mismo domicilio atendía partos, como se desprende del extracto de nacimiento del hijo natural del reconocido Théophile Gautier, poeta, dramaturgo, novelista y periodista galo, del que Virginie Messager certifica su nacimiento el 30 de noviembre de 1836, al mediodía en su casa de la Plaza del Oratorio12.

En esta ubicación se mantiene durante años13-15, extremo confirmado por las numerosas inclusiones del anuncio de sus servicios en diferentes Almanaques de Comercio e Industria, de la Magistratura y de la Administración y anuncios publicitarios encontrados en la hemeroteca. Sin poder confirmar con exactitud cuándo se produce el cambio de domicilio, sí se ha encontrado en uno de ellos que en 1859 estaba instalada ya en la calle Rivoli 67, aunque hay indicios por otras fuentes de que se produjo antes16. Se podría decir que con el cambio de residencia igualó o incluso mejoró la ubicación, pues sin duda la Rue Rívoli era y sigue siendo una de las calles más famosas y elegantes de París, en el corazón del barrio del Louvre, de lo que se infiere por añadidura, el creciente estatus económico y profesional que la matrona adquirió a lo largo de su carrera17,18.

Autopublicidad en prensa

Hoy en día es fácil asimilar que la publicidad, más que una opción, es un elemento indispensable a la hora de competir en el mercado, pero esta visión en el siglo XIX, cuando menos es llamativa y, sin embargo, Messager la tuvo: se han encontrado anuncios en periódicos de la capital informando de sus servicios, incluso en el Catálogo General de la Exposición Universal de París de 186719, Revista de Moda20 (Imagen 1), de debates políticos y literarios21 y otras publicaciones generales, de lo que se deduce nuevamente el alto poder económico, prestigio y el cuidado y amplio plan de publicidad de esta matrona.

Los anuncios nos detallan su actividad como matrona que no se limitaba únicamente a la atención a los partos, sino a la atención ginecológica e incluso ha permitido averiguar que patentó unos cinturones abdominales, aunque su registro lo hizo bajo un tipo de patente francesa con la abreviatura común de “Breveté Sans Garantie Du Gouvernement” (patente sin garantías gubernamentales)21, algo común en la época, por otra parte. La explicación detallada de esta invención la incluyó en la pag.145 de la tercera edición de su Manual de la Madre Joven34.

Publicidad indirecta

Hay que subrayar que además de la autopublicidad que se hizo Madame Messager para anunciar sus servicios, probablemente, y debido a la inmejorable ubicación de su establecimiento, fue objeto de publicidad indirecta, como por ejemplo la entonces popular revista literaria inglesa Bentley’s Miscellany, cuyo primer director fue Charles Dickens y que incluyó, en la edición de 1838, un relato titulado The Parisian cafés en el que alude a un anuncio de M. Messager23:

“Maternidad. Señora Messager, matrona, nueve días, parto incluido. 50 francos en adelante.”
Sorprendentemente, el mismo texto, aunque bajo el título “Things to France”, lo recogen magazines como El Hesperian24, una miscelánea mensual de literatura general, original, y selecta americana; y The London Paris Observer25, periódico de literatura, ciencias y artes francés.

Si sorprendente es que periódicos y revistas diversos de la época se hubieran hecho eco de la publicidad de Madame Messager, aún lo es más que esta haya perdurado llegando hasta nuestros días, en libros que durante más de un siglo siguen siendo reeditados, tal es el caso del diario de viaje de Isaac Appleton Jewett, de 1838, Passages in Foreign Travel26. En este libro, ya un clásico literario, se recogen los viajes de Jewett por Europa y Oriente Medio, incluidas paradas en Francia, Italia, Egipto y Palestina, de las que proporciona descripciones detalladas de los lugares que visitó, las personas que conoció y las culturas que encontró, y nuevamente aparece el anuncio de Madame Messager, sage femme.

El mismo caso es el del libro titulado Madame Gil Blas. Souvenirs et aventures d´une femme de notre temps16, considerado un tesoro del patrimonio literario e histórico francés. Paul Feval, su autor, escritor francés especialista en la novela de folletines, compitió en popularidad con la de los grandes folletinistas de su época como Alejandro Dumas y Eugène Sue, y menciona el anuncio de la consulta de la matrona (ya cambiado a la Rue Rívoli) en este libro de 1857:

“Me senté en un banco de la plaza de la Bolsa y me encontré soñando: los carteles eran entonces muy atrevidos y lo ensuciaban todo. Frente a mí, en la pared blanca de una casa nueva, vi carteles impresos con esténcil: Théâtre-Comte, pasaje Choiseul. Biberones Darbo. Madame Messager, matrona”.

Entre todos los datos recabados en la búsqueda se ha encontrado una noticia “turbia” relacionada con Virginie Messager, en la que se da cuenta del Juicio del Tribunal de Policía Correccional de París al que se vio sometida por falta de declaración de un nacimiento en dos ocasiones, por lo que la matrona fue multada con 200 francos y las costas27. La sentencia deja entrever además la realidad de los niños expósitos en París (y en otras partes del mundo) que eran abandonados al nacer, siendo entregados a instancias de las madres, muchas veces incluso solicitaban a las matronas que ellas mismas los entregaran a instituciones de beneficencia que se hacían cargo de ellos debido a problemas económicos o sociales, como en el caso de la soltería de las madres, un auténtico estigma social. No es rara la “discreción” que alegó Messager en el juicio para exculparse en este caso; a pesar de ser una práctica penada por la ley, es seguro que matronas hubieran podido prestarse a esta acción como Messager al menos para evitar el deshonor de una madre soltera y el repudio social que, además, en el caso aludido, irremediablemente la dejaría sin sustento al perder el trabajo por esta causa.

Actividad pública

Su actividad privada la conjugó con actividad pública, como ya mencionó en el prólogo de su primer libro al presentarse ella misma como exmatrona del Bureaux de Beneficencia de París10, que implicaba la asistencia a domicilio de los partos de las mujeres del área de influencia del establecimiento.

Pero, además, se han encontrado apuntes de su intensa participación en las vacunaciones infantiles en 1846, en el departamento de Cambraix, donde fueron vacunados 3.369 recién nacidos de viruela, por lo que a los profesionales distinguidos por su celo en esta acción, Virginia Messager, matrona en Caudry población del citado departamento, entre otras, le fue entregada la medalla de plata28.

Nuevamente, en un informe de 1871, se recoge otra nota sobre vacunación en Combronde, comuna situada en la región de Auvernia, en el que destacan como principales vacunadores a un médico y tres matronas, entre ellas Messager, que son distinguidos por su participación en la exitosa campaña29.

Para entender la importancia de esta acción solo hay que recordar que en el siglo XVIII la viruela mataba a unas 50.000 personas al año en Francia. Por tanto, era dos veces más mortal que la peste del siglo anterior. Si esta mató entre el 4% y el 5% de la población, la viruela mató entre el 8% y el 10% en Francia.

Entre 1800 y 1850, unos centenares de vacunadores participaron en una importante cruzada contra la viruela. Entraron en los pueblos y en las chozas, lucharon contra la rutina y, a veces, contra la hostilidad de los alcaldes o de los curas. Además, la vacuna de la viruela a menudo faltaba o perdía su fuerza. A pesar de todo, sus esfuerzos se vieron coronados por el éxito: durante el siglo XIX, la mortalidad por viruela cayó un 90%30.

Actividad divulgativa y bibliográfica

Su actividad divulgativa es estimable, tanto más cuando el número de matronas, y más con conocimientos importantes que se dedicaran a la divulgación, era más bien bajo en la época. Virginie Messager es la autora de, al menos, cuatro libros (algunos de ellos con reediciones) según se lee en el Catalogue général de la librairie française31 (Imagen 2):

Traité pratique des fleurs blanches et des ulcérations de la matrice (Tratado practico de “flores blancas” y ulceraciones de la matriz), París, 1851.

Traité pratique des maladies des femmes, París, 1851 (Tratado práctico de enfermedades de mujeres) (2ª edición aumentada del Traité pratique des fleurs blanches et des ulcérations de la matrice)185132.

Manuel de la Jeune mère, ou Conseils aux jeunes femmes (Manual de la Joven Madre o Consejos a las Mujeres Jóvenes) del que se hicieron tres ediciones París (1852-57)33,34.

Guide pratique de l’âge critique, ou Conseils aux femmes sur les maladies qui peuvent les attaquer à cette époque de leur vie, suivis de réflexions et d’observations sur les maladies laiteuses. París, 1859. (Guía práctica de la edad crítica o Consejos a mujeres sobre las enfermedades que les pueden atacar en esta época de su vida, seguidos de reflexiones y observaciones sobre las enfermedades lácteas)35.

La publicidad de sus libros, la mayoría autopublicados y caros en la época (5 fr), figura en muchos catálogos de librería franceses importantes9. Resulta curioso un anuncio descubierto en el que se rebaja el precio, deducimos, a fin de agotar existencias, cuando Mme Messager contaba unos 70 años (1875) y su actividad bibliográfica había cesado con la publicación de la Guide Pratique de l´age critique, 26 años antes36.

Es interesante observar que, entre las novedades médicas de 1851 relativas al tratamiento de las enfermedades de las mujeres, en el Paris Medical37 solo se endosaron tres obras, una de ellas la 2ª ed. del Traité pratique des maladies des femmes de Messager. Respecto a este Vademecum, hay que tener en cuenta que su editor, Balliere, lo editaba en París, Londres, Nueva York y Madrid, y a través de la Sociedad Médica Alemana, para Suiza, Austria y Alemania, lo que suponía una importantísima difusión.

Por otra parte, destacar la inclusión de su libro Traité pratique des fleurs blanches et des ulcérations de la matrice (Tratado practico de “flores blancas” y ulceraciones de la matriz), París, 1851, en el Boletín de la Academia Nacional de Medicina38, o la inclusión de indicaciones de Messager descritas en el libro Manual de la Joven Madre, por Leroy Dupré en su propio libro Guide médical et hygiénique des families39, concretamente en el capítulo que dedica a los cuidados de higiene para las mujeres. Esta última circunstancia resulta llamativa no tanto por la infrecuencia de que los médicos se hayan servido de textos y conocimientos de matronas, que lo han hecho necesariamente por estar ellos alejados y desconocedores de la esfera sexual y reproductiva de las mujeres, sino porque cuando lo han hecho, rara vez han reconocido la autoría intelectual de las matronas, como en este caso.

Además de su bibliografía ya relatada, hay dos anotaciones importantes referidas a sendas comunicaciones a la Academia Nacional de Medicina, una de ellas sobre un caso de esterilidad por estrechez y otro por obliteración del “meato uterino”, publicado en la veterana revista médica francesa40 y otra transmitida por M. Depaul a la Academia de una observación remitida por Messager acerca el hallazgo de un caso de Hydro-raquis o espina bífida en una atención de parto por ella prestada41.

El manual de menopausia de Virginie Messager

Bajo el título Guide pratique de l’âge critique, ou Conseils aux femmes sur les maladies qui peuvent les attaquer à cette époque de leur vie, suivis de réflexions et d’observations sur les maladies laiteuses35, Messager, en 1859, cuando ya había tenido un gran éxito con el Manual dedicado a la Joven Madre (tres ediciones)33,34, circunstancia que hace constar en la portada de esta nueva edición, justamente como reclamo para las potenciales mujeres compradoras, como se viene advirtiendo de su clientela privada, una élite social con toda probabilidad, y mujeres además cuya “regalada vida” frente a la dura en general de las mujeres pobres y trabajadoras, les hacía más débiles frente a la enfermedad o alteraciones, como las producidas por la menopausia (en opnión de Messager).

Es probable que la autora buscara un nuevo “nicho de mercado” fuera de la asistencia obstétrica en su actividad como matrona, camino que abrió para otras matronas, nada criticable por otra parte actuando de buena fe, mercado que más tarde pasaría a ser del terreno médico de forma exclusiva.

Empieza el libro alegando las razones que le impulsaron a escribirlo (Imagen 3):

“Dedicado por estado y por gusto al bienestar y la felicidad de las mujeres, habría creído mi tarea inconclusa y mis esfuerzos incompletos si, después de haberles indicado en mi Manual de la Joven Madre (al menos tres ediciones), lo que es importante que sepan, tanto para ellas como para sus hijos en el momento de su existencia en el que pueden ser madres, también había intentado servirles de guía cuando, liberadas por la pérdida de las principales atribuciones que les corresponden a nuestro sexo, los vínculos que las une a la especie, ellas entran en la vida individual.

Porque es muy cierto, no debemos ocultárnoslo a nosotros mismos, la vida de una mujer no es más que una larga serie de tormentos, fatigas y sufrimientos.

En efecto, los dolores a que está sometido todo ser débil y sensible en los primeros momentos de una vida incierta, asedian su infancia, y su constitución, naturalmente más nerviosa y más delicada, le hace sentirlos más rápidamente; el tiempo de los placeres del amor, que llamamos la primavera de la vida, solo se le anuncia a través de inconvenientes cuyas consecuencias a veces se sienten durante mucho tiempo, y el título de madre, el goce más puro que puede experimentar, ¡desgraciadamente no lo obtiene! A menudo solo a expensas de su fuerza, su salud y, a veces, su vida. Apenas ha escapado a los peligros del parto, cuando la juventud de sus hijos alarma a cada momento su ternura y la mantiene en continua ansiedad; al mismo tiempo que su destino futuro es para ella un motivo incesante de solicitud y tormento.

Por último, el momento en que ya no pueda ser madre sigue presagiando nuevos peligros. En efecto, la circulación de la sangre en ella está entonces sujeta a nuevas leyes, y la alteración que este cambio provoca en su constitución a veces compromete repentinamente su vida, o en otros casos decide la manifestación de varias enfermedades, que la medicina podría prevenir, pero que muchas veces solo reconocemos para saber que están por encima de los recursos del arte.

Es a partir de este periodo, comúnmente designado con los nombres de edad crítica, edad de retorno o retorno de la edad, cesación de periodos o meses, uno de los periodos más notables de los que se compone la vida de la mujer, de lo que voy a ocuparme en este nuevo trabajo. Los cambios que luego se producen en nuestra constitución física y en nuestro estado moral, las alteraciones más o menos graves que tan a menudo son la triste consecuencia, merecen la más seria atención, y si algo me sorprende, en mi opinión, es que los médicos parecen haber temido desviarse al tratar de manera muy especial las enfermedades específicas de esa época.

Ningún tratado particular escrito seriamente ha estado dedicado a ello; todo lo relacionado se encuentra, lo mejor que se puede, indicado en obras que generalmente tratan de todas las enfermedades femeninas, o se estudia como algo puramente incidental al arte del parto en obras dedicadas a esta rama tan importante de la práctica médica.”

Esta afirmación es errónea, probable por desconocimiento de Messager sin posibilidad de acceso a toda la bibliografía publicada, ya que a la fecha de su edición habían sido publicados los ya citados de Longrois4, Fothergill6 y de Gardanne7 o el de Aulagnier4, los Charles Menville de en 183743 y 184044, por citar algunos, y “por no hablar de las cincuenta y cinco tesis médicas que se habían defendido sobre el tema en universidades francesas entre 1799 y 1859”11; es cierto que salvo el de Menville, ninguno tenía la extensión similar y una terminología fácil para la comprensión popular del suyo.

“Y, sin embargo, ¿qué médico podría no reconocer que pocas mujeres tienen la felicidad o el privilegio de pasar sin peligro esta época que, repito, está para ellas llena de tormentas y peligros?

La mayoría no puede ver llegar este momento verdaderamente crítico sin una especie de miedo, tanto por el miedo a los acontecimientos desafortunados en términos de salud que tan a menudo lo acompañan, como por esta especie de aislamiento, por no decir abandono, en el que creen que se encontrarán. Muy pocas, cuando llega la edad para advertirles que es necesario poner fin a los ruidosos placeres de la vida, escuchan con resignación la voz de la naturaleza y sufren con valentía los cambios que a esta les place, persuadirles de que, al hacer suceder nuevas cualidades a los encantos de la belleza, el tiempo ha respetado nuestros derechos y solo ha cambiado la forma de nuestro imperio a la que no puede dañar.

Es pues un nuevo servicio que creo prestar a las mujeres al no ocultarles nada de los males a que pueden exponerlas su descuido o la ignorancia en que se encuentran respecto del cuidado que deben tener de su salud en esta tormentosa situación, momento de su existencia. Si voy en contra de las costumbres de algunas, si para hacerme entender utilizo un lenguaje duro, me disculparán, porque deben pensar que en todo esto solo tenía un objetivo, el de serles útiles; solo hay un punto de vista: el de darles consejos saludables.

Por otra parte, no quiero oscurecer con exageraciones inadecuadas el cuadro, ya bastante triste de los males que pueden atacar a las mujeres que han llegado a esta edad, adoptando esta opinión popular y ridícula que viendo en la sangre menstrual solo sangre impura y nociva cuya naturaleza purga periódicamente la economía, nos lleva a admitir que desde el momento en que esta sangre deja de ser eliminada del cuerpo debe infectarlo y comprometerlo. El tiempo y una sana apreciación de las opiniones de la naturaleza han hecho justicia a esta opinión, y hoy en día es universalmente reconocido en medicina que esta sangre no posee ninguna cualidad morbosa y que es tan puro como el que circula en todas las demás partes del cuerpo.

¿No está entonces nuestra vida atravesada por suficientes tormentas? Y, sobre todo en este momento, ¿no experimentamos problemas suficientemente grandes como para no intentar afligirnos todavía con falsas alarmas?

Pero si no acepto la opinión de quienes proclaman que la edad crítica es necesariamente fatal para las mujeres, y que en vano intentarían escapar de su fatal influencia, también rechazo por falsa y peligrosa la opinión de los médicos que niegan rotundamente las desfavorables posibilidades de salud inherentes a esta edad.

¿Sobre qué base apoyan estos médicos esta opinión? Sobre este hecho que el examen de las tablas de mortalidad no prueba que muera más de mujeres de 40 a 50 años, que es el término que edad ordinariamente cubre, solo durante los diez años que preceden y los diez que siguen, es decir, de 30 a 40 y de 50 a 60.

Pero, al razonar así, olvidamos que ya es mucho que el espacio que separa cuarenta años de cincuenta proporcione tantas muertes como los diez años anteriores, porque alejada de los peligros de la maternidad, la mujer debería adquirir repentinamente grandes beneficios, oportunidades de vida; es lo que no es; y, por otra parte, las tablas de mortalidad solo expresan el resultado final, pero no dicen cuántas mujeres pasan este periodo en languidez y sufrimiento, ni cuántas sucumben en los años siguientes a los males que causaron esa languidez y sufrimiento.

Además, no es a partir de hipótesis o de un simple razonamiento que he basado mi juicio en este tema, sino en hechos y hechos bien probados. Además, la mayoría de las propuestas que haré a lo largo de este nuevo trabajo estarán respaldadas por observaciones concluyentes, de modo que las mujeres que lo lean siempre podrán encontrar posiciones similares a las suyas y sancionar por su propia experiencia la verdad de mis afirmaciones.

En cuanto a las llamadas enfermedades lácteas, si me he ocupado de ellas es porque desde hace mucho tiempo quería aprovechar la oportunidad para mostrar cuán peligrosa es también la opinión de los médicos que, sacrificando a teorías vanas lo demostrado por la experiencia, niegan la existencia misma de estas enfermedades y tratan como prejuicios los miedos que inspiran en tantas mujeres. Es también a través de hechos y hechos irrefutables que demuestro esta existencia y que establezco las características distintivas de estas enfermedades, al mismo tiempo que indico los medios no solo para combatirlas, sino para prevenirlas”.

Remata su introducción remarcando el propósito de divulgación entre mujeres de esta obra:
“¿Conseguí ser útil? Es mi deseo, el éxito que tuvieron mis primeros trabajos, especialmente mi Manual de la Joven Madre, ahora en su tercera edición, me hace sospechar que mis esfuerzos tal vez no hayan quedado sin resultados. Si tiene mérito hacer que la ciencia funcione a través de descubrimientos importantes, también puede tenerlo el popularizarlos poniendo a todos aquellos interesados en ellos en condiciones de beneficiarse de ellos.

Este es el único mérito al que aspiro; por pequeño que sea, basta para mis modestas pretensiones.”

Desarrollo de la obra

Como se ha podido leer en la introducción, la autora desgrana las razones expuestas para escribir este nuevo libro, y más adelante relata las causas que generalmente hacen que las mujeres tengan menos salud que los hombres y hace una refutación de la opinión que tiende a hacer creer que la edad crítica no entraña ningún peligro para las mujeres.

Su obra la divide en cuatro partes claramente diferenciadas:

La 1ª parte, la destinada a la determinación del periodo en que las reglas ordinariamente dejan de aparecer según los climas, temperamentos, hábitos sociales, las disposiciones insanas y todas las circunstancias que pueden hacer variar este periodo; también a la presentación de los signos por los cuales se reconoce que el cese de la menstruación va a producirse y al estudio de las modificaciones que, entonces, se notan en la constitución de la mujer, tanto física como moralmente.

En la 2ª parte describe las enfermedades a las que están expuestas las mujeres en edad crítica, en dos capítulos distintos, el primero: la historia de aquellas de estas enfermedades que, afectando a toda la constitución, pueden designarse con el nombre de generales, como las palpitaciones, inflamaciones diversas, hemorragias nasales, escupitajos de sangre, aneurismas, ataques de apoplejía, enrojecimiento de la cara, dolor de ojos, afecciones de sarro, diversas enfermedades nerviosas como migraña, hipocondría, histeria, dolores nerviosos o ataques convulsivos; luego, aquellas enfermedades que son específicas de la edad crítica o especial, es decir, que afectan de manera particular a los órganos relacionados con la vida reproductiva, como la secreción uterina, las manchas blancas sangrantes, las inflamaciones, las ingurgitaciones y los pólipos del útero, los diversos tipos de ulceraciones simples y el cáncer propiamente dicho, la hidropesía y los abscesos de los ovarios, las diversas enfermedades de la mama.

En la 3ª parte se ocupa de los medios para prevenir las enfermedades provocadas por la edad crítica. Estos medios también se estudian en dos capítulos separados según se prevean o no. Higiene como alimentación, baño, vivienda, vestimenta, ocupaciones físicas o morales; o según provengan esencialmente de la medicina, como sangrías, sanguijuelas, cauterios, purgantes, baños, inyecciones simples y compuestas, pócimas y otras preparaciones calmantes.
Finalmente, la 4ª parte está reservada a las enfermedades lácteas, donde examina si estas realmente existen como enfermedades especiales y, después de haber resuelto afirmativamente la cuestión con razonamientos y sobre todo con hechos, indica sucesivamente los medios para reconocerlas, combatirlas y prevenirlas.

Conclusiones

  • Si es cierto que el libro carece de una base fisiológica científica, no es menos cierto que plasma los conocimientos médicos de la época, asumiendo incluso la debilidad física y psíquica de la mujer, lo que, junto a periodos vitales especialmente riesgosos como la maternidad, finaliza en la menopausia con otros nuevos riesgos para la salud femenina, lo que definitivamente expone el mayor riesgo de vida en la mujer que el de los hombres en su recorrido vital.
  • Si por una parte el discurso sobre las enfermedades peligrosas y letales que se pueden producir en la menopausia (que sigue denominando “edad crítica”) parece extremo, también anima a las mujeres a entender que asumiendo que la menopausia representa un cambio fundamental en la fisiología de las mujeres, también pueden experimentar con ella una especie de rejuvenecimiento, que es lo que denomina “la edad del retorno”: la pérdida de belleza, la lozanía y línea la suplen con solidas cualidades mentales indicando una madurez de su inteligencia.
  • Da importancia a las alteraciones de la esfera emocional “languidez y sufrimiento” que indudablemente, ya fuera por prejuicios y/o padecimientos reales, condicionaban la vida de las mujeres en esta etapa.
  • Aboga por estudiar y tratar la menopausia que siente demasiado normalizada entre las mujeres y descuidada en el mundo médico, con tratamientos médicos preventivos como flebotomía, cauterización, ventosas, enemas, duchas vaginales, baños, etc., así como recetas dietéticas, infusiones y medicamentos.
  • Con la vista puesta en la difusión y comprensión por parte de las mujeres a quien destina su ayuda, continúa su labor de educación sanitaria ofreciendo un texto comprensible para el nivel profano de las lectoras, aunque es cierto que solo su clientela de la élite social podrían acceder, por disponibilidad económica y alfabetización, a estos conocimientos escritos y a sus consultas, por otra parte las más afectadas por su vida fácil.
  • Dado que también la historia y la medicalización de la menopausia acabó siendo un asunto dominado por los hombres, el descubrir una pionera entre las matronas en esta temática, es dar voz a las mujeres cuya historia sistemáticamente ha sido silenciada en general y en particular en el área de la asistencia sexual y reproductiva, desde el momento en que los hombres se apropiaron de ella e intentaron por cualquier medio expulsar a las matronas, que desde el inicio del género “homo” habían acompañado y asistido a las mujeres en sus partos y dolencias de mujer.
  • Esta obra, como tantas similares de la época, hoy puede ser considerada en gran parte irrisoria o reprochable en muchas de sus afirmaciones; sin embargo, pertenece a la historia de la medicina en Francia y hoy, probablemente, tiene más interés histórico que científico. Hay que entenderla y valorarla en el contexto temporo-espacial del conocimiento médico de la época.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Financiación

Ninguna.

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38.    Bulletin de l’Académie Nationale de Médecine [internet]. París: Baillière; 1851. 16-1241. [citado 1 dic 2023]. Disponible en: https://books.google.es/books?id=gYU5AQAAMAAJ&pg=PA1241&dq=Mme+Messager+sage+femme&hl=es&newbks=1&newbks_redir=0&sa=X&ved=2ahUKEwiOza7X_cWCAxUndaQEHfGfBpg4HhDoAXoECA4QAg#v=onepage&q=Mme%20Messager%20sage%20femme&f=false
39.    Leroy-Dupré LAH. Guide médical et hygiénique des familles [internet]. París: Amyot; 1856. p. 538. [citado 1 dic 2023]. Disponible en: https://books.google.es/books?id=n7xbAAAAcAAJ&pg=PA538&dq=Mme+Messager+sage+femme&hl=es&newbks=1&newbks_redir=0&sa=X&ved=2ahUKEwjvtv-u8cWCAxXEdKQEHV85A_Q4FBDoAXoECAkQAg#v=onepage&q=%20Messager&f=false
40.    Revue médicale française et étrangère: journal des progrès de la médecine [internet] 1852 [citado 1 dic 2023]. p. 48. Disponible en: https://books.google.es/books?id=4oIUAAAAQAAJ&pg=PA48&dq=Mme+Messager+sage+femme&hl=es&newbks=1&newbks_redir=0&sa=X&ved=2ahUKEwjisJ7b9cWCAxVhdqQEHbb5C7I4HhDoAXoECA0QAg#v=onepage&q=Mme%20Messager%20sage%20femme&f=false
41.    Gazette Médicale de Paris [internet] 1852 [citado 1 dic 2023]; 22(1-52):727. Disponible en: https://books.google.es/books?id=ZIfXZrTGVDYC&pg=PA727&dq=Mme+Messager+sage+femme&hl=es&newbks=1&newbks_redir=0&sa=X&ved=2ahUKEwi3262OgMaCAxVRRaQEHd7xCxQ4KBDoAXoECAgQAg#v=onepage&q=Mme%20Messager%20sage%20femme&f=false
42.    Aulagnier M. Considérations sur l’âge critique qui amène la suppression absolue du flux périodique, faisant suite aux observations déjà publiées sur les maladies des femmes [internet]. París: Biblioteca Nacional de Francia (BNF Gallica); sin fecha antes de 1839. [citado 1 dic 2023]. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k54079148/f26.item
43.    Menville CF. Considérations pratiques sur le diagnostic et le traitement de l’aménorrhée et la leucorrhée ou flueurs blanches [internet]. París: Biblioteca Nacional de Francia (BNF Gallica); 1837. [citado 1 dic 2023]. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5679191b.r=Charles%20Menville?rk=21459;2
44.    Menville CF. De l’age critique chez les femmes, des maladies qui peuvent survenir à cette époque de la vie et des moyens de les combattre et de les prevenir [internet]. París: Biblioteca Nacional de Francia (BNF Gallica); 1840. [citado 1 dic 2023]. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5409295x.r=Charles%20Menville?rk=85837;2