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Revista Matronas

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ABRIL 2025 N° 1 Volumen 13

Vaginosis bacteriana relacionada con parto prematuro. Papel de la matrona en su identificación temprana

Sección: Revisiones

Cómo citar este artículo

Lledó Gómez L, Vázquez Gay P, Fernández García E. Vaginosis bacteriana relacionada con parto prematura. Papel de la matrona en su identificación temprana. Matronas Hoy 2025; 13(1):39-48.

Autores

1 Leticia Lledó Gómez, 2 Patricia Vázquez Gay, 3 Elena Fernández García

1 Enfermera especialista en Enf. Obstétrico-ginecológica (Matrona). Hospital General Universitario Dr. Balmis. Alicante, Valencia (España)
2 Diplomada en Podología. Enfermera Especialista en Enf.
Obstétrico-Ginecológica (Matrona), actualmente estudiando
grado de Medicina
3 Enfermera Especialista en Enf. Obstétrico-Ginecológica (Matrona). CS Vicente Solvedilla. Madrid (España)

Contacto:

Email: letilledo@gmail.com

Titulo:

Vaginosis bacteriana relacionada con parto prematuro. Papel de la matrona en su identificación temprana

Resumen

Introducción: la vaginosis bacteriana (VB) es una alteración del equilibrio de la flora vaginal caracterizada por una disminución de los lactobacilos y un aumento de otras bacterias, lo que puede llevar a diversas complicaciones en la salud reproductiva de las mujeres, un fenómeno que representa un desafío significativo para la salud materno-infantil. La identificación temprana de esta infección es crucial, ya que puede influir en el manejo del embarazo y en la prevención de complicaciones.
Objetivos: describir las evidencias científicas actualizadas que relacionan la VB con el parto pretérmino.
Investigar sobre la prevalencia y la incidencia en el parto pretérmino.
Destacar el papel activo de la matrona en la identificación y el manejo de la infección en el ámbito de la Atención Primaria.
Metodología: revisión sistemática tradicional de la literatura disponible para analizar las recomendaciones científicas más recientes en la relación con VB y parto prematuro.
Discusión: la VB es considerada una afección de alta prevalencia, a pesar de que es una afección muy común en mujeres de edad reproductiva y aunque no es una patología que cause alarma, en el embarazo puede ocasionar resultados adversos, entre otros, parto prematuro.
Conclusión: las mujeres embarazadas sintomáticas se deben tratar con la medicación correcta, ya que previene complicaciones futuras.
La evidencia científica respalda la necesidad de una vigilancia adecuada y un enfoque proactivo en la identificación de esta infección.
En este contexto, la matrona juega un papel esencial en la atención prenatal, actuando como un primer punto de contacto para las mujeres embarazadas.

Palabras clave:

vaginosis bacteriana ; infección vaginal ; matrona ; parto pretérmino ; diagnóstico precoz.

Title:

Bacterial vaginosis associated with preterm birth. The role of the midwife in its early detection

Abstract:

Introduction: bacterial vaginosis (BV) is an alteration on the balance of the vaginal flora, characterized by a reduction in Lactobacilli and an increase of other bacteria, which can lead to different complications in female reproductive health; this problem represents a significant challenge for maternal and child health. An early detection of this infection is essential, because it may have an impact on pregnancy management and the prevention of complications.
Objectives: to describe the updated scientific evidence which associates BV with preterm birth.
To research about its prevalence and incidence in preterm birth.
To highlight the active role by midwives in the detection and management of this infection in the Primary Care setting.
Methodology: a traditional systematic review of the literature available in order to analyse the most recent scientific recommendations regarding the association between BV and preterm birth.
Discussion: BV is considered a condition with high prevalence. Even though it is very common in women of childbearing age, and although it is not an alarming condition, it can cause adverse outcomes in pregnancy, including preterm birth.
Conclusion: symptomatic pregnant women must be treated with the adequate medication, because it will prevent any future complications.
Scientific evidence supports the need for adequate monitoring and a proactive approach for the detection of this infection.
In this context, the midwife plays an essential role in prenatal care, acting like the first point of contact for pregnant women.

Keywords:

bacterial vaginosis; vaginal infection; midwife; preterm birth; early diagnosis.

Introducción

La flora vaginal está constituida por muchos microorganismos que juegan un rol importante para mantener un ambiente adecuado de defensa contra ciertas infecciones durante el embarazo. Cuando se altera, puede dar origen a vaginosis bacteriana (VB), caracterizada por la presencia de múltiples bacterias en mayor número de lo habitual [1].

La VB se asocia con un mayor riesgo de secuelas ginecológicas y obstétricas. La vaginosis aumenta el riesgo de amnionitis, parto pretérmino, rotura prematura de membranas o infecciones posaborto, así como también de aborto espontáneo, un mayor riesgo de contraer y transmitir el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) bacterianas o virales [1-3].

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), parto prematuro es aquel que sucede antes de las 37 semanas de gestación, con sus variantes:

  • Prematuro extremo (menos de 28 semanas).
  • Muy prematuro (de 28 a 32 semanas).
  • Prematuro entre moderado y tardío (de 32 a 37 semanas).

Las causas de los partos prematuros suelen ser multifactoriales, pero la más frecuente es la infecciosa. La mayoría de ellos ocurren espontáneamente; no obstante, algunos se deben a razones médicas, como infecciones u otras complicaciones del embarazo.

La prematuridad se convierte en un importante problema de salud pública debido a su influencia en la morbimortalidad perinatal e infantil. De acuerdo con la OMS, en 2020 nacieron 13,4 millones de niños en el mundo prematuros, lo que equivale a más de 1 de cada 10 nacimientos y se traduce en un problema de salud, ya que la prematuridad puede llevar a discapacidad o enfermedades [3].
Las complicaciones derivadas de la prematuridad son la primera causa de muerte neonatal y la segunda entre niños menores de 5 años. Los esfuerzos mundiales por recortar aún más la mortalidad infantil deben incluir medidas urgentes destinadas a reducir los nacimientos prematuros. La mortalidad y morbilidad de lactantes debidas a la prematuridad se pueden disminuir mediante intervenciones dirigidas a la madre antes o durante el embarazo y al recién nacido prematuro tras el nacimiento. Las intervenciones pueden ir destinadas a todas las mujeres a efectos de reforzar la prevención primaria y reducir el riesgo de parto prematuro. Sin embargo, las intervenciones maternas más benéficas son aquellas que pueden aumentar las posibilidades de supervivencia y mejorar los resultados sanitarios de los lactantes prematuros cuando el parto prematuro es inevitable [4].

La OMS destaca que en el año 2023 una de las causas del aumento de la prematuridad se debió a los bajos costes en Atención Primaria, lo que dificultó el diagnóstico y tratamiento en momentos tempranos de la infección [3].

Prematuridad en España
En España, la tasa de nacimientos antes de la semana 37 en 2023 fue del 6,64%, lo que en números absolutos fueron 21.322 nacidos vivos; de estos, 800 (0,24%) fueron prematuros extremos (menos de 28 semanas); muy prematuros (de 28 a 32 semanas), 1.604 (0,50%); y prematuros entre moderados y tardíos (de 32 a 37 semanas), 17.475 (5,44%) [5]. 

Objetivos 

Objetivo general
Explorar las evidencias científicas más actuales que relacionan la VB con el parto pretérmino.

Objetivos específicos

  • Rastrear la prevalencia de la VB y su incidencia en el parto pretérmino.
  • Destacar el papel de la matrona en la consulta de Atención Primaria para identificar la infección y prevenir resultados adversos maternos y perinatales.

Metodología 

Se realiza una revisión sistemática tradicional de la literatura disponible para analizar las recomendaciones científicas más recientes en la relación de VB con el parto prematuro. Para ello se ha usado descriptores y operadores booleanos introducidos en las diferentes bases de datos para obtener los artículos necesarios. Se realizó una búsqueda en las siguientes bases de datos secundarias: PubMed, The Lancet, Google Scholar, Cochrane Plus. Se llevó a cabo con descriptores DECS “vaginosis”, “parto prematuro”, “papel matrona”. Adicionalmente se llevó a cabo una búsqueda manual para ampliar la información.

Microbiota vaginal como protector antiinfeccioso
El principal objetivo que tiene la microbiota vaginal es proteger a la vagina contra infecciones, pero su disbiosis genera VB. Este síndrome clínico se debe al excesivo crecimiento de bacterias que normalmente pudiesen estar en la vagina en menor número que el habitual. Numerosos estudios han mostrado la relación entre Gardnerella vaginalis con otras bacterias como causantes de VB, como son Lactobacillus (principalmente Lactobacillus gasseri), Prevotella y anaerobios que incluyen Mobiluncus, Bacteroides, Peptostreptococcus, Fusobacterium, Veillonella y Eubacterium. Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum, Streptococcus viridans y Atopobium vaginae también han sido asociados con VB [6]. De esta forma, si la flora vaginal se ve alterada por una infección bacteriana, puede predisponer a una colonización ascendente del tracto genital, infiltración de las membranas fetales e invasión de la cavidad amniótica [1].
La VB es la causa más común de flujo vaginal en mujeres en edad fértil, aunque puede darse fuera de este periodo. Se trata de un trastorno polimicrobiano del microbioma vaginal. La afección se caracteriza por bajas concentraciones o ausencia de lactobacilos y una abundante flora anaerobia. La VB no es una enfermedad de transmisión sexual, pero se ha relacionado con varios resultados desfavorables, incluidos resultados adversos del embarazo y un mayor riesgo de contraer ITS, como el VIH, la enfermedad inflamatoria pélvica y la infertilidad por factor tubárico [7].
La vaginosis se entiende actualmente como una variante de la microbiota vaginal.
En el nivel del ecosistema vaginal, el aumento de los estrógenos supone un incremento en la producción de glucosa por el epitelio, lo que constituye el sustrato para que los bacilos de Döderlein, denominados por eso lactobacilos, generen ácido láctico y reduzcan el pH [2].

Factores de riesgo y protectores de BV
Existen múltiples factores de riesgo descritos, por ejemplo, la raza negra; sin embargo, no está claro si se debe a ecosistemas vaginales diferentes o a factores culturales distintos; el tabaquismo, el consumo de alcohol, un nivel socioeconómico y/o de instrucción bajos.
En cuanto a conductas sexuales, el sexo oral receptivo, aumento de la frecuencia de coitos, cambio reciente de pareja y sexo no protegido están asociados a una mayor frecuencia de VB. Existen algunas subpoblaciones que llaman aún más la atención; así, por ejemplo, se encuentra una alta prevalencia de VB en mujeres lesbianas [8, 9]. Al respecto, en un trabajo reciente, Evans et al. [10] encontraron 2,5 veces más esta infección en lesbianas que en mujeres heterosexuales. La concordancia de la flora entre las parejas plantea la hipótesis de un factor transmitido sexualmente o factores de riesgo comunes, como el tabaquismo.
Recientemente, algunos factores nutricionales han sido implicados; la ingesta de grasas se asocia con mayor probabilidad de VB; en contraste, la ingesta de folatos, calcio y vitamina A la disminuye, lo que es especialmente cierto para las formas graves de la enfermedad [11].  
La VB se asocia también con las duchas vaginales, la seropositividad al virus del herpes simple tipo 2 (VHS-2) [9], con la concurrencia o presentación previa de infecciones bacterianas o virales [2] y el uso de antibióticos, de espumas espermicidas que contengan nonoxinol-9, etc. [12, 13].  
Se ha informado que la prevalencia de VB aumenta en mujeres con DIU de cobre y durante la menstruación. Las mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales rara vez se ven afectadas [9].
Por el contrario, existen algunos factores protectores, tal como el uso de condón, que ofrece una reducción de 65% en la probabilidad de desarrollar VB, independiente de si es seropositivo a VIH [14]. La anticoncepción hormonal reduce el riesgo de VB, especialmente las formas de depósito [15, 9]. Esta relación con los niveles hormonales no parece ser fortuita, ya que han encontrado una relación entre la historia natural de la VB y los niveles de estrógenos; así, cuanto más altos los niveles, menos probabilidad de la enfermedad [16].
No se ha reportado que la deficiencia de vitamina D sea un factor de riesgo para la VB [9].
La circuncisión masculina reduce el riesgo de VB en mujeres. La causa de la alteración microbiana que desencadena la VB no se comprende completamente, y se desconoce si la VB se debe a la adquisición de un solo patógeno de transmisión sexual.

Etiología y clínica de la VB
Los organismos responsables de VB dependen del pH vaginal. Con un pH de más de 4,5, Gardnerella vaginalis y bacterias anaerobias se convierten en los microorganismos principales de la vagina. La etiología es de naturaleza polimicrobiana; sin embargo, está asociada a las bacterias y sus especies distintas [1].
Es evidente que hay una asociación entre la VB y tener nuevas o múltiples parejas sexuales masculinas, parejas sexuales femeninas y la falta de uso del preservativo, lo que indica que la transmisión sexual es posible, pero la afección no se considera una ITS [16].
La VB es una afección común, y su clínica puede ser asintomática en un grupo mayoritario de pacientes, como se confirma en el gran estudio realizado sobre 21 millones de mujeres, en el que el 84% de las mujeres con VB no reportó síntomas [17].
Sus manifestaciones clínicas habituales suelen ser flujo vaginal anormal, con olor desagradable tipo pescado, especialmente después de las relaciones sexuales. El flujo es de color blanco o grisáceo y puede acompañarse de leve prurito alrededor de la vagina o ardor tras miccionar [1, 2, 8, 17].  
En el contexto del embarazo, bacterias como Lactobacillus lactis tienen un efecto de limpieza intravaginal en embarazos normales, minimizando la presencia de especies bacterianas comunes. El microbioma vaginal se vuelve más estable y menos diverso a medida que progresa el embarazo, lo que le confiere un papel protector contra la infección ascendente del tracto genital. No obstante, existen microorganismos intravaginales distintos de las especies de Lactobacillus en algunos embarazos que causan corioamnionitis. Esto se debe a que la flora normal (bacterias comensales) que coloniza la vagina durante el embarazo no causa afecciones inflamatorias o vaginitis, como ocurre con la infección por bacterias patógenas. Este desequilibrio en las bacterias vaginales es lo que produce la VB, que incluye en su contexto corioamnionitis, principal causa de parto prematuro.
Cuando la VB causa vaginitis o cervicitis y luego progresa a inflamación de todas las membranas fetales, puede a su vez causar ruptura prematura de membranas y parto prematuro [18].

Prevalencia y resultados adversos por VB
La VB es el trastorno vaginal más común en todo el mundo en mujeres en edad fértil [19].
En el estudio más grande de la epidemiología de la VB hecho hasta la fecha, llevado a cabo por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en un estudio americano de ámbito nacional, como se mencionó con anterioridad, de 21 millones de mujeres evaluadas se obtuvo 29,2% de prevalencia (IC del 95%: 27,2%-31,3%) y solo 15,7% tuvo síntomas [17].
Recientemente, la OMS ha afirmado que la prevalencia varía en función del país y el grupo de población, pero, de acuerdo con una reciente revisión sistemática y un metaanálisis de la prevalencia mundial de la VB en mujeres en edad de procrear, indicaba en su informe una prevalencia de entre el 23% y el 29%. La VB presente en todo el mundo es más frecuente en entornos con pocos recursos y en zonas con escaso acceso a la atención de salud [20].
Aun es más difícil precisar la prevalencia entre mujeres embarazadas.
Cabe resaltar que se han tomado en cuenta datos de tres grandes revisiones sistemáticas. La primera con el objetivo de describir la epidemiología global de la VB mediante la revisión de la evidencia disponible sobre la prevalencia de la VB en diferentes poblaciones del mundo (1984-2005). Esta fue realizada sobre estudios transversales (heterogéneos) que arrojaron estimaciones de prevalencia de VB por grupo étnico, país y año de estudio desde el 60,8 al 4%, apoyando un grado significativo según la etnicidad/raza. Por eso, los autores concluían que, si bien la prevalencia de VB es, en general, más alta en partes de África y más baja en gran parte de Asia y Europa, algunas poblaciones de África tienen prevalencias de VB muy bajas y algunas en Asia y Europa tienen tasas altas [21].
El segundo estudio consultado fue el llevado a cabo fundamentalmente por matronas que recopilaron datos de las participantes mediante un cuestionario estructurado, previamente probado, que incluía características sociodemográficas, antecedentes obstétricos y ginecológicos, hábitos de higiene, hábitos sexuales, antecedentes de uso de antibióticos, antecedentes de afecciones médicas previas y estado actual de las mismas. Al ingresar al estudio, las matronas realizaron un examen clínico a cada participante y registraron signos y síntomas de anomalías vaginales, como flujo vaginal, picazón y ardor vaginal. También se evaluaron los antecedentes de las participantes en relación con diferentes afecciones médicas, como enfermedades de transmisión sexual, infecciones del tracto urinario, hipertensión y diabetes mellitus. Finalmente, matronas capacitadas hicieron una toma vaginal para tinción de Gram y se clasificaron según el método de clasificación morfológica cuantitativa estandarizada de Nugent. Afirman en este trabajo que un tercio de las mujeres en el mundo son VB positivas, y se informa que esta prevalencia es mayor entre las mujeres embarazadas de países en desarrollo (América Latina, Asia y la mayoría de los países africanos), en línea con el estudio anterior. Sin embargo, la prevalencia más alta de VB se informó en mujeres de ascendencia africana. La prevalencia de VB según el sistema de puntuación de Nugent en este estudio fue del 22,3% (IC del 95%: 17,4% a 27,9%) [22].
Recientemente ha sido publicado el estudio de Sethi et al. [23], cuyos resultados mostraron que la prevalencia de VB entre mujeres blancas y negras fue de 28,1% (IC del 95%: 24,6%-32,0%) y 32,5% (IC del 95%: 28,2%-37,2%), respectivamente. La segunda prevalencia más alta de VB (26,3%) se informó entre mujeres de la República Democrática del Congo, junto con el número más alto de casos asintomáticos de VB (47,1%) diagnosticados durante el embarazo, mientras que la prevalencia más baja de VB (10,1%) registrada en esta revisión fue en Malasia.
Este mismo grupo de trabajo ha estudiado los resultados adversos en el embarazo: el 58,3% de los estudios consultados por ellos informaron resultados adversos durante el embarazo directamente asociados con la VB. Con base en la revisión de los estudios incluidos, se encontró que la rotura prematura de membranas (n= 4), el parto pretérmino  (n = 4) y el bajo peso al nacer (n= 4) fueron los resultados adversos notificados con mayor frecuencia en mujeres embarazadas con VB (Gráfico 1).

Prevención
Como educadoras para la salud, las matronas son el primer paso de acceso a la atención prenatal y, en general, a la atención sexual y reproductiva, de ahí que tengan un papel importante en la prevención, en este caso de la VB con indicaciones a las mujeres:
Evitar todos los factores de riesgo, así como tener en cuenta los factores protectores mencionados.
Seguimiento de medidas básicas de prevención para reducir la incidencia de las infecciones vaginales:
–    Se debe llevar a cabo la limpieza tras hacer las necesidades fisiológicas desde la región perineal hacia la zona anal.
–    Realizar las limpiezas tras la defecación o micción con papel higiénico blanco inodoro.
–    Evitar utilizar guantes o esponja en la zona genital dado que son fuentes de acumulación de bacterias.
–    Limitar la utilización de desodorantes íntimos, perfumes o talco porque pueden alterar el pH vaginal y causar irritaciones de la zona, creando posibles alteraciones.
–    En las etapas menstruales se recomienda realizar un cambio de los tampones y compresas cada seis o cuatro horas.
–    Utilizar ropa interior de algodón, las compuestas por telas sintéticas favorecen la humedad y el aumento de la temperatura, derivando en un ambiente favorable para la proliferación de microorganismos.
–    No usar ropa interior ajustada para obtener una correcta transpiración y evitar rozaduras.
–    Evitar las duchas vaginales y antisépticos locales dado que alteran la microbiota.
–    Si se realizan lavados en la zona íntima, se recomienda que sean específicos para que no alteren el pH.
–    Mantener la zona genital seca evitando la humedad.
–    Se debe llevar a cabo una higiene antes y después de mantener relaciones sexuales, puesto que el esperma tiene un pH alcalino.
–    Si la paciente padece de incontinencia fecal o urinaria, se debe evitar el contacto de la orina y heces con la zona vulvar, por ello se indica que realicen lavados con mayor frecuencia.
–    La utilización de métodos anticonceptivos de barrera (preservativos) femeninos y masculinos previenen las ITS debido a la ausencia de contacto entre los fluidos [24].
–    En caso de sospecha de vaginitis o de haberla tenido, se ha de usar preservativo para evitar infectar a la pareja.
–    Si se sospecha de infección, acudir a un especialista.

Diagnóstico
La VB se puede diagnosticar mediante criterios clínicos, criterios de diagnóstico de Amsel o determinando la puntuación de Nugent a partir de una tinción de Gram vaginal, además de otros métodos. La tinción de Gram vaginal está considerada el método de laboratorio estándar de referencia para diagnosticar la VB.

Los criterios de Amsel engloban las cuatro características o principios clínicos para poder establecer el diagnóstico de la VB. Al menos tres de los cuatro criterios deben estar presentes en la paciente simultáneamente, de lo contrario, la sintomatología puede deberse a patologías similares no bacterianas.

Los criterios diagnósticos de Amsel para la VB son [25]:

  • Flujo vaginal homogéneo (el color y la cantidad pueden variar), leucorrea de color blanco-grisáceo.
  • Olor a aminas (pescado) antes y después de agregar solución de hidróxido de potasio a las secreciones vaginales, comúnmente llamada prueba de olor.
  • Presencia de células guía, clave o en clavija (clue cells), que son células epiteliales cubiertas por cocobacilos en la microscopia (criterio altamente significativo).
  • pH vaginal mayor de 4,5. 

La VB presenta también una alta tendencia a la recidiva. Se ha observado que hasta un 50% de las mujeres diagnosticadas manifiestan una segunda infección durante el primer año. No se han podido establecer los factores de riesgo para estas recidivas, no habiéndose observado relación con el estilo de higiene íntima, los hábitos sexuales, el tipo de anticonceptivo, la frecuencia del sangrado o los lavados vaginales. Tan solo se ha demostrado relación con el número de compañeros sexuales durante un periodo determinado. Ante la recidiva, se recomienda repetir el tratamiento [2].
La matrona tiene un papel importante para diagnosticar desde Atención Primaria alguna alteración del pH vaginal que pueda desarrollar un desequilibrio de este y, como tal, alterar la microbiota vaginal y desarrollar una infección.
Actualmente existe una evidencia sustancial que asocia la VB durante el embarazo con un pronóstico perinatal desfavorable, en particular con un mayor riesgo de parto prematuro, como ya se ha mencionado [6].
Dada la evidencia actual, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF) ha concluido, con certeza moderada, que la detección de VB en mujeres embarazadas asintomáticas y sin mayor riesgo de parto prematuro no ofrece ningún beneficio general. Se desconoce si la detección de VB en mujeres embarazadas con mayor riesgo de parto prematuro presenta beneficios o perjuicios generales. Un mayor riesgo de parto prematuro incluye haber tenido un parto prematuro en el pasado, un cuello uterino incompetente, infecciones genitourinarias o un embarazo múltiple, edad materna joven o avanzada, índice de masa corporal materna bajo (<20), raza/etnia afroamericana, etc. [25] (Cuadro 1).

Tratamiento
La historia natural de la infección es tal que puede resolverse espontáneamente sin tratamiento, aunque la mayoría de las mujeres a las que se les identifica la infección al comienzo del embarazo probablemente tengan una infección persistente más adelante en el embarazo [6].
La VB es tratable y curable. El mejor tratamiento es el antibiótico metronidazol, si bien la eficacia de los tratamientos contra la VB es baja si no se combinan con consejos sobre el modo de vida o la reducción de riesgos (Cuadro 2). Asimismo, se deberían ofrecer a la paciente instrucciones adicionales para evitar la higiene y los lavados (duchas) vaginales excesivos y la realización de prácticas intravaginales [20].
Advertencias: la crema de clindamicina es a base de aceite y podría debilitar los condones de látex y los diafragmas durante cinco días después de su uso (consultar la etiqueta del producto de clindamicina para obtener más información).
Se debe aconsejar a las mujeres que se abstengan de tener relaciones sexuales o que usen condones de forma constante y correcta durante el tratamiento de la VB.
Las duchas vaginales podrían aumentar el riesgo de recaída, y no hay datos que respalden su uso para el tratamiento o el alivio de los síntomas [9].

Probióticos y lactoferrina como tratamiento adyuvante de la VB
Los probióticos se pueden definir como “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren efectos beneficiosos para la salud”. La administración de Lactobacillus se utiliza como adyuvante en estrategias de prevención de recurrencia de infecciones vaginales [26, 27].
Los lactobacilos favorecen el mantenimiento del ecosistema ácido de la vagina mediante la producción de ácido láctico, de modo que crean un pH vaginal inferior a 7 para ayudar a evitar el crecimiento de microorganismos que pueden ser potencialmente patógenos. Se recomienda el uso de probióticos junto con el tratamiento antibiótico. Se ha de tener presente que un probiótico no elimina la infección, solo ayuda al mantenimiento de un pH menor de 7. Según varios estudios, añadir Lactobacillus vía tópica u oral es mejor en cuanto a la recurrencia de los episodios de vaginosis [26]. Por contra, diferentes estudios han evaluado la eficacia clínica y microbiológica de Lactobacillus intravaginal y otras formulaciones probióticas para tratar la VB y restaurar la microbiota vaginal normal y, en general, ningún estudio respalda estos productos como terapia complementaria o de reemplazo para mujeres con VB [9].
La administración intravaginal de lactobacilos y lactoferrina podría ser una novedosa estrategia terapéutica eficiente y una valiosa herramienta para restaurar la homeostasis inmunitaria de la mucosa [28, 29].

Discusión

  • La VB es considerada una afección de alta prevalencia, muy común en mujeres de edad reproductiva y, aunque no es una patología que cause alarma, en el embarazo puede ocasionar resultados adversos como, entre otros, parto prematuro.
  • Las mujeres embarazadas sintomáticas se deben tratar con la medicación correcta, ya que previene complicaciones futuras.
  • Como educadoras para la salud, las matronas son el primer paso de acceso a la atención prenatal y, en general, a la atención sexual y reproductiva, de ahí que tengan un papel importante en la prevención y, en muchas ocasiones, en el diagnóstico o, al menos, la presunción de la infección.
  • La relación de la mujer con la matrona, sobre todo en el embarazo, es una relación profunda y continuada, que convierte a la/el profesional en un referente para su salud sexual y reproductiva de inmediato, y de ahí se prolonga a lo largo de toda su vida y se establece una más fácil comunicación entre usuaria/matrona.
  • Durante las visitas prenatales las matronas indagan en los problemas de salud a través de las entrevistas clínicas, con atención a sus antecedentes obstétricos y factores de riesgo, a los que debieran añadir los de VB, así como la detección de muchas otras afecciones en el embarazo, incluidas bacteriuria asintomática, sífilis, hepatitis B y VIH.
  • Tratar las infecciones urinarias y vaginales y realizar intervenciones específicas en el grupo de mujeres embarazadas con VB podría disminuir el parto prematuro.
  • Las matronas deben reconocer los signos y síntomas de la VB.
  • El pH vaginal es una herramienta útil para la detección de la VB, las matronas podrían desempeñar un papel importante en la medición del pH, especialmente en mujeres embarazadas con alto riesgo, por ejemplo, aquellas con antecedentes de parto prematuro [30].
  • En España, si la entrada de la usuaria en la Atención Primaria por síntomas vulvovaginales no ha sido directa vía matrona, el médico de Atención Primaria deriva frecuentemente a las pacientes a la matrona con el fin de que pueda realizar técnicas para identificar cambios en la zona vaginal. Dado que actualmente las matronas no tienen la posibilidad de prescripción autónoma, los médicos se encargarán de prescribir el tratamiento, igual que si se necesitan, ante un dudoso diagnóstico con criterios clínicos aportado por la matrona, confirmarlo mediante técnicas de laboratorio.
  • Podría ser positivo que la matrona realizara intervenciones grupales con mujeres en Atención Primaria como sesiones educativas en las que las participantes identificaran los cambios fisiológicos que se producen en el flujo vaginal a lo largo del ciclo y de la vida; los signos y síntomas más frecuentes de infección; adquisición de los conocimientos y las destrezas necesarias para realizar una correcta higiene de los genitales, así como la identificación de los factores que pueden alterar el flujo vaginal normal [24].

Conclusión

  • En conclusión, la VB es una condición prevalente que puede tener repercusiones significativas en el embarazo, especialmente en relación con el parto pretérmino.
  • La evidencia científica respalda la necesidad de una vigilancia adecuada y un enfoque proactivo en la identificación de esta infección en el embarazo, fundamentalmente en las poblaciones de alto riesgo.
  • Fomentar la formación y la sensibilización de las matronas en este campo no solo contribuirá a una mejor atención de la salud materna, sino que también puede ser un paso importante hacia la reducción de la incidencia de partos pretérmino asociados a esta infección.
  • En definitiva, la colaboración entre profesionales de la salud y la educación continua son claves para abordar de manera efectiva la VB y sus implicaciones en el embarazo.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Financiación

Ninguna.

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