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Metas de Enfermería

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ABRIL 2014 N° 3 Volumen 17

Competencia de las enfermeras de cuidados críticos para integrar y aplicar la práctica basada en la evidencia

Sección: En Portada

Cómo citar este artículo

Martínez Díaz JD, Jiménez Rodríguez D, Muñoz Ronda FJ, Aguilera Manrique G, López Valverde MA, Rodríguez Salvador MM. Competencia de las enfermeras de cuidados críticos para integrar y aplicar la práctica basada en la evidencia. Metas Enferm abr 2014; 17(3): 20-26.

Autores

1Juan Daniel Martínez Díaz, 2Diana Jiménez Rodríguez, 3Francisco José Muñoz Ronda, 4Gabriel Aguilera Manrique, 5María Ángeles López Valverde, 5María del Mar Rodríguez Salvador

1Enfermero. Licenciado en Antropología. Hospital Torrecárdenas (Almería). Facultad de Ciencias
de la Salud. Universidad de Almería.
2Enfermera. Licenciada en Antropología. Doctora en Ciencias Sociales y de la Salud. Facultad de Enfermería. Universidad Católica de Murcia.
3Enfermero. Licenciado en Antropología. Hospital Torrecárdenas (Almería). Escuela Andaluza de Salud Pública (Granada).
4Enfermero. Licenciado en Psicología. Doctor en Psicología. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de Almería.
5Enfermera. Distrito Sanitario Poniente (Almería).  

Contacto:

Juan Daniel Martínez Díaz. C/ Zaire, 12. 04009 Almería.

Email: jdmartin@ual.es

Titulo:

Competencia de las enfermeras de cuidados críticos para integrar y aplicar la práctica basada en la evidencia

Resumen

Objetivo: evaluar la competencia de los y las enfermeras de cuidados intensivos y urgencias para integrar y aplicar la práctica basada en evidencias (PBE).
Método: estudio descriptivo transversal realizado sobre el total de enfermeras (N=110) de las Unidades de Cuidados Intensivos y Urgencias del Hospital Torrecárdenas (Almería). Para la recogida de los datos se utilizó un instrumento validado, el cuestionario de práctica basada en la evidencia (CPBE-19). Se midieron además variables sociodemográficas. Para el tratamiento de los datos se calcularon índices de estadística descriptiva y pruebas de contraste de hipótesis (t de Student, ANOVA, Kruskal-Wallis, r de Pearson).
Resultados: la tasa de respuesta fue del 100%. Las actitudes de los participantes hacia la PBE mostraron la puntuación media más alta (5,42), seguido de los conocimientos/habilidades (3,61) y la práctica (3,40). Se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre las enfermeras que trabajaban en la unidad de cuidados intensivos y la dimensión práctica (3,80 vs 2,98, p= 0,002); entre quienes que poseían otro título universitario y la dimensión conocimiento (4,45 vs 3,52 , p= 0,014); y entre las formadas en evidencia y cada una de las dimensiones: actitud (6,00 vs 5,32, p= 0,025), práctica (4,41 vs 3,22, p= 0,001) y conocimiento/habilidades (4,55 vs 3,45, p= 0,001). Se encontraron correlaciones significativas entre las tres dimensiones del EBPQ-19.
Conclusiones: las enfermeras mostraron actitudes positivas hacia la PBE y su uso para apoyar la toma de decisiones clínicas, sin embargo hay una falta de correlación entre la actitud positiva y las puntuaciones medias más bajas de las dimensiones conocimientos/habilidades y práctica.

Palabras clave:

Práctica basada en la evidencia; competencia profesional; Enfermería de cuidados intensivos; Enfermería de urgencias; CPBE-19 investigación

Title:

The competence of Critical Care nurses to incorporate and apply Evidence-Based Practice

Abstract:

Objective: to assess the competence of Intensive Care and Emergency nurses to incorporate and apply Evidence-Based Practice (EBP).
Methods: transversal descriptive study conducted on the total nursing staff (N=110) of the Intensive Care and Emergency Units from the Hospital Torrecárdenas (Almería). A validated tool was used for data collection: the Evidence-Based Practice Questionnaire (EBPQ-19). Socio-demographical variables were also measured. For treatment of data, descriptive statistical indicators were calculated, as well as hypothesis contrast tests (Student’s t, ANOVA, Kruskal-Wallis, Pearson’s r).
Results: response rate was 100%. The attitudes of participants towards EBP showed the highest mean score (5.42), followed by knowledge / skills (3.61) and practice (3.40). Statistically significant differences were found among nurses working in the Intensive Care Unit and the dimension of practice (3.80 vs 2.98, p= 0.002); among those with another university degree and the dimension of knowledge (4.45 vs 3.52 , p= 0.014); and among those with training on evidence and each one of these dimensions: attitude (6.00 vs 5.32, p= 0.025), practice (4.41 vs 3.22, p= 0.001) and knowledge / skills (4.55 vs 3.45, p= 0.001). There were significant correlations between the three EBPQ-19 dimensions.
Conclusions: nurses showed positive attitudes towards EBP and its use to support clinical decision making; however, there is a lack of correlation between this positive attitude and the lower mean scores in the dimensions of knowledge/skills and practice.

Keywords:

Evidence-based practice; professional competence; Intensive Care nursingEmergency nursing: EBPQ-19: research

Introducción

Numerosos gobiernos y organizaciones en todo el planeta han incidido en la práctica basada en la evidencia (PBE) como el gold standard para alcanzar una atención en salud de alta calidad. En España, la Ley 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, en su artículo 34, dispone que la formación y el desarrollo de la competencia de los profesionales deben orientarse a la mejora de la calidad, agregando, en su artículo 40, que el desarrollo profesional deberá responder, entre otros, a la evaluación de competencias de los profesionales.

La ley define competencia profesional como “la aptitud del profesional sanitario para integrar y aplicar los conocimientos, habilidades y actitudes asociados a una buena práctica” (1). En el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía, la Agencia de Calidad Sanitaria diseñó en 2004 el Programa de Acreditación de Competencias Profesionales para reconocer los logros alcanzados por los profesionales en su práctica cotidiana, incluyendo en los mapas de competencias de la enfermera clínica, competencias relacionadas con conocimientos, habilidades y práctica de la evidencia científica (2). La práctica enfermera basada en la evidencia es un proceso complejo por el cual las enfermeras/os toman decisiones clínicas incorporando la evidencia científica, su experiencia clínica, los valores y preferencias del paciente y los recursos disponibles (3,4). Aplicar este proceso implica poseer los suficientes conocimientos y habilidades para buscar, evaluar y utilizar la evidencia, además de abrazar una actitud positiva hacia esta práctica. Sin embargo, la revisión de la literatura enfermera apunta a que solamente un pequeño porcentaje de profesionales conducen su práctica dentro del marco de la evidencia (5).

Diversos autores han señalado que la falta de conocimientos y habilidades sobre PBE se ha constituido como uno de los principales obstáculos para su implementación (6,7) y a pesar de que la mayoría de estudios, en los que se ha evaluado la dimensión “actitud”, confirman que las enfermeras/os mantienen una actitud positiva referente al uso de la evidencia como herramienta para guiar su práctica (8-12), esa cualidad no queda reflejada sobre el terreno clínico diario (13). Es manifiesta la sucinta producción científica de la enfermería española sobre la competencia de las enfermeras para integrar y aplicar la PBE. Su estudio en los servicios de críticos, se configura como un instrumento valioso por las características de estos entornos, donde es determinante una oferta de cuidados de calidad. El objetivo principal de esta investigación fue evaluar la competencia de los/las enfermeros/as de cuidados intensivos y urgencias para integrar y aplicar la PBE.

Material y método

Estudio descriptivo transversal realizado en las unidades de cuidados intensivos y urgencias del Hospital Torrecárdenas de Almería.

La población objeto de este estudio fueron los/las enfermeros/as que desarrollan su labor profesional en las citadas unidades, estableciéndose como criterio de inclusión llevar un mínimo de un año trabajando de forma continua en estas unidades. Dada la accesibilidad a la población de estudio y el cumplimento de los criterios de inclusión, se incluyó a la totalidad de los individuos (N=110). Los datos fueron recogidos durante los meses de enero a abril de 2010 mediante el cuestionario de práctica basada en la evidencia (CPBE-19) (14). Previo a la cumplimentación del cuestionario, el investigador explicó a los participantes el objetivo de la investigación y se revisaron todos sus ítems. Una vez cumplimentado, el supervisor de cada servicio se encargó de recogerlos y enviarlos al investigador con una cadencia semanal. Los requisitos éticos incluyeron el consentimiento de participación voluntaria de los profesionales, garantizándose su anonimato y la solicitud de permiso a la dirección enfermera del hospital para acceder a la población de estudio.

El CPBE-19 deriva del cuestionario Evidence-Based Practice Questionnarie (EBPC) desarrollado por Upton y Upton en 2006 (15). Fue adaptado y validado en el contexto de la práctica enfermera en España por De Pedro JP et al. (14) en 2009. Presenta una estructura trifactorial de 19 ítems, medidos con una escala tipo Likert para explorar la práctica, actitudes y conocimientos/habilidades asociadas a la PBE de las enfermeras. Los ítems se puntúan en una escala del 1 al 7 para las tres dimensiones, indicando las puntuaciones más altas una mayor competencia en la implantación de la PBE.

La hoja de registro de variables sociodemográficas incluyó la edad (en años; categorías: 20-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69), el sexo (hombre/mujer), la situación laboral (fijo/contratado), los años de experiencia profesional (en años; categorías: ≤ 8, 9-15, 16-22, 23-29, ≥ 23), el servicio/unidad (urgencias/UCI), el poseer otra titulación universitaria distinta a la que le posibilita su labor profesional y con carga docente en metodología de la investigación y evidencia (sí/no) y el haber recibido formación continuada en evidencia (sí/no). La variable dependiente del estudio fue la competencia de la enfermera frente a la PBE y las variables independientes fueron las sociodemográficas.

Se realizó un análisis descriptivo de las características de la muestra: medias y desviaciones estándar para variables cuantitativas, y de frecuencias absolutas y relativas para cualitativas. Para la comparación entre variables cuantitativas se utilizó la t de Student para datos independientes. Asimismo, se realizaron correlaciones bivariadas de Pearson para la determinar el grado de asociación lineal entre las diferentes dimensiones del cuestionario agrupándolos dos a dos (actitud-práctica, actitud-conocimientos/habilidades, conocimientos/habilidades-práctica). La asociación entre las variables de respuesta o dependientes y las variables independientes con más de dos grupos, se realizó mediante el estadístico ANOVA. En el caso de que alguna variable no siguiese una distribución normal, se utilizó la prueba de Kruskal-Wallis. En los contrates de hipótesis se aceptaron como significativos los resultados obtenidos para p ≤ 0,05. El análisis de los datos se efectuó con el paquete estadístico SPSS en su versión 18.0.

Resultados

La tasa de respuesta fue del 100%. El 49,1% de los participantes trabajaban en urgencias y el 50,9% en cuidados intensivos, siendo mujeres el 62,7% del total. La media de edad era de 37,9 (Desviación Estándar, DE: 7,59). El grado de experiencia laboral fue alto, con una media de años de experiencia de 14,87 (DE: 6,85).

El 90,3% no poseía otro título universitario y un 14,5% del total había recibido formación en PBE. Respecto a la situación laboral, el 53,6% poseían plaza en propiedad (Tablas 1 y 2).

Competencia de los profesionales de enfermería hacía la PBE

La dimensión “actitud” obtuvo la puntuación media más alta (5,42), seguido del conocimiento/habilidades (3,61) y la práctica (3,40). La Tabla 3 muestra las puntuaciones para la media y la desviación típica de cada uno de los ítems que componen las tres dimensiones. Los ítems con puntuaciones medias más bajas en cada una de las tres dimensiones fueron: evalué críticamente, estableciendo criterios, cualquier referencia bibliográfica hallada (media=2,94) (en práctica); recibo de buen agrado que cuestionen mis intervenciones en el curso de mi práctica clínica (media= 4,86) (en actitud); capacidad de analizar críticamente la evidencia mediante criterios explícitos (media= 3,17) (en conocimientos/habilidades).

Relación entre las variables independientes y las dimensiones práctica, actitud y conocimiento/habilidad

En la relación entre el servicio de trabajo y las dimensiones práctica, “actitud” y “conocimiento/ habilidad”, se obtuvieron diferencias significativas tan solo en la dimensión práctica, siendo los valores obtenidos superiores en el grupo que trabaja en cuidados intensivos (3,80 vs 2,98; p= 0,002). Asimismo, los individuos que poseían otro título universitario obtuvieron diferencias significativas, pero exclusivamente en la dimensión “conocimientos”, siendo los valores obtenidos (4,45 vs 3,52; p= 0,014). Las personas con formación en evidencia obtuvieron valores significativamente mayores que aquellas que no la tenían, tanto en la dimensión “actitud” (6 vs 5,32; p= 0,025), como en “práctica” (4,41 vs 3,22; p= 0,001) y en “conocimientos/habilidades” (4,55 vs 3,45; p= 0,001). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en función del número de años de experiencia profesional, ni tampoco en relación a la situación laboral de la enfermera (Tablas 4, 5 y 6). La correlación entre las distintas dimensiones del cuestionario fue estadísticamente significativa en todos los casos, siendo la correlación más fuerte entre las dimensiones “práctica” y “conocimientos/habilidades” (r = 0,627) (Tabla 7).

Discusión y conclusiones

En este estudio se ha pretendido aportar datos clarificadores sobre cuál es la competencia sobre práctica basada en la evidencia de las enfermeras que trabajan en el entorno de los cuidados críticos. Los resultados muestran que estos profesionales mantienen una actitud positiva para integrar y aplicar una PBE. Sin embargo, se evalúan con una puntuación más baja en conocimientos y habilidades sobre PBE y en su implementación en la práctica clínica. Estos resultados soportan unas expectativas poco optimistas e indican una necesidad de mejora, brindando al mismo tiempo la oportunidad de actuar a profesionales y gestores sobre las carencias detectadas. Para Sherriff et al (16) la percepción de las enfermeras de que las organizaciones las apoyan y, a su vez, la confianza en su capacidad para localizar y evaluar evidencia mejoró ampliamente después de participar en un programa formativo sobre PBE. A nuestro entender, la formación debe priorizarse de acuerdo a los elementos de cada una de las dimensiones que presentan puntuaciones medias más bajas. Al examinar las dimensiones encontramos que en “conocimientos/habilidades” y “práctica” la media más baja converge en un mismo elemento: el análisis crítico de la investigación. Investigaciones efectuadas por Brown et al (17) y Koehn et al (9), con las que hemos contrastado nuestros resultados, y que utilizan el mismo cuestionario, presentan puntuaciones medias más altas para las dimensiones “práctica” y “conocimiento/habilidades”. Estos resultados pueden estar relacionados con la estructura del sistema educativo americano, en el que existen distintos niveles académicos que han posibilitado mayor nivel formativo de pregrado. En esta línea, Gerrish & Clayton han encontrado que el nivel de formación universitaria de Enfermería influye en la práctica de la evidencia (18). Asimismo, Sherriff et al (16) han demostrado que, en el ámbito clínico, los programas formativos liderados por expertos pueden ser efectivos para mejorar el conocimiento y habilidades asociadas con la implementación de la evidencia.

En lo que respecta a la dimensión “actitud”, cabe destacar que las puntuaciones más elevadas halladas en el presente estudio son similares a las encontradas en las investigaciones de Brown et al (17), Koehn et al (9) y Gómez et al (19). Diversas publicaciones en las que se ha evaluado la actitud, usando otros instrumentos de medida, confirman que las enfermeras mantienen una actitud positiva hacia al uso de la evidencia como arma para guiar su práctica (6,8-12). Estos resultados respaldan el peso de esta dimensión en la promoción de la PBE. Si los profesionales no creen en el valor de esta práctica, su aplicación puede ser dificultosa (20). Los conocimientos y habilidades son básicos para llevar a cabo PBE, pero es necesario que los profesionales crean que esa práctica producirá mejores resultados en sus pacientes. Poseer conocimientos y habilidades no implica lograr cambios de conducta (21).

En la población estudiada llama la atención el exiguo porcentaje de enfermeras con formación de postgrado y/o continuada en evidencia, así como de aquellas que poseen otra titulación académica distinta a la de Enfermería, que incluya en sus planes de estudio contenidos avanzados en metodología de la investigación. Respecto a la formación, esta situación puede estar relacionada a nuestro juicio con tres factores primordiales: la falta de motivación de las enfermeras para formarse en un tema que puede ser considerado arduo y novedoso, la escasa oferta formativa y las dificultades de acceso de la enfermera clínica a este tipo de cursos.

Por otra parte, hasta la reciente creación de las titulaciones de grado de la mano del proceso de Bolonia, los profesionales enfermeros con mayores necesidades formativas han tenido que cursar titulaciones de grado superior para tener acceso a programas de doctorado, posibilitando estos estudios conocimientos más avanzados en investigación. Al respecto, Adib-Hajbaghery (11) recomienda enseñar contenidos de evidencia en las facultades de Enfermería para asegurarse de que las nuevas promociones de profesionales alcancen las competencias necesarias en este campo.

En el análisis de las relaciones entre las variables sociodemográficas y las dimensiones del cuestionario, no se han encontrado asociaciones significativas tanto con la variable “años de experiencia profesional” como con la “situación laboral de la enfermera”. No hallamos ningún estudio que relacionara ambas variables, no obstante, es probable que estudios con mayor tamaño muestral puedan revelar aspectos novedosos en este sentido.

En el contexto laboral, trabajar en cuidados intensivos se asocia a una mayor probabilidad de obtener puntuaciones más altas en la dimensión práctica que trabajar en urgencias. Las razones sopesadas para esta diferencia pueden recaer por una parte en la mayor circulación de pacientes que acaece en el servicio de urgencias, implicando un menor tiempo de interacción con el usuario, así como en la mayor ratio paciente/enfermera que se produce en este servicio.

Uno de los resultados más significativos ha sido la asociación observada entre cada una de las dimensiones y la formación en evidencia científica. Esta asociación apoya la hipótesis de que las enfermeras con capacitación en evidencia tienen una actitud más positiva hacia la misma, además de mayores conocimientos/habilidades y adecuada aplicación que las que no poseen formación en este ámbito. La posesión de un título de grado superior o licenciatura con contenidos en metodología de la investigación se asocia con una mayor probabilidad de obtener mejores puntuaciones exclusivamente en la dimensión “conocimientos/habilidades”. En el presente trabajo, la formación en metodología de la investigación aportada por otras titulaciones, no aumenta la implementación de la evidencia, ni una actitud más positiva hacia ella. Resultados similares se observaron en un estudio de Jette et al (22) con una muestra de terapeutas físicos, cuyos conocimientos y habilidades relacionadas con la práctica de la evidencia se asociaron según grados académicos. No obstante, y aunque no acontece en nuestros resultados, diversas investigaciones previas han mostrado asociación estadística entre nivel educacional y actitudes de las enfermeras (9).

Cabe acentuar que existe una relación directamente proporcional entre el aumento de una de las dimensiones “conocimientos/habilidades”, “práctica” y “actitud” y su par, mayores puntuaciones en una dimensión están asociadas a mayores puntuaciones en su par. Resultados análogos fueron obtenidos en el estudio realizado por Brown et al (17), en donde la correlación más fuerte para las dimensiones del cuestionario fue entre “práctica” y “conocimientos/habilidades”. Las enfermeras con mayores conocimientos y habilidades presentan puntuaciones más altas en la práctica. Existe una posible relación de causalidad que precisaría estudios analíticos para su confirmación.

Apuntar que este estudio no está exento de ciertas limitaciones. La generalizabilidad de los resultados puede ser limitada sobre la base de que la muestra consiste exclusivamente en profesionales que trabajan en el entorno de los cuidados críticos. Otra limitación radica en el uso del cuestionario autoadministrado para evaluar conocimientos y habilidades, ya que puede obtenerse como resultado una puntuación sobrevalorada. Asimismo, el lenguaje usado en las preguntas puede ser complejo y dar lugar a diversas interpretaciones por parte de aquellas enfermeras no formadas en este campo. Por lo demás, y según los autores de la validación del cuestionario, es posible que la dimensión “actitud” obtenga un refinamiento en su capacidad confirmatoria en muestras más heterogéneas.

Dados los resultados obtenidos, se hace necesario hacer recomendaciones que mejoren la competencia de las enfermeras hacia la evidencia, actuando esencialmente en las dimensiones “conocimientos/habilidades” y “práctica”. Proporcionar capacitación a través de programas de formación continuada, la asesoría educativa por expertos y la educación interactiva, se erigen como herramientas eficaces para optimizar estas dimensiones. No obstante, es necesario sumar otras estrategias efectivas para la implementación de la evidencia en la clínica, como han demostrado ser el uso recordatorios clínicos, o la participación de líderes de opinión y/o agentes de cambio.

Asimismo, es preciso seguir investigando en esta línea, pero estudios analíticos y experimentales, y en contextos profesionales más amplios, que permitan corroborar las hipótesis surgidas en el presente trabajo. Por último, es también esencial investigar el impacto de los programas formativos sobre PBE, estudiando la relación entre la exposición a estos programas y el conocimiento, habilidades y actitudes de las enfermeras hacia la implementación de la misma; ello proporcionaría, además, datos sobre la eficacia de estos programas en la reducción de aquellas barreras a la implementación que son intrínsecas a las enfermeras.

Financiación

Ninguna.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Bibliografía

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