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Metas de Enfermería

Metas de Enfermería

SEPTIEMBRE 2014 N° 7 Volumen 17

El contenido de la felicidad

Sección: Editorial

Autores

Mª del Pilar Arroyo Gordo

Directora de Metas de Enfermería

Titulo:

El contenido de la felicidad

Terminado el tiempo de vacación, es preciso reincorporarse al ritmo ordinario de trabajo, cuestión no siempre fácil ni, a veces, demasiado agradable. No en vano, el denominado síndrome postvacacional, consecuencia de un proceso adaptativo ineficaz, hace su presencia en estas fechas, no siendo pocas las personas a las que les afecta.

Afortunadamente, nunca he sentido la presencia de ese síndrome en la vuelta al trabajo, aunque también es cierto que desde hace mucho tiempo sigo unas sencillas recomendaciones que leí en el artículo de una experta psicóloga, donde se insistía en la importancia de que las vacaciones fueran “activas física e intelectualmente”. La recomendación, entre otras, de que es preciso leer, si se tienen unos 20 días de vacaciones, al menos 3-4 libros y que uno, como mínimo, sea de una materia que permita la reflexión o meditación sobre nuestra vida o nuestra profesión.

Pues bien, este verano he tenido la suerte de que me regalaran la última edición, creo que de 2012, de El contenido de la felicidad, de Fernando Savater, y enseguida supe que ese sería “mi libro de meditación” para el verano. Editado en 1986 por primera vez, ha tenido varias ediciones ampliadas y mejoradas, y a pesar de que ya lo había leído en 1989, lo acogí como si fuera nuevo y sin ningún reparo he de decir que lo he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba de un libro. De entrada, lo recomiendo.

Como su título indica, trata de la “felicidad”, “cosa” a priori casi intangible, pero que Savater aborda desde una perspectiva provocadora y, a veces, subversiva (como él dice). Muestra la felicidad como un proyecto de inconformismo, de anhelo arrogante, pues por mucho que se intente alcanzar nunca se la consigue reducir y ver completamente su rostro, que oculta tan tenazmente.

Componen el libro algo más de una docena de pequeños capítulos con títulos tan sugerentes como “La aventura interior: héroes y exploradores del espíritu”, “¿Quién teme a Charles Darwin?” o “El alma de los brutos”, en el que, por ejemplo, discute la corrección del concepto “derechos de los animales”, preguntándose cómo va a haber un derecho ético donde falta la reciprocidad de reconocimiento, es decir, si ante todo “derecho” tiene que haber un “deber”, ¿tienen acaso deberes los animales? Evidentemente, concluye criticando la crueldad para con ellos, pero insistiendo en que el empleo del término “derecho”, en su acepción ética, no es más que un bienintencionado abuso de lenguaje, aunque lo mejor que tiene es el juego filosófico y terminológico en el que te obliga a entrar y a confrontar tus propias ideas u opiniones.

Sin embargo, uno de los capítulos que más me ha llevado a la reflexión ha sido el titulado “Paradojas éticas de la salud”. Ante los imparables progresos de la ciencia y la tecnología y desde el convencimiento de que ya se pueden o pronto se podrán lograr cosas que hasta hace muy poco eran imposibles, se pregunta el filósofo: ¿hasta dónde es moral ir demasiado lejos? Reflexiona a partir de aquí sobre la Bioética, como ética aplicada, y repasando los temas problemáticos de los que se ocupa preferente dicha materia se “sorprende” al comprobar que dichos problemas se agrupan en torno a los dos polos de la existencia humana: comienzo y fin, es decir, nacimiento y muerte (manipulación genética, aborto, fecundación extrauterina, reproducción clónica, prolongación vegetativa de la existencia, eutanasia, suicidio, experimentación clínica, etc.)

Cuestiona el hecho de que la vida y la muerte sean, como justifican muchas voces, los hechos más significativos de la vida humana. Para el autor, el nacimiento y la muerte son los sucesos biológicos más significativos de la vida cuando esta se la considera desde la perspectiva del mantenimiento de la especie, pero no sería así si se mirara desde las peculiaridades individuales de los individuos que la conforman. ¿Vida o calidad de vida? Para los cuidadores morales y físicos de ese colectivo llamado especie, “nacimiento y muerte son lo más importante, porque señalan el alta y la baja en el grupo; pero en la biografía de cada cual las cosas quizás no vayan del mismo modo”, y Savater lo ejemplifica de la siguiente manera: “A la empresa gestora del salón cinematográfico lo que más le interesa son las entradas vendidas y el número de espectadores que van abandonando la sesión continua para dejar sitio a otros; pero a los espectadores mismos lo que les importa es la calidad del espectáculo”.

Continúa desarrollando muchos de aquellos otros sucesos que forman parte del ínterin entre el nacimiento y la muerte y que pueden llegar a ser más relevantes para cada uno de nosotros: la salud subjetiva, la salud mental, el derecho a decidir, el estado terapéutico como padre bienhechor, la salud pública, etc. Dedica unas pocas palabras a reflexionar sobre la diferencia entre hacer algo “por” alguien y hacer algo “a” alguien. Citando a Thomas Szasz comenta que es habitual que se nos presenten como intervenciones a favor de alguien, es decir, “por su bien”, lo que en realidad son manejos sobre alguien, ante lo cual el autor pide que “no hagáis nada por mí sin mi previo requerimiento”.

En fin, que me ha gustado mucho volver a leerlo y que lo recomiendo, porque viene bien de vez en cuando levantar la alfombra de aquellos valores que creemos tener bien instaurados, no sea que se nos hayan acumulado “pelusas”, y para eso Savater es un buen revulsivo.

Y como es septiembre, buen principio de curso para mis queridas/os estudiantes y profesoras/es.