Conocimiento, experimentación y uso habitual de las terapias complementarias en función del nivel de estudios en la ciudad de Burgos

Sección: Originales

Cómo citar este artículo

Santillán-García A, Estébanez-Lucio N, Sáenz-Guerricaboitia JJ, Corral-Puente S, Rodríguez-Sierra E. Conocimiento, experimentación y uso habitual de las terapias complementarias en función del nivel de estudios en la ciudad de Burgos. Metas Enferm may 2019; 22(4):10-8.

Autores

Azucena Santillán-García1, Nuria Estébanez-Lucio2, Juan José Sáenz-Guerricaboitia3, Sandra Corral-Puente2, Elena Rodríguez-Sierra4

1Doctora en Enfermería. Hospital Universitario de Burgos
2Enfermera. Hospital Universitario de Burgos
3Fisioterapeuta. Hospital Universitario de Burgos
4Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE). Hospital Universitario de Burgos

Contacto:

Azucena Santillán García. C/ Perdiguero de Burgos, 3. 09003 Burgos.

Email: ebevidencia@gmail.com

Titulo:

Conocimiento, experimentación y uso habitual de las terapias complementarias en función del nivel de estudios en la ciudad de Burgos

Resumen

Objetivo: describir las terapias complementarias (TC) que la población refiere como más conocidas, experimentadas ocasionalmente o llevadas a cabo de manera habitual, y analizar la relación de su uso con el nivel de estudios de los burgaleses.
Método: se realizó un estudio descriptivo trasversal usando un muestreo no probabilístico por cuotas en función del nivel de educación (n= 278). Se administró un cuestionario de 13 preguntas diseñado ad hoc y previamente pilotado, que incluyó variables sociodemográficas y relacionadas con el grado de experimentación de terapias complementarias (conocimiento, experimentación ocasional o utilización habitual). Se realizaron índices descriptivos y análisis bivariantes.
Resultados: se obtuvieron 293 cuestionarios válidos. Las TC más conocidas y experimentadas fueron yoga, acupuntura y homeopatía. Un 39,9% de los burgaleses era usuario habitual. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el uso habitual de TC en función del nivel de estudios, tanto en el dato global como para los grupos de terapia “sistemas integrales complejos”, “prácticas de manipulación y basadas en el cuerpo” , “técnicas de la mente y el cuerpo”, siendo este mayor entre quienes tienen estudios superiores (p< 0,05).
Conclusiones: las TC se llevan a cabo en menor proporción de lo que se conocen; sin embargo, debido a la posible repercusión sobre la salud, se recomienda diseñar intervenciones educativas dirigidas a la población para fomentar la confianza en los cuidados basados en evidencias.

Palabras clave:

terapias complementarias ; Medicina tradicional ; perfiles sanitarios ; estudio descriptivo transversal

Title:

Knowledge, experience and regular use of complementary therapies based on the level of education in the city of Burgos

Abstract:

Objective: to describe those complementary therapies (CTs) reported by the population as more widely known, occasionally experienced, or regularly used, and to analyze the association between their use and the level of education of the Burgos population.
Method: a cross-sectional descriptive study was conducted, using non-probability quota sampling, based on level of education (n= 278). A 13-question questionnaire was designed ad hoc and administered; there was a previous pilot test, and it included sociodemographical variables and those associated with the level of experience with complementary therapies (knowledge, occasional experience or regular use). Descriptive indexes and bivariate analysis were conducted.
Results: in total, 293 valid questionnaires were obtained. The most widely known and experienced CTs were yoga, acupuncture and homeopathy; 39.9% of the Burgos population were regular users. Statistically significant differences were found regarding the regular use of CT based on level of education, both in the overall data and for the following therapy groups: “complex comprehensive systems”, “handling and body-based practices”, “mind and body techniques”; this was higher among those with higher education (p< 0.05).
Conclusions: CTs are experienced in a lower proportion than they are known; however, due to their potential impact on health, it is recommended to design educational interventions targeted to the population, in order to promote trust in evidence-based care.

Keywords:

Complementary tests; Traditional medicine; health profiles; cross-sectional descriptive study

Introducción

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “la medicina tradicional engloba conocimientos, capacidades y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias propias de diferentes culturas, explicables o no, utilizadas para mantener la salud y prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas o mentales”; y la medicina complementaria o medicina alternativa “acoge aquello que no forma parte de la tradición ni de la medicina convencional ni está integrado en el sistema de salud de un país”. La OMS, a partir de aquí, crea el concepto de Medicina tradicional y complementaria (MTC) que fusiona ambos términos y afirma que todos los países del mundo la practican en mayor o menor medida y su demanda va en aumento (1). De la MTC se desprenden las terapias complementarias (TC).

Las TC y su uso son tema de actualidad y con frecuencia aparecen en diferentes medios de comunicación, debates políticos, redes sociales y otros medios de divulgación relacionados con la salud. Además, este año por primera vez se ha incluido esta cuestión en el Barómetro del Centro de Investigación de Investigaciones Sociológicas (CIS) (2). Pero identificar las TC no es fácil porque no existe una clasificación consensuada de ámbito internacional. Se puede tomar como referencia la clasificación de las “Terapias y Sistemas de la Medicina Complementaria y Alternativa” realizada por el National Center for Complementary and Alternative Medicine, ya que fue tomada como referencia y adaptada por el Ministerio de Sanidad en 2011 y adoptada posteriormente por el Observatorio de la Organización Médica Colegial (3,4) (Cuadro 1).

En España, la legislación relativa a las TC es escasa. No hay ninguna norma específica que las regule en cuanto a su uso y a la titulación oficial requerida de los profesionales que las practican. En cuanto a la formación en esta materia, varias universidades ofrecen estudios de postgrado al respecto y algunos colegios médicos y de Enfermería organizan y/o apoyan eventos científicos sobre el tema pese a la discusión existente entre profesionales y organizaciones sanitarias sobre su rigor científico (5).

La Asociación Nacional de Profesionales y Autónomos de Terapias Naturales publica en su web que hay 80.000 profesionales “parasanitarios” en el sector de las terapias naturales y en su directorio de centros de formación aparecen más de 100 escuelas no oficiales en España, cuatro de ellas en Castilla y León (6).

Respecto a su evidencia científica, los estudios de calidad relacionados con su efectividad y seguridad son escasos. Los ensayos clínicos sobre TC presentan con frecuencia deficiencias en cuanto a planteamiento y metodología, muestreo, representatividad y poca consistencia en general (5). Además, se ha demostrado que estas terapias no son inocuas (7,8).

Aun así son terapias con oferta y demanda. Concretamente en Burgos, y según un conocido directorio y buscador de empresas, se encuentran 70 establecimientos que ofertan TC, en concreto neuropatía, osteopatía, quiromasaje, homeopatía, acupuntura, medicina tradicional china, quiropraxia y reiki (9).

Si se atiende a datos de conocimiento y aceptación de las TC en España se sabe que un porcentaje importante de la población confía en las TC, siendo más aceptadas por las personas con estudios de segundo ciclo o universitarios que por las de estudios de primer ciclo, primarios o incompletos (10). En Europa se estima que más de 100 millones de personas utilizan actualmente las TC y una quinta parte de ellos recurre regularmente a ella (1).

Este estudio tuvo por objetivo describir las TC que la población refiere como más conocidas, experimentadas ocasionalmente o utilizadas de manera habitual, y analizar la relación de su uso con el nivel de estudios de los burgaleses. Conociendo esta información se podrán plantear intervenciones de educación para la salud óptimas, dirigidas a la población burgalesa.

Método

Se realizó un estudio descriptivo trasversal entre octubre y diciembre de 2017.

El tamaño muestral se calculó en función de la población burgalesa estimada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) (n= 176.608) en 2016, para una proporción estimada del 50%, con una precisión del 5% y nivel de confianza del 90%; y fue de 278 personas. Se estableció un muestreo no probabilístico por cuotas en función del nivel de educación en función de los datos extraídos de “EDUCAbase” (base de datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) referentes a Castilla y León (11). Según esta fuente, en 2014, el 42,3% de la población castellanoleonesa tenía una educación inferior a la educación secundaria; el 23,2% contaba con estudios secundarios y el 34,5% con estudios superiores. Por tanto, se establecieron las siguientes cuotas: 118 informantes con educación inferior a la educación secundaria, 64 con estudios secundarios y 96 con estudios superiores. Para mejorar la precisión de la recogida de datos, en los 118 informantes con educación inferior a la secundaria se especificó si tenían estudios primarios o eran personas sin estudios. Los criterios de inclusión fueron ser residente en Burgos y tener entre 18 y 75 años. Se excluyó a aquellas personas con dificultades para entender el español hablado, leído o escuchado.

Los informantes fueron reclutados por los miembros del equipo investigador en su entorno físico (espacios públicos como centros cívicos o comercios, o reuniones sociales). Se contó con la colaboración de personas voluntarias que recogieron cuestionarios en otros entornos de la ciudad. Para reducir el sesgo de selección se mapeó la zona según los códigos postales de Burgos y así se garantizó la presencia de encuestados de todas las zonas urbanas.

Se diseñó un cuestionario ad hoc (contactar con los autores para más información) con 13 preguntas que exploraban las terapias complementarias mostradas en el Cuadro 1. Para dotarlo de validez fue pilotado en septiembre de 2017 con 18 personas: tres expertos de prestigio nacional y 15 personas de Burgos de características sociodemográficas y culturales variadas. En un plazo de seis días leyeron, evaluaron la encuesta y realizaron aportaciones con el objetivo de mejorar tanto la legibilidad como la exactitud de los ítems y la adherencia al propio cuestionario. Posteriormente estas aportaciones fueron reevaluadas y su aplicación en la encuesta final fue consensuada por el equipo investigador en función de su pertinencia. El cuestionario final, anónimo y con una duración estimada de 12 a 15 minutos, constó de cinco bloques que agrupaban las variables a medir:

  • Datos sociodemográficos: sexo, edad, nivel educativo y situación laboral.
  • Experiencia con las TC: grado de experimentación (cuáles conoce, ha experimentado ocasionalmente o utiliza de forma habitual de entre las referidas en el Cuadro 1), satisfacción y problemas con las TC (sí, no, no contesta), presencia o no de personas del entorno cercano usuarias de las TC.
  • Opinión sobre las TC: grado de conformidad con su utilidad, superioridad en algunos problemas y su seguridad respecto a la medicina convencional; eficacia, utilidad para dolencias leves, papel en el control del dolor, necesidad de profesionales certificados y pertinencia de su integración en el Sistema Nacional de Salud. Todas ellas medidas con una escala tipo Likert de cinco puntos (totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo).
  • Motivaciones: grado de superioridad de las TC en relación con las convencionales en los siguientes ítems: trato personal recibido, coste, resultados en salud, mejora del bienestar físico, del bienestar mental y agilidad en la atención, igualmente, medidas con escala tipo Likert.
  • Alfabetización científica: medida con un pequeño test de ocho afirmaciones relacionadas con la ciencia a las que se debía contestar correcto o incorrecto.

Para este manuscrito se analizaron los resultados de los dos primeros bloques. Se hizo un análisis descriptivo de la muestra con frecuencias absolutas y porcentajes tanto de las características de la muestra estudiada como para cada terapia (conocimiento, experimentación ocasional y uso habitual). Para el análisis bivariante entre el uso habitual de TC y el nivel de estudios se realizó el test Chi cuadrado estableciendo un nivel de significación p< 0,05. Para mejorar la potencia estadística se agruparon las categorías de las variables en cinco grandes grupos (Cuadro 1): “sistemas integrales completos”, “prácticas biológicas”, “prácticas de manipulación y basadas en el cuerpo”, “técnicas de la mente y el cuerpo” y “técnicas sobre la base de la energía”, asignando el valor “Sí” a todas aquellas personas que fuesen usuarios habituales de cualquiera de las terapias incluidas dentro de ellos. Los datos se procesaron mediante el software estadístico IBM SPSS 19®.

El estudio se desarrolló siguiendo los principios éticos para las investigaciones en seres humanos. Así mismo, se respetó la legislación vigente en materia de intimidad, confidencialidad y protección de datos. Además, contó con la aprobación del Comité Ético de Investigación Clínica de Burgos y Soria (nº CEIC 1881). A todos los participantes se les informó verbalmente y de forma comprensible del objetivo del estudio, de la confidencialidad de los datos obtenidos, la difusión que tendrían los resultados y el carácter voluntario de la participación. Se solicitó su consentimiento verbal para la colaboración en el estudio.

Resultados

Se obtuvieron finalmente 293 cuestionarios correctamente cumplimentados. Hubo un 80,2% (n= 235) de participantes de entre 26 y 65 años, siendo el 60,1% de hombres (n= 176). Un 34% tenía estudios superiores (n= 100) y un 25,3% (n= 74) secundarios. Del total, un 91,5% conocía las TC (n= 268), un 56,3% las había experimentado (n= 165) y un 39,9% las usaba de manera habitual (n= 117) (Tabla 1).

Un 8,5% (n= 25) no conocía ninguna de las TC (Tabla 1). Cuatro de las terapias eran conocidas por más del 50% de los encuestados: yoga con un 83% (n= 244), acupuntura con un 77,8% (n= 228), homeopatía con un 73,7% (n= 216) y tratamientos con suplementos nutricionales y vitaminas con un 59% (n= 173). Por su parte, el Qigong con un 3,8% (n= 11), la medicina cuántica con un 4,4% (n= 13) y la kinesiología con un 4,8% (n= 14) fueron las que menores resultados obtuvieron (Tabla 2). En la Gráfico 1 se ofrecen los resultados del nivel de estudios entre quienes conocen las distintas TC.

Un 43,7% (n= 128) refirió no haber probado ninguna TC (Tabla 1). Las TC más experimentadas ocasionalmente fueron: yoga con el 26,6% (n= 78), homeopatía con el 24,6% (n= 72), acupuntura con el 22,5% (n= 66) y tratamientos con suplementos nutricionales y vitaminas con el 20,5% (n= 60) (Tabla 2). En la Gráfico 2 se ofrecen los resultados del nivel de estudios para cada terapia experimentada ocasionalmente.

Un 39,9% de las personas encuestadas era usuaria habitual de TC (n= 117) (Tabla 1). Hubo tres terapias que superaron el 10% de utilización habitual: yoga con el 19,5% (n= 57) seguido por los tratamientos con suplementos nutricionales y vitaminas con el 12,6% (n= 37) y la homeopatía con el 10,6% (n= 31). Al contrario, tanto la hipnoterapia como la medicina cuántica no tuvieron ningún usuario habitual (Tabla 2).

Al comparar los resultados entre los encuestados que han probado y los que dicen ser usuarios habituales se observa que disminuyen los porcentajes: el yoga pasa del 26,6% (n= 78) al 19,5% (n= 57), los tratamientos con suplementos nutricionales y vitaminas del 20,5% (n= 60) al 12,6% (n= 37) y la homeopatía del 24,6% (n= 72) al 10,6% (n= 31) (Tabla 2).

El mayor porcentaje de usuarios habituales tenía estudios superiores (n= 44; 44%), seguidos de los secundarios (n= 36; 48,7%), primarios (n= 30; 35,7%) y sin estudios (n= 7; 20%). Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el uso de terapias complementarias en función del nivel de estudios tanto en el dato global como para los grupos de terapia “sistemas integrales complejos”, “prácticas de manipulación y basadas en el cuerpo” “técnicas de la mente y el cuerpo” (p< 0,05) (Tabla 3).

El perfil de persona usuaria habitual de TC en Burgos es el de una mujer entre 46 y 65 años, con estudios superiores, que trabaja por cuenta ajena (Tabla 1).

Discusión y conclusiones

Las TC más conocidas por la población burgalesa son el yoga, la homeopatía y la acupuntura. Cabe señalar que el yoga es una actividad que con frecuencia se oferta dentro de las instalaciones deportivas como una actividad física más y que es percibido especialmente por las mujeres como una actividad deportiva (12), por lo que su carácter “terapéutico” puede no estar entre los objetivos de las personas que la han señalado. No obstante, los efectos del yoga pueden ser más perjudiciales que beneficiosos en función de su aplicación (13).

En general, las TC más conocidas por la población burgalesa coinciden con las descritas por el estudio del CIS correspondiente al barómetro del mes de febrero de 2018 (2). Concretamente respecto a la homeopatía, el barómetro refleja que seis de cada diez españoles han oído hablar de homeopatía en el último año, cifra que está en consonancia con el casi 74% de la población burgalesa que dice conocerla. Sin embargo, no llega a un 25% el volumen de burgaleses que la ha probado. Actualmente la homeopatía carece de evidencia empírica que sustente ni su eficacia ni su seguridad (14). La acupuntura fue la TC más popular según el CIS (2) y en Burgos también goza de popularidad, aunque de nuevo el volumen de personas que se deciden a probarla es inferior.

Otra de las TC más conocidas es la denominada “tratamientos con suplementos nutricionales y vitaminas” y además también es de las más experimentadas y consumidas habitualmente en Burgos. En este punto sería interesante poder distinguir el tipo de suplementos a los que se refiere la población, y su aplicación, dado que hay pseudoterapias como la “nutrición ortomolecular” (uso de dosis muy altas de vitaminas u otras sustancias que están presentes de forma natural en el cuerpo, siendo estas otras sustancias minerales, enzimas, antioxidantes, aminoácidos, ácidos grasos esenciales y fibra dietética, entre otras (15)) que además de carecer de evidencia de efectividad, cuentan con numerosos efectos adversos (16). Este aspecto puede haber sido respondido mediante el ítem “Otros: medicina ortomolecular, suplemento mineral milagroso, ozonoterapia, dieta alcalina, tratamientos “détox”, terapia quelante…”, que fue identificado por casi un 14% de la población encuestada.

Se sabe que más de dos millones de españoles se han sometido a al menos un tratamiento de acupuntura en los últimos 12 meses (2). En el presente estudio es una TC ampliamente conocida (77,8%) y además de las TC más experimentada (22,5%), aunque su uso habitual baja hasta un 4,4% de la población. Esta afinidad de la población por la acupuntura choca con la falta de sustento científico (17,18).

Las siguientes TC/A más conocidas en este estudio son la meditación (49,5%), el reiki (37%) y la osteopatía (37%). A partir de aquí el resto de las TC no son conocidas por más de un tercio de la población. El reiki se suele presentar entre la población como una disciplina milenaria cuando en realidad su origen data de 1922 (19) y no posee evidencia científica alguna que sustente su efectividad más allá del efecto placebo (20). Se trata de una las TC más conocidas en Burgos, aunque solo el 8,5% la ha probado y tan solo el 4,1% se declara usuario habitual, cifras similares a las españolas (2).

Hay un grupo de encuestados que no ha oído hablar de ninguna de las TC y que supone un 8,5% de la población y este porcentaje sube cuando se trata de burgaleses que nunca ha probado una TC (43,7%). Esto indica que, aunque se conozca la existencia de las TC, la población no hace un uso extendido de ellas.

A través de este estudio no se puede definir lo que la población “conoce” de las TC, quizá incluyendo otro tipo de elementos las respuestas hubieran variado. Por ejemplo, preguntando por las intervenciones aplicadas por los “curanderos” el porcentaje de personas que dicen no conocer ninguna TC podría haber variado. Además, en este estudio, hay limitaciones como las relacionadas con el posible sesgo de selección derivado de un muestreo no probabilístico y el sesgo de información derivado del empleo de una herramienta sin validar que obligan a tomar estos resultados con precaución.

Teniendo en cuenta que el elevado número de respuestas que indicaban desconocimiento acerca de las TC de los encuestados ha limitado el análisis inferencial en cuanto al análisis pormenorizado de cada TC, se puede afirmar que sí que existe relación entre el nivel de estudios y el uso habitual de algunas de las TC analizadas, concretamente las pertenecientes a los subgrupos “sistemas integrales”, “prácticas de manipulación y basadas en el cuerpo” y “técnicas de la mente y el cuerpo”. Explorar esta relación en detalle, así como tratar de determinar otros factores relacionados, puede dar lugar a futuras líneas de investigación interesantes y útiles de cara a orientar posibles intervenciones de educación para la salud que ayuden a los usuarios a tomar decisiones informadas y basadas en evidencias científicas. Dado que las TC carecen de sustento científico y además pueden ser potencialmente peligrosas, tal y como se ha demostrado en los pacientes con cáncer en donde su uso multiplica sus posibilidades de morir (21,22), se recomienda diseñar intervenciones educativas dirigidas a la población para fomentar la confianza en los cuidados basados en evidencias.

El perfil de persona usuaria burgalesa es similar al nacional (2). Disponer de estos perfiles puede ser gran utilidad para las autoridades sanitarias en caso de que inicien acciones divulgadoras a favor de la medicina convencional.

Financiación

III Beca de Investigación Sergio López Borgoñoz.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Bibliografía

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