Personas en tratamiento con metadona: un envejecimiento más vulnerable

Sección: Editorial

Autores

Sonsoles Gutiérrez Cáceres

Enfermera experta en adicciones. Máster en Investigación y Cuidados de Enfermería en Poblaciones Vulnerables. Doctora por la Universidad Autónoma de Madrid. Presidenta de la Asociación Española de Enfermería en Adicciones (IntNSA). Departamento de Asistencia del Instituto de Adicciones de Madrid Salud (España).

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Personas en tratamiento con metadona: un envejecimiento más vulnerable

El envejecimiento de la población, que va acompañado en muchos casos de múltiples enfermedades crónicas, está suponiendo un reto para los cuidados. Si, además, sumamos numerosos factores de desigualdad como el estigma, la clase social, la edad o el género, la vulnerabilidad de las personas a las que cuidamos aumenta. Esto es lo que ocurre con las personas que están en tratamiento con metadona.

Hace más de 60 años que comenzaron los primeros Programas de Mantenimiento con Metadona (PMM) en EE.UU. como estrategia de reducción del daño para las consecuencias derivadas del consumo de heroína vía parenteral, especialmente la alta mortalidad por VIH-sida y por sobredosis, y también para disminuir la delincuencia e inseguridad ciudadana que se vinculaba a dicho consumo (1).

El mayor consumo de heroína en España se produjo a finales de los 80 y principios de los 90, con las mismas consecuencias, elevada mortalidad juvenil y delincuencia (2). Pero, debido al momento político que se vivía, la implantación de los PMM se retrasó, lo que supuso que los contagios de VIH y las muertes por sida se incrementasen, así como que la marginalidad aumentase pero, sobre todo, que estos tratamientos “naciesen” estigmatizados, en cierta manera rechazados, lo que aún persiste (3,4).

Actualmente, el número de personas que consumen heroína y que empiezan en PMM en Europa ha disminuido, pero las que continúan en tratamiento desde hace una década, más de medio millón, se han estabilizado (5). Estas personas nada tienen que ver con aquellas que empezaron el tratamiento en los años 90 del siglo pasado. Su esperanza de vida ha aumentado gracias a la metadona que redujo las muertes por sobredosis, así como por la eficacia de los tratamientos antirretrovirales combinados de alta efectividad (TARGA) para el VIH y, más recientemente, para el VHC, encontrando que alrededor de un 25% superan los 50 años (6-8). Ahora bien, acontece en estas personas un envejecimiento prematuro, semejante a personas con 10 años más, por las secuelas del consumo, las sobredosis, la falta de cuidado y las enfermedades que acumulan (8-10).

Para una enfermera como yo, que comenzó a trabajar con estas personas en el año 1998, repartiendo metadona en furgonetas por el municipio de Madrid y que ha crecido, personal y profesionalmente con ellas, es evidente que envejecen con unas características muy diferentes a la población general.

En mi tesis doctoral pretendimos averiguar cómo eran las personas que actualmente estaban en PMM, con una mirada de género. Se realizó un estudio de diseño mixto, con una fase cuantitativa en las personas que estaban en PMM en los Centros de Atención a las Adicciones de Madrid Salud. Y posteriormente un abordaje cualitativo con enfoque fenomenológico orientado a averiguar la influencia de la metadona en su historia vital, en aquellas personas que llevaban más de 10 años en tratamiento y que tenían 50 años o más. Para finalizar, como la pandemia COVID-19 influyó directamente en estos tratamientos, se investigaron los cambios incorporados para adaptarlos.

Encontramos unas personas altamente vulnerables. Una mayoría era hombre (77,5%); un 65% tenía más de 50 años; la media de años de tratamiento era de 8,1; más de un 60% tenía alguna patología crónica de aparición precoz como la hipertensión, la diabetes o el EPOC; un 38,6% tenía un diagnóstico de enfermedad mental; casi un 30% era seropositiva para el VIH, y cercano al 70% en el caso del VHC. Cabe destacar que las mujeres presentaban mayor comorbilidad que los hombres, así como las personas que tenían 50 años o más.

En sus discursos descubrimos cuatro grandes temas. Primero el aspecto positivo del tratamiento que “les salvó la vida”, permitiéndoles abandonar la delincuencia para consumir y retomar actividades laborales y familiares. En segundo lugar, el estigma que sufren por estar tomando un fármaco, al que la sociedad considera “otra droga”. El tercero fue el envejecimiento, sorprendidos de haber superado los 50 años. Para finalizar, en las mujeres es mayor el estigma y el sentimiento de culpa, al no cumplir “el rol de género”, como hija, madre o esposa, tenían menor apoyo, tanto social como familiar, y mayor soledad.

Las restricciones sociales y de movimiento que se impusieron por la pandemia por COVID-19 hicieron que los PMM tuviesen que replantearse para asegurar el cuidado de profesionales y pacientes. Esto implicó que las pautas quincenales take-home de metadona solución oral se ampliasen, manteniéndose este cambio después de levantarse las restricciones del confinamiento, así como las prescripciones de Metasedín® (metadona en comprimidos).

Los resultados de este estudio muestran un fenómeno emergente, ligado estrechamente a la vulnerabilidad, dado que estas personas presentan múltiples problemas orgánicos y de salud mental, y con una situación social frágil. Esta realidad, lejos de reducirse, va a ir en aumento, puesto que se incrementan con la edad. Tomar metadona les permitió sobrevivir, pero a su vez les ha hecho sentirse marginadas, avergonzándose y ocultándolo en la medida de lo posible.

Uno de los mayores retos que tenemos es visibilizar a estas personas que, aunque suponen una porción pequeña de la población general, no pensaban que fuesen a llegar a la vejez, por lo que no se planteaban ningún futuro y no tienen recursos para afrontarlo. Si no ponemos de manifiesto su existencia será complicado poder detectar sus necesidades y, por tanto, adecuar nuestras intervenciones, para lo que será importante contar con sus opiniones, investigando con ellas y no solo para ellas.

Deberemos continuar con un enfoque integrado y centrado en los cuidados de la persona que presenta esta multimorbilidad y esta fragilidad social. La prestación de una atención multidisciplinar será cada vez más necesaria, ya que precisarán de un número elevado de servicios para las múltiples necesidades tanto de salud como sociales, con la necesaria y esencial coordinación entre todos, orientada a prestar una atención integral a la persona.

Visibilizar la problemática de esta población también ayudará a evitar una soledad no deseada con las consecuencias negativas que pueden tener, con un imprescindible enfoque de género, por presentar las mujeres situaciones de mayor vulnerabilidad.

Sin embargo, sobre todo, es imprescindible romper con el estigma de la adicción. Debemos superar y trabajar para eliminar los estereotipos y las actitudes negativas hacia ellas, con formación e información a los diferentes colectivos y a la sociedad, incluidos los las profesionales de la salud.

Bibliografía

  1. Mattick RP, Breen C, Kimber J, Davoli M. Methadone Maintenance Therapy versus no opioid replacement therapy for opioid dependence. Cochrane Drugs and Alcohol Group (ed.). Cochrane Database Syst Rev 8 de julio de 2009. Doi: http://doi.wiley.com/10.1002/14651858.CD002209.pub2
  2. De la Fuente L, Barrio G, Vicente J, Bravo MJ, Santacreu J. The impact of drug-related deaths on mortality among young adults in Madrid. Am J Public Health. 1995; 85(1):102-5.
  3. Torrens M, Fonseca F, Castillo C, Domingo-Salvany A. Methadone maintenance treatment in Spain: the success of a harm reduction approach. Bull World Health Organ. 1 de febrero de 2013; 91(2):136-41.
  4. Cheetham A, Picco L, Barnett T, Lubman D, Nielsen S. The Impact of Stigma on People with Opioid Use Disorder, Opioid Treatment, and Policy. Subst Abuse Rehabil. 25 de enero de 2022; 13:1-12.
  5. EMCDDA. European Drug Report 2019: trends and developments [internet]. LU: Publications Office; 2019 [citado 8 nov 2022]. Disponible en: https://data.europa.eu/doi/10.2810/268687
  6. Sordo L, Barrio G, Bravo MJ, Indave BI, Degenhardt L, Wiessing L, et al. Mortality risk during and after opioid substitution treatment: systematic review and meta-analysis of cohort studies. BMJ. 26 de abril de 2017; j1550.
  7. Gol-Montserrat J, Llano JE, Amo J, Campbell C, Navarro G, Segura F, et al. VIH en España 2017: políticas para una nueva gestión de la cronicidad más allá del control virológico. Rev Esp Salud Pública [internet]. 2018 [citado8 nov 2022]; 92. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1135-57272018000100305&lng=es&nrm=iso&tlng=es
  8. Rajaratnam R, Sivesind D, Todman M, Roane D, Seewald R. The aging methadone maintenance patient: treatment adjustment, long-term success, and quality of life. J Opioid Manag. 2009; 5(1):27-37.
  9. Gutiérrez-Cáceres S, Pedraz-Marcos A, Serrano-Gallardo P. Envejecer en un programa de mantenimiento con metadona. Una perspectiva desde el marco de los determinantes sociales de la salud. Rev Esp Salud Pública. 2019; 93:e201908048.
  10. Bachi K, Sierra S, Volkow ND, Goldstein RZ, Alia-Klein N. Is biological aging accelerated in drug addiction? Curr Opin Behav Sci. febrero de 2017; 13:34-9.