La medición del confort como herramienta de apoyo al síndrome pos-UCI

Sección: Editorial

Cómo citar este artículo

González Baz MD. La medición del confort como herramienta de apoyo al síndrome pos-UCI. Metas Enferm abr 2023; 26(3):3-6. Doi: https://doi.org/10.35667/MetasEnf.2023.26.1003082071

Autores

Mª Dolores González Baz

Doctora en Enfermería por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Enfermera del Departamento de Apoyo a la Práctica Basada en la Evidencia.
HGU Gregorio Marañón (Madrid). Profesora Asociada en Ciencias de la Salud en la UCM. Miembro del Grupo de Investigación de Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón (España).
ORCID: 0000-0003-1365-7530.

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Titulo:

La medición del confort como herramienta de apoyo al síndrome pos-UCI

EEl uso coloquial del término “confort” poco tiene que ver con su verdadero origen, el verbo latino confortare, entendido como “dar vigor, espíritu y fuerza a alguien”. El confort en Enfermería ha sido definido por Pinto et al. (1) como: “una experiencia compleja, dinámica, holística, subjetiva y positiva que incluye la satisfacción de las necesidades individuales”. Este constructo multidimensional es, sin duda, el objetivo principal de los cuidados; adquiere mayor relevancia en el ámbito de los cuidados al final de la vida. No obstante, existen otras áreas como las unidades de cuidados intensivos (UCI), en las que la evaluación de los numerosos aspectos que condicionan el confort podría resultar de gran interés debido a la influencia sobre las secuelas físicas, psicológicas y cognitivas derivadas de la estancia en este tipo de unidades, conocidas bajo la denominación de síndrome pos-UCI. Para poder identificar estos factores de incomodidad es indispensable disponer de instrumentos validados que, asimismo, puedan servir de apoyo para las enfermeras frente al cambio de paradigma en los cuidados críticos.
 
La importancia del confort en enfermos críticos fue señalada por Benner como elemento favorecedor de la recuperación, al tener en cuenta la interrelación entre las diferentes dimensiones de la persona, cuerpo-mente-espíritu, y la influencia del entorno. A pesar de que las necesidades físicas de los pacientes críticos son reconocidas y satisfechas por los profesionales, la evidencia actual relacionada con la prevención del síndrome pos-UCI refiere que, además de las variables clínicas, la detección precoz de fuentes de malestar como la dificultad para comunicarse o la falta de información podrían contribuir a reducir la aparición de morbilidad psicológica tras el alta de la UCI (2), y por otra parte, cada vez más estudios reconocen la importancia de abordar las necesidades psicológicas, sociales y espirituales durante el ingreso en UCI. De hecho, la necesidad psicosocial de “sentirse seguro”, reconocida por los enfermos críticos como la más importante, se encuentra estrechamente vinculada al confort. La satisfacción de esta necesidad incluye aspectos como la confianza en los profesionales, la presencia de la familia, recibir información, recuperar el control, mantener la esperanza y el apoyo de las creencias.

El síndrome pos-UCI afecta al 30-50% de los supervivientes, provocando a medio y largo plazo graves secuelas, tanto físicas como psicológicas (ansiedad, trastorno de estrés postraumático), e incluso cognitivas, que repercuten sobre la calidad de vida, la incorporación a la vida activa, los roles familiares y los costes sanitarios, representando un grave problema de salud (3). Por ello, se han implementado diferentes recomendaciones a nivel internacional como la Clinical Practice Guidelines for the prevention and management of pain, agitation/sedation, delirium, immobility, and sleep disruption; las medidas ABCDEF y el proyecto HUCI. Estas medidas suponen un replanteamiento del modelo actual de cuidados críticos, ya que van orientadas a mantener despierto al enfermo, adecuadamente analgesiado y en ventilación espontánea. De tal modo que el paciente va a ser más consciente del entorno y de los factores de malestar, y en consecuencia es imprescindible disponer de instrumentos validados que permitan identificar los síntomas o aspectos que condicionan el confort (4). Actualmente los cuestionarios disponibles valoran constructos opuestos al confort como el estrés o la incomodidad, la mayoría realizados el día del alta de la UCI o posteriormente, lo cual puede constituir un sesgo porque los pacientes no recuerdan o prefieren olvidar aquello que les ha resultado desagradable, y además una reciente revisión recomienda actualizar el contenido de los ítems, añadir aspectos como la comunicación y el estado de ánimo, e incluir experiencias positivas (5). No obstante, el confort había sido evaluado anteriormente en enfermos coronarios en otros países, mediante el Cuestionario General de Confort (CGC) de Kolcaba, y existía una versión del CGC en español que no había sido validada.

Por otro lado, la decisión de investigar el confort en esta población también responde a la influencia de mi experiencia como enfermera de cuidados críticos. A menudo, en estas unidades se prioriza la satisfacción de las necesidades físicas porque se considera que son las más importantes. Sin embargo, siempre se tiene en cuenta la visión holística de la persona, y aunque no se mencione la palabra confort de manera explícita, constantemente se evalúan señales de incomodidad o malestar en los pacientes que inducen a llevar a cabo intervenciones para mejorar el confort, reevaluando su eficacia posteriormente. Esta forma de pensamiento intuitivo coincide con algunos de los postulados de la teoría del confort de Kolcaba, cuya aplicación en el contexto actual de cuidados críticos ha sido sugerida recientemente (6).

El desarrollo del estudio, desde el alcance de una tesis doctoral, cuyo objetivo principal fue validar el Cuestionario General de Confort en la población de pacientes críticos, ha permitido no solo disponer de una herramienta validada para evaluar el impacto de las intervenciones enfermeras o la eficacia de las medidas establecidas en las recomendaciones, sino incorporar la perspectiva del enfermo, pudiendo de este modo identificar de forma individualizada las necesidades de confort. La solución final obtenida mostró propiedades psicométricas adecuadas para evaluar el confort en enfermos críticos, denominando este cuestionario, Cuestionario de Confort en UCI, reduciendo el número de ítems respecto a la versión original.

Los resultados obtenidos revelaron la importante influencia psicológica y social del confort, lo cual se encuentra en consonancia con las recomendaciones actuales de prevención del síndrome pos-UCI, y reconocen la importancia de las medidas impulsadas desde el proyecto HUCI como el bienestar y la presencia de la familia. Por otra parte, se encontraron áreas de mejora en aspectos físicos como el dolor y la información que reciben los pacientes y del mismo modo, la necesidad de diseñar entornos más adaptados que reduzcan el impacto de la tecnología. También es preciso resaltar la notable influencia de la espiritualidad sobre el confort.

Un aspecto destacable para el futuro diseño y validación de cuestionarios en esta población es la necesidad de incluir la perspectiva del paciente, también sugerido en estudios recientes debido a las importantes divergencias en la percepción de los factores de estrés o incomodidad entre los pacientes, los familiares y los profesionales. Durante el desarrollo de la investigación, los pacientes consideraron importante utilizar estos instrumentos ya que ofrecían una oportunidad de encuentro para trasmitir sus necesidades de confort y comunicar sus experiencias durante la estancia en la UCI.

Las enfermeras tienen un desempeño muy relevante en la prevención y detección del síndrome pos-UCI, por tanto, como miembro del equipo interdisciplinar de cuidados críticos debe apoyarse en modelos de cuidados que permitan dar respuesta a este cambio de paradigma humanista de atención centrada en la persona. Utilizar herramientas validadas en esta población podría servir de apoyo en la implementación de este tipo de modelos, porque permiten medir los resultados basándose en la experiencia percibida por el enfermo (PREM), pudiendo constituir un indicador del impacto de las intervenciones enfermeras. Asimismo, al estar sustentado en la teoría del confort de Kolcaba, permitiría identificar de forma individualizada y desde la perspectiva del enfermo, los factores condicionantes del confort, definir objetivos de acuerdo con los tipos de confort y planificar y evaluar los cuidados.

Esta aproximación al estudio del confort constituye un punto de partida, que puede tener continuidad en otras poblaciones específicas de cuidados críticos y contribuir a dar visibilidad al conocimiento enfermero y a la experiencia de los pacientes.

Bibliografía

  1. Pinto S, Caldeira S, Martins JC, Rodgers B. Evolutionary analysis of the concept of comfort. Holist Nurs Pract. 2017; 31(4):243-52.
  2. Wade DM, Hankins M, Smyth DA, Rhone EE, Mythen MG, Howell DCJ, et al. Detecting acute distress and risk of future psychological morbidity in critically ill patients: Validation of the intensive care psychological assessment tool. Crit Care. 2014; 18(5):1-9.
  3. Kohler J, Borchers F, Endres M, Weiss B, Spies C, Emmrich JV. Cognitive Deficits Following Intensive Care. Dtsch Arztebl Int. 2019; 116(38):627-34.
  4. Luckhardt EM, Gunnels MS, Chlan LL. Assessing Discomfort in Critically Ill Patients: A Narrative Review of the Literature. Crit Care Nurse. 2022; 42(4):47-54.
  5. Krampe H, Denke C, Gülden J, Mauersberger VM, Ehlen L, Schönthaler E, et al. Perceived severity of stressors in the intensive care unit: A systematic review and semi-quantitative analysis of the literature on the perspectives of patients, health care providers and relatives. J Clin Med. 2021; 10(17):1-21.
  6. Berntzen H, Bjørk IT, Storsveen AM, Wøien H. “Please mind the gap”: A secondary analysis of discomfort and comfort in intensive care. J Clin Nurs. 2020; 29(13-14):2441-54.