¿Estamos preparadas para los nuevos desafíos de la ética de la publicación?

Sección: Editorial

Cómo citar este artículo

Salcedo de Diego I. ¿Estamos preparadas para los nuevos desafíos de la ética de la publicación? Metas Enferm jun 2023; 26(5):3-6. Doi: https://doi.org/10.35667/MetasEnf.2023.26.1003082104

Autores

Isabel Salcedo de Diego

Doctora por la Universidad Autónoma de Madrid. Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda. IDIPHISA. Departamento de Enfermería. Universidad Autónoma de Madrid (España).

Contacto:

Email: isabel.salcedo@salud.madrid.org

Titulo:

¿Estamos preparadas para los nuevos desafíos de la ética de la publicación?

La Declaración de Helsinki, principal código ético adoptado internacionalmente para guiar la investigación en seres humanos, incluyó en una de sus últimas revisiones el deber del personal investigador de poner a disposición del público los resultados de sus estudios, con responsabilidad sobre la integridad y exactitud de los informes. Se trata de una obligación ética que deber ser asumida también por otros agentes, en sus ámbitos de competencias, como promotores de la investigación o editores de revistas científicas. Según el artículo 36 de la mencionada declaración es necesario, además, que en la publicación se cite la fuente de financiación, las afiliaciones de autores y autoras, así como sus posibles conflictos de intereses. En el caso de que no se cumplan estos principios, los trabajos de investigación no deberían ser aceptados para su publicación.

El Código Deontológico de la profesión enfermera obliga a que sus profesionales respeten los principios de la Declaración de Helsinki, así como los que regulan la ética de la publicación científica. Profundicemos un poco más en estos principios éticos y sus orígenes.

En el pasado, desde 1930 hasta aproximadamente 1970 (1), la media de autores/as en un artículo era dos. Desde los años 70, la multiautoría se ha acelerado hasta alcanzar un nivel sin precedentes. La principal razón de ello es probablemente el sistema de recompensa (o castigo) impuesto en el mundo académico y que se ve claramente representado por el aforismo “publicar o perecer” (del inglés, “to publish or to perish”). La publicación de los trabajos científicos en revistas con el mayor factor de impacto posible se ha convertido en la principal vara de medir al personal investigador y/o académico que desee progresar en su carrera. Por otro lado, la colaboración entre múltiples equipos para realizar estudios con grandes tamaños muestrales es a menudo necesaria y se ve facilitada más que nunca por los continuos avances tecnológicos.

Cada vez es más frecuente encontrar publicaciones con decenas de personas de autoría, viéndose casos de hasta cientos. Podemos discutir si esto es ético o no, pero para ello deberíamos revisar los criterios de autoría. Recordemos que la autoría de un artículo científico confiere crédito, es decir, reconoce la acción ejercida por quienes lo firman, lo cual puede tener importantes consecuencias sociales y académicas, pero también implica la asunción de la responsabilidad del contenido de los trabajos publicados por parte de quienes los firman.

Organizaciones como el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE por sus siglas en inglés) proponen una serie de recomendaciones con actualizaciones periódicas (2) para supervisar la práctica y los estándares éticos más adecuados durante la elaboración del informe de los resultados de las investigaciones y otros materiales publicados en las revistas científicas de Ciencias de la Salud. Estas recomendaciones, suscritas por un cada vez mayor número de prestigiosas revistas biomédicas, señalan como criterios de autoría los cuatro siguientes: una contribución sustancial a la concepción o diseño del artículo o a la adquisición, al análisis o interpretación de los datos; participar en el diseño del trabajo de investigación o en la revisión crítica de su contenido intelectual; aprobar la versión final del artículo y ser responsable, en el sentido de tener capacidad de responder para garantizar la exactitud o integridad del trabajo.

Para ser considerado autor/a, la persona debe cumplir con todos y cada uno de los cuatro criterios y, por ello, quien los cumpla debe ser identificado como tal. Es importante señalar que todas aquellas personas que hayan cumplido con el primer criterio deberían tener la oportunidad de avanzar hacia los siguientes pasos y, por tanto, ser considerados en sus equipos de investigación para la autoría. Disponer de estos conocimientos puede empoderar a profesionales enfermeros que, cumpliendo con los requisitos mencionados, aporten los argumentos necesarios para ser incluidos en la autoría de los artículos realizados por equipos multidisciplinares, en el caso de que no se les haya considerado para la misma. Por otro lado, aquellas personas que solo cumplan alguno/s de los criterios deben ser reconocidas en el apartado de agradecimientos, lo cual ha de ser confirmado por los autores/as con las personas agradecidas antes de enviar el manuscrito a publicar.

En los últimos años, muchas revistas han empezado a animar, y algunas a exigir, a no solo la inclusión de los criterios de autoría siguiendo las recomendaciones del ICMJE u otras, sino también a que los equipos indiquen quién hizo qué en la elaboración del artículo. Para facilitar esta tarea se ha propuesto que el concepto de autoría transite al de la atribución, contribución, colaboración y crédito, como un vocabulario claro e inequívoco para describir lo que ha hecho cada persona en un proyecto (3).

En 2014 se desarrolló la taxonomía CRediT (Contributor Role Taxonomy) que, aunque no se ajusta bien a todos los proyectos de investigación, puede ser considerada como una ayuda a la transparencia, especialmente en trabajos con multiautoría y está siendo requerida ya por cientos de revistas. CRediT define catorce tipos de contribuciones que una persona puede hacer a un manuscrito, desde desarrollar el protocolo de investigación, hasta realizar la recogida o el análisis de datos, el proceso de redacción, la supervisión o incluso la coordinación del proyecto o la obtención de apoyo financiero.

Como esta tarea no es fácil, recientemente han aparecido iniciativas que ayudan con ella. Tenzing (4) es una aplicación web (https://rollercoaster.shinyapps.io/tenzing/) que debe su nombre al sherpa Tenzing Norgay, que, junto con Edmund Hillary, fue el primero en alcanzar la cima del Everest, pero que recibió menos reconocimiento por la expedición que su compañero británico, al que salvó la vida. Se basa en una hoja de cálculo compartida de Google (http://bit.ly/tenzingTemplate). Para cada proyecto de investigación se introducen los nombres del personal investigador en las filas y en cada una de las columnas, las catorce categorías CRediT pueden ser marcadas en función de su contribución en la investigación. Al finalizar, Tenzing genera un breve informe que indica quién ha hecho qué, cuyo texto puede incluirse en la sección requerida por las revistas científicas.

Por último, me gustaría resaltar los recientes desafíos a los que se enfrenta la ética de la investigación sin haber aún resuelto muchos de los conflictos más clásicos. Me estoy refiriendo en esta ocasión al ChatGPT (Chat Generative Pretrained), un modelo lingüístico basado en la inteligencia artificial y que solo dos meses después de su lanzamiento en noviembre de 2022 tenía más de 100 millones de usuarios, lo que la ha convertido en la app de consumo de más rápido crecimiento de la historia.

Destacadas revistas están mostrando su oposición para aceptar los trabajos generados o ayudados por inteligencia artificial como ChatGPT (5). La justificación se basa en la defensa de que la autoría debe limitarse a los seres humanos que generan contribuciones creativas, propias e intelectuales, además de las dificultades para verificar todas las imprecisiones del ChatGPT, que pueden comprometer la integridad de la publicación.

Tanto desde mi faceta de investigadora como de docente de la asignatura de Ética de los Cuidados en el Grado de Enfermería, no deja de preocuparme el abordaje ético de este nuevo avance tecnológico que intuyo ha venido para quedarse. Planteo por ello una última reflexión desde el concepto de la responsabilidad. Los y las profesionales, como personas que formamos parte de una profesión y no un oficio, tenemos un compromiso moral con la misma, basado en la conciencia, la libertad y la responsabilidad. Considero que es la formación en el desarrollo de esta actuación con responsabilidad, que debe enseñarse y fomentarse desde el comienzo de los estudios de Grado, la base de las soluciones a los presentes y futuros retos que se va a ir encontrando la ética profesional, entre ellas, la ética de la publicación.

Bibliografía

  1. Brand A, Allen L, Altman M, Hlava M, Scott J. Beyond authorship: attribution, contribution, collaboration, and credit. Learned Publishing 2015; 28(2):151-5.
  2. International Committee of Medical Journal Editors [sede web]. Recommendations for the Conduct, Reporting, Editing and Publication of Scholarly Work in Medical Journals [citado 4 may 2023.] Disponible en: http://www.ICMJE.org
  3. Allen L, O’Connell A, Kiermer V. How can we ensure visibility and diversity in research contributions? How the Contributor Role Taxonomy (CRediT) is helping the shift from authorship to contributorship. Learned Publishing 2019; 32(1):71-4.
  4. Holcombe AO, Kovacs M, Aust F, Aczel B. Documenting contributions to scholarly articles using CRediT and tenzing. PLoS One 2020; 15(12):e0244611.
  5. Sun GH, Hoelscher SH. The ChatGPT storm and what faculty can do. Nurse Educ. 2023; 48(3):119-24. Doi: https:/doi.org/10.1097/NNE.0000000000001390