El e-profesionalismo de las enfermeras: desafíos éticos y legales en el uso de las redes sociales

Sección: Editorial

Autores

Elena Plaza Moreno

Enfermera. Máster en urgencias hospitalarias. Experto en Competencias Digitales en Salud. Enfermera docente. Divulgadora sanitaria. Creadora y directora del proyecto digital www.urgenciasyemergen.com

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El e-profesionalismo de las enfermeras: desafíos éticos y legales en el uso de las redes sociales

Tres mil quinientos millones de personas (el 45% de la población mundial) utiliza a diario redes sociales (RR.SS.) y el 64,4% es usuario de internet (1). Numerosos profesionales de las Ciencias de la Salud, incluyendo de manera destacada a las enfermeras, hemos encontrado en estas plataformas una oportunidad excepcional para realizar divulgación sanitaria, expandir el alcance y la visibilidad de nuestra profesión y conquistar más espacios de autonomía profesional (p. ej.: creación o dirección de proyectos docentes, empresas de salud, clínicas o atención domiciliaria, etc.). El uso de estas plataformas digitales nos permite incrementar la interacción con colegas enfermeras de todo el mundo, construir una identidad y reputación digitales, difundir de forma masiva la Enfermería basada en la evidencia a través de nuestras investigaciones, interactuar y aprender de los pacientes y brindar Educación para la Salud a la población. Con estas plataformas surgen también nuevas oportunidades para proporcionar cuidados: podemos llegar a la población a través de contenido basado en evidencia adaptando el mensaje. Esto es crucial porque el 80% de los pacientes busca información en línea sobre sus problemas de salud. Esta cifra va en aumento, hace ocho años era del 40%.

Sin embargo, las RR.SS. también tienen muchas desventajas, según Vukušić (1). Los que nos dedicamos a la divulgación sanitaria de manera profesional conocemos desventajas personales que aún no se han discutido públicamente. Pero, realmente hay tres aspectos fundamentales que merecen atención: primero, la difusión de bulos de salud, que no será tratada aquí. Segundo, la posibilidad de violar la privacidad de pacientes, instituciones y colegas. Y tercero, que nuestras acciones en línea como enfermeras a título personal representan al colectivo enfermero, pudiendo así impactar en la percepción colectiva de la sociedad de nuestra labor. Para abordar las dos últimas desventajas, es esencial comprender el concepto de e-profesionalismo, profesionalismo electrónico o ciberprofesionalismo.

El e-profesionalismo se definió por primera vez en 2009 por Cain y Romanelli (2) como la conducta ética de los profesionales de la salud en la era digital. Villa-García y Rodríguez (3) lo definieron como “una nueva construcción que amplía el paradigma de profesionalismo tradicional para incluir las actitudes y los comportamientos que se muestran a través de los medios digitales”. Cain y Romanelli (2) detectaron que los entornos en línea o virtuales “eliminan las inhibiciones sociales, lo que puede llevar a las personas a expresar pensamientos, actitudes y comportamientos que, de otro modo, podrían reprimir en las interacciones cara a cara”. Y es que, actualmente, la ubicación física ya no determina si estamos en público o privado porque podemos llegar a cualquier sitio con las redes. En otras palabras, las RR.SS. funcionan como una ventana pública hacia nuestra vida, y lo que compartimos puede tener un profundo impacto en cómo se nos percibe profesionalmente. Actos poco éticos, como la difusión de información errónea, la invasión de la privacidad de pacientes, la publicación de comentarios inadecuados y el mal uso de imágenes clínicas, pueden dañar nuestra reputación profesional y tener consecuencias significativas. Es por ello que debemos replantear lo que significa el e-profesionalismo para nuestra profesión.

También es necesario reflexionar sobre el cambio de paradigma entre lo público y lo privado, así como la disonancia cognitiva entre lo que está bien y lo que está mal, lo que se debe publicar y lo que no. Además, estamos ante una brecha generacional, donde las percepciones cambian y conllevan el inicio de un debate sobre los problemas que derivan en el uso inadecuado de las RR.SS. para enfermeras y profesionales de la salud. Hay preguntas que muestran la complejidad de la era digital, que requieren respuestas: ¿Deben las instituciones donde trabajamos mantenerse al margen de nuestras actividades en RR.SS.? ¿Representamos a las instituciones las 24 horas o solo durante el horario laboral? ¿Pueden tomar represalias por opiniones políticas o actitudes poco éticas en un entorno privado? ¿Tienen que supervisar los profesores la información en línea de los estudiantes en el ámbito docente? ¿Y qué ocurre con la libertad de expresión y el derecho a la intimidad del trabajador o el estudiante que publica estos contenidos?

Yo no tengo la respuesta a estas preguntas, pero coincido con Cain y Romanelli (2) y con Villa-García y Rodríguez (3) en que los comportamientos personales que se muestran en línea están sujetos a la interpretación de usuarios y de los propios profesionales, y que afectan a la imagen y al e-profesionalismo de la profesión enfermera. Por otro lado, todo sería más fácil si hubiera un marco regulatorio específico sobre el uso de RR.SS., divulgación sanitaria, aparición en medios de comunicación, etc. Este marco regulatorio debería recoger las políticas, derechos, deberes y sanciones tanto en el ámbito universitario como en el laboral. ¿Puede un profesional denunciar en RR.SS. sus condiciones laborales si estas impiden prestar una atención de calidad y ponen en riesgo la salud y seguridad de sus pacientes? Este aspecto lo abordan González-Luis et al. (4), analizando el derecho a la libertad de expresión de las enfermeras, y concluyen que la elaboración de guías no solo tiene que abarcar los aspectos éticos, sino también los profesionales, institucionales y jurídicos. Asimismo, considero que se necesita incluir formación sobre competencias digitales, uso legal y efectivo de las RR.SS. y e-profesionalismo en los planes formativos universitarios de todos los profesionales sanitarios, así como en la formación continuada.
Aunque no es suficiente, ya hay instituciones, centros sanitarios y sociedades científicas, de distintos países, que cuentan con directrices al respecto. El Consejo Internacional de Enfermeras incluye el uso de RR.SS. en el Código Deontológico (2022). La Asociación Americana de Enfermería (ANA) y el National Council of State Boards of Nursing (NCSBN) regulan el uso de RR.SS. por las enfermeras en Estados Unidos desde hace muchos años. Hay universidades que están poniendo en valor el uso controlado y dirigido de las RR.SS. con fines formativos para estudiantes de Grado en Enfermería y educativos de cara a la población (en la Universidad Europea de Madrid los estudiantes de Enfermería han lanzado un podcast para favorecer la búsqueda de evidencia científica y la comunicación (5)). En este sentido, parece lógico que se desarrollen estas competencias digitales en salud en varias asignaturas y en todos los cursos del Grado de Enfermería.

No obstante, según Vukušić (1), González-Luis et al. (4) y Guraya et al. (6), es necesario crear acciones formativas a distintos niveles. Por ejemplo, podrían realizarse intervenciones dirigidas a reflexionar sobre la imagen digital de cada estudiante o trabajador utilizando diferentes roles (paciente, posibles empleadores, compañero) con el objetivo de desarrollar este sentido de e-profesionalismo. Para la creación de estas acciones formativas sería recomendable incluir a los estudiantes. De esta forma se evita el autoritarismo y pueden aportar su visión y sus experiencias. Además, podría incluírseles como educadores y mentores hacia otros compañeros y utilizar estos espacios para la reflexión conjunta.

Además de las acciones formativas también sería interesante que las universidades creen documentos sobre política de uso de RR.SS. En este proceso también hay que incluir a los estudiantes; también sería interesante contar con la participación de un abogado y un asesor en ética.

En conclusión, el uso de las RR.SS. y otras plataformas de comunicación por parte de las enfermeras tiene ventajas y desventajas. Una de las desventajas más importantes es la aparición de problemas éticos o comportamientos poco profesionales que pueden dañar el concepto del e-profesionalismo. Para paliar estos efectos, es necesario que la formación sobre ética, uso de redes sociales y competencias digitales sean introducidos en los planes formativos e, incluso, como formación en los centros de trabajo antes de que la confianza de la sociedad en los profesionales sanitarios empiece a erosionarse.