“Cuando una enfermera tiene sus metas claras y, además de formación, tiene vocación, no se le pone nada por delante”

Viernes, 19 de mayo de 2023

por Aitana Sánchez Hernández


Con más de 40 años de dedicación a la salud y a la alimentación, Marilourdes de Torres, delegada de nutrición en el Consejo General de Enfermería y coordinadora del Comité científico de la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (ADNYD), es pionera en Enfermería de Nutrición de Aragón y tuvo la primera consulta de Enfermería de Nutrición en un hospital terciario de toda España.

Pregunta. Lleva más de 40 años dedicada a la salud y a la alimentación. ¿Cómo fueron sus comienzos?

Marilourdes de Torres es enfermera de Nutrición y dietética
Marilourdes de Torres

Respuesta. Yo empecé a trabajar en la UCI de trauma porque tenía claro que quería trabajar con pacientes que necesitaran ayuda enfermera. Ahí me di cuenta de que los médicos y las enfermeras éramos un equipo, cada uno con sus competencias. Salvábamos vidas, los enfermos salían vivos tras politraumatismos severos, pero con 30 kilos menos. Yo les decía a mis compañeros que algo no estábamos haciendo bien.

En esa época, 1977, empezó la nutrición enteral y la nutrición parenteral, y me apasioné con ese mundo. Con las técnicas enfermeras logramos que respirasen y que no adelgazaran ni entraran en desnutrición.

P. ¿Qué significa para usted el hecho de haber puesto en marcha una unidad? ¿Cómo fue el proceso?

R. Cuando se formó la Comisión de Nutrición con la nueva Ley general de Sanidad, me ofrecieron montar una Unidad de Nutrición y acepté porque me apasionaba la idea. Nos presentamos cuatro personas y me dieron la plaza a mí, nombrándome supervisora de la Unidad de Dietética y Nutrición del Hospital Miguel Servet (Zaragoza), entonces la puse en marcha.

Para mí es una ilusión muy grande, aparte de un gran esfuerzo y de muchas cortapisas contra comentarios injustos, ya que decían que eso lo tenía que hacer un médico, no una enfermera. Cuando una enfermera tiene sus metas claras y, además de formación, tiene vocación, porque solo con formación no se hace nada, no se le pone nada por delante. Yo estoy orgullosa de haber hecho los cimientos y eso no me lo puede quitar nadie. Por esta razón, la Unidad de Dietética y Nutrición siempre ha sido como un hijo.

P. ¿Qué se tenía en cuenta hace unos años a la hora de elegir los alimentos para los pacientes? ¿Qué diferencias o avances existen actualmente?

R. Antes no se le daba tanta importancia a que los pacientes ingresados se les diera fritos, por ejemplo. Desde mi pequeño puesto, y sin parar de luchar, he conseguido, haciendo mucha formación continuada en el hospital, lanzar el mensaje de que la leche desnatada no es que no engorde, es que no cumple toda su misión, porque si le quitamos la grasa y las vitaminas A y D, no dispondrá de las mismas funciones.

Como anécdota, muchas veces estoy en el supermercado y algunas señoras me dicen que les ayudo mucho cuando doy alguna explicación sobre los alimentos en los medios en los que colaboro, me lo agradecen mucho, y eso para mí eso es un orgullo y no tiene precio.

P. ¿Qué es lo que más se debe controlar en la alimentación de un paciente ingresado?

R. Lo primero es darle una comida que vaya dentro de su patología, después es fundamental hacer una historia con sus preferencias. Las enfermeras deben preguntar a los pacientes qué es lo que no les gusta, por ejemplo, si un paciente no quiere habas, nosotros vamos a encontrar una verdura que le guste realmente, porque si le damos algo que no le gusta y no lo come, no se consigue nada.

Lo importante es hacer una buena historia de fobias y filias, y de alergias e intolerancias. Una vez hecho eso, sabemos que se lo va a comer todo, a vista de la enfermera. También hay que saber si tiene alteraciones en la deglución y hay que poner la textura adecuada para que no se atraganten.

P. ¿Cuál es el papel de la enfermera en todo este proceso?

R. El de acompañamiento y cuidados. La enfermera de un hospital tiene que adecuar la dieta a las necesidades que tenga el paciente y a los requerimientos nutricionales que conllevan el desgaste de su propia patología. La enfermera controla que esa dieta es la adecuada y, además, le acompaña. También es bueno hablar al paciente de comida mientras se le atiende, porque así se le prepara para que tenga apetito, y para que haga mejor la digestión y la absorción de nutrientes.

La enfermera acompaña al paciente hasta que se le da de alta. Hacemos educación nutricional y le explicamos por qué le ponemos una proteína, los equivalentes de los grupos de alimentos, etc. Nosotras queremos que tenga adherencia al tratamiento, es decir, que coja unos hábitos. Cuando educamos para que tenga unos hábitos adquiridos, lo hace suyo y está en su ADN, eso es la adherencia al tratamiento. Las enfermeras de nutrición hacemos que se coma lo que debe, como debe y cuando debe. La educación con acompañamiento solo lo puede hacer la enfermera, porque es la única que imparte los cuidados nutricionales del paciente, tanto la nutrición artificial como normal.

En el acompañamiento de la enfermera en el cambio de hábitos, lo hacemos de manera integral, porque debemos conocer sus circunstancias de vida y cómo se maneja con todos sus recursos, para adaptar el adiestramiento a esas necesidades y forma de vida que tiene el usuario/paciente (cómo es el piso donde vive, con quién vive, cómo se maneja) porque esas circunstancias son las que marcan los criterios para fomentar esos hábitos.

P. ¿Cuál diría que es la alimentación perfecta?

R. La alimentación perfecta no existe, no se puede hacer con prisas, se tienen que cumplir unos plazos y unas técnicas culinarias adecuadas. La alimentación que más se adecúa o se acerca a la perfección sería una unión de la dieta mediterránea con la ingesta de hortalizas, fruta, frutos secos, aceite de oliva, carnes como la parte magra del cerdo (que tiene ácidos grasos y grasas insaturadas necesarias para la vida), el conejo, el pollo y el cordero de toda la vida. Si a esa dieta le añades la dieta atlántica, hacemos casi la perfección. Además, no se debe incluir alcohol. Se puede acompañar la comida con un vaso de vino o cerveza, y siempre en pequeñas dosis.

La dieta sana y básica se fundamenta en tres pilares: la alimentación, la hidratación y en el movimiento. Si nos hidratamos bien y comemos los alimentos con las técnicas culinarias adecuadas, pero no nos movemos, nos falta un pilar. Andar a buen ritmo, subir escaleras y hacer movimientos sería lo ideal.

Todo esto es lo que la enfermera va indicando al paciente en la consulta, y lo que le cueste, trabajarlo más hasta que se consiga, y hacer que estos pensamientos estén en su ADN.

P. ¿Qué mejoras cree que necesita el área de Nutrición en España?

R. Dado que no es fácil que se consiga la Especialidad de Dietética y Nutrición, sí que es fundamental que se institucionalice en todo el territorio español el Diploma de Enfermería de Práctica Avanzada (EPA). Ese sería el paso para conseguir la EPA en Nutrición y Dietética.

No descarto que en las unidades trabajen dietistas nutricionistas, pero teniendo claro todo el equipo que sus competencias en nutrición artificial según la LOPS son mínimas, al contrario que las enfermeras que somos las competentes en todas las intervenciones que tengan que ver con las sondas, así como en el manejo de los suplementos nutricionales orales porque no es alimentación natural, sino que son productos químicamente definidos.

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