Desde este humilde post quiero felicitar, aunque a lo mejor no lo vayan a ver, al SAMUR. En general a todas aquellas personas que trabajan ayudando a la gente y no quiero dejarme a ningún colectivo en el tintero: policía, bomberos, médicos, enfermeros, auxiliares, voluntarios, personal de urgencias en general, etc., etc., personas que desde el más absoluto anonimato hacen el trabajo que para mí más valor tiene en el mundo: salvar vidas.
He presenciado hace unas horas uno de esos casos en los que la labor de estos ángeles ha salvado una vida, la de un hombre de 62 años que había sufrido un infarto en el parking subterráneo de Montalbán, al lado del Ayuntamiento de Madrid. Varios policías que estaban cerca contribuyeron de manera absolutamente vital a salvar su vida al practicarle una RCP (maniobras de resucitación) al poco después de sufrir el infarto.
Después de muchos intentos de recuperarlo y tras largos y tensos minutos, miradas de negación y lógico ajetreo han bajado una camilla de una de las muchas ambulancias que allí había. Buena noticia, eso es que lo tenían, he pensado… Ver salir a ese hombre en la camilla dirección al hospital ha sido una sensación maravillosa, no solo reconfortante sino tranquilizadora y motivadora. Me ha recordado que los verdaderos héroes no llevan capa ni máscaras ni botas. Son, como los héroes que he visto hoy, personas anónimas que ni tienen fama ni ganan millones de euros ni van a los programas de la tv a contar sus vidas. Los verdaderos héroes son ellos, estas personas, que hoy he visto salvar nada más y nada menos que una vida. A ellos, aunque no lo vayan a ver, les dedico este humilde post y ante ellos me quito el sombrero, como los héroes que son. Va por vosotros.
Óscar Moya
