Un estudio publicado en la revista Pediatrics ha demostrado que el personal sanitario encargado de la salud de los niños toma peores decisiones cuando tiene conflictos con la familia del menor.
Los resultados muestran que los padres groseros pueden inquietar tanto al personal médico como para afectar la calidad de la atención que recibe su hijo críticamente enfermo.
Este análisis se realizó en una unidad de cuidados intensivos neonatales en la que se observó que el equipo sanitario encargado tomaba peores decisiones durante escenarios de emergencias simulados si habían sido tratados de forma grosera por una actriz que desempeñaba el rol de un familiar enfadado.
El coautor del estudio, Amir Erez, profesor en el Colegio de Negocios Warrington de la Universidad de Florida, comentó que hay mucha preocupación por los errores sanitarios, pero el campo de la salud no está prestando atención a todo el efecto que las interacciones sociales pueden tener sobre el rendimiento de los profesionales.
Este hallazgo muestra que los médicos y enfermeros son vulnerables a los efectos de las emociones negativas por lo que al ser atacados emocionalmente, es más difícil estar ahí y hacer cálculos rápidos, actuando de peor forma y tomando malas decisiones que si se hiciera bajo una situación de calma.
