Para muchos será uno de los oficios más difíciles del mundo: ayudar a dar a luz a mujeres que pierden a su bebé. Este es el trabajo de Sue Armstrong, matrona especializada en duelo.
En Inglaterra y Gales se ha puesto en marcha un nuevo programa formado por equipos de matronas para ofrecer apoyo a los padres cuyos bebés nacen muertos. La BBC se ha hecho eco de esta iniciativa y ha reflejado en un reportaje el duro trabajo de este grupo de mujeres, concretamente el de una de ellas, la matrona Sue Armstrong.
Armstrong trabaja en la Sala Rosemary en el primer piso del Hospital General de Colchester, en Inglaterra. La sala está ubicada lejos de la sala de partos para evitar que los padres puedan escuchar los sonidos y llantos de los recién nacidos. El lugar es un cuarto con un mural de un bosque, una cama doble, una cuna y una silla mecedora en la esquina. Allí, los padres pasan el tiempo que necesiten con su bebé muerto.
“Están en un ambiente donde nadie los apresura a tomar decisiones sobre posibles autopsias, el tipo de servicio de funeral que les gustaría, si desean a un capellán que bendiga a su bebé y otros pasos realmente difíciles”, ha explicado la matrona a la BBC.
Armstrong asegura que “junto con el equipo de obstetras y parteras, cumplimos con las necesidades físicas y psicológicas de los padres que experimentan la pérdida de su bebé”.
Su trabajo, apunta Sue Armstrong, es nuevo en el hospital y es un reflejo de la creciente conciencia nacional sobre este trauma y los desafíos a los que se enfrentan los padres con la pérdida de un bebé.
“Mi objetivo es reunirme con una pareja que ha perdido a un bebé lo más pronto posible para apoyarlos en todas sus necesidades y para que estén conscientes de la ayuda que pueden tener y los procesos que deben atravesar cuando vayan a casa, ya sea con visitas a su hogar o contacto por teléfono o texto, durante el tiempo que necesiten”, comenta la matrona.
