Situación laboral enfermera en el extranjero: ¿Una clavija española funciona en un enchufe inglés?

Miércoles, 22 de abril de 2015

por Elías Azulay

inglNos hemos acostumbrado a que España disponga de una tasa de desempleo del orden del 25%. Eso quiere decir, sin entrar en detalles socioeconómicos, que una de cada cuatro personas potencialmente trabajadoras no encuentran su sitio.

Afortunadamente se habla de profesiones que parecen estar despertando como es el caso de la ingeniería, la informática o la biotecnología pero el sector de la enfermería, desgraciadamente, no se encuentra entre dichas profesiones ascendentes. Cada año tenemos más de 8.000 graduados esperando una oportunidad que no llega y además, vamos acumulando desesperanza promoción tras promoción, mientras las ofertas públicas de empleo se mantienen restringidas e insuficientes, solapándose con contrataciones temporales.

Ante este escenario ausente de ofertas de empleo y repleto de demanda de trabajo, los “valores” bajan y con ello, se radicalizan las posiciones.

Alta cotización de los enfermeros españoles

Actualmente los mercados que están equilibrando la balanza global son aquellos que también se encuentran desequilibrados, pero en la posición opuesta; aquellos países en los que faltan profesionales de la enfermería porque parece que le sobren enfermos. Fíjese si dicha necesidad es patente que varias entidades ubicadas en diferentes países de Europa organizan en España “ferias” de captación de dichos profesionales para satisfacer las necesidades de las empresas de reclutamiento que cuentan con algunos clientes finales, ya sean hospitales, clínicas o residencias geriátricas. Un entramado totalmente organizado.

No hace falta que le diga que nos referimos a ofertas de empleo en países de destino con economías de elevado nivel de vida como Reino Unido, Francia, Suecia, Suiza o Noruega entre otros pero, en ocasiones, articuladas por variopintas propuestas de intermediación. Un ejemplo, empresas rumanas organizan eventos de captura de currículums para empresas de reclutamiento inglesas que atienden las necesidades laborales de hospitales y residencias británicas.

Por otro lado, también se ha detectado un cierto déficit de profesionales en los países latinoamericanos, convirtiéndose estos en potenciales “importadores” de enfermeros y enfermeras. En este caso, el idioma representa un problema menor, pero la gran distancia y las fluctuantes variables socioeconómicas hacen que el profesional español no fije su objetivo prioritario en dichas latitudes.

El profesional de la enfermería busca, como no podía ser de otra forma, un trabajo, una retribución acorde a su responsabilidad, una seguridad en la veracidad de la oferta, un alojamiento digno, unas condiciones ambientales ajustadas al desempeño de sus funciones, un reconocimiento y, sobre todo, sentirse útil.

Romper la barrera idiomática y profesional

Nuestros enfermeros y enfermeras saben de enfermería, pero ¿pueden comunicarse con los pacientes para ofrecerles ese trato emocionalmente afectivo y técnicamente efectivo? Una vez más aparecen esas grandes barreras que no acabamos de superar. Por un lado, el idioma. Su idioma; y por otro, ese apego a vivir cerca de casa que nos calienta el ánimo al pensar que nuestro sofá preferido nos está esperando acogedoramente.

Como usted ya sabe, el apartado técnico lo tenemos ganado y con nota; pero en ese factor emocional que también calma dolores y aporta sosiego al enfermo y a sus familiares… obtenemos un clamoroso suspenso. Un suspenso interior al no ser capaces de transmitir plenamente una actitud protectora, reflexiva o simplemente empática, erosionando lenta y paulatinamente nuestra propia confianza y de forma inmediata, la ajena; y un suspenso externo al no poder desempeñar todas y cada una de nuestras competencias, lo que desemboca en una pérdida de paciencia e ilusión en ambas partes; el contratante y el contratado.

La realidad es que en estas condiciones, un enfermero o enfermera no puede aportar todo su “saber y estar” y en consecuencia rendir, porque a menudo se encuentran emocionalmente “tocados”. En estos casos, no solo se exige al profesional de la enfermería que sea técnicamente apto, sino también que exprese objetividad, generosidad, análisis, naturalidad, escucha activa, atención, dinamismo y sentido del humor de forma combinada y siempre al máximo nivel y de forma constante.

¿Sabía usted que si domina el idioma inglés (B1) probablemente trabajará en un hospital y si no lo domina lo hará, por ejemplo, en una residencia, al margen de su preparación profesional y experiencia? Cuestión de necesidad comunicativa entre emisor y receptor.

La verdad es que la normalización no ha llegado a este campo y al igual que una clavija española no se ajusta a un enchufe inglés, una clavija inglesa tampoco se adapta a un enchufe español. Al tiempo…

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