Susto, mucho susto

Viernes, 18 de septiembre de 2020

por Irene Fernández

Mañana vuelvo a trabajar. Ahora sí que se han acabado las vacaciones, y prometo que cada vez que lo recuerdo mi cabeza me sorprende y el hilo musical popero que suele ponerme, me lo cambia por un tema de esos de terror o de peli de suspense para atacarme, aún más si cabe.

A nadie, excepto a los de “google”, le fascina la vuelta al trabajo, y yo, que soy una ovejita del rebaño confesa, siento todos los años fastidio absoluto al pensar en volver, volver, volver…, pena, depresión, astenia, malhumor, ganas de comprarme ropa, cortes del pelo, propósitos de salir a correr; este venía siendo mi pack sintomatológico pre-vuelta. Pero este año porque al pack se le ha unido la tensión y el miedo. Literalmente, “estoy cagá” por lo que me voy a encontrar mañana en la UCI.

Foto de profesionales sanitarios | Blog @ireneferb

Os confieso una cosa: hoy he estado leyendo a un negacionista que se ha ido a meter con una de las mejores enfermeras del Doce de Octubre, Mayca, y como mi cuñado que escuchaba a Federico Jiménez Losantos para despertarse con adrenalina, yo me he puesto a cien y a limpiar la casa para no escribirle y entrar en una batalla campal por redes. (De todo esto mi madre concluiría: ¡mira qué bien el muchacho, ha conseguido que mi hija limpie, lo que yo no pude en veintiocho años!). Para algo tenían que servir los negacionistas, ¿no?

Total, que he pensado que se podía venir conmigo mañana el tal Ricardo. Por si te apuntas, te cuento (permíteme que tutee):Nuestras dos unidades ya están llenas de pacientes infectados por un virus que les provoca insuficiencia respiratoria y les tenemos que intubar porque somos así de majos y no queremos que su PCO2 ascienda a niveles incompatibles con la vida y su PH sea más ácido que tu sarcasmo.

Dieciocho camas, ¡ah, no perdona!, que ahora tenemos más camas porque en los boxes que eran un poco más grandes, hemos metido dos pacientes, casualmente con las misma patología, esa que tú reniegas y yo maldigo.
Los sanitarios que somos unos “asegurolas”, unos “exagerados” y muy frioleros, nos tenemos que envolver en plástico, poner pantallas ajustaditas, dobles guantes, dobles mascarillas y así entrar y estar calentitos todo el turno. Y aquí viene la parte que te importa, si me quieres acompañar, como sí o sí, vas a estar en una unidad “sucia”, tienes que levantarte antes porque se tarda mínimo diez minutos en vestirte y hay que coger la guardia a tiempo… lo siento.

Luego hay que asignar a los pacientes. Otro problema, porque resulta que estamos en mínimos y quizás te toque llevar tres enfermos pronados (bocabajo), pero tú no te asustes, eso no es nada de trabajo, están súper estables… ¿Por qué estamos en mínimo? te preguntas No lo sé. Es una vergüenza.

Y ya te pones a trabajar y me cuentas a las tres de la tarde qué tal. Antes va a ser imposible que hablemos. Ya sé que te encanta colgar vídeos de sanitarios bailando, lamento decirte que no vas a poder grabar aquí ninguno, en la UCI bailamos poco, somos más “runneros”. Que conste que en general me da bastante igual el tema este de los negacionistas, lo juro, creo que un tonto hace un ciento si le dan lugar y tiempo, esa es mi reflexión para con ellos, pero es que ha cuestionado a un enfermerón, y eso no, y encima, por su culpa, me he metido una paliza a recoger como si no tuviera otras cosas que hacer el día antes de incorporarme. ¡Venga, hombre!

Y volviendo al tema de mi vuelta, ¿por qué estoy atemorizada? Porque están trabajando a destajo y no paro de leerlo en el chat de mi UCI y hablarlo con mis compañeros. Porque ya sé a qué me enfrento y no sé si mi cuerpo va a poder resistirlo. Porque es agotador física y mentalmente y no solo por el Epi, por trabajar envuelta en plástico. Es que son pacientes muy inestables, de esos que tienes que estar a pie de cama, pero no se puede cuando somos cuatro enfermeras para doce enfermos.

Si escogimos esta profesión es porque nos importa la gente y no poder asistirla como se merece, cuando esto podía estar previsto, está mandando a compañeros a casa por ansiedad. Y yo que soy tan intensita… vamos, que lo dicho, que estoy asustada.

Siento que a nadie le importamos. Nos metemos en la unidad, corremos como pollo sin cabeza apagando fuegos y nos vamos a casa extenuados. Los de arriba hacen sus estadísticas y nos dan dos cachitos de empanada (eso y una planta para toda la unidad ha sido nuestra única condecoración por el esfuerzo que hicimos en la anterior ola o tsunami), claro que menos nos ha dado la Ayuso, que contra nada un ácaro ya es algo. Como estamos allí encerrados, y las altas esferas no van a gastar un Epi para vernos, mejor para ellos, menos guerra les damos y así no les molestamos para ejecutar todas esas estadísticas que hay por hacer. Ya si quieren algo te llaman por teléfono o asoman la patita por debajo de la puerta, pero de entrar, mejor otro día.

Y esto es lo que me voy a encontrar mañana. Prometo que voy a intentar llevar las pilas cargadas y buena energía, como escribí hace poco en un post, compañeros, nos vamos a tener que querer y cuidar mucho entre nosotros, porque se avecinan muchas tormentas con tsumanis incluidos. Yo os pido que si mañana me veis un poquito asustada, me perdonéis, este 2020 mi vuelta al cole es más bien como entrar en el Bates Motel.

Nos vemos…

Irene Fernández | Soy enfermera y me enfermo cada vez que lo pienso

Para consultar la publicación original puede seguir este enlace.

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