Tiroides: la labor enfermera en el abordaje de los trastornos tiroideos

Viernes, 31 de mayo de 2019

por diariodicen.es

Estos días se celebra la Semana Mundial del Tiroides, una iniciativa de la Federación Internacional del Tiroides organizada con el objetivo de aumentar la concienciación de la población en este ámbito. Para hablar sobre este tema, los principales síntomas y tratamientos de los trastornos tiroideos y las necesidades y las repercusiones de estas enfermedades en  los pacientes nos atiende Purificación Pazos, jefa de la Unidad de Enfermería de Cirugía General del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid.

Pregunta: ¿Cuáles son los principales trastornos del tiroides?

Respuesta: El más frecuente es el hipotiroidismo, cuando la glándula no produce suficiente cantidad de la hormona T4. Una tiroides hipoactiva puede deberse a que la pituitaria, el hipotálamo o la misma tiroides no están funcionando adecuadamente. Aproximadamente, un 5% de la población lo padece, las mujeres más que los hombres.

El hipertiroidismo se produce, por otra parte, cuando la glándula segrega más hormona de la que el cuerpo necesita. Una tiroides hiperactiva también se puede deber al mal funcionamiento de los mismos órganos. No es muy común encontrarla; solamente afecta al 1% de la población. Al igual que con la hipoactiva, son más las mujeres que los hombres con esta condición.

La patología nodular tiroidea, por el contrario, es extremadamente frecuente en la población en general, y su prevalencia depende si nos circunscribimos a nódulos palpables clínicamente o a los detectados por ecografía. La mayor parte es patología benigna en el contexto del bocio multinodular, y un pequeño porcentaje corresponde a cáncer de tiroides. Si se deja sin tratar, los casos cancerosos se pueden diseminar hacia los ganglios linfáticos, los tejidos circundantes y el torrente sanguíneo. La incidencia de este tipo de cáncer ha aumentado en los últimos años debido al empleo masivo del screening por ecografía, aunque su mortalidad se mantiene en cifras estables.

P.: ¿Qué síntomas producen y qué consecuencias tienen para la salud?

R.: El hipotiroidismo se manifiesta a través del colesterol elevado, la depresión, la fatiga, la caída del cabello, la pérdida de memoria, la piel extremadamente seca, sensación de frío, estreñimiento y uñas quebradizas; el hipertiroidismo, con inquietud, excitación, temblores, pérdida de peso, taquicardia, hipertensión, aumento de calcio en la sangre, sudoración, intolerancia al calor, flujo menstrual irregular, afinamiento del cabello, cambios en el sueño, movimientos intestinales frecuentes, bocio y osteoporosis, además, los pacientes de edad avanzada podrían presentar arritmias, insuficiencia cardiaca y confusión mental.

En su caso, los nódulos tiroideos no suelen producir ningún signo ni síntoma en las primeras etapas de la enfermedad. A medida que va creciendo, puede causar un bulto que se siente a través de la piel en el cuello, cambios en la voz, como el aumento de la ronquera, dificultad para tragar, dolor en el cuello y en la garganta, ganglios linfáticos inflamados en el cuello, desplazamiento traqueal y compresión esofágica.

R.: ¿Qué necesidades suelen presentar los pacientes con síntomas de estos trastornos o con la patología diagnosticada?

P.: El objetivo principal es realizar un diagnóstico adecuado para poder pautar el tratamiento necesario: farmacológico o quirúrgico.

Los pacientes necesitarán una información detallada de su enfermedad y la evolución previsible, lo cual va a repercutir positivamente en su estado anímico, en la percepción del equipo que lo está tratando y del centro sanitario.

Las personas que son sometidas a una intervención quirúrgica de la glándula tiroidea muestran una gran preocupación por la cicatriz, sobre todo en el caso de las mujeres, que se sitúa en una zona muy visible. Actualmente, en este hospital se está realizando una técnica que la evita, con idénticas condiciones de seguridad que el método convencional, accediendo a la glándula tiroidea a través de incisiones axilo-mamarias bilaterales (técnica BABA).

En nuestra experiencia con este procedimiento hemos podido comprobar que los afectados tienen una mejor recuperación postoperatoria y la movilización y el comienzo de la ingesta oral se realizan de forma más precoz, ya que los pacientes presentan menos dolor.

P.: ¿Cuáles son las específicas para el hipotiroidismo y cuáles para el hipertiroidismo?

R.: La mayor parte de los pacientes hipotiroideos necesitarán suplementación farmacológica para alcanzar el eutiroidismo; posteriormente solo precisarán controles analíticos ocasionales para ajustar la dosis.

Los hipertiroideos requerirán un acertado diagnóstico etiológico para determinar el abordaje más adecuado: farmacológico, radio-yodo o cirugía.

P.: ¿Cuáles son las principales funciones de las enfermeras en el abordaje de los trastornos de tiroides? ¿Cómo dan respuesta a dichas necesidades?

R.: Es importante que la enfermera dé información a los pacientes que toman hormona tiroidea acerca de cómo debe tomarla para que la absorción sea correcta y conseguir el efecto deseado. Ha de ingerirse por la mañana en ayunas, al menos media hora antes del desayuno (la presencia de alimentos disminuye la absorción en un 20 o 30%) y con una pequeña cantidad de líquido. No se puede mezclar con ningún fármaco y no se debe, en caso de olvido, duplicar la dosis al día siguiente.

Una de las potenciales complicaciones de una cirugía de tiroides es la disfunción de las glándulas paratiroides, habitualmente de forma transitoria. En este contexto, los afectados han de recibir suplementación oral de calcio y ser instruidos por su enfermera en los síntomas y signos que indican un descenso de este elemento, entumecimiento y escozor de dedos, temblores, tetania, y en cómo deben actuar. Es importante indicarles que no deben olvidar tomarlo y, asimismo, de los efectos secundarios de su consumo, como molestias gastrointestinales y estreñimiento.

Por otro lado, las personas que han sido intervenidas de una tiroidectomía tienen que saber que no pueden realizar esfuerzos físicos, como levantar pesos, y que deben vigilar la aparición de calambres musculares, dificultad respiratoria, sangrado de la herida, inflamación importante, fiebre y dolor intenso que no cede con la analgesia pautada; si manifiesta estos síntomas, ha de acudir a su médico o al servicio de urgencias.

P.: Los problemas de tiroides influyen en la salud de diversas formas, ¿hay alguna forma de prevenirlos?

R.: El yodo resulta imprescindible para que se produzcan las hormonas tiroideas. Por tanto, el hipotiroidismo se puede prevenir ingiriéndolo en los alimentos, como la sal yodada, la leche y las verduras. El consumo de tabaco se asocia con alteraciones de la función tiroidea. Hay una sustancia en el humo del tabaco que afecta a la labor del tiroides: el cianuro, que se convierte en tiocinato en el humo, actuando como agente antitiroides que detiene la absorción del yodo en el cuerpo y la producción de hormonas tiroideas.

La prevención del hipertiroidismo está muy limitada, ya que las alteraciones hormonales responden, en la mayoría de los casos, a enfermedades en las que no influye el autocuidado.

Por otra parte, la mayoría de los pacientes con nódulos tiroideos no tiene factores de riesgo conocidos, por lo tanto, no es posible prevenir la enfermedad.

P.: Una vez que se detectan, ¿hay alguna medida que permita paliar los síntomas y las repercusiones? ¿Qué papel juega la educación para la salud en este ámbito? ¿Qué medidas son las más recomendables para aliviar estos problemas?

R.: La medida que hay que llevar a cabo es aplicar el tratamiento indicado en cada caso, que puede ser farmacológico y/o quirúrgico.

En el caso del hipotiroidismo, el abordaje es la administración de la hormona tiroidea, que restaurará los niveles hormonales normales, aliviando los síntomas; generalmente, los afectados deben tomarla de forma permanente. El caso del hipertiroidismo depende de la severidad de los síntomas y de cuáles sean las causas subyacentes: medicamentos antitiroides, yodo radiactivo, tiroidectomía, radiofrecuencia…

En cáncer tiroideo se trata con cirugía, tiroidectomía total o parcial. En ocasiones, es necesaria también la extirpación de los ganglios linfáticos regionales.

P.: De acuerdo con su experiencia, ¿hay algún sector poblacional al que afecten de manera más acusada estos trastornos? ¿Presentan los pacientes necesidades específicas en función de la edad?

R.: El hipotiroidismo, que es la alteración que con mayor frecuencia se presenta, lo padecen casi 700.000 personas en España. Aunque puede aparecer en cualquier sexo, es 8 a 10 veces más frecuente en la mujer, y está íntimamente relacionado con las enfermedades inmunitarias a las que tiene mayor predisposición. La causa más frecuente es la llamada tiroiditis de Hashimoto, que afecta a casi 4 de casa 1.000 mujeres cada año y a casi 1 de cada 1.000 varones, también de forma anual. Esta enfermedad, también conocida como tiroiditis linfocitaria crónica, ocurre cuando el sistema inmune del paciente identifica a la tiroides como un objeto foráneo y produce anticuerpos para atacarla. Esta se inflama y deja de producir suficiente hormona como para que el cuerpo funcione adecuadamente.

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