Según un estudio llevado a cabo por el Baylor College of Medicine, viajar en avión conlleva unos riesgos para la salud. Los llamados ‘frequent flyers’, tienen el mismo riesgo de padecer cáncer que las personas obesas. ¿La causa? La principal es el “jet lag”, causante del incremento de ácidos biliares que el hígado genera. Esto hace que se incrementen los riesgos de contraer una enfermedad.
Atravesar distintos husos horarios obliga además a permanecer despiertos en los que la persona tendría que tener un sueño regular. Esto altera los ritmos circadianos, o ritmos biológicos, y desata un efecto en cadena.
Los investigadores han recreado esta posible situación con ratones de laboratorio. Para llevar a cabo el experimento, modificaron los periodos de luz y oscuridad, sin cambiar la dieta de los roedores, estos comenzaron a ganar peso y se incrementó, de manera alarmante, el nivel de grasa corporal. Algunos de ellos se vieron afectados por enfermedades hepáticas, que fueron empeorando hasta desarrollar inflamaciones crónicas e incluso tumores.
Para prevenir las consecuencias negativas del ‘jet lag’, Victoria Sowards, directora del departamento de enfermería en la clínica PassportHealth, apunta que hay que evitar: “Beber alcohol antes o durante un vuelo puede multiplicar los efectos y afectar al sueño. El ambiente dentro del avión es seco, por lo que también es fundamental beber mucha agua”.