Estimada Editora:

En el año 1978 (1), a partir de un análisis de la estructura conceptual y sintáctica del conocimiento de enfermería, se identificaron cuatro patrones fundamentales, estos corresponden al patrón ético, personal, estético y empírico; tiempo más tarde se describió un quinto patrón, el “emancipatorio” (2), este último corresponde al tema neurálgico que motivó la elaboración de la presente carta, que a más de 10 años de su primera publicación, aún sigue siendo necesario clarificar, concientizar y resaltar su importancia.

El patrón emancipatorio corresponde a la capacidad que tiene la enfermería para ser consciente y reflexionar críticamente sobre el status quo social, cultural y político, y determinar cómo y por qué llegó a ser así (3). Para sumergirnos en la esencia del patrón debemos entender que el quehacer enfermero va más allá de la mera técnica o práctica, que sin lugar a dudas es un elemento importante en el quehacer profesional; sin embargo, el desarrollo de una real “praxis” iría más allá, un enfermero ha de tener presente la importancia de trascender el acto mismo, debe ser consciente y ocuparse de la problemática o necesidad social que circunscribe la práctica.

Casos compartidos por algunos enfermeros (4-6) han puesto de manifiesto el surgimiento de otras vertientes en la práctica profesional cuando la enfermería logra ver más allá de lo rutinario del quehacer, relevando la importancia de trascender el acto mismo asociado a la problemática en cuestión, por ejemplo, la curación de una lesión. Integrando otros enfoques en la atención, por ejemplo la dimensión social, desde la visión del patrón emancipatorio, el identificar la vulnerabilidad social de una familia debe ser un espacio de oportunidad para trascender nuestro círculo de responsabilidad y activar nuestro círculo de influencia y preocupación; ello se traduce en la práctica, desde el gestionar la ayuda social necesaria hasta expresiones formales gubernamentales que tributen a la formación de proyectos, que presenten un impacto mayor en la sociedad, eso es “praxis” en su máxima expresión y no solo la intervención que da respuesta al proceso patológico que vive una persona.

El paradigma social de la enfermería ha sido estigmatizado, problemática compleja asociada entre otras variables al rol histórico de la profesión, su origen e implicaciones de género, ello tangible en medios públicos, por ejemplo en las imágenes disponibles en la web, donde se ha sexualizado a la profesión (7), o la televisión, donde se ha identificado a la profesión de forma peyorativa (8). Por otro lado, se ha responsabilizado a los propios miembros del estamento sobre su imagen social (9).

Inherente a lo mencionado, es perentorio preguntarse cómo abordar la problemática. Sin importar la complejidad de la etiología del problema, la invitación del presente autor es concentrarse en el cómo responder al problema, en ello la enfermería presenta un rol protagónico, concordante con lo señalado por Franco Coffré (10), quien señala que el enfermero es el único encargado de construir una identidad profesional sólida, por lo tanto, si la enfermería transciende en lo asistencial y potencia su patrón emancipatorio ¿seguirá presentando el actual paradigma social?

Lo descrito anteriormente no solo genera un impacto sustancial en la sociedad desde la competencia de la enfermería, sino que también posiciona a los gestores del cuidado como los líderes que son (11), haciendo explícitas las respuestas que debe tener la profesión enfermera ante las copiosas y variadas situaciones donde se ha invisibilizado a la ciencia del cuidado (12), por lo que concentrar los esfuerzos por el desarrollo del patrón emancipatorio es considerado por el presente autor como un camino sano y necesario, un camino hacia la metamorfosis del paradigma social de la enfermería.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Financiación

Ninguna.