La insuficiencia cardiaca: la labor enfermera y la importancia del paciente en el tratamiento

Miércoles, 13 de junio de 2018

por diariodicen.es

“La insuficiencia cardiaca (IC) es una enfermedad crónica, progresiva e incapacitante, que repercute en la calidad de vida de las personas que la padecen al limitar sus posibilidades de llevar a cabo actividades básicas e instrumentales de la vida diaria conforme evoluciona la patología”, así define esta dolencia Óscar Aguado, enfermero del Centro de Salud Francia, ubicado en la Comunidad de Madrid. Este profesional ha sido uno de los enfermeros participantes en el taller “¿Cómo vivir con insuficiencia cardiaca?”, organizado el pasado mes de febrero por la Escuela Madrileña de Salud.

“Se trata de un problema relevante y cada vez más prevalente”, afirma. Los pacientes suelen ser población anciana que presenta otras dolencias crónicas, habitualmente polimedicación, fragilidad y, en ocasiones, dificultades para salir de sus domicilios, y que “necesitan el cuidado continuo de la familia y el entorno”. “Esto plantea la necesidad”, añade, “de proponer programas asistenciales concretos, como es el caso de las unidades de manejo integral de pacientes con insuficiencia cardiaca y procesos asistenciales integrados, que apuesten por una gestión eficiente de los recursos, tanto materiales como humanos”, y que fomenten unos cuidados adaptados a las necesidades de cada persona.

El paciente con IC

“Desde un punto de vista fisiológico”, continúa este enfermero, “esta enfermedad se puede concretar como la incapacidad del corazón para bombear sangre en los volúmenes necesarios para satisfacer las necesidades del metabolismo”. Además, puntualiza, si consigue hacer llegar el suficiente flujo sanguíneo, la consecuencia es un incremento anormal de la presión ventricular. “Y el 75% de los pacientes presenta ya una o varias enfermedades crónicas que no han sido atendidas debidamente, y que agudiza la dolencia cuando empieza a ser tratada”, concluye.

Los principales síntomas que manifiesta el paciente con insuficiencia cardiaca están ligados a un cansancio inusual por un esfuerzo, respiración fatigosa “por el estancamiento de líquidos en los alvéolos del los pulmones”, que, junto con “el tratamiento con inhibidores de la enzima de conversión”, puede motivar la aparición de tos seca y persistente, anorexia, percepción de plenitud en el abdomen y sensaciones de mareo, de mente en blanco, confusión o breves pérdidas de consciencia, causadas por la reducción de aporte sanguíneo al cerebro. Además, añade Aguado, “a veces puede provocar nicturia, disnea del esfuerzo y mala tolerancia al esfuerzo por la fatiga”.

Ante este escenario, la Escuela Madrileña de Salud organizó el pasado mes de febrero el taller “¿Cómo vivir con insuficiencia cardiaca?”, con el objetivo de mejorar las capacidades, los conocimientos y las habilidades de los pacientes para abordar su dolencia, “utilizando técnicas de investigación de aula”. “La relación y el apoyo mutuo que se produce entre los participantes nos pareció de enorme trascendencia, especialmente en la puesta en marcha de nuevos hábitos de vida acordes con los autocuidados”, concluye este profesional.

Por su parte, Alberto Rando, enfermero del Hospital Universitario Infanta Cristina, también en Madrid, destaca la importancia de esta iniciativa, que permite “instruir y empoderar al paciente y sus cuidadores en fases iniciales de la enfermedad o de forma temprana tras el diagnóstico; esto repercute de forma muy positiva en la evolución posterior de la dolencia y en la calidad de vida de los afectados”.

Los autocuidados: la importancia de la implicación del paciente

“Recientemente se ha evidenciado que la insuficiencia cardiaca es la causa más frecuente de ingreso hospitalario en personas mayores de 65 años. Este dato pone de manifiesto la estrecha relación existente entre la enfermedad y el envejecimiento”, apunta Aguado, en consonancia con los datos previos del INE. Como en todas las enfermedades crónicas, los autocuidados adquieren una importancia crucial; específicamente en el caso de la IC son necesarios para conseguir la mayor calidad de vida posible para los afectados, en todos los ámbitos (familiar, social, educativo o laboral). “Debemos lograr unos autocuidados a este respecto que fomenten la información y la formación en pacientes, familias, cuidadores y entorno, para que tengan un papel activo y sean protagonistas de su salud”, concluye.

En este sentido, es prioritario establecer la capacidad y la carga de trabajo con las que cuenta la persona, “conocer sus objetivos de vida y poner en marcha las intervenciones más acordes con dichas metas”, añade este profesional. “Incluso el propio paciente y la familia, en ocasiones, tienen unos recursos limitados para entender, evaluar y organizar el trabajo que supone ser una persona con insuficiencia cardiaca”, destaca, y esto puede venir dado, por ejemplo, porque la incidencia de la enfermedad se ha visto incrementada, con la consecuente merma no solo en su capacidad funcional para llevar a cabo las labores de autocuidado, sino para discernir qué actividades se pueden realizar.

“En función de la conducta de autocuidado del paciente, el profesional enfermero podrá determinar si se cubren las necesidades o si, por el contrario, existe un caso de déficit en este sentido. Las personas con IC que presenten estas carencias legitiman la actuación enfermera”, comenta Aguado, que añade que para conseguir pacientes activos es imprescindible fortalecer sus capacidades y ofrecerles no solo información, sino los conocimientos y habilidades necesarias para que puedan hacerse responsables de su salud. Es el personal de Enfermería, apunta Alberto Rando, el encargado de que se den las condiciones adecuadas para fomentar estas prácticas, especialmente en aspectos como el empoderamiento del paciente, “para que sea capaz de prevenir las reagudizaciones de la enfermedad y detectarlas cuando se presenten, con un autocuidado adecuado”.

La labor enfermera ante la insuficiencia cardiaca

Los profesionales enfermeros son los responsables de trasladar todas estas habilidades al paciente, así como de realizar un seguimiento activo de las personas con insuficiencia cardiaca, acción que, junto con la educación para la salud, labor que también desempeñan estos trabajadores, es la que presenta “un mayor grado de evidencia científica en el terreno de la prevención de las reagudizaciones de la enfermedad”, informa Rando. Además, a través de esta formación, que puede ser individual o grupal, los profesionales “ayudamos a conocer mejor qué es la IC, tanto a los pacientes como a los cuidadores”, y esto repercute en los autocuidados, al ayudarles en el reconocimiento de los síntomas de dichos agravamientos.

Por otro lado, añade, “el citado seguimiento del paciente, además de permitir monitorizar su evolución de un modo más eficaz, crea un canal de comunicación” entre los profesionales y los afectados, gracias a que estos pueden contactar con su enfermero en el momento en el que se manifiesten los primeros indicios de alerta de estas reagudizaciones. “Esto permite activar un plan de atención temprana en este aspecto”, apunta.

En este sentido, Ana Isabel Ramírez, enfermera del Centro de Salud Vicente Muzas, también en la capital, afirma que “el conocimiento de la enfermedad, por parte de los pacientes y los familiares, es la base del tratamiento de la insuficiencia cardiaca”. Como trabajadora de Atención Primaria, esta enfermera, además de los aspectos ya señalados anteriormente por los otros profesionales, hace especial énfasis en el abordaje de esta dolencia teniendo en cuenta la esfera psicológica de los afectados y sus cuidadores, mediante la vigilancia de la adherencia al tratamiento “farmacológico y no farmacológico” prescrito, e incluyendo la promoción de la actividad física y la atención nutricional como parte de los hábitos de vida saludables.

“Dentro de la realidad de un hospital pequeño, como es el mío”, comienza a relatar Rando, “compagino las funciones de enfermero de continuidad asistencial con las de gestor de casos de la Unidad de Paciente Crónico Complejo”. Este profesional informa de que la labor de estos servicios se centra en la atención a los pacientes “pluripatológicos y multirreagudizadores”, de los que la gran mayoría, “cerca del 80%”, padece insuficiencia cardiaca. “Personalmente”, continúa, “es muy gratificante comenzar a trabajar con pacientes que vienen de tres o cuatro ingresos hospitalarios en los últimos seis meses, y comprobar que, empoderándolos a través de la educación para la salud y entrenándolos en la identificación temprana de los signos de empeoramiento, es posible devolverlos a una situación de estabilidad”.

Por su parte, la enfermera Ramírez quiere destacar que en la consulta de Atención Primaria se trabaja, igualmente, con muchos de estos afectados, cuyos cuadros clínicos son heterogéneos dadas las diversas fases de la enfermedad que presentan, y con sus cuidadores, y, por tanto, “cada uno tiene necesidades distintas”. “Influye, asimismo, la diferencia de recursos de los que estos disponen”, comenta; “puede resultar difícil, o incluso frustrante, educar en un cambio de hábitos cuando los pacientes no disponen de los medios económicos que permitan llevar una alimentación saludable”. También afirma que un bajo nivel educativo incide en el aprendizaje de las habilidades necesarias para que los autocuidados sean correctos. “Por otro lado”, añade esta enfermera, “los pacientes que debutan con IC no son conscientes de su enfermedad: se quedan con la causa pero ignoran su nueva condición”.

“Las personas con insuficiencia cardiaca”, puntualiza Aguado, “padecen una enfermedad compleja”. Habitualmente presentan comorbilidad y un nivel medio o alto de dependencia, y requieren una “gestión integral del caso” que combine autocuidados y cuidados profesionales avanzados. “En ocasiones, esta complejidad hace imprescindible la intervención de los trabajadores de Enfermería, en coordinación con la labor de los enfermeros de enlace hospitalario, para garantizar la continuidad asistencial”, concluye.

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4 Respuestas a “La insuficiencia cardiaca: la labor enfermera y la importancia del paciente en el tratamiento”

  1. YO CUIDO A MI ESPOSO DE ANGINA INESTABLE, ME E VISTO EN SITUACIONES TREMENDAS, EL NO QUIERE POR NINGUN MOTIVO IR A UN HOSPITAL, DESPUES DE 23 AÑOS DE OPERADO DE 5 BYPAS Y 2 PUENTES YA ESTA EN UNA FASE TERMINAL, SEGUN LOS DOCTORES ME DIJERON HASE 8 AÑOS Y AQUI ESTA GRACIAS A DIOS, PERO SI ESTA DEMASIADO MAL DESDE HACE 2 MESES, PARA MI OPINION EL CUIDADO PRINCIPAL ES LLENAR AL PACIENTE DE TRANQUILIDAD, AMOR, QUE SEPA QUE NO LE ESTAS MINTIENDO EN CUANTO SU ENFERMEDAD Y QUE ESTAS CON EL Y LO ENTIENDES, SUMINISTRARLE SUS MEDICAMENTOS CON HORARIO RIGUROSO, SU NITRO CUANDO ESTA EN CRISIS Y EL OXIGENO CUANDO TIENE DIFICULTAD PARA RESPIRAR, VIGILAR QUE EVACUE MINIMO CADA TRES DIAS, Y ESTAR SUPERVISADO CON LA AYUDA DE UN CARDIOLOGO.

  2. Gracias por las explicaciones y datos de la enfermedad..soy adulto mayor y vivo con mi hermana y ella no sabe tratarme con mi enfermedad.y además padezco de linfoma no hokyn

  3. Mi padre tiene 74añis sufre d insuficiencia cardíaca severa mucho se gatica tu le duele el pecho y la espalda km lo puedo tratar en mi casa

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