Mi paso por urgencias

Viernes, 27 de agosto de 2021

por diariodicen.es

A lo largo de mis tres años de carrera, sigo pensando que la función de las enfermeras, y en general de todo el personal sanitario, es indispensable para el cuidado de las personas y que se sientan seguras y protegidas; cuando acuden al hospital son vulnerables y depositan toda su confianza en nosotros. De ahí la importancia que tiene actuar con profesionalidad y diligencia en nuestro trabajo, porque si no fuera así podríamos dañar la intimidad y la privacidad de la persona.

Este periodo en urgencias ha sido un gran aprendizaje, ya que tienes que asistir a las personas que piden tu ayuda en ese mismo instante, y todo el personal se vuelca con cada caso para que salga a adelante lo mejor posible. No es tanto el trato continuo con los pacientes, sino la rapidez de actuación y cómo se ejecuta el proceso desde que llegan a urgencias hasta que se les realizan todas las pruebas oportunas.

Comenzaré con el relato de una paciente de 93 años que sufrió una fractura de cadera tras una caída accidental en su domicilio durante la noche. Es una persona independiente, que vivía sola en su casa y no necesitaba ayuda para las actividades básicas de la vida diaria. Se cayó al inicio de la noche y no pudo levantarse de ninguna manera, permaneciendo en el suelo, y no quiso pedir ayuda por no preocupar a sus familiares. A la mañana siguiente llamó a un familiar, y la trajeron al hospital. Lo primero que hicimos fue taparla con una manta de calor: venía congelada tras toda la noche. La atendimos, la llevamos a observación, y, más tarde, los cirujanos vieron la radiografía. Tenía rota la cabeza del fémur, una fractura grave.

Tras comunicar la noticia a la señora, que se puso muy nerviosa y alterada, se me hizo un nudo en la garganta. No sabía qué decirle. Les pedí a mis compañeras que me dejaran a solas con ella y empezamos a conversar. Era una señora autónoma, pero tenía miedo de que tras la caída no pudiera realizar su actividad normal en su domicilio, y esta situación la atormentaba. Y gracias a la atención y preocupación de las enfermeras, que es una de las razones por las que estoy orgullosa de llegar a serlo, y del trabajo del personal sanitario, pudimos consolarla. Yo personalmente los problemas de los pacientes los interiorizo e intento calmarlos, posicionándome en su lugar. No somos solo enfermeras, somos, en cada momento, lo que el paciente necesita para poder mejorar su calidad de vida. Somos su pilar fundamental en ese momento.

En nuestro trabajo es muy relevante el trato con los pacientes, y en concreto la comunicación con ellos debe ser los más profesional y empática posible. Al igual que con sus familiares más directos, ya que estos pueden ser los principales destinatarios.

Otro recuerdo que me ha marcado personal y profesionalmente es de un paciente de 70 años que vino a urgencias acompañado de su hijo, que fue quien le insistió. El motivo: había tenido pensamientos suicidas; ese día se los comunicó a su mujer porque “iba a tirarse a las vías del tren”. Cuando llegaron se lo atendió y le realizaron las pruebas pertinentes. Acude el psiquiatra del hospital para estudiar su caso. En este momento, había algunas personas sanitarias que estaban debatiendo si el paciente tenía esos pensamientos o actuaciones por problemas morales, o porque tenía daños cerebrales. Por lo tanto, se tendría que diferenciar entre problemas relacionados con la salud mental o con la salud física.

Bajo mi punto de vista, acudir al médico por problemas de salud mental no está bien visto en la sociedad, y al igual que vamos por los físicos, deberíamos de acudir también por los mentales. De hecho, si necesitas un médico de salud mental y no por problemas graves, o considerados graves, los psicólogos son privados, no públicos, al contrario que la salud física, aunque no sea grave. Es algo positivo acudir al psicólogo, no por no encontrarse bien, sino porque te ayuda en tu día a día a gestionar tus situaciones en la vida, y no por eso uno se tiene que considerar que está “loco” o no poder contar que va al psicólogo por presión social.

Un tercer caso que me ha llamado la atención, una chica de 27 años vino a urgencias por un problema menor, y cuando vi su historia clínica para cumplimentar datos, comprobé que tenía síndrome depresivo, bipolar y esquizofrenia. Además, está institucionalizada en un centro de ayuda a personas con problemas de salud mental; para mi sorpresa, ya que al relacionarme con ella no se podía ver en absoluto ninguna alteración de ese tipo. Presentaba marcas de autolesiones en todas las partes de los brazos, eran perfectamente visibles Al finalizar las pruebas realizadas en urgencias, ella estaba en su camilla y pasé para ver si necesitaba cualquier cosa, y pude observar que estaba hablando por teléfono, estaba muy alterada y agitada, y no quise molestar, pero informé al personal sanitario que estaba a su cargo.

He querido contar este caso, debido a que le di importancia no a la salud mental, que también, sino a que no se apreciaban los problemas que tenía a simple vista, y se necesitaba ser profesional en salud para poder atender y resolver los problemas que tuviera. De ahí la importancia de observar los pequeños comportamientos y actuaciones de las personas, y de los pacientes en concreto, para poder no solo visualizar o atender los daños físicos, sino también los daños morales: estas personas un comentario fuera de lugar puede ser muy deliberante para que realicen una u otra actuación, en detrimento de ellos o de cualquier persona externa.

He vuelto a ver, en posteriores ocasiones, a la paciente que se rompió la cadera, y me recordaba con especial cariño. Y yo, feliz de que estuviera recuperada. Con esto, lo que quiero destacar es que tras momentos duros de una persona, en los que te pide ayuda y se la prestas, el recuerdo que tienen depende de ti: puede ser positivo o negativo. Es decir, dependiendo del trato que le des a un paciente su estancia en ese momento concreto podrá ser mejor gracias a ti.

Es una responsabilidad muy alta la del personal sanitario, ya que no solo tratamos problemas físicos, sino que intentamos que la estancia y la calidad de vida del paciente sean mejores. He aquí un ejemplo de cómo la satisfacción personal en el trabajo te hace volver a él con más ganas; trabajar con enfermos te hace mejorar la calidad de los cuidados. La motivación siempre tiene que estar en alto, aunque también es verdad que necesitamos el reconocimiento de las personas por nuestro trabajo.

Todos mis recuerdos los guardo en la antesala de mi cerebro, con sabor a cariño, a tesón y a estudio se entremezclan. De nada sirven unos conocimientos técnicos perfectos si no actuamos con humanidad, uno de los valores básicos de la enfermería.

Autora: Mª Victoria Díaz Grajal

Prácticas de enfermería, Relato enfermero, urgencias

Una respuesta a “Mi paso por urgencias”

  1. Tienen mucha suerte los enfermos que atienda esta enfermera que describe su comportamiento con ellos.
    El día 22 a las 10 de la noche ingresé en el Hospital Río Carrión
    por prescripcion del médico de urgencias del ambulatorio de la Puebla, que me mandó a urgencias del Río Carrión.Una vez me tomaron mis datos, me tu tuvieron en el pasillo esperando desde las 10 a las 2 a las de la mañana ,luego metieron en una habitación y me mandaron preparar para ir a rayos y estuve esperando en la habitación una hora ya estando preparada, (otra hora), porfa fin ya me atendieron y salí a las 5 de la mañana del hospital Rio Carrión , en total 7 horas, para una atención de unos 30 minutos más o menos y el resto de espera.
    Esta es mi experiencia un día en urgencias, en el Hospital Rio Carrión. de Palencia.

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