De la universidad al mundo laboral

Lunes, 2 de noviembre de 2015

por diariodicen.es

Una de las cosas que más suelen escuchar los estudiantes universitarios, sea cual sea la carrera que hayan elegido, es que cuando acaben de estudiar empezarán un largo recorrido en el mercado laboral hasta conseguir un “buen puesto de trabajo”, acorde con las expectativas que se suelen tener en la facultad.

Es muy oída la frase: “empezaréis desde abajo”, haciendo referencia a que los comienzos son difíciles, que hay mucho que aprender y que uno no termina en la facultad y directamente le dan un puesto de directivo en ninguna empresa, ni se convierte en el abogado más famoso de toda la ciudad al día siguiente de recoger el título. Es evidente que una persona que acaba de terminar Empresariales no entra en el mercado laboral al mismo nivel que un licenciado que lleva trabajando 20 años. Si me apuras, es muy probable que empiece haciendo fotocopias en una oficina, mientras va adquiriendo conocimientos sobre la práctica de su profesión y que cada vez deleguen en él más funciones y más responsabilidad. Lo mismo ocurre en casi todas las carreras, aunque digo en “casi” porque algunas no siguen este proceso que parece tan lógico.

Después de llevar bastantes años trabajando, yo sigo sin entender por qué en mi profesión no se funciona de esta manera. A pesar de que las cosas van mejorando poco a poco, y después de muchos esfuerzos de profesionales que han luchado porque así sea, todavía a día de hoy, en la mayoría de los casos, nos estrenamos en nuestro primero trabajo “a lo grande”; digamos que nos tiramos a la piscina de golpe y porrazo, sin haber probado ni la temperatura del agua.

Nosotros no tenemos “periodo de adaptación”. Te llaman para darte tu primer empleo y debes saber que tu responsabilidad será la misma que la de tus compañeros veteranos. Por mucho que ellos te ayuden, eres consciente de que tú eres el responsable de tu trabajo, de que te asignan las mismas funciones que a ellos y de que si haces algo mal, legalmente a nadie le va a importar que seas nuevo. Probablemente haya quien piense que si esto sucede así será porque para ejercer esta profesión no hace falta saber mucho o que quizás es una profesión de poca responsabilidad, de manera que si nos confundimos en algo, las consecuencias no perjudiquen seriamente a nada ni a nadie.

Entiendo que se pueda pensar así (de hecho yo pensaría lo mismo que tú), pero nada más lejos de la realidad: mi profesión es la Enfermería.

Llegamos a nuestro puesto de trabajo y nos dicen: “no te preocupes, tu compañero te ayudará (en el caso de que tengas compañero), tú pregunta todo lo que no sepas”. Tu compañero, que tiene que atender a sus pacientes, tendrá que desdoblarse durante su turno para llevar a cabo su trabajo y de alguna manera hacerse responsable del tuyo, de ayudarte y de enseñarte. Le estarás eternamente agradecido y nunca le olvidarás. Sentirás que te salvó la vida en tus comienzos como enfermero.

Además, y aunque en la universidad se recibe una formación de enfermero generalista, puede que estés cada día trabajando en un servicio distinto, en una especialidad distinta. De esta forma, no solo dependerás de tus compañeros en tus años de “novato”, sino que cada vez que te cambien de especialidad volverás a depender de ellos y volverás a ir a trabajar sin dormir la noche anterior, hecho un manojo de nervios y encomendándote a todos los santos para que tus pacientes estén bien y te toque un compañero que tenga tiempo de ayudarte y enseñarte (como si él no tuviera bastante con atender a sus pacientes).

Hasta hace poco existían solo dos especialidades de Enfermería (matrona y salud mental); ahora tenemos siete en total y esto supone un gran logro, pero todavía queda mucho por conseguir. A día de hoy todavía somos considerados “chicos para todo” y la formación universitaria sigue siendo generalista, las plazas para realizar la especialidad vía EIR son pocas y faltan especialidades por salir. Supongamos que un buen día (recién graduado o ya veterano) te llaman para trabajar en Cuidados Intensivos y tú tiemblas porque nunca has trabajado allí y le explicas a la administrativa que te está llamando para darte el contrato que tú nunca has trabajado en ese servicio, pero en ese momento te juran y te perjuran que no hay nadie más disponible y no tienes más remedio que coger el contrato.

¿Acaso podemos coger a un médico de familia y pedirle que vaya a Cuidados Intensivos a sustituir a un médico intensivista, ya que en ese momento no hay ninguno disponible, y cuando nos diga que no está preparado le podremos decir lo mismo que nos dicen a nosotros: “ya aprenderás, tú pregunta, tu compañero te puede enseñar a intubar”? Si en quirófano estamos a falta de cirujanos, ¿podemos pedir a un intensivista que vaya a echar una mano y que pregunte al cirujano del quirófano de al lado cómo tiene que ir haciendo la intervención quirúrgica? Si esto se planteara todo el mundo se llevaría las manos a la cabeza, diciendo que es un disparate y, por supuesto, que lo sería. Lo que llama la atención es que cuando esto sucede con enfermeros a nadie le parece una barbaridad.

Dentro de la Enfermería hay compañeros que a veces lo justifican diciendo cosas como: “esto siempre ha sido así, toda la vida hemos aprendido a base de “tortas”, no vamos a cambiar nada”. Yo estoy de acuerdo en que siempre ha sido así, pero eso no es una razón para seguir igual. El que algo lleve haciéndose “toda la vida” de una forma, no significa que esté bien hecho ni que no se pueda cambiar. Parece que hay personas que piensan que nunca va a pasar nada, que siempre vamos a tener “un ángel de la guarda”. Errar es humano y sabemos que en nuestra profesión un fallo puede tener consecuencias terribles, al igual que en el caso de los médicos y de los demás profesionales de la salud.

La Enfermería hace mucho tiempo que dejó de ser un oficio y un trabajo hecho por caridad. La Enfermería es una profesión basada en la ciencia y, entre otras cosas, eso implica la necesidad de tener unos conocimientos especializados, que se adquieren con formación y, por supuesto, con la experiencia. El sistema de formación EIR y la implantación del grado están mejorando la preparación de los profesionales españoles.

En otros países la Enfermería funciona por niveles: según tus conocimientos, tus aptitudes, tus años de experiencia. Ojalá también se pudiera plantear un sistema parecido, de manera que al igual que los demás licenciados de otras profesiones, nos fueran dando más responsabilidades poco a poco y no nos tiráramos a la piscina sin saber nadar.

Matías de Juana AM. De la universidad al mundo laboral. Metas Enferm jun 2015; 18(5): 77-78

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