Edith Cavell, símbolo de valentía enfermera

Jueves, 19 de noviembre de 2015

por diariodicen.es

Hay personas y acontecimientos que dejan huella en el mundo. Con el objetivo de crear un espacio donde conocer la historia de la enfermería a través de los monumentos que hoy nos la recuerdan, desde la revista Metas de Enfermería abrimos una nueva sección: “Monumentos Enfermeros”. Con Edith Cavell, nos embarcamos en esta aventura que nos permitirá ampliar conocimientos sobre la profesión y sobre los que, con su implicación y sin saberlo, trazaron pinceladas imposibles de borrar. Trazos que perduran más allá de los años.

Monumentos
Estatua en memoria de Edith Cavell, cerca del National Portrait Gallery, Londres.

Edith Cavell, nacida en 1865 en Swardestone (Reino Unido), fue una enfermera que formó parte de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial.

Edith empezó a trabajar como institutriz hasta que se formó como enfermera en el Hospital de Londres de la mano de Eva Lucke, quien fue una reputada comadrona. Su excelente labor y profesionalidad llamó la atención del Dr. Antoine Depage quien la reclutó para que trabajase para él en la escuela de Enfermería que había creado en Bruselas. Gracias a su carácter independiente, Edith aceptó la propuesta laboral y se trasladó hasta la capital belga en 1907. Desde entonces hasta el inicio de la Gran Guerra, Edith desempeñó su profesión de matrona y enfermera trabajando en distintos hospitales, enseñando en escuelas de Enfermería y creando una revista a la que tituló L’infirmière.

Bruselas caía en manos alemanas en 1914 y fue entonces cuando Edith dedicó sus esfuerzos a intentar salvar la vida de un gran número de soldados de todos los frentes. Se convirtió en un símbolo de valentía tras ser ejecutada por el ejército alemán, y es que Cavell no solo cuidaba y curaba a los soldados heridos en la contienda, sino que les ayudaba a escapar de las zonas ocupadas por los alemanes. Haciendo caso omiso a las órdenes germanas, Edith habilitó un pabellón en el hospital donde atendía a escondidas a cuantos heridos llegaban hasta allí, fuesen belgas o de cualquier otra nacionalidad.

Gracias a las gestiones realizadas por la ‘Oficina Pro Cautivos’ (proyecto humanitario del rey de España Alfonso XIII) se consiguió que sus restos fuesen exhumados y trasladados hasta el Reino Unido, donde fue enterrada de nuevo, y con todos los honores, en la Catedral de Norwich.

 

 

 

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