La resistencia antimicrobiana es un asunto cada vez más presente en la sociedad científica actual. Los datos lo corroboran: 1,27 millones de personas murieron por causa directa de la multirresistencia y casi 5 millones fallecieron por motivos asociados a la misma. El papel de la enfermera en la prevención, uso adecuado de antibióticos y el mantenimiento y vigilancia del espacio libre de contaminantes es esencial en la colaboración para la reducción de esta problemática tendencia. Inmaculada Fernández Moreno, presidenta de la Asociación Española de Enfermería de Prevención y Control de Infecciones (AEEPyCI), explica la necesaria implicación de enfermeras/os en los PROA y su encomiable labor.
Pregunta.- La resistencia antimicrobiana es un asunto cada vez más presente en la sociedad científica, cuyo reflejo en las agendas gubernamentales aún no es suficiente. ¿Cuáles son las principales consecuencias del aumento de la resistencia a determinadas bacterias?
Respuesta.- Primero es importante destacar que la capacidad de resistencia a los fármacos antimicrobianos es una característica inherente a casi todos los microorganismos y que viene codificada genéticamente de forma natural. El problema es que estos genes que aportan la capacidad de resistencia se han seleccionado de forma intensiva en los últimos noventa años por el uso intenso de antimicrobianos no solo en Medicina sino también en el campo de la Veterinaria o la Agricultura.
Además, esta resistencia se trasmite rápidamente estableciendo en muchas ocasiones reservorios ambientales tanto en los centro sanitarios como en la propia comunidad. Esto hace que podamos tener episodios de contagios aislados, en forma de brote o epidemia.
Si tenemos en cuenta que la multirresistencia se considera la causa de muerte de al menos 1,27 millones de personas en el mundo y que se asocia con casi 5 millones de muertes más, es fácil entender que el problema de la resistencia a los antibióticos es un problema de salud pública de primera magnitud. Es esencial trabajar para combatirla no solo porque acarrea importantes consecuencias sobre la morbilidad y la mortalidad de los pacientes al limitar enormemente el manejo terapéutico, sino por el lastre económico que supone para los sistemas sanitarios a escala mundial. Además, y no menos importante, es que si los antimicrobianos pierden su eficacia, perderemos la capacidad de avanzar en campos como los trasplantes o los implantes protésicos, es decir, podríamos decir incluso que pone en peligro el desarrollo humano.
Existen multitud de informes que alertaron de la gravedad del problema. Esto hace que desde hace algunos años y sobre todo a partir de 2016, cuando la OMS y demás administraciones dedicadas a la vigilancia y prevención de las infecciones a nivel mundial como CDC, ECDC, etc., instaron a todos los gobiernos a actuar de forma prioritaria en este tema fortaleciendo los sistemas de vigilancia, desarrollando programas concretos orientados a optimizar el uso de los antimicrobianos disponibles y a generar alianzas con las industrias farmacéuticas para invertir en la investigación y desarrollo de nuevos fármacos.
Siguiendo las primeras recomendaciones internacionales España, ya en 2014, aprobó el programa PRAN que plantea estrategias y acciones con el asesoramiento y colaboración de multitud de sociedades científicas especializadas hasta hoy en día, planteando objetivos concretos y desarrollando acciones en los diferentes campos de acción tanto a nivel de salud animal o humana.
P.- El aumento de resistencia antimicrobiana conlleva, por tanto, un peor desenlace del paciente infectado, por lo que la prevención se presenta como principal herramienta para su descenso. ¿Qué papel tiene el profesional enfermero en la prevención de la resistencia antimicrobiana?
R.- El profesional enfermero es una pieza clave en la prevención de la resistencia antimicrobiana ya que puede actuar en diferentes niveles.
Un primer nivel de prevención donde las enfermeras y resto del equipo pueden ser esenciales es en evitar la aparición de nuevas resistencias. Si los profesionales evitan con medidas de prevención las transmisiones cruzadas, evitarán la diseminación de microrganismos y en consecuencia la transmisión de genes de resistencia entre ellos.
Un segundo nivel de prevención sería el de evitar la diseminación de microrganismos patógenos con las buenas prácticas. Una correcta protocolización de los cuidados y prácticas, basadas en la mejor evidencia hacen más seguros los cuidados y la asistencia y evitan colonizaciones e infecciones.
Un tercer nivel, y no menos esencial, estaría relacionado con todo el proceso de identificación del agente causal de una colonización o infección y de la administración del tratamiento antimicrobiano. Las enfermeras son esenciales para una correcta recogida y gestión de la muestra para identificación temprana en el laboratorio de microbiología, así como para la administración correcta del tratamiento antibiótico y para adaptarlo a la situación del paciente.
Un cuarto nivel sería su papel para evitar la contaminación ambiental. Los profesionales de Enfermería son esenciales para mantener entornos limpios y sin reservorios ambientales de microorganismos potencialmente patógenos.
En todos estos niveles las enfermeras son esenciales para informar y formar al resto de equipo de trabajo, a los pacientes y a la propia ciudadanía de la importancia en el uso correcto de los antimicrobianos, fomentando una utilización eficiente de ese recurso sanitario y a aplicar prácticas higiénicas correctas que eviten contagios.
En este punto quiero hacer especial mención sobre la labor de enfermeras de prevención y control de infecciones que tienen el reto de llevar a cabo una vigilancia epidemiológica eficiente para detectar precozmente cualquier desviación de las incidencias de las infecciones habituales que puedan hacer sospechar de una amenaza emergente o situación extraordinaria y poner en marcha las medidas de contención necesarias para evitar la diseminación y los contagios.
Las enfermeras y el resto de profesionales deben participar activamente en los programas de vigilancia y control para involucrarlos en conseguir el reto de frenar el avance de las resistencias a los antimicrobianos.
P.- ¿Es consciente la sociedad de la importancia del seguimiento pautado del uso de antibióticos? ¿Qué labor tendría la enfermera en las campañas de concienciación del consumo adecuado de estos?
R.- Es importante reconocer que se están haciendo campañas divulgativas de gran impacto dirigidas a la población en general para evitar el uso inadecuado de antibióticos, especialmente desde que se celebra el día europeo para el uso prudente de los antibióticos. Pero queda mucho camino por recorrer. Hacen falta campañas también orientadas a evitar los botiquines domiciliarios, el formato comercial con exceso de unidades o la mala gestión de los fármacos caducados que supondrán una amenaza para la salud ambiental.
Las enfermeras tienen un papel esencial en las campañas divulgativas en todos los niveles de asistencia. En Atención Primaria, las enfermeras son las profesionales que conocen a los pacientes y sus tratamientos y, en esa relación de confianza que establecen, son las más indicadas para divulgar los aspectos esenciales de las campañas para un uso adecuado y prudente de los antibióticos. Las enfermeras son las que mejor pueden asesorar en la vía de administración que mejor se adapte al paciente, corregir las posibles desviaciones en una correcta adherencia al tratamiento por parte del paciente, explicar y educar en el manejo y conservación o en la actuación delante de posibles efectos adversos del fármaco. En Atención Especializada y hospitalaria, son las administradoras del tratamiento, por lo que su capacidad para transmitir la importancia de una correcta dosificación, administración y duración es clave para un uso adecuado del fármaco.
P.- Desde 2014, España cuenta con el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), que tiene entre sus objetivos la implantación de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA); sin embargo, no existe una representación real de la profesión enfermera en estos equipos multidisciplinares. ¿Qué podría aportar la presencia de enfermeras en ellos?
R.- Las enfermeras hemos estado presentes en la redacción de muchas de las estrategias del PRAN ya que son aspectos que lideran, junto con otros profesionales como médicos, farmacéuticos o microbiólogos, en los centros sanitarios. A pesar de esto, hay que decir que nos hubiera gustado contar con más enfermeras expertas en prevención y control de infecciones asesorando y proponiendo acciones y estrategias. Esperemos que en las actualizaciones futuras se ponga en valor la importancia de la enfermera y se amplíen las asesoras.
La incorporación de las enfermeras expertas en prevención y control de infecciones a los equipos multidisciplinares PROA está siendo lenta por varios motivos. Inicialmente, porque los mismos miembros de los equipos PROA desconocen la cantidad de campos en los que puede actuar la enfermera. Esto hace que en ocasiones se incorpore una enfermera al equipo PROA, pero con una función meramente administrativa y no de referente de los aspectos que hemos destacado anteriormente. Son las propias enfermeras de prevención y control de infecciones quienes, debido a que en ocasiones realizan su labor habitual con una infradotación de recursos, no puedan asumir el sobreesfuerzo que supone incorporarse a los equipos PROA.
Las gerencias y direcciones de los centros, y aquí sería importante el apoyo explícito del programa PRAN, el Ministerio de Sanidad y las sociedades científicas, deberían reconocer como esencial a la enfermera dentro de los equipos PROA y dotarlas del liderazgo y recursos necesarios para poder desarrollar con eficiencia los objetivos que se planteen.
P.- La resistencia antimicrobiana se prevé que se convierta en un problema grave de salud pública. Los cambios ambientales o los conflictos internacionales pueden fomentar la proliferación de nuevas zoonosis. ¿Están las enfermeras formadas para hacer frente a esta nueva realidad? ¿Qué sería necesario para ello?
R.- Por desgracia, la resistencia antimicrobiana ya es actualmente un grave problema de salud pública. Numerosas publicaciones alertan de nuevas amenazas y de enfermedades emergentes en forma de epidemias. Además de esto, la influencia de los cambios ambientales, la proliferación de nuevas zoonosis o la enorme movilidad mundial son los grandes retos que el planeta tiene delante. La pandemia mundial por COVID-19 ha sido un toque de atención.
Tenemos que entender que la Salud Planetaria, como podríamos resumir todos los puntos anteriores, necesita de una visión amplia y nueva. Este enfoque llamado One Health trabaja con la visión de un ecosistema transversal con las interfaces humana, animal y ambiental interconectadas. Este enfoque debe incorporarse en las actuaciones de todos los profesionales sanitarios y también las enfermeras. Deben formarse en salud planetaria ya desde los estudios de pregrado e incluso en el ámbito poblacional.
A su vez, es necesario disponer de equipos de enfermeras expertas, suficientemente dimensionados y capacitados, para liderar los programas de prevención y control de infecciones incluyendo los programas PROA y la preparación para futuras amenazas en los centros sanitarios. Esto será clave para poder hacer frente a las posibles crisis sanitarias y actuar con seguridad y eficiencia. Las enfermeras deben conocer los riesgos, pero también las acciones preventivas que en muchas ocasiones son sencillas y muy eficientes como una correcta higiene de manos, un manejo adecuado de los tratamientos o una correcta gestión ambiental de los residuos de antibióticos no administrados.
P.- ¿Qué acciones llevan a cabo desde la AEEPyCI para concienciar y formar a los profesionales y pacientes sobre la resistencia antimicrobiana?
R.- La AEEPyCI, como asociación de enfermeras dedicadas a la prevención y el control de las infecciones colabora en todos aquellos aspectos relacionados con el planteamiento de estrategias y acciones, formación o divulgación de la prevención de las infecciones. Colaboramos activamente en programas para el diseño de estrategias dirigidas a profesionales y también a pacientes y en todos aquellos programas de prevención de las infecciones de ámbitos concretos. Desarrollamos formaciones específicas sobre buenas prácticas como higiene ambiental o higiene de manos y hemos colaborado como asesores expertos en la pandemia, entre otras muchas acciones.
Colaboramos, también, con administraciones internacionales, locales, ayuntamientos y medios de comunicación para divulgar y concienciar a los pacientes y ciudadanía del reto mundial que supone frenar las resistencias, además de usar los mecanismos a nuestro alcance como redes sociales o web para conseguir ampliar el eco del mensaje. Formamos parte de plataformas como la Plataforma One health donde estamos trabajando en red interdisciplinar con organizaciones colegiales, asociaciones, fundaciones de diferentes ámbitos y sectores estableciendo escenarios de colaboración y proponiendo acciones concretas que mejoren la salud pública de la población y contribuir con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
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